Suite francesa
Sinopsis de la película
Año 1940, durante la ocupación alemana del ejército nazi en Francia. Lucile Angellier (Michelle Williams) es una joven que aguarda noticias de su marido, prisionero de guerra, mientras lleva una sofocante existencia junto a su controladora suegra (Kristin Scott Thomas) en un pequeño pueblo francés. Ambas viven ajenas a la realidad de la guerra hasta que un grupo de refugiados parisinos llega a la localidad huyendo de la ocupación, al que le sigue un regimiento de soldados alemanes que establecen sus residencias en los hogares de los habitantes del pueblo. En casa de los Angellier, Lucile intenta en un principio ignorar a Bruno (Matthias Schoenaerts), el elegante y refinado oficial alemán a quien se le ha encargado vivir con ellas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Suite française
- Año: 2014
- Duración: 107
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te añadimos un listado de posibilidades de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
6.3
70 valoraciones en total
El nada desdeñable academicismo formal que caracteriza a Suite francesa confirma lo difícil que resulta contar nada nuevo y sobre todo de forma novedosa cualquier historia ambientada en la Francia de la segunda guerra mundial. La confortable predictibilidad de conocer lo que se va a contar o la tranquilidad que adquiere la mente ante lo ya escuchado y lo ya percibido hacen disfrutable la experiencia de observar esta enésima historia de amor imposible.
Lo que la diferencia de algunas conmovedoras y expuestas anteriormente crónicas románticas es la sutileza y matizada mirada de Saul Dibb en la concatenación de lo acontecido manteniendo la frialdad en el ritmo del amor subyacentemente abrasador entre los protagonistas. También esa reflexión entre la tesitura de la bondad o maldad humana de los bandos enemigos, que diferencia y acerca las posturas según el ojo con el que se mire y lo cerca que estemos los unos de los otros. El odio y el rechazo inevitables como contrapunto al deseo y curiosidad que sienten los personajes obligados a convivir bajo el mismo techo en una situación ridículamente espantosa que obliga a doblegar a los sometidos bajo las normas de la tiranía avasalladora. El director de La duquesa adopta maneras de buenos maestros ingleses como James Ivory o el más reciente Stephen Daldry en esta película que lejos de arriesgarse se deja amilanar por la comodidad de lo que ya ha funcionado, persiguiendo así la redondez del producto bien hecho y huyendo de cualquier atisbo de valentía para evitar así abismos aunque el resultado no logre aportar nada innovador.
El papel de la mujer en la sociedad de la época acomete aquí uno de los puntos fuertes de la cinta. Distintos personajes femeninos afrontarán la invasión y ocupación alemana de manera distinta y todas ellas, resistentes habitantes de una tierra conquistada y huérfana de hombres, simbolizarán los avances renovadores y los recovecos conservadores de los distintos roles en el entorno rural de una Francia herida y en la que sus soldados combatientes ganaban terreno en el territorio enemigo mientras su tierra sangraba vergüenza de la resignación ante el nazismo. Todas ellas defendidas por excelentes actrices, ajustadas al milímetro en esta ocasión. Michelle Williams, la protagonista, sombría y luminosa a partes iguales, dependiendo del momento por el que atraviesa Lucile, la protagonista que descubre el amor ante el hombre equivocado y que sueña con una fantasía mientras las demás viven la hostilidad. Ruth Wilson como la vecina del marido impedido, que conviven en una granja humilde y sufren la tiranía de su invitado forzoso. Kristin Scott Thomas, la elegante suegra de Lucile, llena de fiereza y amargura y Margot Robbie, la sensual y ligera joven que se deja seducir por la única forma de amor que puede conocer en su difícil contexto. A su lado Matthias Schonaerts, el hierático y misterioso protagonista al que conocemos mediante los ojos de Lucile y que vemos según su punto de vista, quizá deformado por el furor latente que siente desde que escucha las primeras notas de un piano que nos hará sumergirnos en ésta relación pasionalmente silenciosa, de ojos esquivos y piel erizada bajo los uniformes y los vestidos acordes a la compostura y el decoro. Exquisita ambientación que camina recta en la lineal andadura del diseño de producción que no se salta una coma de lo que se espera de su cometido y destellos de luz en el diseño de fotografía del catalán Eduard Grau. La película gana a medida que pasan los minutos y nunca llega explotar porque prefiere sentirse cómoda en su parsimonioso y gélido ardor.
