Taxidermia
Sinopsis de la película
Historia de tres generaciones de una familia establecida por casualidad en Europa del Este. La del abuelo, un hombre algo torpe que se convierte en capitán durante la segunda Guerra Mundial, la del padre, un deportista de alto nivel, y finalmente la del hijo, un taxidermista. Las tres contadas por el miembro más joven de la familia. El surrealismo y los hechos históricos se mezclan en su imaginación, creando así una especie de cuento de hadas realista .
Detalles de la película
- Titulo Original: Taxidermia
- Año: 2006
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
6.2
74 valoraciones en total
El director húngaro György Pálfi pretende con esta película algo muy difícil de conseguir: que algo vomitivo y sórdido se convierta en algo bello y sublime. Pero encontrar a alguien que deguste de lo repugnante y que a la vez sepa ver en ello algo bonito no es sencillo, con lo que es normal que se encuentre con miles de detractores. Así, una persona que, engañado por la fotografía à lo Jeunet, que crea que está ante una bella y agradable película de autor, tendrá que armarse con una bolsa de plástico para poder vomitar al ver tan asqueroso espectáculo, en el que se incluyen masturbaciones en cadáveres de animales, automutilaciones, y concursos de a ver quién es el que más come. En cambio, el degustador del gore más fácil y barato, se encontrará con un producto demasiado elaborado para su gusto, e incluso pretencioso. con planos demasiado perfeccionistas para el género y simbologías incomprensibles y gratuitas.
Conseguir ver la belleza de esta película requiere estar hecho de otra pasta, la de aquel que lloró con Amelie y rio con Mal Gusto, la de aquel supo ver la poesía en los anzuelos-dentro-de-personas de La Isla, o la de aquel que toma a Miike como una referencia para el cine moderno.
La película es inmensamente sórdida, sí, pero también inmensamente bella en su asquerosidad, como una pintura negra de Goya. Aunque no todos estén preparados para verla, nos encontramos ante una obra maestra, difícil, dura, sórida, pero obra maestra.
Sea lo que sea, esta es una película que no deja indiferente a nadie. Eso le pasaba a Sócrates, que no era del gusto de todos, pero no podía pasar desapercibido.
Yo todavía estoy rumiando si en realidad me gusta o no la película, hasta es posible que no sea el momento de escribir una Crítica , el largometraje da que pensar y para bien o para mal -seguro que a muchos muy para mal, es asquerosa en ocasiones- se te instala en la cabeza irrefutablemente.
Eso sí, no me cabe duda de que artísiticamente es una maravilla. Tiene una fotografía hermosa y unos valores bien criticables que el director húngaro pretende transmitirnos a lo bestia -disculpen el vocablo, pero si han visto el filme se comprenderá- y que en ocasiones más nos recuerdan al rechazo al estilo de vida estadounidense que a la propiamente húngara -Pero poco sé sobre Hungría, por lo que no me aventuro a decir nada más-.
Muchos aspectos no se comprenden y cuesta hilar ciertos hechos con otros. No dudo de la capacidad artística del director, pero esta película no es apta para gustos sensibles y mesurados -si bien más de una vez me entró flato a lo largo de la película-.
Me basta con decir que, cuando me giraba en múltiples ocasiones para observar al público cual curiosa Amelie, todo se me antojaba una gran mueca de ojos desorbitados.
Al acabar la película se la abucheó, se la insultó y se la aplaudió. La polémica está servida.
La película de Pálfi es un híbrido de lo más curioso de poesía, crítica y asco. Sí, asco, porque Taxidermia acude a las zonas más nauseabundas del ser humano para extraer belleza buscando la simple provocación a ratos y hallando en otros muestras de oro emocional. A sus 33 años Pálfi demuestra ser un culo inquieto, un director de sobria y poderosa puesta en escena pero tal vez demasiado desconectado del público, su última película no dejará indiferente a quien la vea por la cantidad de veces que acude a la repulsión más visceral, directo al nervio de las arcadas, y tal vez al final eso juegue en su contra y acabe restando valor al mensaje intrínseco de la película, ése que hace referencia a las relaciones de padres e hijos a través de varias generaciones. Taxidermia no es fácil de recomendar porque se juega uno la credibilidad posterior pero para cinéfilos ávidos de cosas diferentes, de enfoques nuevos a veces acertados y otras excesivos, este film es indispensable.
