The Cooler
Sinopsis de la película
Bernie Lootz es el tipo más desgraciado de Las Vegas. Todo lo que toca lo arruina, incluyendo su matrimonio y la relación con su hijo. Algunos años antes, Bernie había sido un jugador lleno de deudas, especialmente una muy considerable en el Shangri-la, el casino de Shelly Kaplow. Cuando no pudo pagar, Shelly le salvó la vida, saldando sus cuentas pendientes, pero también le destrozó una rodilla y lo obligó a trabajar en el Shangri-la hasta que saldara su deuda con él. Cuando Shelly se dio cuenta de que la mala suerte de Bernie era contagiosa, lo convirtió en el «gafe oficial» del casino: su sola presencia en una mesa en la que alguien estuviera ganando, bastaba para acabar con la buena racha. Cuando sólo faltan unos días para que Bernie quede en paz con Shelly, conoce a Natalie, la nueva camarera del Shangri-la.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Cooler
- Año: 2003
- Duración: 103
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes obtener una copia la película en formato HD y 4K. Seguidamente te añadimos un listado de posibilidades de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
6.5
79 valoraciones en total
Quien podría haber pensado que, agarrando un punto de partida tan básico y que ya antes había sido trabajado, Kramer sacase tanto partido a una historia con aroma a cine clásico y en cuyas entrañas se hallan los ingredientes para equilibrar una historia que en todo momento tiene un rumbo fijo y donde sorprenden puntualmente ciertos instantes de sosiego, repletos de virtud y realizados a la medida de unos personajes que calan y que en ningún momento se quedan en lo superfluo y lo vano.
Y es que, si una característica posee precisamente The cooler es la de saber retratar a sus personajes desde una perspectiva a partir de la cual disfrutemos con esos instantes repletos de romanticismo y espontaneidad, puesto que cuando se pretende desarrollar una personalidad, y se desea conseguir que conecte con el público, deben aparecer todos los momentos que conllevan a esa felicidad que se va construyendo día a día, puedan parecer inverosímiles, de menor importancia o de un valor minúsculo.
Cuando vemos a Bernie y Natalie saltando sobre la cama y dando por saco al vecino, no sólo observamos una secuencia graciosa, observamos una secuencia repleta de vida, donde dos personas conectan, donde se las ve fraguar una relación (aunque sea por los fueros) y donde desarrollan su más profundo afecto por el de al lado, y de esas hay unas cuantas, aunque destacaría la del espejo: MARAVILLOSA.
A parte de ese pequeño detalle, pero importantísimo, The cooler se va abriendo paso gracias a un desarrollo que deja atrás su punto de partida y lo transforma todo en una huida de lo cotidiano, una huida hacía otro lugar, una huida hacía la felicidad, construyendo gracias a un entramado sumamente jugoso, donde se demuestra que en esta vida no hay perdedor que valga, un film que se sustenta sobre unos pilares de gran envergadura y en todo momento se mantiene.
Destacaría a ese pedazo de actor llamado William H. Macy, que borda otro de sus papeles y sigue estando infravaloradísimo y al amigo Baldwin que, además de abordar con garra interpretaciones como esta, luego manda a freir espárragos a la Gellar esa, y aun gana más puntos a su favor.
Ah, y el discurso que le hace Macy a Baldwin en el tejado NO TIENE PRECIO. Toda una lección de un ¿perdedor? Sí señor.
En otros tiempos, cuando la gente iba al cine y veía una peli así, al final aplaudía. Son viejas pero buenas costumbre que se han perdido.
Las interpretaciones son excelentes, desde un colosal Macy (actor de muchísimos quilates), pasando por una María Bello que hace honor a su apellido tanto en lo profesional como en lo físico, y continuando con la muy acertada recreación del arquetípico mafioso de las Vegas, a cargo de Alec Baldwin. La banda sonora es excepcional, la fotografía del todo correcta, y tiene momentos especialmente cómicos que se han sabido casar a la perfección con escenas, nada de babas estilo pretty woman, románticas y muy tiernas.
¿Lo -quizás- malo?… eso en el spoiler.