Contado en los carteles concluyentes, al más puro estilo de los hermanos Weinstein, como ya hicieron con la reciente The imitation game de Morten Tyldum, al final nos cuentan lo más interesante de una historia quizá autobiográfica, la publicación del libro y la andadura de su autora (Irene Nèmirovsky), una escritora judía francesa que dejó inacabada la novela, arrestada y deportada a campos de concentración como Auschwitz, donde murió. El manuscrito fue conservado por sus hijas y fue publicado en 2004, tal y como lo denominan sus descendientes más que una venganza, es una victoria.
Por eso, aunque mil veces oídas y vistas, hay historias que merecen ser contadas. Historias vivas de muertos y heridas antiguas, que cicatrizan cada vez que resuenan en nuevos espectadores, lectores, oyentes y que conforman una memoria común.
El príncipal atractivo de Suite francesa radica en el hecho de que una francesa se enamore de un soldado nazi, tal como si una mujer iraquí se enamorase de un soldado norteamericano. Y estando casada, para más inri.
Tú te dices a ti mismo, cómo habrá pasado esto, tengo que verlo.
Lo haces y te das cuenta de que lo que ha pasado es muy sencillo. La mujer, intrepretada por Michelle Williams, es una jovenzuela que vive con la cruel y estricta madre de su marido, un hombre al que nunca amó y del que lleva separada bastante tiempo. Sus días pasan sin pena ni gloria, encerrada en casa o haciendo recados con la suegra, aprendiéndose la guía de la buena esposa a la espera de que su marido regrese a casa.
De buenas a primeras le meten en casa al soldado nazi, interpretado por Matthias Schoenaerts (del que puede decirse que goza de gran atractivo entre el mundo femenino). La chavala tiene delante de ella a un hombre alto, fuerte, guapo, de mirada amable pero firme, penetrante, con mucha seguridad, con autoridad, que comparte su pasión por la música, que compone como nadie, que la trata con delicadeza y que nada tiene que ver con el prototipo de soldado nazi que hayamos visto hasta la fecha.
Ay omá qué rico, piensa nuestra protagonista.
La joven, sencillamente, se encoña por el soldado. Puede ser totalmente normal, ella vive pegada a la suegra en un pueblo donde la presencia de sus coetáneos varones brilla por su ausencia e infelizmente casada con un hombre que no termina de regresar al hogar.
Al soldado nazi le pasa tres cuartos de lo mismo. Llega a un pueblo, lleno de mujeres cuyos maridos están ausentes, y empieza a convivir con una muchacha solitaria y bien parecida.
La cuestión está en que para que el trago no sea amargo nos muestran cómo el marido de la chica le era infiel en un pueblo donde todo el mundo lo sabía, y sobre todo, nos presentan a un soldado que poco o nada tiene que ver con uno que comparta la ideología nazi. Él viene a decir en un momento de la película que está ahí porque hace su deber, que ayuda al grupo. Y entonces tú ya dices, ah sí, así sí. Ahora entiendo y deseo que estén juntos.
En otro orden de cosas, la ambientación, las interpretaciones y todo lo demás están bien, la peli cumple pero se vuelve ya una cinta del montón. Una cinta que no hace lo que principalmente se espera de ella, que es plantear un verdadero dilema moral entre los protagonistas.
Parece que no existe posibilidad para ser original cuando se trata de la Segunda Guerra Mundial. Ya no quedan historias nuevas que contar. Todo nos lo han narrado ya. Todo suena a dejà vu. O eso parece. Es lo que se deduce al menos del visionado de Suite francesa.
Claro que eso tampoco era lo que pretendía esta adaptación que hace Saul Dibb (La duquesa, 2008) de la novela de Irène Némirowsky. Suite francesa es un drama romántico-bélico de libro, sigue al pie de la letra las convenciones del género, cuenta con una producción elegante, es entretenido y que seguro podrá gustar a los seguidores más fieles de las historias de amor y guerra. No es un visionado abominable en modo alguno y ofrece un rato más o menos interesante delante de la pantalla.
Sin embargo, tiene un problema mucho más grave que la falta de originalidad (que, repetimos, no es lo que pretende y por tanto resulta injusto reprochárselo), que es su parecido con un reloj suizo. Es decir, perfección en la forma y enorme frialdad en el fondo. Suite francesa no emociona, no conmueve, no dice nada al espectador. Parece mentira que una historia de amor tan apasionada quede tan sosa e intrascendente en la pantalla. Es como si Dibb, en su obsesión por no salirse del guión marcado y en su homenaje a todos los tópicos del género, le hubiera ceñido a la película un corsé, un corsé precioso y estupendo, pero corsé al fin y al cabo, y con ello le impide tener auténtica vida y respirar por sí sola. Hay un enorme academicismo en la propuesta, como si buscaran desesperadamente premios con ella, pero no hay una auténtica alma o un corazón en ella. Y si una historia de amor como esta, tan prohibida y coartada por la política y la guerra, no tiene corazón, apaguen y vámonos…
Afortunadamente, Michelle Williams y Matthias Schoenaerts funcionan a la perfección como pareja romántica, y por allí aparece también Kristin Scott-Thomas para demostrar una vez más su enorme personalidad como actriz y su gran versatilidad.
