Starry Eyes
Sinopsis de la película
Sarah Walker persigue el sueño de Hollywood: convertirse en una estrella, pero de momento lo hace desde un trabajo insatisfactorio y sin mucho éxito en las diferentes audiciones a las que acude. Hasta que va a dar con un misterioso anuncio, el cual le llevará paso a paso a través de una serie de extrañas entrevistas y pruebas que la catapultarán a la fama como protagonista de una nueva cinta de culto, nunca mejor dicho. Aunque todos sabemos que la gloria tiene un precio, y el cuerpo y la mente de Sarah serán los encargados de pagarlo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Starry Eyes
- Año: 2014
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
5.5
64 valoraciones en total
Es una película de terror psicológico acerca de la ambición de triunfar en Hollywood. A esta altura todo un tópico en si mismo. Tiene buenos climas, excelente música y situaciones con diálogos y momentos absurdos bastante interesantes. Parece que va a ser una buena película . Sin embargo en un momento te das cuenta de que los que la hicieron no tienen ni la más remota idea de como resolverla y todo se define del peor modo, como cayendo por un tobogán de estiércol.
Mi nota es un 5.
Una aspirante a actriz será presa fácil para una oscura secta que opera en Hollywood desde la edad de oro.
Una terrorífica fábula sobre el precio del éxito y la fama, una crítica feroz al Star-System, una especie de Fausto actual y una versión macabra de Ha nacido una estrella : todo eso es Starry Eyes . Aunque le sobra truculencia y le falta ambigüedad, podemos hablar de un film apreciable dentro del género fantástico. La protagonista brinda una estupenda interpretación en su transformación de chica Taters a sierva de Astreus.
Los sueños requieren sacrificio.
Hollywood. Tierra de sueños convertidos en pesadillas. De aspirantes a estrellas de cine cuyas aspiraciones entroncan con una realidad en la que no pasarán de ser camareros o mascotas de una cadena de restaurantes de comida rápida. Promesas de productores que se valen de la ingenuidad de aquellos que ansían ver el brillo reflejado en sus propios ojos. El mismo Hollywood se ha encargado de desmitificar su propia condición de fábrica de sueños en prodigiosas obras como Cautivos del mal o El juego de Hollywood, perpetradas por cineastas que llevan décadas lidiando con las mentiras y traiciones de la Meca del Cine, o más recientemente en la estupenda Maps to the stars de Cronenberg.
Starry Eyes no es más que otro ejemplo de cine dentro del cine, de película que pretende mostrar la oscuridad que se esconde tras los cegadores focos de la industria del entretenimiento. Es la historia de una aspirante a actriz a la que la perspectiva de llegar a ser como esas divas del celuloide que empapelan su cuarto atrae tanto que estará dispuesta a todo por conseguirla. Cueste lo que cueste. Caiga quien caiga por el camino. Y es el nacimiento de una estrella desde cero, desde lo más bajo, desde el fango a la cima.
La segunda película del tándem formado por Kevin Kolsch y Dennis Widmyer bebe directamente de la desagradable pero imprescindible Thanatomorphose en la metamorfosis que su protagonista experimenta conforme va alcanzando su sueño. Es una propuesta de terror psicológico, cine para reflexionar y solamente plausible desde un punto de vista metafórico, y en ese sentido se la puede hermanar con el cine de David Lynch –especialmente la que más aborda este tema de manera directa, Mullholland Drive- o el Enemy de Villeneuve, e incluso con esa obsesiva búsqueda de la perfección que era el formidable Cisne Negro de Aronofsky.
Ahora bien, este film no llega a los niveles de excelencia de ninguna de las obras mencionadas. Eso son palabras mayores. A la película le cuesta bastante metraje entrar en materia, y durante su primera mitad no sabes bien hacia dónde quiere ir a parar. Incluso podría decirse que algunas decisiones bastante herméticas y poco explicadas de la historia son algo gratuitas y obvias –esa secta que es Hollywood, ¿en serio?-. Aún así no dejamos de estar ante un producto interesante y de recomendable visionado, de atmósfera enrarecida y absorbente, a lo que ayuda su banda sonora y el correcto trabajo de su actriz protagonista, encarnando un personaje que, como la Judy Garland de Ha nacido una estrella, llegará al estrellato en detrimento del hundimiento de otros. Aunque bien sabemos que en esto del cine es tan fácil estar en lo más alto como descender a los infiernos de tu propia fama.