Recomendable al cien por cien porque entretiene, se disfruta, y deja la maravillosa sensación de haber descubierto oro perdido, y olvidado, entre los centenares de filmes sosos y sin sentido, que cada año masacran nuestras retinas y a los que aún hay gentes que aplauden.
No está El Gafe en Filmaffinity, qué fuerte. A ver si para el año que viene, eh…
Ojo a la sentencia:
El físico influye en la interpretación.
No he descubierto la rueda, no, pero sí he destapado algo que duele admitir.
Tanto William H. Macy como José Luis Ozores tienen cara de lelos. Partir de aquí para interpretar a un pobre desgraciado del que se aprovecha un espabilao es tener mucho ganado. The Cooler va en serio, mientras que el gafe es de cachondeo, y qué diantres, Ozores lo hace mejor que Macy. Arriba España.
Eso sí, entre Antonio Garisa y Alec Baldwin, me quedo con el segundo. Antes no me gustaba mucho, pero desde que se ha llenado de grasa mola un huevo. Ahora es un gordo molón, simplemente por la grasa adquirida, lo que corrobora, en cierto modo, la teoría antes enunciada.
Las pelis norteamericanas modestas del tipo 4 ó 5 personajes corren aventuras y desventuras por Las Vegas molan prácticamente todas. Se mueven entre el motel y la road movie, con secundarios esperpénticos, alguna paliza, música paleta, ruletas y botellas de alcohol. Es de esos mini géneros, como el de las oficinas, que vienen con un pan debajo del brazo.
Si existe algo más bipolar en todos los sentidos que la sociedad norteamericana, todavía no he tenido el placer o la desgracia de comprobarlo. Su demencial visión del triunfador y del éxito, esa imposible mezcla entre ideales Disney y realidades mucho más oscuras, sólo puede compararse al profundo conocimiento que también poseen sobre el fracaso y sus criaturas: nadie hace películas (rimbombantes, grandilocuentes, en ocasiones ridículas) sobre los ganadores como los americanos ni nadie sabe retratar con tanta venenosa compasión a sus perdedores.
The cooler es una película sobre un perdedor elevado a la enésima potencia, un gafe de nacimiento que trabaja en un casino de las Vegas (el Shangri-La) esparciendo la mala suerte por mesas, ruletas y máquinas tragaperras. Sus plantas se mueren, su gato se escapa, su hijo es un capullo y siempre se acaba la leche cuando le toca a él pedir el café. Un hombre triste que deambula como una sombra por un lugar con nombre de paraíso y alma de puta vieja.
Su historia vertebra la película y sin embargo, no es ni de lejos la más interesante de las historias que se desarrollan en otras trastiendas. No podemos hurtar los ojos de la mirada lastimera de nuestro perdedor Bernie Loontz, pero la memoria pertenece por derecho a esa semblanza de un mundo que desaparece, una realidad oscura que poco a poco, va dejando paso al ideal Disney, relamido y hortera y, desde luego, megamillonario. Las Vegas se nos presenta como la mayor metáfora del triunfo tal y como la conciben los norteamericanos: el cadáver putrefacto, pero sonriente, un mundo falso erigido sobre las ruinas de otro mundo no menos falso, una nueva víctima en las fauces inmisericordes de Mr. Sueño Americano.
La visión de Kramer es convencional, clásica, dura y ¡sorpresa! curiosamente idealista. A los personajes que huyen de esta Babilonia estroboscópica alzada en mitad del desierto favorito de los buitres yanquis, les otorga la capacidad de amarse, quizás de salvarse. A los que deciden quedarse montando guardia frente a las ruinas, sólo les aguardará la soledad y el fracaso…
No es redonda, no es demasiado original, pero da algo que no ofrecen todas: autenticidad, emoción y un tipo de reflexión que evoluciona con cada visionado.
Posee ciertos tintes retro tanto en la estructura como en su banda sonora. Es entretenida sin estridencias, no existe complejidad, tampoco su argumento resulta muy creible.
Algunos críticos destacan la actuación de Maria Bello y me gustaría conocer el criterio que les ha llevado a observar valores interpretativos que a mi se me escapan, pues considero que es de una simpleza apabullante. Y desde luego no confundo sencillez con simpleza.