Esa es la brillantez de la película, sus actores. Lo demás es una cinta suficiente, que hubiera sido muchísimo mejor si se le hubiera contagiado algo de la emotividad de los rótulos finales en los que se nos explica la historia de Irène Némirowsky, la autora de la novela original, una más de los seis millones de ciudadanos judíos que perdieron la vida por la barbarie nazi, y cuyo trabajo como novelista quedó por suerte a salvo en un baúl encontrado por su hija años después.
Una voz que ni siquiera el silencio aterrador de Auschwitz pudo finalmente silenciar.
Lo mejor: Los actores
Lo peor: No emociona y es bastante plana en su desarrollo
Adaptación cinematográfica de la premiada novela . Yo no he leído esa novela pero por lo que he escuchado pierde todo el amor narrado en ella . Los personajes no tienen química en la película y la historia de amor pasa a ser secundaria .
Lo bueno es que todo es irreprochable y de lujo. La recreación histórica es impecable (tanto que se echa en falta un poco de suciedad y realismo).
La música, la fotografía, la dirección artística… Todo es de primera y está sujeto a los cánones del buen gusto. Y en el centro tiene a dos actrices de primera . Destacar la interpretación de Kristin Scott Thomas , cada vez me gusta más esta actriz .
Lo mejor : La banda sonora de 10
Lo peor : La historia de amor se pierde .
Esta película es una deliciosa melodía, encuadrada en la segunda Guerra Mundial, dónde los alemanes tras hacerse con París van extendiendose por territorios Franceses.
En estas, los alemanes llegan a Bussy, un pueblo donde la gente vive tranquila (Típico pùeblo con sus chismorreos y diferentes clases sociales). Cada familia debe acoger a un soldado alemán de diferente rango.
La familia de Kristin Scott Thomas Una de las familias mas acaudaladas del pueblo, tiene que alojar a Matthias Schoenaerts un soldado de alto rango de las filas alemanas, también vive en la casa Michelle Williams Nuera de la anteriormente citada kristin , ella se casó con el hijo (el cuál está en el frente) de la ya citada cacique, porque era de buena familia, sin que el amor o desamor fuera un factor importante en la decisión.
Así su suegra se muestra muy dura con Lucille Michelle Williams intenta enseñarla las tareas que ella hace y vigilar que no saque los pies del tiesto, de una forma un tanto dictatorial.
Y en este punto es cuando la balada empeza a tomar matices, se desarrollan diversos personajes que van bailando al son del film de una manera exquisita, todo va tomando forma y desarrollandose.
De tal modo que cual danza macabra, las armonias van metiendose en un torbellino de ascensiones y descensos que confluyen en: desengaños, amor, ira, injusticia, justicia… narrando como la vida misma, en un conjunto de realidades de diferente indole que, se dan entorno a la situación de que pese a ser todos seres humanos, los franceses y los alemanes son tan opuestos como la noche y el día.
Nadie es quién parece en un principio o quizá si.
Pese a ser una buena película hay un momento en el que todo está cargado de tensión, pero se diluye sin más….se van enfriando los diferentes focos, sin demasiado impacto en el espectador y es una pena, porque podría haber sido un film redondo.
Merece la pena destacar a Kristin Scott Thomas que como suegra hace una gran actuación, justa e injusta a la vez, solo puedo decir que da gusto verla en pantalla.También cabe destacar a la polifacetica Margot Robbie que …si bien es guapa (Una delicia), comienza a colarse cada vez más y mejor en la cartelera, mas natural que nunca desarrolla su personaje de una forma correcta ( si bien es verdad que interpreta un papel secundario).
Los protagonistas, Michelle y Matthias realizan un papel tan contenido que no llegan a explotar su actuación y quiza por esto la película va de más a menos, además falta química entre ambos…..
Lo mejor: Kristin Scott Thomas.
Lo peor: No hay demasiada qímica entre los protagonistas.
No obstante insto a que seais vosotros los que la veais y valoreis, porque es de lo mejor que hay ahora en cartelera.
!Feliz Fiesta del Cine!