La isla de los corsarios
Sinopsis de la película
Año 1700. Un capitán inglés (Errol Flynn) se ha infiltrado entre los corsarios del océano Índico con el fin de destruir sus fortificaciones. No contaba, sin embargo, con enamorarse de una enérgica y bella mujer pirata (Maureen OHara).
Detalles de la película
- Titulo Original: Against All Flags
- Año: 1952
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
Película
6.2
60 valoraciones en total
En la madurez de Errol Flynn, ya entrados los cincuenta, La Isla de los Corsarios se abre como otra gran aventura de piratas al mejor estilo de las de la época, con un espía, un aventurero capitán pirata, y una capitana con un espíritu indomable.
Errol Flynn alejado de su inseparable compañera Olivia De Havilland, aquí tiene como objeto de deseo a un personaje muy interesante, a la capitana Stevens, cuya personalidad arrolladora tiene más del siglo XXI que de los años 50, interpretada por Maureen O´Hara, ya versada en aventuras de piratas.
El resultado es el de una aventura bien dirigida, donde ya un Errol más mayor templa su interpretación con un misterio aventurero aún, pero menos de galán y más de actitud taciturna ante cualquier dilema de la vida.
Anthony Quinn, lucido aquí a medias, lejos de su gran actuación en Barrabás , da lo mejor con un guión escrito para él en el papel de astuto canalla, pero cuya escena es aún más electrificante que la del propio Flynn, muy mermado ya a estas alturas de su vida.
Las luchas, la pólvora, la amenaza de la horca, la presencia de una princesa enamorada de Flynn, harán que un cuarteto amoroso transcurra en las sombras mientras que el espectador disfruta de una gran aventura pirata de esas de antaño.
A hacerse unas palomitas y disfrutar de una hermosa tarde de fin de semana, con cine de verdad.
Muy entretenida.
El actor por excelencia del cine de aventuras, en su época de capa caída, pero en el tiempo de máximo apogeo de las películas de aventuras, tuvo ocasión de brindarnos dos muestras de lo que hubiese sido su segunda juventud en el género de aventuras. La isla de los corsarios no le llega ni a la suela de los zapatos a los verdaderos películones que Flynn protagonizó durante la segunda mitad de la década de los 30, en que era una superstrella del firmamento cinematográfico. Sin embargo de las pelis que podemos rescatar de este tiempo ésta es una de ellas, un sucedáneo de sus andazas con Olivia de Havilland años atrás, pero una buena muestra, acompañado de la maravillosa Maureen OHara y del mítico Anthony Quinn, una vez más, como espléndido secundario. Por lo que respecta al film, es una buena película de aventuras del corte más clásico, pero de mucho menos presupuesto que las de los 30 (Flynn ya había perdido su credibilidad). Totalmente recomendable, solo con ese matiz: que ya no hay tanta pasta, ni Flynn es aquél joven que desprendía energía por todos los lados.
Prototípica película de piratas del viejo Hollywood de los grandes estudios. Y, como no, con un reparto encabezado por un trío mítico: Flynn-OHara-Quinn. Retomando la historia real de la mítica república pirata de Libertalia, fundada por el capitán Misson en Madagascar y cuyos restos jamás se han localizado (asi que posiblemente serian cabañas y poco más), los guionistas recrean una especie de Caribe africano o de isal de la Tortuga con un hermoso y blindado puerto al que es imposible entrar, salvo que se introduzca algún espía, y ahí tenemos al intrépido Flynn. Película de aventuras, en ocasiones en tono de comedia y equívocos con las interpretes femeninas, bien dirigida por un artesano como Sherman, el film nos lleva a aquellos tiempos de la Primera sesión de la TVE. Un gustazo.
Esta cinta contiene los elementos básicos del Cine de Aventuras. Peleas de capa y espada, bellas mujeres, piratas, los buenos y los malos. En fin, las película entretiene, y su duración es adecuada para desarrollar la historia. Errol Flynn ya estaba en la cincuentena, pero aun así, su papel es convincente. La bella Maureen OHara es la bella, enérgica y de mucho carácter, polvorilla Stevens y el excelente Anthony Quinn, como el malévolo capitán Roc Brasiliano. Lo que si tiene en contra esta cinta, es que hay partes donde el decorado del mar es evidente. Sin embargo, me gustó a pesar de ese detalle. Buena, recomiendo verla.
