Stalingrado: Batalla en el infierno
Sinopsis de la película
En el invierno de 1942, a las afueras de la ciudad de Stalingrado, un contingente de soldados alemanes se ve sorprendido por una ofensiva enemiga. Las tropas alemanas dirigidas por el general Van Paulus entablan encarnizados combates, pero ven como poco a poco las tropas soviéticas van cercándoles. Los enfrentamientos se suceden mientras soldados y oficiales viven su propio infierno personal.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hunde, wollt ihr ewig leben aka
- Año: 1959
- Duración: 97
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Opinión de la crítica
Película
6.6
58 valoraciones en total
Stalingrado: Batalla en el infierno es el magnífico film de Frank Wisbar de 1959. En realidad la traducción literal al castellano de su título alemán, sería: Perros, ¿queréis vivir eternamente? , aludiendo a una famosa frase que el Rey de Prusia dirigió a sus presuntamente cobardes granaderos que se daban a la fuga en la batalla ( Hunde, wollt ihr ewig leben , según una novela de Fritz Woss).
El título alemán se dice más al contenido de la película que el genérico Stalingrado: Batalla en el infierno , que presume un biopic más sobre la famosa batalla.
Ella es el telón de fondo para un trabajo de revisión de algunas claves de la pérdida de la guerra por parte de los alemanes: Una amalgama de militares -unos competentes y otros chaqueteros y cobardes, como en la vida misma- son víctimas de las indiscutibles decisiones de un poder único y omnipotente, que es el que ejercía Hitler sobre las fuerzas armadas del III Reich.
Ello lo explica Frank Wisbar en un film sencillo, en el que combina la acción con abundantes documentales del frente oriental. El blanco y negro de la realización ayudan a la interesante mezcla de ficción y realidad, dándole inteligentemente a un film de escasos medios y sencilla puesta en escena, una cierta y creible espectacularidad.
Las historias son sencillos retratos de hombres en el límite de sus humanas posibilidades, metidos en el horror de una guerra, en el tono y el estilo que inauguró Eric Maria Remarque en su novela Sin novedad en el frente , lo cual sirve al director para lanzar un emotivo homenaje a los héroes anónimos de todas las batallas.
Un film de guerra más, que para entenderlo mejor habrá que hacer el esfuerzo de empatía de situarse en la Alemania de 1959, catorce años después de su capitulación, y valorar la necesidad social que tenían de exorcizar los viejos fantasmas del pasado y depurar las responsabilidades de rigor. En ese contexto, el film es un trabajo serio y solvente, exento de fáciles demagogias y bastante menos manipulador de lo que se podría esperar de las circunstancias en las que se hallaban.
Interpretaciones correctas, entre las que aparece alguna cara conocida, como la de Wolfgang Preiss, que se ha prodigado en muchas películas de guerra made in Hollywood.
Un film interesante, que seguramente aporta poco a la historia del cine, y que probablemente el público más joven encontrará algo anticuado, aunque yo recomendaría que, ante su visión, hicieran el esfuerzo de empatía al que antes he aludido, siempre que tengan curiosidad para el análisis histórico y las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial.
Muy buena revisión de la batalla de Stalingrado desde el punto de vista alemán. Las imágenes de archivo están perfectamente engranadas con las protagonizadas por actores, dando una mayor sensación de realismo.
Los personajes representan lo variopinto del pensamiento alemán de la época (en nazi convencido, el desilusionado, el militar atado al juramento de lealtad, el soldado cansado de la guerra). Curiosamente se presta especial atención a los rumanos, raramente mencionados y por cuyas posiciones entró el Ejército Rojo por ser la zona más vulnerable de las tropas del Eje.
Es una película sencilla que sirve para aprender lo más importante de la batalla de Stalingrado. Personalmente me gustó más que la Stalingrado de Joseph Vilsmaier (1992), y sigo echando en falta una versión hecha por el cine ruso. Con la bibliografía existente y la apertura paulatina de los archivos soviéticos se podría hacer una buena película que narre la batalla desde el punto de vista soviético.
A finales del año 42, comenzaba la ofensiva más sangrienta de la II guerra mundial. El ataque nacionalsocialista a la U.R.S.S., que ponía fin de manera unilateral al tratado Ribbentrop – Molotov, enmarcaría el asedio más sangriento de los vividos por el ejército nazi y se constituiría en uno de los mayores errores de cálculo de Adolf Hitler. El film Stalingrado de 1959, narra los momentos finales de la batalla de la, por aquel entonces, homónima ciudad rusa con cerca de dos millones de víctimas.
La película es de factura alemana y ofrece la visión del 6º Ejército alemán, tomando como hilo conductor la llegada al frente de un joven teniente nacionalsocialista.
