The Heart of the World (C)
Sinopsis de la película
Mezcla de cine mudo y montaje soviético. Una premisa simple y un desarrollo de seis minutos para golpear con una acción trepidante, con personajes extremos y enamorados, que corren riesgos en una misión que es al mismo tiempo la más sencilla y la más hermosa: ganar un amor y salvar el mundo. Se considera la obra maestra de Guy Maddin.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Heart of the World (S)
- Año: 2000
- Duración: 6
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Opinión de la crítica
Película
6.4
96 valoraciones en total
En mi pueblo se dice: Los experimentos se hacen con gaseosa . Y en esa frase se recoge un conocimiento popular muy importante. O sabes lo que haces o no lo hagas.En este cortometraje no sabían lo que hacían y así está.
¿Es un homenaje al cine mudo?¿al impresionismo alemán?¿A Metropolis?¿Qué es? No es nada. No se puede abarcar todo en un cortometraje y además hacerlo experimental. Porque entonces el experimento salta por los aires. Y aquí salta en mil pedazos. No queda nada que se pueda salvar. Está todo irreconocible.
Lo que más rabia me da, es la puntuación que tiene. O yo no veo algo, o está sobrevalorada (que puede pasar). Cuatro críticos y algún cultureta puede decir que es una gran película y el resto seguirlos como corderos, sin preguntar ¿Por qué es tan buena?
Así que por favor, véanla y díganme por qué es tan buena.
Lo que me llamó poderosamente la atención es como Guy Maddin llegó a transmitir en escasos seis minutos tal sensación de angustia y fin del mundo en todo momento. La música tiene buena parte de culpa de ello.
Estamos ante un experimento muy acelerado y trepidante que a más de uno le pondrá nervioso. Se trata al mundo como un ente orgánico y gigantesco, como si su futuro dependiera de una competición amorosa. Ese ultimátum y esa forma de sembrar el caos en pantalla convierten a The Heart of the World en una experiencia irrepetible que no hay que dejar de lado. Surrealismo bastante reducido que se traduce en mayor accesibilidad por parte del público en general.
Vertov, Eisenstein, incluso alguna referencia a Romero y su Noche de los muertos vivientes. Todo ello es lo que encontramos concentrado en este Heart of the World de Guy Maddin. Sin lugar a dudas todo un pastiche homenaje a una concepción del cine caída en el desuso y que, sin embargo, demuestra que hoy día, puede seguir siendo válida.
No en vano, Maddin, hace gala del ya consabido montaje de atracciones para configurar una historia aparentemente simple, pero llena de mensajes. Es precisamente en el uso del montaje eisensteniano donde podemos apreciar la carga simbólica y conceptual del film. No hacen falta grandes discursos, sólo unas imágenes aceleradas e imágenes – símbolo para articular toda una declaración de principios a favor del amor universal y contra un materialismo seductor cuyo influjo se señala como máximo destructor del mundo.
Pero cabe ir incluso un paso más allá. En realidad Maddin, detrás de lo aparente, realiza un manifiesto contundente a favor del propio cine. Es esto y no otra cosa (ni la religión, ni el exceso mecanizador) donde reside la auténtica fuerza de salvación. Para ello no duda en utilizar recursos aparentemente desfasados en lo cinematográfico, y curiosamente reutilizados en la actualidad en medios audiovisuales como la publicidad o el videoclip, para denunciar precisamente su abandono y demostrar de paso que se puede seguir realizando buen cine a la antigua, sin la necesidad de la banalización producida por las nuevas tecnologías que, aparentemente, como el Jesucristo milagrero o el científico del film, venían a salvar al cine.
The heart of the World es una corta e intensa carta de amor, no sólo al cine, sino también al concepto en mayúsculas de lo que se supone debería ser el arte: simplicidad, belleza, abstracción y estética, pero todo con un fin causístico concreto. Para Maddin el arte debe ser una forma de interpelación al mundo sobre sus problemas y al mismo tiempo una forma, o mejor dicho la forma, de dar respuestas. En definitiva el cine ha de ser un medio para un fin, pero no a cualquier precio, no todo vale o se corre el riesgo de que el corazón del séptimo arte, del mundo entero, deje de latir.