Tetsuo, el hombre de hierro
Sinopsis de la película
El protagonista es un extraño hombre conocido como el fetichista de metales, que tiene la insana costumbre de clavarse trozos de metal en el cuerpo. Un buen día, sufre un accidente de coche y choca contra otro hombre quien, a partir de ese momento, empezará a sufrir extraños síntomas en su propio cuerpo. Extrañas protuberancias metálicas surgen de su cara y extremidades. Mientras, el hombre fetichista, sueña con un mundo de metal en el cual todos sufrieran una mutación hasta conseguir una transformación total y absoluta.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tetsuo
- Año: 1989
- Duración: 67
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Opinión de la crítica
5.9
74 valoraciones en total
Tetsuo se trata sin duda de una experiencia visual para mentes abiertas a algo diferente, me gusta comprobar como con los medios mínimos y mucho cariño por el montaje se pueden llegar a realizar secuencias completamente electrizantes que dejarían en evidencia a la más cara de las mega producciones norteamericanas colmadas de efectos digitales, esto solo se puede explicar por que detrás existe un verdadero trabajo de orfebrería. Mención a parte para la banda sonora a base de sonidos metálicos e industriales que me recordaban a los empleados en la magnífica Cabeza Borradora del genio Lynch de la cual, no me cabe la menor duda, bebe en numerosas influencias.Tampoco quiero engañar a nadie, tras una increíble secuencia inicial con una persecución por el metro, y algunas secuencias impactantes de cybersexo, la ultima parte del film con el enfrentamiento final se hace tediosa y repetitiva, quizás la trama no daba mas que para un corto de larga duración.Sin duda más que de un film propiamente dicho, esta obra se trata de una experiencia visual y sonora, una especia de montaña rusa cinematográfica.
Rara, desconcertante, oscura, divertida, paranoica… No hay mucho que entender. Siéntense y véanla. Algunos acabaran odiándose por haber tirado poco más de una hora de sus vidas frente a su televisor, otros llamaremos a nuestros amigos y quedaremos para verla todos juntos. ¡La belleza de la controversia que sólo se consigue con este tipo de películas!
Pero esta película gana enteros con respecto a otras del estilo porque, y sobre todo, es muy dinámica, con secuencias entretenidas, rápidas, jugando con las luces, englobando todo en una especie de gran sueño-pesadilla real… Y todo llega a tener su sentido, amplio, pero acotado.
Y si no te ha gustado, tampoco te ha dejado indiferente. Y ya es algo más de lo que sucede con las películas que directamente no te gustan. A mí me ha encantado.
Si Cronenberg en Videodrome ya nos advertía de las consecuencias que podía reportar el uso de otras tecnologías, así como perpetraba a su vez un ejemplo muy digno de crítica a su particular modo, Tsukamoto nos introduce aquí en una historia donde parece ser que, el hombre por si mismo, no posee el valor adecuado, por lo cual debe ser extirpado de la sociedad gracias a nuevos miembros, que en su proceso de fusión con materiales que tienden a perfeccionar la carne, lo humano, deberían terminar con todo esto.
En cambio, mientras Cronenberg nos mostraba un ser que padecía una transformación que lo llevaba a la propia autodestrucción sin apenas cerciorarse, aquí hallamos a un ser que, aunque también sorprendido por su transformación, termina llegando a un final en el cual son hallados unos objetivos verdaderamente puros que ni siquiera terminan de acercarse a las no tan punibles manipulaciones que sometía el cineasta canadiense a su protagonista.
Sin embargo, no queda ahí solamente la aportación de Tsukamoto a tan sugestivo film, sino que, además, sabe como transportar al público en un verdadero viaje de sensaciones donde la aspereza y la crudeza alcanzan sus cotas más altas, todo ello gracias a un montaje extremadamente frenético, donde el uso de esa banda sonora casi industrial nos introduce en las situaciones, dejando al espectador descolocado, y el recurso de la stop-motion está usado a la perfección, paliando así los inconvenientes de un presupuesto que, se nota, no es precisamente holgado, sino todo lo contrario.
