The Program (El ídolo)
Sinopsis de la película
Un periodista deportivo irlandés está convencido de que las victorias del ciclista Lance Armstrong en el Tour de Francia se deben al dopping. Con esta convicción, empieza a investigar y a buscar pruebas que sacarán a la luz la verdad sobre Armstrong.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Program aka
- Año: 2015
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
5.9
94 valoraciones en total
No soy muy dado a ver biopics, sobre todo porque lo que más me gusta de una película es encontrarme con una historia original. Y, bueno, si sabes previamente lo que pasó con el personaje biopicado , pues sorpresas no va a haber muchas. De todas formas no todo es la historia, el desarrollo y el modo de hacer cine también cuentan. Y aunque tampoco es que esta película brille, vamos, se trata de Stephen Frears, siempre hay que darle una oportunidad.
Como digo, este film no brilla en su conjunto, la historia la conocemos todos así en amplio, y viendo esta película podremos saber los detalles de lo que ocurrió con uno de los mayores mentirosos del deporte, Lance Armstrong, que pasó de ídolo mundial a repudiado. Pero Frears consigue, aunque todos nos sepamos el final, hacer una peli entretenida que no aburre. A los amantes del ciclismo les gustará, aunque se arroje mucha mierda con las prácticas que, bajo ese programa del doctor Ferrari, ponían a todos los ciclistas como ídem.
La interpretación de Ben Foster es brutal. Es lo único que brilla del film. Pero de Oscar, quiero decir. Además, siempre se agradece ver a Dustin Hoffman, aunque sea poquito. Y ya cuando aparece el verdadero Sergio Sauca, ni te cuento. Por cierto, podrían haber cogido a un español para hacer de Alberto Contador, que actores aquí tenemos unos cuantos. Y delgaduchos, también.
En fin, una película que no está mal pero… yo me esperaba más. No se dopa, eso está claro. En ese sentido, podemos estar tranquilos, aquí no hay EPO.
Era inevitable la adaptación al cine (en clave de ficción, ya que existe un documental) de una de las historias más fascinantes e interesantes en el mundo del deporte de los últimos años, la de la, en su momento, increíblemente exitosa carrera de Lance Armstrong, después de vencer un cáncer, y su posterior y estrepitosa caída al darse a conocer que ganó 7 Tours de Francia haciendo uso de sustancias prohibidas.
Basada en el libro del periodista David Walsh y dirigida por el inglés Stephen Frears (Alta fidelidad, La reina, Philomena) la película inicia mostrando a Lance Armstrong, interpretado por Ben Foster, en sus primeras participaciones en el tour francés, mostrándolo aspiracional pero ya con la inquietud de saber que se requiere para entrar a la elite de la vuelta ciclista más famosa del mundo.
En una línea temporal que va dando saltos hacia adelante deteniéndose en momentos claves, vemos como Armstrong enfrenta y vence el cáncer, y como después de ello consigue, mediante un sofisticado programa que incluía uso de drogas y transfusiones de su propia sangre, ganar durante 7 ediciones consecutivas el Tour de Francia con la ayuda y complicidad (obligada por el propio Lance) de todo su equipo, mientras el periodista Walsh (Chris O’Dowd) está detrás de él.
El retrato que Frears traza de Armostrong es quizá lo más cuestionable de ‘The Program’, que va de un deportista ambicioso pero algo cándido hasta convertirse en un ser poderoso, insaciable, arrogante e inescrupuloso, que más que un deportista parecería un capo mafioso que amenaza y palmea la espalda de sus contrincantes, y no es que Armstrong no haya sido así, solo que Frears lo muestra sin matices y de manera muy subrayada.
Pero también hay que decir que el inglés consigue con habilidad narrar en su filme de manera eficaz un periodo de alrededor de 15 años de la carrera del ciclista sin traspiés y sin hacer uso de recursos manidos como flashbacks, ni meterse en lo más privado de Armstrong, y consiguiendo de igual manera un relato atrapante, a pesar de que el final de la historia es por todos conocida.
Frears logra un filme apasionante, narrado con pulso aunque lejos de la perfección, sin ambigüedades y una música que condena a su execrable personaje, en un relato lleno de tensión y suspenso.
http://tantocine.com/el-engano-del-siglo-de-stephen-frears/
Del cielo al infierno por mentiroso. Así se resume la carrera de Lance Armstrong: campeón del mundo de ciclismo en ruta en 1993, siete veces consecutivas campeón del Tour de Francia y medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Sidney, entre otras victorias en carreras y clásicas. Otra vez el sueño americano truncado.
El texano llegó a ser considerado un mito dentro del ciclismo por su ejemplo de superación y lucha -venció al cáncer en 1996 y regresó a las carreteras para ganar todo aquello en lo que competía-. Un héroe a los ojos de muchos. Un ídolo que se demostró de barro en el año 2012, acusado de dopaje y despojado de sus triunfos en la ronda gala. El propio Lance lo reconoció, destapándose todo un sistema fraudulento donde el americano y sus compañeros de equipo usaban técnicas de dopaje difíciles de detectar en los controles de la época y que les convertía en superhombres a pedales para resignación de sus competidores.
