Testamento final
Sinopsis de la película
Melodrama centrado en los problemas que tiene que afrontar una familia norteamericana tras una guerra nuclear, en la que los niños son los primeros que sufren los devastadores efectos de la radiación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Testament
- Año: 1983
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.2
30 valoraciones en total
A pesar de tener 25 años ya, esta película no ha envejecido, sólo lo ha hecho en torno a los gadgets que caracterizan los años 80, sin embargo su núcleo sigue intacto.
Lo importante en el relato es la ruptura de la rutina que no conducirá sino a la supervivencia sin mucho sentido, ya que no se puede sobrevivir mucho tiempo. Se muestra sin efectos especiales, sin aspavientos, con pequeños detalles. Esa ruptura con la rutina se percibe como angustiosa, porque lo es en sí misma, al tiempo que en el horizonte no hay esperanza alguna.
Pero sobre todo me quedo con lo más importante: la pregnancia simbólica de un osito, de un contestador, de un jersey.
Cuando no hay a quién abrazar se abraza un contestador, cuando se siente el dolor y la rabia de una pérdida se busca frenéticamente un osito de peluche.
La mostración sobria del abismo la convierten en una buena película, que sigue sobreviviendo a pesar de los años.
Interesante drama de corte familiar ochentero que trata uno de los temas por excelencia del fantástico como es la hecatombe nuclear y sus consecuencias.
Testamento final narra el drama que vive una familia que se ve sorprendida por un ataque nuclear no muy lejos del pueblecito donde viven. Lynne Littman nos muestra la cotidianeidad del día a día de sus miembros, que se enteran del ataque por la televisión, pero no cunde el pánico entre la población sino más bien lo contrario, inconscientes todos de que el verdadero horror no está en el centro de la explosión sino en la radiación que la sigue. Conforme pasan los días y la nube radioactiva va recogiendo su silenciosa cosecha de muerte, la esperanza de sobrevivir será cada vez menor.
Littman nos quiere hacer partícipes del terror de la forma más realista posible, sin necesidad de escenas apocalípticas ni efectos especiales. Con tan sólo un fogonazo de luz, como la señal acordada por la muerte para empezar su infame trabajo, todo se desarrolla de la forma más natural posible. Recuerda de alguna manera una excelente cinta de animación que aparecería tres años después, Cuando el viento sopla (1986) de Jimmy Murakami, demostrando que la verdadera cura contra la locura y la desesperanza de un hecho así es el continuar con el día a día y afrontar lo inevitable hasta que llame a tu puerta.
Cintas como la de Littman nos ayudan hoy en día a entender la paranoia que había por entonces con el tema de la guerra nuclear, tema muy en boga que dio importantes títulos de planteamiento realista como El síndrome de China (1979) o El día después (1983), por enumerar los más conocidos. Testamento final es una muestra más de esa función concienciadora que tiene el cine y su capacidad para hacer pensar a grandes masas de gente, que se acercan a la gran pantalla para conocer de primera mano las consecuencias de un futuro aterradoramente posible.
Interesante.
En el vecindario donde viven la apacible familia Wetherly (con William Devane y Jane Alexander de padres) parece funcionar todo correctamente. Nadie se hace a la idea de lo que ocurre en el mundo hasta que los rusos y los chinos lanzan un ataque nuclear contra los Estados Unidos. Sumidos en el polvo radiactivo, con falta de corriente eléctrica ni comunicación por teléfono el degoteo de muertes por radiación empieza a producirse. Pero los Wetherly prefieren mantenerse en su hogar como si nada hubiese sucedido…
Aparentemente el film de Lynne Lytman podría pasar de largo entre algunos ejemplos recurrentes de películas centradas en el day after de un ataque nuclear contra la nación libre como la subjetiva El Día Después (The Day After, 1983) de Nicholas Meyer y la patriótica Amanecer Rojo (Red Dawn, 1984) de John Milius. Más parecdia a la primera, Testamento Final es un relato familiar dramatizado por unos hechos que consecuentemente y de manera progresiva resaltan la desolación y la amargura de los supervivientes y, en ése caso, en el seno de una familia de clase media así como su vecindario. Atención a la aparición secundaria de un desconocido Kevin Costner.
Siempre me ha encantado el cine apocalíptico, en el que por cientos de motivos un grupo o individuo debe sobrevivir a un desastre que dejará al borde del exterminio a la raza humana. Muchas veces, se recurre a la ficción para justificar el apocalipsis, empezando por simios evolucionados, pasando por sequías interminables o inundaciones y llegando a zombies que sin ninguna explicación deciden aparecer y sembrar el terror.
Normalmente, se suele mostrar saqueos, violencia, violaciones y todo tipo de actos viles que te puedas imaginar. Testamento final abarca mucho más ya que nos muestra esos primeros meses después de una catástrofe nuclear pero de una manera más humana e intimista.
Los que primero murieron en las explosiones serán los más afortunados y los que se quedan para lidiar con la contaminación, la falta de recursos e infraestructuras y el continuo goteo de muertos sentirán un vacío en sus vidas. Ese vacío sólo lo puede llenar una cosa en la vida, la esperanza, pero que después de una catástofre nuclear de las dimensiones que se narran, ni ella querrá sobrevivir. En fin, como todo en la vida sólo es cuestión de tiempo.
Por último volveré a remarcar lo que digo en el título de la crítica, el realismo es tremendo. Como se propaga la contaminación radiactiva y el modo en el que las personas se enfrentan al problema es, para mi gusto, perfecto. Eso está claro, como realista que es no esperes grandes dosis de acción ni gente robando gasolina en coches tuneados. Aquí encontrarás un retrato de como sería la espera de alguna ayuda que podría o no llegar.
Último detalle que considero importante para cualquier amante del género, la película transcurre justo antes y un tiempo después del desastre así que no esperes paisajes apocalípticos ni nada raro, simplemente un familia americana de principios de los 80.