El talento del nipón para generar desasosiego y tensión es impecable en muchas ocasiones, y aunque no se presenten constantemente como ejes de la obra de Tsukamoto, que quizá busca más un método para revolver al espectador y hacer que se remueva en su butaca cavilando e intentando asimilar el halo de paranoia y estupor que rodean la cinta, sí que consiguen ser obtenidos en casi toda su pureza.
Además, algunos de los detalles anexionados a su trabajo, no añaden más que un punto culminante a esta bizarra obra de cyberpunk, donde ya desde buen inicio se insinúa que el metal tomará gran importancia en esta película (especialmente en el momento donde el protagonista es atropellado y una insinuante música acompaña a la cámara en busca de un metal distinto, en este caso el del coche) y otros instantes como el encuentro en la bañera, que hacen de Tetsuo una experiencia extraña e irrepetible.
Nadie está preparado para ver algo como Tetsuo . Absolutamente nadie. Los más acérrimos a David Lynch no la entenderán, pero la amarán. Encontrarán en esta cinta de Shinya Tsukamoto una versión japonesa de la paranoia de su director. Pero elevada a un nivel extremo. Mezclando gore, futurismo cyber-punk, ciencia-ficción y mensaje crítico, en Tetsuo encontramos un pastiche de ideas que acaba atrapando por su impresionante fuerza visual, que mezcla un sabio uso del blanco y negro con stop-motion y una cámara completamente mareada. Junto al aspecto visual, tenemos una BSO que se integra perfectamente con las imágenes, llevándonos por un viaje lisérgico con todo lo que esto conyeva, con la locura y la perturbación -adictiva- como máximos exponentes.
Para que os hagáis una idea de cómo es la tónica general de Tetsuo, en los primeros cinco minutos pasa algo así -y sirve para resumir el punto de partida a grandes rasgos-: Un fetichista de los metales entra en una habitación repleta de éstos. Coge un cristal, se hace un agujero en la pierna y se introduce una barra de metal en la pierna. Sus genes no la aceptan como parte del organismo, por lo que al oxidarse la barra su extremidad comienza a pudrirse, apareciendo gusanos. Asustado, este hombre sale corriendo y es atropellado por un joven viajero. De nombre Tetsuo, por haber tomado contacto con el fetichista empezará a pasar por una extraña etapa de transformaciones y deformaciones varias, hasta llegar al límite. Literal.
Con un punto de partida tan extraño nos encontramos con una crítica a la sociedad, a la búsqueda de la raza perfecta, al exceso del uso de las máquinas llevado al extremo, y cómo dos personas aparentemente diferentes son capaces de compenetrarse como la noche y el día. Tetsuo es, a fin de cuentas, una película que hay que ver al menos una vez en la vida. Es perturbadora, es arrogante, asfixia e impresiona. Bizarra al extremo. Engancha, tiene escenas para el recuerdo, y técnicamente luce a buen nivel. Sí, la cámara está loca. Y la historia puede resultar estúpida en un primer -y segundo- vistazo. Pero tiene la capacidad de aterrar y asombrar mientras consigue atraparnos con la fuerza de sus imágenes. 67 minutos de película que vienen a ser una auténtica pesadilla con un final que Takeshi Miike ha hecho suyo en su trilogía Dead or Alive . Señoras, señores, puede que Tetsuo no les guste, es completamente normal, yo de hecho no sé si me ha gustado. No sé si es buena, o si es horrorosa. Sólo sé que es un sórdido poema futurista que atrapa. Y creo que bien tiene merecida su condición de película de culto, sin ser en absoluto una Obra Maestra… creo.
Tiene una primera parte bastante prometedora, con un estilo visual absolutamente fascinante (esto, al menos, dura todo el metraje), mezcla de una extraña pesadilla hard-core parida por la mente de un director japonés admirador de Lynch y Cronenberg, que nos ofrece un engendro aceitoso y sexualmente metálico de cinta para iniciados en algo que podríamos denominar sucias pesadillas cinematográficas.