Sueño Florianópolis
Sinopsis de la película
Verano de 1990. A pesar de llevar casi dos años de vivir en casas separadas, Pedro y Lucrecia cuentan con 22 años de matrimonio y tienen la incertidumbre de seguir juntos o divorciarse definitivamente. Pero volverán a postergar esta decisión de cara a las vacaciones que se avecinan. Deciden viajar entonces hasta Florianópolis, en Brasil, con sus dos hijos adolescentes, en un Renault 12 sin aire acondicionado. Una vez allí, Lucrecia y Pedro iniciarán sendos romances con su casero Marco y la ex de éste, Larissa, y lo que en principio parece un amor de verano brasileño se convertirá en una interrogante acuciante: ¿han encontrado, ahora sí, cada uno, al amor de su vida? ¿O, por el contrario, están tapando el verdadero amor que viven hace más de dos décadas? Sol y Julián tratan de alejarse de la neurosis de sus padres, pero cada uno vive una situación similar a la de ellos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sueño Florianópolis
- Año: 2018
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
6.2
48 valoraciones en total
Hace unos tres años, en oportunidad del estreno de su película anterior, La Amiga del Parque, subrayé algunas de las características que para mí definía aquella película, e incluso, el cine de Ana Katz: un clima inquietante, la prolija realización, las escenas cortas y significativas.
Ahora estamos ante su nuevo trabajo: Sueño Florianópolis, una comedia de tipo familiar que nos depara el relato de unas movidas vacaciones situadas en aquel lugar durante la década pasada. Todo en la película parece encontrarse al borde del estallido aunque la directora y guionista, con suma delicadeza y pulso firme, vuelve a manejar con sutileza esa atmosfera cargada de amenazas para que ese inexorable turning point en el que se encuentran sus protagonistas que entre otras cosas determina el desgaste propio de una pareja, el paso de los hijos de la adolescencia a la adultez, la aparición del fantasma del nido vacío, resulte todo un proceso cargado de suspenso donde cada escena parece provocar un nuevo estallido aunque solo sea un paso más en la liberación de ataduras que simplemente genera el propio proceso de las vacaciones.
Katz también parece hablar de otras cosas. Si bien su mirada sobre la vida parece ser la de un proceso, también es cierto que ella observa una lógica que es la ocurrencia permanente del hecho inesperado. Es como si el factor sorpresa tuviera una mano invisible que fuera determinando puntos de cambio en el relato donde cada uno de los destinos de los protagonistas se ve en la necesidad de elegir o determinar el camino que debe seguir.
Sueño Florianópolis es una nueva joyita de esta interesante autora y directora argentina que transita la comedia con comodidad pero también con suma sutileza, narrando las vacaciones de una familia por primera vez en un país extranjero (la presencia de lo extraño), a la que todos van con propósitos muy diferentes aunque la familia solo se vea como tal en la primera escena en el auto con papá y mamá ocupando los asientos delanteros y los hijos adolescentes los traseros.
Con el correr de los días, el sueño de las vacaciones familiares se comenzará a desintegrar en función de las propias necesidades personales. Al final de las vacaciones, todo habrá cambiado y seguramente, sus destinos también.
Desde el inicio mismo del film, donde el auto se queda sin nafta en medio de una ruta desierta, y en cada una de las escenas que desarrolla la directora, aparecerá un elemento que provoca incertidumbre y temor. Como una constante que recalca la idea de amenaza, como advirtiendo que todo camino está lleno de obstáculos y dificultades y que es la propia voluntad humana aquella capaz de salvarlos para llegar a la meta deseada.
Acompañada de un elenco con participación brasileña (Andrea Beltrao, Merco Rica y Caio Horowicz), Mercedes Morán luce en el papel de una psicóloga encerrada entre el desgaste de su propio matrimonio y la amenaza del nido vacío que determina las conductas independentistas de sus hijos que van dejan do de ser adolescentes.
Gustavo Garzón también está muy compenetrado en su papel del esposo, también psicólogo, que entiende la situación, pero que la realidad lo supera y se siente impotente de hacer algo más ante el deterioro que ha sufrido la pareja.
Otro notable film de Ana Katz que la sitúa entre las directoras más interesantes de la actualidad cinematográfica argentina, dotada de una pluma muy creativa y herramientas cinematográficas que le permiten narrar con fluidez y mucho sentido del humor provocando entretenimiento de interés y calidad.
En un tono singular, con elementos de drama y de comedia, Ana Katz, directora argentina, elabora en Sueño Florianópolis (2018) un relato en el que una familia de clase media busca el contacto con la naturaleza, el descanso pero también la aventura en las playas brasileñas.
Por Nicolás Bianchi
Las vacaciones pueden tener distintos objetivos pero es prácticamente obligatorio ‘pasarla bien’, experimentar algo más cercano a un momento de felicidad. La huida de lo cotidiano debería entonces suponer el disfrute, aunque ahí está la vida ‘real’ acechando a los personajes de Sueño Florianópolis en forma de pacientes que los dos psicólogos que protagonizan el film, interpretados por Mercedes Morán y Gustavo Garzón, intentan evitar a toda costa.
Son los años 90, tiempos en el que la patente del Renault 12 indica, con la ‘C’, que sus pasajeros son porteños. Son épocas también en el que los alojamientos se reservan sin verlos por internet, en el que el cambio es favorable para que la clase media explore el extranjero a la par que las discusiones sobre el brote de cólera ponen en relevancia que la miseria es un tema cada vez más presente en la agenda pública.
La familia argentina que va en busca de romper su cotidianeidad a Florianópolis se cruza con Larisa y Marco, interpretados por Andrea Beltrao y Marco Ricca, dos brasileños que primero los auxilian en la ruta y luego les ofrecen una casa en alquiler, junto a la de ellos. Cuesta llegar hasta allí. Hay que pasar caminando por un arroyo y luego por un sendero boscoso. Lo que en otro momento puede representar una molestia, en vacaciones puede ser sinónimo de aire puro, naturaleza y recreación. Katz dota a su film de ese espíritu vacacional que trasciende la época, y también exhibe esas incomodidades cotidianas que interrumpen el descanso, la contemplación.
El de la familia es un plan imposible. Hijos más jóvenes que adolescentes, ya grandes para ir de vacaciones con sus padres, y una pareja que está separada pero que quizás se esté dando una última oportunidad, aunque ellos mismos tampoco lo saben explicar. Se escucha en alguna caminata playera el ‘cada uno por su cuenta, con su plan’ que circunvala a la película. Están todos separados pero juntos, en el mismo Renault 12, o en la misma casita a unos pocos metros de la playa.
Así es como Lucrecia (Morán, en otro fenomenal trabajo) comenzará a sentirse atraída por Marco y Pedro (Garzón, con justeza para hacer de ‘desagradable’ una vez más), no en represalia pero si en respuesta comenzará a rondar a Larisa. Lucrecia deberá enfrentar también una soledad incómoda cuando sus hijos estén cada uno con su plan, su amante desaparezca y su marido se encuentre en otra sintonía. Las caipirinhas, el karaoke y ese espíritu de vacaciones, en el que las noches tienen destino incierto, suplirán el vacío, aunque tal afirmación podría dejarse entre signos de pregunta.
En parte comedia sin gags y en parte drama sin oscuridad, Sueño Florianópolis encuentra su climax cuando todos esos planes individuales deben necesariamente llegar a término, porque en algún momento las vacaciones se acaban y hay que volver a la ciudad. Un anuncio final confirmará, una vez más, que las vacaciones son un recreo, una distracción pasajera, un sueño del que pronto hay que despertar.