The Program es un viaje documental por la vida profesional de Armstrong y como, movido por la ambición de ganar a toda costa, cae en las redes de la trampa. Artísticamente hablando, The Program sigue la senda de otros trabajos de Frears, como Philomena. Basada en hechos reales e inspiradas en la denuncia de las malas prácticas en el deporte, en este caso el ciclismo. Frears y Hodge despojan al deporte del pedal de esa heroicidad que significa para muchos de nosotros -ya se hizo anteriormente con La bici de Ghislain Lambert de forma más cómica-.
Ben Foster esa una copia exacta del americano, en un papel que trabaja perfectamente. Es creíble. Y junto a Chris ODowd (David Walsh) nos brindan un duelo interpretativo brutal, con mucha carisma. También de calidad los minutos de Guillaume Canet, Jesse Plemons y Denis Ménochet, hasta completar casi dos horas de cine entretenido y documental al mismo tiempo, fiel a los acontecimientos. Buena apuesta para este verano a las puertas del Tour de Francia.
Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
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Dopping es cualquier sustancia que incrementa artificalmente el rendimiento. Quienes usan el dopping, son unos tramposos que van contra la justicia básica y el juego limpio.
Por supuesto, esto es una memez. Los deportistas (todos) toman sustancias que incrementan artificialmente su rendimiento y no están prohibidas (proteínas, aminoácidos, vitaminas estimulantes, creatina…) y que, a la larga, también producen daños físicos. Pasa como con las drogas. 100.000 muertes al año ocasionan el tabaco y el alcohol estando permitidos mientras prohibimos otras por considerarlas más peligrosas.
Además, los deportistas, sin dopping, tampoco llegan en igualdad de condicionies: no tienen los mismos presupuestos, las mismas ayudas médicas, las mismas instalaciones…
Hipocresía, como digo.
En esto se centra la maniquea película de Stephen Frears: en la lucha contra el más malo con actitudes mafiosas (Foster-Amstrong) contra los buenos que defienden el deporte (algunos periodistas). Dibuja a un Amstrong con el que es imposible empatizar, hambriento de fama y victorias (y dinero) que incluso chantajea a otros corredores para que no denuncien y se sirve de su fundación de lucha contra el cáncer para evitar que le pillen.
Todo esto está contado como a saltos, sin fluidez alguna. Tanto, que se salta toda la parte de entrenamientos y casi toda la de ciclismo. El director desconoce también que el dopping te ayuda a entrenar más tiempo, con más rendimiento y disminuye el tiempo de recuperación. O sea, que te lo tienes que currar y mucho, mucho. No todos los que se dopan llegan arriba. Todo ese trabajo duro desaparece de pantalla y se queda un cliché tan extendido como inexacto: que puedes ser mediocre y basta con que te dopes para convertirte en el mejor del mundo, lo que es falso de extremo a extremo.
Este tipo de fallos se compensan más o menos gracias a la estupenda actuación de Foster y secundarios y al interés que todavía despierta la figura del ciclista.
Una pena. Querría haberme encontrado una realidad real: todos los deportistas de alto rendimiento se dopan y lo enmascaran con otras sustancias más adelantadas a la de los controles (si no, es imposible seguir batiendo récords y aguantar etapas inhumanas). No es cosa de manzanas podridas, si no un mundo establecido. Compiten todos en igualdad de condiciones porque todos van dopados (basta con ver sus evoluciones anuales, sus deformaciones en las rodillas y mandíbulas, efectos secundarios de la testosterona, por ejemplo) y la gente, los patrocinadores y los organizadores prefieren echar la vista al lado para que el negocio y el espectáculo siga viviendo. Quizá con un guion así la pel´ñicula hubiera sido más coherente, más interesante y nos hubiéramos dejado de tanta fábula moralinizadora para ver cómo está el mundo de la alta competición de verdad.
Espero que a vosotros os guste más del 6 que yo le he dado.
Pensaba negarme a ver una película destinada a ensalzar la figura de David Walsh, actual palmero del equipo Sky pero al final he caído.
La película no es, en el fondo, sino una recopilación de anécdotas casposas contadas a ritmo de videoclip barato que perfectamente podrían pasar un sábado por la tarde en Antena 3.
Los personajes tienen la profundidad psicológica y la empatía emocional de una servilleta de bar de carretera y difícilmente empatizarás con ninguno.
Armstrong es un personaje siniestro, turbio y grotescamente malvado. Creo que no me quedo corto si digo que nos encontramos ante uno de los grandes villanos de la historia del cine. Bruyneel es un pobre pelele imbécil y arrogante en manos de una máquina de manipulación como Lance y Landis es un niño bueno que trata de complacer a su familia mormona pero al que lograron engañar debido a su ingenuidad.
Con David Walsh, nos encontramos ante un héroe de dimensiones bíblicas que salvó a ese deporte envenenado que es el ciclismo pero que atesora el tesón, la valentía y el coraje necesario para salvar el mundo.
Casi al final, aparece Alberto Contador y es un pobre hombre, feo y medio lelo que ni siquiera sabe hablar bien español. Me reí mucho.
Debería haber dedicado este tiempo a hacer algo más productivo como observar el tráfico.