103/13(19/06/19) Intrascendente nadería hecha a mayor gloria de Errol Flynn, queriendo emular sus pretéritos clásicos de aventuras, pero notándose su decadencia física producida por las adicciones (drogas y alcohol), y eso que solo tenía 43 años. También tiene presencia y reclamo comercial la gran Maureen O’Hara y el electrizante Anthony Quinn. Insustancial film de piratas que parece hecho con desgana, con un guión y desarrollo muy pobre, donde las situaciones avanzan por imperativo de libreto, donde los diálogos y sucesos resultan un atropello a la razón, con unos personajes acartonados. Dirige el inane George Sherman con un guión de Joseph Hoffman (El capitán pirata), bajo una historia de Aeneas MacKenzie (Los 10 Mandamientos), donde lo mejor es que su corta duración (80 minutos) hace que el aburrimiento apenas haga acto de presencia, esto adornado por un sentido del humor apolillado, donde las escenas de acción resultan sin atractivo alguno, provocándote añoranza de los clásicos del género piratil, un producto infantil, donde encima proliferan los vicios de la peor pedagogía del cine, como son el machismo y el racismo. Esto enmarcado en una puesta en escena que va de lo naif a lo kitsch.
Brian Hawke (Errol Flynn), un oficial de la Marina que está recibiendo algunos azotes cuando nos reunimos con él para darle autenticidad a la afirmación de que ha sido expulsado de la Armada. Para hacer una banda de piratas pretende infiltrarse. Existe este tipo de hermandad de piratas que se refugian en una isla custodiada por flancos de cañones posicionados estratégicamente cuando no están saqueando la alta mar, y es trabajo de Hawkes desarmar los cañones para que los barcos de la Armada Británica puedan navegar hacia el puerto. A pesar de las marcas en la espalda, el ganso de Hawke se ve cocinado gracias a las sospechas del malvado pirata Capitán Roc Brasiliano (Anthony Quinn), pirata Spitfire Stevens (OHara).
Todo resulta tan endeble que analizarlo es darle entidad por encima de lo que se merece, donde todos los manidos clichés se dan cita de modo ingenuo en una cinta rancia. Y es que su rezumante machismo es propio de casposos incurables, pues se supone que una mujer capitán pirata, Spitfire Stevens, puede ser algo de loar como ejemplo de empoderamiento femenino, pero el modo de delinear el personaje resulta ridículo, no te crees que esa mujer imponga respeto alguno, ya desde la primera escena que sin venir a cuento le da un morreo a un prisionero (Bryan Hawke encarnado por Errol Flynn), donde luego vemos que sus inquietudes son propias de quinceañeras superficiales, o sea ponerse vestidos pomposos, colocarse lunares e insinuarse cada dos por tres al mencionado personaje. Pero el colmo de la desfachatez es el personaje de la Princesa Patma (Alice Kelley), ataviada cual idealización de Sabrina (la bruja), aquí se combinan el racismo de que una mujer que debería tener apariencia de Medio oriente es blanca como la leche, pero la vergüenza ajena viene con su carácter idiotesco, una idiota que en medio de un barco ardiendo le da un beso un desconocido y queda prendada y extasiada, y luego no para de pedirle besos al susodicho. Por cierto, el mismo que el de la capitana, que no puede ser otro que Errol Flynn, con un rol en el que todas las mujeres bellas caen rendidas cual rayo a sus pies. Para sentido del humor fresco (ataque de cinismo) queda Molvina MacGregor (Mildred Natwick), la asistenta de la princesa, que cuando oye que van a vender a varias mujeres, y a ella no, protesta por no poder ser adjudicada (eso se llama humor inteligente y sin machismo alguno, puaj).
La puesta en escena es propia de una máquina de hacer churros sin entidad propia alguna, casi todo rodado en interiores con decorados al fondo que cantan la traviata, la filmación se realizó en un escenario en los Universal Studios en Los Ángeles con algunas imágenes de la ubicación en Palos Verdes (California-USA). Con peleas a espadas insulsas, donde por supuesto (por mor del nefasto Código Hays) no hay sangre tras estocadas, con soluciones de continuidad estúpidas (spoiler). Con unos atuendos que parecen sacados de una tienda de disfraces, ejemplo los coloridos de Maureen O’Hara, adornados con esas infinitas botas altas, donde el realismo ni está ni se le espera, todo cuasi-caricaturesco.
Errol Flynn hace de Errol Flynn, sin dilemas morales, sin dudas, invencible, soportando al principio una tunda de latigazos como el que toma té, tiene carisma, peor este al igual que su físico se veían arrugados. Interesantes anécdota sobre esta película es que el director George Sherman intentó prohibir el alcohol en el set, y para saltarse esto, Flynn hundiría naranjas en alcohol y las comería en el set. Flynn ejerció un grado de autoridad en el set, los cambios en su contrato significaron que tenía derecho a un porcentaje de las ganancias de la película y ordenó que los días de filmación terminaran a las 4:00 pm, momento en que se emborracharía. Fue su última película en Hollywood, haría tres más antes de su muerte en 1960, pero en Europa, Maureen O’Hara ofrece otro día más en la oficina, luciendo esplendor de belleza, pero con rol penoso, Anthony Quinn es el único que parece tomarse en serio la película, haciendo un correcto villano, pero lastrado por todo alrededor conspirando para hacer un bodrio.