A favor: funciona bien como terrorífica metáfora de lo que es Hollywood
En contra: le cuesta entrar en materia, y no alcanza el nivel de excelencia de sus muchos referentes
No se le pueden poner demasiadas pegas a una cinta de bajo presupuesto que consigue, sobradamente, su objetivo fundamental, que no es otro que provocar terror. Como si de una versión actual llevada al mismísimo Hollywood como escenario de Fausto se tratase, el argumento sigue los pasos de una aspirante a actriz, trabajadora de un local de comida rápida que paga sus facturas y que llega a vender su alma, no literalmente, pero casi, al mismo diablo para conseguir el papel de su vida.
Su bajo presupuesto se ve compensado con unas interpretaciones bastante adecuadas y un guión potente, sin artificios, directo y muy fácilmente digerible.
Recomendable por completo para degustadores del terror sin exigencias extremas.
Lo mejor: Su protagonista, una revelación absoluta.
Lo peor: Si se compara con sus claros referentes en ese subgénero reciente que es el Me pudro Movie , acaba perdiendo.
Igual de olvidable que agradable, pero merece la pena.
Quién sabe qué habrá en la trastienda de Hollywood.
Y no ya en el mundo de las estrellas, donde seguro que son comunes los más raros caprichos y comportamientos, sino ahí, abajo, en el mundo de los curritos, de la gente a la que le decían que podría ser actor/actriz y cada día malviven en la ciudad de los sueños por una mísera oportunidad.
En la mierda, tragando gustosamente, hasta el punto de que les gusta.
Sarah es una de esas, una camarera de uno de esos restaurantes americanos donde se puede vivir la maravillosa experiencia de que una chica buenorra te sirva una hamburguesa (fantasía masculina de tráeme otra cerveza, mujer ), insatisfecha con su situación y hundida moralmente hasta extremos horribles. Solo que aún no lo sabe.
Será después, ante la perspectiva de dejar ese mundo atrás, y poder alcanzar la fama de las grandes estrellas, cuando descubra hasta qué punto su moral estaba carcomida y pútrida.
Starry Eyes es una alucinada visión del juego de Hollywood.
De las audiciones en las que las aspirantes son poco menos que ganado, de esas charlas hipócritas sobre lo mucho que se ve alguien en el papel, de los productores como ejecutores, jueces y verdugos del alma, y sobre todo de los escalones pisoteados en forma de amigos, convicciones para llegar a la cima.
Cuando el límite es ninguno, y la estrella del mañana puede surgir de un golpe de suerte en cualquier lugar, no extraña que no importe la degradación física o moral, siempre que la cara de Sarah, su bella cara moldeada por los mejores especialistas en maquillaje, acabe en un cartel que dará la vuelta al mundo.
Como audiciones macabras que debe ir superando, Sarah se verá en lo más bajo de su propio ser, hasta que llegue el punto en que lo haya dado todo, absolutamente todo, sin dejar un mínimo de sí, excepto el deseo de brillar por siempre.
Perfecta, y perversa, metáfora de lo que la obsesión por el triunfo hace a una persona frágil, sin apoyos, y cuyo único pecado es no haber nacido favorecida en ese mundo de mentiras. La realeza de Hollywood, parece decirse, no entrega las llaves del paraíso a cualquiera que no esté dispuesto a seguir sus reglas y, como una secta, exige ritual de iniciación.
Aunque a veces le tiemble el pulso, en particular en una recta final pelín bruta para lo sutil que estaba siendo, la historia de Sarah, melodizada en clave de pesadilla sin fin, merece verse como ejemplo de algo muy real.
Como la parte deforme y oculta que muchos famosos actores mencionan de pasada en sus entrevistas como cuándo estaba haciendo mis pinitos en la actuación .