Submarino
Sinopsis de la película
Dos hermanos a los que separó una tragedia familiar, cuando eran niños, siguen sufriendo hoy las secuelas y los traumas de una infancia triste y oscura: la vida de Nick gira en torno al alcohol y a la violencia, su hermano pequeño es padre soltero y se esfuerza todo lo posible para proporcionarle a su hijo una vida mejor.
Detalles de la película
- Titulo Original: Submarino
- Año: 2010
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
7.1
39 valoraciones en total
El peor reproche que se le puede achacar a Vinterberg en esta dura y estimable película es el de la tendencia al tremendismo, que causa en el espectador la incómoda sensación de que se ha querido forzar en demasía la sordidez de la historia, con una sobreabundancia de dramatismo que, como digo, resulta algo forzada. Pese a traterse de una buena historia, esto le resta algo de credibilidad y provoca que se vea la película como más efectista de lo que debería ser.
Bien es cierto que lo que se pretende es precisamente marcar claramente cómo una infancia desgraciada no acaba con el fin de la misma, sino que se perpetúa en la vida adulta como una losa que convierte en desgraciada y psicológicamente destrozada a una persona, pero una mayor sutileza o respiro a los personajes habría llegado igual al espectador en esa idea.
En cualquier caso, pese a la pega señalada, este submarino tan diferente a aquel tan colorista y juerguista de los Beatles, ofrece una buena historia de perdedores, de dos hermanos (una vez más en el cine danés contemporáneo) marcados por una difícil y dura infancia que andan a la deriva como zombis (¿se puede ser más desgraciado y que les pasen más cosas?) en una sociedad tan civilizada que, quizá precisamente por ello, produce a menudo monstruos interiores entre los que no se adaptan -por debilidad, mala suerte o sus circunstancias- a semejante nivel de competitividad social.
Pero en última instancia, pese a los defectos señalados y a algunas reiteraciones y bajadas de ritmo, Vinterberg, en su desenlace, (y pese a visualizar quizá innecesariamente un detalle que se había dejado caer mediante el dialogo), logra conmover.
Yavhé, para mostrarle a Satanás la fe del más devoto de sus siervos, permitió que Job sufriera todo tipo de calamidades. Vinterberg sumerge a Nick en un continuo río de fatalidad. Tememos que la suma de infortunios desemboque en una defunción por ahogamiento –el título de la película remite a la tortura de meterle al preso la cabeza bajo el agua.
Así como el libro de Job se carga de sentido en la adición de adversidades, ‘El submarino’ trata de personas que, según señala el propio director, no pueden ya caer más bajo. El sufrimiento de Job es ejemplar, igual que Nick es arquetipo de infelicidad en medio de la alacre Dinamarca.
Se parte de una situación desoladora: padre ausente, madre alcoholizada, niños que cuidan de un bebé –resulta espeluznante la secuencia en que la madre se desploma en la cocina, se hace pis… y el primogénito se acerca al charco de meados con una tostadora para darle una descarga.
Desde el primer momento casi todo es previsible. No hay lugar para el suspense, como si fuera conocida de antemano la conversación entre Satán y el Dios hebreo.
Me decía un amigo antes de ver la peli que decían de Dinamarca según datos recogidos por una encuesta que era la ciudad de la felicidad.
Bueno, viendo Submarino está claro que en todos los lugares cuecen habas.
Submarino cuenta una historia cruda para nada arbitraria o sin finalidad temática como dicen otras críticas.
No comprendo por qué a veces cuando una película narra y disecciona con franqueza, naturalidad, honradez, seriedad, veracidad, sencillez y claridad ciertos dramas sociales siempre se le añade el calificativo de tremendista.
El drama es el drama y un drama es un drama y no comprendo por qué hay que pintarlo de rosa, como hace hollywood, cuando lo que realmente nos impacta y nos hace ver las cosas desde el punto de vista más sincero es verlas tal y como son. Tal y como ocurren.
Submarino es una peli sobre la infancia y su importancia. Sobre las dificultades y problemas derivados de una ausencia de esta. O de una feliz.
De como todas esas contrariedades y obstáculos mentales modifican y perturban a los seres adultos.
Está bien dirigida, bien interpretada, muy bien montada y entralaza en sus historias, con una factura técnica excelente.
Éramos 7 en el cine, 3 nos hemos hecho un submarino y la hemos disfrutado como dios manda.
Una entrada bien pagada.
Muy buena.
Excelente película que refleja como pocas, de manera cruda pero real, la importancia que tiene la infancia y su entorno y la repercusión de ésta en la vida adulta. Dos hermanos intentan abrirse paso en una sociedad en la que no encajan, siempre marcados por el sentimiento de culpa y el abandono de una dura infancia.
Rodada con una magnífica fotografía de tonos fríos, es un drama sin concesiones donde también hay cabida para el amor fraternal y una mínima esperaza. Un drama muy actual pero invisible a nuestros ojos que nos hará partícipes en todo momento y que seguro que no nos deja indiferentes tras salir del cine.
Resaltar el excelente trabajo del actor Jakob Cedergren (el hermano mayor Nick).
Vista en la 25 Edición del Cinema Jove donde se llevó la mención especial.
Creo que el espectador del siglo XXI, a no ser que sea ajeno al auge del cine social de los noventa, termina por estar saturado. Más que nada porque poco ha evolucionado desde entonces. En los noventa, unas directrices comunes en el cine social desarrollaron un cambio en el género que aportó algo de frescura: un movimiento inusitado de la cámara, excesivo en primeros planos, paleta de colores fríos, grano grueso antiestético en la fotografía y música diegética.
De personajes sumergidos en miserias, y presentes ahogados por el pasado, Submarino es más de lo mismo en el cine social que parece no reciclarse, excepto en contadas ocasiones (algunos trabajos de la coterránea Susanne Bier). Vinterberg explora lo conocido en un guión mermado por el tremendismo. Todo se sabe de antemano porque más que giros, la película nos lleva de la mano donde ya hemos estado con anterioridad.
Abre la película con la mejor escena de la película. Un inmaculado bautismo, arropado por la impoluta sábana protectora de esa madre ausente. La cámara ofrece seguridad, da la sensación de que arropa a los tres niños. Al final de la película la escena inaugural es retomada estúpidamente, ya que Vinterberg, dando a entender que el espectador es un pazguato, incide en una reiteración de la trama ya expuesta mediante un escueto y eficaz diálogo entre Nick (Jakob Cedergren) y Martin (Gustav Fischer Kjærulff) en la iglesia.
Las elipsis usadas con las que no muestra las muertes son una de esas pequeñas sorpresas que invitan a dar un poco más de crédito al director, aunque no puede evitar la explicitud del suceso más crudo de cuantos acontecen en la trama cuando la película no ha hecho más que arrancar. Un acto innecesario que no ahonda en la pena y gana en morbosidad.
Dicen que es larga la espera cuando vas tras una meta, pero más larga es cuando el mañana nos es indiferente.