Catálogo de asquerosidades varias muy adecuado para los tiempos que corren, en los que para hacerse famoso no hay nada mejor que escandalizar al público (que tiende a tener cada vez más difuminado el límite entre lo escandaloso y lo enfermizo), ya sea confesando con orgullo haber limpiado todos los tubos de escape de la plantilla del Real Madrid, plastificando cadáveres diseccionados, o zampándose un truño en medio de un escenario. Señores: todo vale a cambio de los cinco minutos de fama.
La repugnancia que aquí nos ocupa se vertebra en tres historias (las de abuelo-padre-hijo), a cada cual más estrambótica y sin sentido, y todas ellas repletas de escenas repulsivas con secuencias cuya única finalidad es hacer vomitar al respetable público, a base de ofrecer primerísimos planos de eyaculaciones, disecciones humanas, masturbaciones, vomitonas, cagadas, penetraciones vaginales, y todo aquello que en tiempos más sensatos hubiese sido directamente catalogado como pornografía.
Lo único destacable en positivo de esta vergüenza es la fotografía, con planos inverosímiles y extraños, que puede llegar a recordar al Jeunet de Delicatessen o La ciudad de los niños perdidos. Lo demás, entre que apenas tiene ninguna coherencia y que tan sólo se ha buscado la manera de producír arcadas, es una competición por conseguír que la siguiente escena sea aún más repugnante que la anterior, cosa que -eso si- consigue con total y absolutamente despreciable éxito.
En mis críticas a pelis que me han parecido una mierda, suelo incluír (sobre todo en la conclusión) chistecillos y chorradas de cosecha propia, pero esta vez no pienso hacerlo, porque no creo que el tal Pálfi se lo merezca: después de soportar la contemplación de tantísimas asquerosidades, solo puedo ver al directorcillo éste como una especie de Yola Berrocal, Gunther Von Hagens, u otro ejemplar por el estilo que no duda en dejar de lado la verguenza, el decoro, y el buen gusto, por cuestiones tan poco loables como hacerse notar.
El dia en que el genial Oscar Wilde soltó aquello de que sea bien o mal, lo único importante es que hablen de uno, debería haberse callado porque ya son demasiados los que han tomado esa frase como directríz de su vida.
Sólo recomendable para amantes del gore más extremo, gentes que quieran probar cual es el aguante de su estómago, e intelectualoides de esos que derrochando imaginación e ideas pilladas por los pelos, pretenden encontrar poesia, metafísica, o filosofía en el excremento de un bufón.
¿Cuál es la finalidad de la película? Me parece muy bien que la escatología sea la base de una película, pero siempre que conduzca a un fin, que me lleve a emocionarme o a sentir cualquier cosa por los personajes, las situaciones…
Pero en esta película, el Pálfi este se olvida de lo que es un guión, de otorgar psicología a sus personajes, que son planos, sin ninguna motivación. Por lo único que están en la pantalla es porque lo pone en el guión, pero si les quitásemos y sólo mostráramos 90 minutos de vómitos, cortes y masturbaciones, la película sería igual.
A Pálfi no le interesa contar una película, sino mostrar lo que se supone que nadie ha mostrado, contar lo que se supone que es un tabú, colocar la cámara donde nadie antes lo había hecho… Pero todo esto para ser cine debe tener un trasfondo, una historia que contar.
No entiendo por qué me coloca una grúa de 12 metros, un plano giratorio lleno de efectos de ordenador, antes de una secuencia de planos fijos frontales al más puro estilo de Jaime Rosales. Pálfi no tiene un lenguaje propio en esta película, no sabe qué hacer. Sólo quiere provocar.
Pálfi sería el mejor director de operaciones quirúrjicas de un hopital.