Teorema zero
Sinopsis de la película
Qohen Leth es un excéntrico genio de los ordenadores que vive en un mundo corporativo controlado por una oscura figura llamada Dirección . Recluido en el interior de una capilla en ruinas, Qohen trabaja en la solución a un extraño teorema, un proyecto que podría descubrir la verdad sobre su alma y el significado de la existencia (o la falta del mismo) de una vez por todas.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Zero Theorem
- Año: 2013
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
Película
5.1
89 valoraciones en total
De casi todas las criticas que he leído se quejan acerca de cuan poco original es Gilliam al reutilizar tantos conceptos de sus anteriores películas, de como es peor que Brazil, que esto, que lo otro…
Si cada película que viera la comparara con Brazil entonces el 95% de las veces saldría perdiendo la otra. Puede que Teorena Zero no alcance la gloria de algunos films anteriores de este como 12 monos, Miedo y asco en Las Vegas o la ya mencionada opera prima de él, pero eso no quita le quita el credito al largometraje.
Christoph Waltz esta genial como siempre, Matt Damon es irreconocible, el actor adolescente (pese a tener un rol tan importante por alguna razón su nombre no aperece en ninguna página que visite) es muy bueno para su edad y aunque al principio no me trague los personajes de Mélanie Thierry y Ben Whishaw terminan siendo muy complejos e interesantes… de hecho, todos los actores funcionan a la perfección.
Gilliam como director es por supuesto fantastico y aunque no escribio el guion (cuyo autor espero siga trabajando en el futuro), siento que este fue un proyecto muy personal por parte de él en el cual dio la mejor de si.
En verdad espero con el tiempo esta se convierta en una película de culto y sea reivindicada, porque en verdad lo merece.
Si no fuera de el esta película, cualquiera diría Este se quiso hacer el Terry Gilliam y le salió mal .
Parece que en estas épocas sigue funcionando eso de hazte fama y échate a dormir , pero hasta ahora siempre me había parecido que todavía tenía ideas frescas o por lo menos, cosas que contar. El problema de The zero theorem es que no cuenta nada. Es terriblemente aburrida y sin sentido. Parece una parodia a las demás películas de Gilliam. Y digo parodia porque pierde lo más importante, ¿de que se trata?, ¿que nos quiere contar o hacer sentir? Además hay varias cosas, hasta escenas directamente copiadas de otras películas de el mismo.
Waltz realmente se entrega a este papel, le tuvo una fe tremenda parece pero la verdad es que es una película muy floja.
¿Que visualmente es impresionante? Y… Es Terry Gilliam, no es un novato en esto, claro que ese apartado lo va a hacer bien. El disco nuevo que está preparando Pink Floyd puede llegar a ser malo, pero que va a sonar bien, eso no hay duda.
La recepción de la última película de Terry Gilliam en Venecia no ha sido la mejor, pero el hecho de que levante tantos odios como pasiones de forma tan igualada responde a la valentía de su producto, y no tanto a la calidad del mismo. Sencillamente, Terry Gilliam no se casa con nadie. Su estilo barroco brilla aquí como nunca y se puede tener una aversión irracional hacia su excentricidad galopante, pero no olvidemos que esa misma excentricidad es parte de lo que se propone mostrar Gilliam, y no algo que se le olvidó contemplar.
¿Qué mejor modo que enmarcar una historia sobre la pérdida de Fé en una iglesia abandonada? Ahí, Qohen Leth (Christoph Waltz) pasa sus días enfrascado en un trabajo que le atormenta y le hace infeliz, pero parece que es la única opción, o al menos no se plantea ninguna otra. Sin embargo, es otra la razón por la que se despierta cada mañana: espera una llamada. Una llamada que descifre la ecuación que dé sentido al universo y ponga cada dígito de la vida en orden. En una sociedad con tintes orwellianos, en la cual una figura de Jesucristo con una cámara en el lugar de su cabeza actúa como el definitivo corruptor de la privacidad, y donde el vibrante colorido de las vestimentas oculta lo gris de lo que yace debajo, el protagonista halla un oasis de verdad y calidez en el personaje de Bainsley (Mélanie Thierry). Este contraste es esencial para la película, ya que tras el cínico retrato de esa sociedad deshumanizada, se encuentra un optimismo perenne capaz de trascender todas las limitaciones que nos hemos autoimpuesto. La semilla de este optimismo puede encontrarse en cualquier lado: en un bosque, en una cara amada… O en el caso de Qohen, en una fiesta, lo cual es irónico para alguien que padece de agorafobia.
