Sueños de una escritora en Nueva York
Sinopsis de la película
Finales de los años 90. Joanna, una joven que sueña con ser una gran escritora, consigue trabajo en una de las principales agencias literarias de Nueva York como ayudante de la directora. Entre otras tareas, Joanna ha de responder las numerosas cartas que envían los fans de uno de los escritores de la firma, el mítico J.D. Salinger, autor de El guardián entre el centeno. Apartándose del protocolo, Joanna imprimirá a sus respuestas un carácter muy personal… Adaptación de la exitosa novela autobiográfica Mi año con Salinger, de Joanna Rakoff.
Detalles de la película
- Titulo Original: My Salinger Year
- Año: 2020
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
5.3
91 valoraciones en total
Trasladando el mundo de la moda al mundo literario, es una pena que el guion recuerde demasiado a El diablo viste de Prada , ya que prácticamente la historia es la misma. Por otro lado el director Phillippe Falardeau captura bien la ambientación literaria de 1990 en Nueva York, pero no consigue esa nostalgia necesaria en este tipo de historia.
Joanna es una estudiante universitaria que acepta un trabajo como asistente de un agente literario responsable de proteger la privacidad del esquivo escritor de El guardián entre el centeno Salinger, así como coordinar las cartas remitidas por sus fans. Las cartas deben ser leídas desde el asesinato de John Lennon en 1980, pero la contestación siempre es la misma El sr. Salinger no recibe ninguna carta .
Basada en las memorias de Joanna Rakoff publicadas en 2014, tambien firma el guion junto al director canadiense de Profesor Lazhar y La buena mentira Philippe Falardeau. La adorable Margaret Qualley con esos ojos grandes y expresivos interpreta un buen papel y su jefa implacable y seca es la gran Sigourney Weaver.
Aunque desprovista de humor, la película se deja ver muy bien, ya que conectas rápidamente con la ingenua e inteligente protagonista.
La película inauguró el pasado festival de Berlín 2020.
Destino Arrakis.com
*Otro relato iniciático de búsqueda
Desde sus primeros minutos, Sueños de una escritora en Nueva York nos deja claro que la protagonista de esta cinta busca algo. Algo que le haga escapar de una vida rutinaria y falsamente acomodada. Algo en definitiva que acerque su vida a lo extraordinario. Un extraordinario que la joven y dispuesta Joanna (Margaret Qualley) cree poder encontrar a través de la literatura.
Joanna sueña con ser escritora y aunque no escribe todo lo que debería, la ciudad de Nueva York se despliega ante ella como el lugar ideal para cumplir sus sueños. Más aún, cuando consigue entrar a trabajar en una prestigiosa agencia literaria, bajo la tutela de Margaret (Sigourney Weaver). Con un cometido muy particular, contestar la numerosa correspondencia que los lectores envían al mítico J.D. Salinger. Una tarea monótona y rutinaria que Joanna acabará trasgrediendo, para contestar ella misma cartas personalizadas.
Una decisión, fruto de su alma escritora, que enfrentará a Joanna con sus sueños y ambiciones. ¿Quiere Joanna apostar por su carrera literaria o prefiere desarrollar una vida laboral más confortable dentro de la agencia?
*Un periodo de cambio muy bien trasladado a la gran pantalla
Una decisión que Joanna tiene la suerte de tomar en un periodo de ebullición artístico y social. En cada esquina de Nueva York uno puede toparse con una librería o con un recital de poesía. Son los años noventa y una nueva época parece estar barriendo con los viejos tiempos. Las viejas máquinas de escribir ven amenazado su reinado por los modernos ordenadores. Aunque en la agencia de Joanna todo parece detenido en el tiempo.
Y es precisamente en esa reproducción de una época pasada donde Sueños de una escritora en Nueva York consigue uno de sus puntos fuertes. El diseño de producción está cuidado al detalle, con una reproducción majestuosa de la agencia literaria. Con unos magníficos despachos de madera, fotografías de literatos cuidadosamente escogidas y un logrado color sepia. Y junto a ello, el diseño de vestuario que se adapta a la perfección al tono entrañable y optimista del conjunto.
En un esfuerzo creativo que la intérprete Margaret Qualley sabe sacar partido. Con una interpretación muy realista en la que se mezcla la inocencia con la picardía. Y la delicadeza con la disposición absoluta a lograr una meta. Aunque si bien creo que Qualley brilla en su rol, al lado la gran Sigourney Weaver está francamente desdibujada. En su aspiración de emular a la Miranda Priestly (El diablo viste de Prada), lo que logra es una interpretación pasada de vueltas.
*Entrañable, pero sin aportar nada sobre la figura de Salinger
Interpretaciones, eso sí, que no desentonan con el tono entrañable que guía toda la cinta. Porque Sueños de una escritora en Nueva York es una película muy agradable de ver, en su forma y en su fondo. En ella no hay rastro de reivindicación social o intentos de armar un sesudo relato. Y en ocasiones se agradece.
Aunque su fallo más imperdonable es desaprovechar la oportunidad de haber aportado algo sobre la figura de J.D. Salinger. Si bien aquí la cinta ha sido traducida como Sueños de una escritora en Nueva York, el título original es My year with Salinger. Un título que presupone una presencia significativa del autor o un acercamiento a la figura del creador de El guardián entre el centeno. Sin embargo, la presencia de Salinger en la película es meramente anecdótica e incluso un tanto paródica. Siendo lo más interesante de todo ello, la pasión que un Salinger, al final de su vida, trasmite a Joanna por las letras.
*Conclusión
En definitiva, estamos ante una película imperfecta pero provista de un encanto no apto para todos los paladares. Sirviéndose de una premisa muy atractiva, si logras entrar en ella podrás disfrutar de una cinta puramente evasiva. Una historia afable, que malgasta la presencia de J.D. Salinger, pero que aprovecha el rebufo de brillo que va desprendiendo Margaret Qualley.
Sueños de una escritora en Nueva York desprende buenos sentimientos y pasión por lo que uno hace y solo eso merece una oportunidad. Porque la sensación de que uno puede tener un camino es muy grata.
Escrito por Laura Tabuyo Acosta