Su majestad de los mares del Sur
Sinopsis de la película
Un marinero aventurero es abandonado en un bote a la deriva a causa de un motín. En medio del mar, y a causa del sol, pierde el conocimiento, que recobra ya cuando está en una pequeña isla bajo los cuidados de un curandero indígena y de un comerciante alemán.
El aventurero pronto se hace con la confianza de los indígenas, a quienes enseña nuevas costumbres y a defenderse de los piratas. Así, consigue también el control sobre la producción de copra del que se extrae un rico aceite, que también una compañía alemana pretende monopolizar. Poco a poco se va convirtiendo en el rey de la isla.
Detalles de la película
- Titulo Original: His Majesty OKeefe
- Año: 1954
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
6.6
64 valoraciones en total
Siempre he pensado que Byron Haskin está muy infravalorado entre los directores de los años 50 y 60. Cada título de su filmografía demuestra que tenía mucho talento y otra prueba de esta afirmación la hallamos con esta Su Majestad de los mares del sur . Estamos ante una bonita, entretenida y correcta película de aventuras, algo perjudicada por un excesivo romance, pero sin duda muy interesante al reflejar el imperialismo colonial en ultramar. Este tema ha sido tratado pocas veces en el cine y aquí lo hace sin tapujos, mostrando a los alemanes como unos europeos ávidos por obtener beneficios para su metrópoli a base de explotar a los indígenas de idílicas islas paradisíacas. Incluso el protagonista, interpretado por Burt Lancaster, no es un intachable héroe, sino que también deja patente su ambición.
Cinta de aventuras en un marco exótico, con Burt Lancaster coronado rey por los indígenas de una pequeña isla rica en copra.
Un título cuyos defensores y detractores se cuentan por igual. En cualquier caso, resulta muy inferior a previas incursiones del actor en el género, como El halcón y la flecha o El temible burlón .
Hay un millón de dólares en copra en la isla. Quiero conseguirla toda.
Clásica cinta de aventuras marítimas, donde nuevamente Burt Lancaster interpreta a un hombre rudo y justo, defensor de nobles causas, y un duro rival para sus adversarios.
Aquí el intérprete nos obsequia con un papel muy parecido al de El halcón y la flecha , si bien aquel personaje posee un mayor cinismo y humor que el de éste film, demasiado rudo y férreo en sus convicciones.
Una nueva oportunidad para deleitarse con los saltos y acrobacias del gran actor, y para que los más pequeños aprendan que los héroes, los verdaderos héroes, no son los que salen en los videojuegos, sino en este tipo de productos.
Lastima que sólo sea una película. La sociedad actual necesita este tipo de héroes.
Realizada en el mayor y mejor momento artístico de su director Byron Haskin, Su Majestad de los mares del sur no ha gozado nunca de la misma popularidad que La guerra de los mundos o Cuando ruge la marabunta, aunque es bastante superior en casi todos los aspectos.
El no ser una película de ciencia-ficción es esencial para entender este resultado, ya que le género de aventuras siempre ha tenido un sesgo como infantil y de menosprecio para los críticos y no digamos para los premios.
Tres elementos la convierten en un film interesante: La presencia de un Burt Lancaster convincente y en un estado de forma físico superlativo, que hacen que se gane una vez más galardón de mejor actor-atleta de todos los tiempos. Las bellísimas localizaciones e imágenes que tendremos la posibilidad de degustar en un momento donde estaba de moda este tipo de películas en islas remotas y paradisíacas, como demuestra que ese mismo año se estrenó la magnífica Todos los hermanos eran valientes de Richard Thorpe. Por último, un guión del neoyorquino Borden Chase autor de obras como Río Rojo, Horizontes lejanos, Veracruz o Tierras lejanas, que deja su sello al introducir una serie de componentes político-comerciales poco habituales en el género de aventuras.
Sin embargo la película no puede evitar algunos lastres importantes como su carácter etnocéntrico, de cierto racismo y ninguneo a los aborígenes (y a los alemanes) que con los años pasa factura. Además la historia de amor ocupa un lugar excesivo tanto en metraje como en el argumento como para resultar tan anodina. Byron Haskin no termina de cuajar detrás de la cámara, y siempre será ante todo un técnico de efectos especiales, que tuvo la suerte de hacerse director, sin mucha brillantez.
Probablemente esta sea la mejor película de Haskin de su época dorada, de los sesenta destacaría Las aventuras de Simbad -no incluida en la base de datos de FA- que al menos era un puro divertimento familiar bastante conseguido.
Nota: 6,3.
Buena película de aventuras que cuenta con un fastuoso Burt Lancaster, en la época en la que quizás su arrojo, su complexión física y su rebelde flequillo estaban a la par de sus cualidades interpretativas. Luego sus cualidades pisaron el acelerador y se perdieron por el espejo retrovisor. De todos modos, verle en pantalla es un primor, como siempre. Byron Haskin no es Walsh ni Hawks, aunque pone todo su empeño en esta cinta atestada de vaivenes, vibraciones, maniqueísmos y clichés del cine de aventuras, lastrada también por cierto atropello argumental pero engalanada con un technicolor sencillamente fastuoso. Varios escalones, quizás incluso descienda un piso entero, por debajo de los grandes clásicos del género, pero sumamente disfrutable.