Maison Ikkoku (Mansión Ikkoku) (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (1986-1988). 96 episodios. La historia se centra principalmente en la relación entre Yusaku Godai, un pésimo estudiante universitario y Kioko Otonashi, una joven viuda que regental la casa de huéspedes en la que vive Yusaku, así como los huéspedes de la casa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mezon Ikkoku (Maison Ikkoku) (TV Series)
- Año: 1986
- Duración: 24
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Opinión de la crítica
Película
7.1
30 valoraciones en total
De verdad que me imagino a Takahashi riéndose a carcajada limpia de los espectadores que han querido ver en esta obra lo más romántico del mundo cuando es lo contrario.
«Maison Ikkoku» sigue la línea tragicómica que ya vimos en «Urusei Yatsura», solo que haciéndolo mucho peor, a través de un retrato des-romantizado de la sociedad japonesa de los ochenta (puede que también actual) donde al pedirte matrimonio te enseñan primero la cartilla de la cuenta corriente. El amor no existe en estas parejas, a lo sumo es un complemento, un añadido, mayormente unidireccional. «Maison Ikkoku» normaliza el desamor, el matrimonio de conveniencia, meditado y amistoso, la vida es frustrante y amarga, supéralo y sé feliz con lo que tienes. Cuánta crueldad, Rumiko.
Vamos a dejar de lado las historias de Mitaka, Akemi y Kozue (spoiler), donde también se ve esta visión práctica y alejada de cualquier romanticismo, y fijémonos en los protagonistas. Su historia no es una historia de amor, sino la historia de una pareja en la que, repito, el amor no es lo principal. Kyoko decide casarse porque quiere casarse, porque debe casarse, no porque se vuelva a enamorar. De hecho, no se habla nunca de amor, ni siquiera el propio Godai se plantea que lo ame, sino solo piensa que lo elija a él para casarse y no venga otro que la convenza no sabemos cómo. Es muy fuerte que el noventa por ciento de conversaciones que mantienen sea sobre asuntos económicos: a Kyoko lo único que le interesa es que Godai encuentre trabajo, y de ahí que ni se plantee una relación sin antes asegurarse de que tiene dinero para mantenerla.
Claro, que ¿quién se va a enamorar de un tipo como Godai, que no vale un duro? En la serie es un conquistador porque hay que reafirmar al personaje, pero no hay quien se lo crea. Su extrema cobardía e inseguridad hacen de él una persona poco fiable, irritante y tonta hasta el cansancio. No puedes ir por la vida con esa actitud inmadura y acobardada hasta con niñas de quince años que lo torean, amigos/enemigos que hacen con él lo que quieren, enamoradas que lo comprometen sin que pueda decir que no y una mujer que en teoría ama pero ante la que es incapaz casi de hablar o abrir la boca. La absoluta falta de naturalidad, de confianza, de feeling, entre esta pareja es tan abusiva, tan enorme, que solo puedes creer que su relación es un negocio, un acuerdo. Todo muy correcto, muy formal, pero sin amor, sin romanticismo.
Además, Kyoko es en teoría la mujer ideal, pero demuestra ser una basura de persona. Hipócrita, falsa y egoísta, participa de la nula personalidad de Godai, de la completa falta de energía para tomar decisiones y ser franca. Esta mujer no tiene ningún reparo en jugar con los sentimientos de las personas, aparentar hasta el último segundo y mentir abiertamente sobre lo que piensa o siente (si es que siente algo, porque vaya rango emocional…). Impagable el capítulo 26 donde hace cálculos sobre si le conviene más Mitaka o Godai, para concluir que no tiene que agobiarse aún porque, total, «ambos están dispuestos a esperar lo que haga falta»… Hay que ser miserable.
Aparte de lo dicho, encontramos un guion a lo largo de noventa y seis episodios con problemas de coherencia, personajes secundarios que si muriesen no me importaría, situaciones que no hacen gracia, como la adicción a la bebida que presentan todos (Kentaro y su madre, por favor…), conflictos que se basan en la estupidez máxima de los protagonistas y tramas deleznables como la de la petarda de Yagami.
Menuda decepción más grande.
Cuando se habla de clásicos del anime romántico, siempre se cita el presente Maison Ikkoku , obra que adapta el manga homónimo de Rumiko Takahashi que publicó entre 1980 y 1987. Es más, para no pocos seguidores es el mejor de este género, superando a otro título legendario como Kimagure Orange Road (1987-1991), con el que guarda un evidente parecido físico, ambos comparten la misma diseñadora de personajes, Akemi Takada, incluso por momentos en cuanto a estilo, pero que no obstante la semejanza no deja de ser superficial. Sin embargo si las comparaciones siempre son odiosas en esta ocasión es de lo más impertinente y osada, teniendo en cuenta que Kimagure… es la mejor obra, sea anime o no, romántica de la historia y en cualquier caso de los dos o tres dibujos animados mejores de todos los tiempos, es que no hay color. Así que si lo que estás buscando es un bombazo al nivel del mencionado anime esto es imposible y muy difícil que no sea mucho peor. Pero con todo, le podía haber salido una propuesta inferior pero amena, más allá de comparaciones odiosas.