La película posee muchos detalles ingeniosos que dan vida al conjunto. Desde un Matt Damon que, como un camaleón, se viste para pasar desapercibido, hasta una hilarante Tilda Swinton que advierte a Christoph Waltz de los peligros de encapricharse con Bainsley, pasando por carteles promocionales que critican la Cienciología para anunciar un nuevo culto basado en… Batman. Es la era del absurdo. Si algo he de reprochar a la película es que desaprovecha algunos de sus secundarios, como Peter Stormare o Ben Whishaw (el personaje de Tilda Swinton también podría haber dado más de sí), probablemente debido al reducido tiempo de rodaje. Por lo demás, The Zero Theorem es una película fresca e ingeniosa que en ningún momento da señales de sequía creativa, y eso en los tiempos que corren es mucho.
Esta es, sobre todo, una película sobre la redención espiritual. Resulta triste que mucha gente, y más con las prisas festivaleras, entiendan la tesis de la película pero no apliquen las reflexiones que plantea a sus vidas. Que sigamos enganchados al iphone mientras escribimos sobre lo ridículo de estar enganchado al iphone. Y seguimos tecleando. Ese es el sinsentido que critica Gilliam, pero siempre con esperanzas en el potencial de los hombres. Agradezco que, al contrario que Haneke o Von Trier, Gilliam haga películas cada vez más optimistas a medida que va envejeciendo, y siga atento a las señales de la bondad humana. Pero no de un modo pasteloso, ni perpetuando clichés de probada efectividad, sino zambulléndose en lo desconocido y viendo qué hay al otro lado. De qué somos capaces. Y como espectadores, deberíamos también evaluar nuestra capacidad para dejarnos llevar por lo desconocido, y ver si el escepticismo con el que lo encaramos está justificado.
Terry Gilliam siempre será el hombre que dirigió Brazil , una de las mejores películas de ciencia ficción que se han concebido. Si además sumamos a sus méritos (por y para el cine de género) joyas como Doce monos (quizá el remake más improbable de la historia del cine, por el modelo en el que se basa), o inclasificables rarezas como El imaginario del Doctor Parnassus , Miedo y asco en Las Vegas o Tideland , daremos cuenta de que estamos ante un creador único -y necesario- que acomete cada una de sus obras con una mirada puramente personal, con la libertad por bandera llevada hasta sus últimas consecuencias. The Zero Theorem no es diferente: el propio Gilliam explicaba durante su presentación en el Festival de Sitges cómo ha sido el trabajo para el que menos vueltas ha dado a la hora de escribir el guión y dar tiempo a la preproducción, buscando trabajar desde el instinto. Vista la película se nota, a veces para bien, otras no tanto.
Lo que se nos cuenta no es nuevo en el canon de Gilliam, básicamente podríamos considerarla una versión 2.0. de Brazil a la hora de gestionar un mundo que ha reemplazado el trabajo en celdas por la presión que ejercen sobre la población la publicidad y los contenidos sociales. Ambientada en el ahora , según su director, con carteles publicitarios intrusivos, pantallas de plasma y ordenadores, relaciones erráticas y otros conceptos llevados al límite, seguimos a su protagonista, un hombre apagado, un trabajador modélico en su condición de oveja líder del rebaño que ansía recibir la llamada que le cambie la vida, o que le de a ésta un sentido.
El planteamiento es interesante, pero queda la sensación de que esta vez Gilliam no es capaz de sacarle todo el partido. La culpa no es tanto suya como del guión de Pat Rushin, algo superficial, que presenta una serie de ideas y luego las olvida por el camino, con una distancia irónica no tan bien medida como podría. Quizá también es que llega tarde, y es que en un mundo post-Black Mirror casi es inconcebible una película que pasa tan por encima de aquello que pretende abordar. Pero en el fondo, seguimos estando ante una película de Terry Gilliam con todo lo bueno (o malo, para quien no le guste) que esto conlleva: personajes muy pasados de vueltas (maravillosa Mélanie Thierry, por cierto) y una imaginería visual que, cuando se mantiene fiel a la mano de su creador y no cae en la paleta de un Jeunet de saldo, deja momentos muy notables.
No es el mejor Terry Gilliam, pero tampoco el peor. Cine estimable, irregular pero con cosas a las que agarrarse -sobre todo- si se es seguidor del realizador que desde Storytime lleva trabajando un estilo muy particular y que, esperemos, pueda seguir desarrollando muchos años.
Pretender algo que no podemos alcanzar siempre resulta pretencioso. Esta película fundamentalmente es eso: PRETENCIOSA. Trata de sorprender a través del absurdo, facturando una estética pseudo barroca punk, enmarcada en un despropósito absoluto.
No convence, satura, no divierte, enloquece y el resultado final es el sinsentido de un guión y un director que han tratado de dar un giro, volteándonos hacia ningun lado, porque al verla nos caemos de lado y en ocasiones entrecerramos los ojos…
Un 3