Sin embargo este dibujo es una enorme decepción, porque cuenta con varios y graves problemas. Para empezar, siendo una comedia romántica, no hace absolutamente nada de gracia, sólo recuerdo una vez que me reído, y su historia de amor es un asco. Esto podría medio solucionarse no tomándose en serio a sí mismo, esta es la fórmula de Urusei Yatsura (1981-1986) que aunque es un horror argumental, es un cachondeo permanente, pero Maison Ikkoku lo hace, motivo por el que se precipita él sólo al desastre. Otro problema gordo es que sus personajes son muy malos, Godai es demasiado baboso, estúpido y pusilánime, Kioko, una falsa, una pesetera y una ameba emocional, y los secundarios son unos pesados, caraduras y borrachos. Sin embargo, su fallo es más profundo y estructural. Básicamente, su romance no funciona para nada y no lo hace, primero, porque no existe continuidad, lo que sucede en un capítulo se olvida en los siguientes, y segundo, el retrato psicológico de Godai y Kioko es muy flojo, es todo pose, fingimiento y silencio para estirar el presunto romance indefinidamente.
Pero con todo, hay algo aún más grave, que es mortal para el anime: que es antiromántico, que aquí no hay amor. Creo que el espectador quiere ver mucho más de lo que hay, interpretándolo al modo occidental, pero esto no es lo que plantea Rumiko. A mí me parece evidente que lo que mueve a Kioko no es el amor, eso que experimentó con su marido no lo siente con o por Godai, ni por nadie y de hecho no es el único personaje en esta serie que se casa sin amor. Lo importante en Kioko es volver a casarse , acceder al estado natural de la mujer y por eso busca al hombre adecuado, al que le conviene o interesa. Sólo así se explica el juego tan poco honesto que se trae con Godai y Mitaka. Para ella lo importante es que su futuro marido tenga un trabajo, quiera formar una familia y pueda ser presentado a los suyos. Pero es que Godai en realidad piensa lo mismo, que se quiere casar con Kioko porque encaja en lo que se espera de una esposa ideal. Por eso no existe relación entre ellos, ni siquiera de amistad, ni el cómo se enamoran, ni alegría de estar juntos, ni complicidad, ni pasión, ni amor, ni nada.
Inconcebiblemente esta entrañable serie aún no tiene crítica alguna.
Así pues no me queda otra que hacerle justicia a una de las mejores series de Anime que he visto y leido, y vaya por delante que la dedico a todos los otakus de la vieja escuela que la pudieron y supieron disfrutar.
Rumiko Takahasi es famosa en el mundo entero y pasará a la historia por su emblemática serie Ranma 1/2, que tanto ha dado que hablar.
No obstante para mi lo hará por este trabajo.
Porque, que me enganche una comedia-romántica(-fantástica) sin que me suba el azúcar hasta el extremo de darme nauseas y mareos (como suele ocurrir cuando he visto algún otro producto de la misma temática) tiene mucho mérito.
Y cómo es posible, pues por lo bien llevada que está la trama y por el gran carisma de los personajes que forman parte de ella.
Como cabría esperar la excusa para desarrollar esta historia es la relación romántica de los dos personajes protagonistas.
Él (Godai) es un mediocre estudiante repetidor intentando acceder a una universidad privada para estudiar pedagogía.
Ella (Kyoko) es una joven viuda que regenta una pensión heredada de la familia de su difunto esposo, en la cual se hospeda el susodicho estudiante.
Godai se enamora perdidamente de Kyoko (su kanririn-san) en cuanto la ve por primera vez. Ella no. Entre otras cosas por la enorme cicatriz sentimental que le ha supuesto su reciente viudedad, ya que amaba profundamente a su difunto marido.
En cualquier caso Kyoko, en un principio, siente cierta simpatía por el joven, al cual intenta ayudar a que se concentre en sus estudios.
¿Y cómo le ayuda? Pues intentando mantener alejados de él a la alocada tropa de inquilinos de la pensión Ikkoku, la cual tiene como pasatiempo hacerle la vida imposible con sus bromas y chanzas constantes.
La serie esta repleta de alivios cómicos que dan pie a todo tipo de situaciones simpáticas, divertidas y a veces un tanto delirantes, gracias en buena parte a esos grandiosos secundarios que pueblan esta historia. Impagables Yostsuya, Akemi, Ichinose e hijo, Mitaka,los padres de Kyoko,la abuela de Godai, etc…
Y entre embrollo y embrollo se va fraguando lentamente esa historia de amor entre los protagonistas llena de altibajos.
Para mi fue imposible no empatizar con el tontorrón de Godai, y aún así sentir verdadera simpatía por su a priori perfecta nemésis y rival en el amor Mitaka, el cual encarna una serie de virtudes tales como ser rico, guapo, manitas en la cocina y todo un galan. Porque conforme avanza la historia (y en esto Rumiko es portentosa) va quedando claro que nadie es tan perfecto ni tan negado como pueda aparentar en primera instancia, y al final todos tenemos un
corazoncito que nos hace vulnerables.(Continuación en el spoiler)