El protagonista es un hombre muy joven, que debido a su gran preparación y participación en la guerra, consigue los suficientes méritos para el ascenso. Le precede una buena reputación allí donde va. Además de buen soldado, es un hombre idealista, que cuida de sus subordinados y mantiene su querencia por el trabajo bien hecho aún a pesar de lo que sus superiores le ordenen.
En el frente de Stalingrado conocerá la crudeza de la guerra. En el film se nos muestran diversos puntos de vista, expuestos por los diversos roles de soldado, que hacen que nos congraciemos con ellos. Hombres temerosos, la mayoría de la guerra, algunos de dios, que están lejos del fanatismo doctrinario que muchos de los luchadores del frente del este en realidad tenían. El film se muestra en este punto, políticamente correcto. Sólo muestra una versión fanática de soldado en el comandante Linkmann, que por otra parte, lo sería más por la obediencia debida que por propias convicciones. Se equipara el fanatismo con la jerarquía, otorgando una inocencia al soldado de a pie muy en boga, en la década de los sesenta alemana.
Pero no sólo eso nos remite al momento en el que fue escrita. A pesar de mostrarnos la persecución rusa sobre el 6º ejército, no se nos muestran vejaciones ni crueldades que el ejército ruso si realizó. Tampoco se nos muestran violencias que no sean inherentes a una guerra. En ningún momento se menciona el holocausto y la retirada al revés que los alemanes protagonizan es representada casi como un paseo entre amigos.
Tampoco aparece excesiva simbología nacionalsocialista y lo que aparece, se debe al uso de verdaderas imágenes de archivo. El uso de imágenes reales con metraje rodado, se lleva a cabo con una excelente ejecución, logrando un resultado más que aceptable.
Sin embargo muestra con verdadera sinceridad las veleidades que los alemanes sufrieron en la guerra. La falta de alimentos y pertrechos en general, debido a una pésima planificación del máximo jerarca del estado se sumaba a las decisiones de última hora tomadas desde Berlín y que casi siempre empeoraban la situación.
Lo que más me llama la atención, antes de ponerme a ver Stalingrado: Batalla en el infierno , es que se trata de una película hecha en Alemania, en concreto la RFA. Porque si los americanos hacen americanadas, los soviéticos (o prosoviéticos, RDA por ejemplo), también barren para casa, y una de las grandes batallas de la IIªGM, como todos saben, se produjo a costa de la destrucción de Stalingrado y supuso el punto de inflexión a partir del cual la URSS empezó a aplastar a la Alemania nazi. El atractivo de ver una película de la batalla de Stalingrado ofrecida desde el punto de vista de quienes la perdieron es enorme y la verdad, sorprende porque creo que mantiene un nivel de objetividad ejemplar.
Las películas no son literatura, nunca, así que el que quiera rectitud histórica, el que quiera datos exactos puede recurrir a una bibliografía extensa sobre aquel invierno entre los años 1942 y 1943. Creo que la aproximación que hace Stalingrado: Batalla en el infierno a los hechos es justísima, primero a través de los movimientos de un recién llegado a una división rumana y finalmente cuando ya todo es una condena, el sexto ejército de Paulus está encerrado y todo es desesperación y lucha sin sentido.
No soy un seguidor del cine bélico y pese a ello me ha encantado una película que mezcla a la perfección documentos gráficos históricos con la ficción de la cámara. Vemos las ruinas de la ciudad, la estepa helada que queda detrás, el combate casa a casa, la vida en los sótanos, con esos hospitales que son más bien cementerios, la cobardía de ciertos oficiales, el fanatismo inacabable de otros… Hasta un cura cuerdo y un boceto de historia de amor. No es poca cosa Stalingrado: Batalla en el infierno , incluso creo que se queda corta, por una vez creo que dos horitas le hubieran ido mejor, no obstante hablamos de unos de los momentos clave de la historia de la IIªGM.
Stalingrado: Batalla en el infierno se trata de una película alemana, cuando está se encontraba dividida en dos y producida dentro de la República Federal, es decir, la parte oeste. Adaptando la novela de Fritz Wöss, Frank Wisbar, el director de la obra, recrea una película que mezcla la obra documental con la ficción y se convierte en uno de los primeros testimonios del conflicto bélico. La durísima campaña de Stalingrado había tenido ocasión sólo unas décadas antes, y la herida aún estaba muy abierta.
Wisbar, alemán de origen (aunque durante el régimen nazi, debido al matrimonio con una judía tuvo que emigrar a Estados Unidos, donde siguió su carrera cinematográfica) realiza una de las primeras películas que adopta el punto de vista alemán. Wisbar se centra especialmente en un grupo de jóvenes soldados que si bien empiezan la campaña ilusionados ante las promesas del Führer a medida que avanza la campaña rusa acabarán por abandonar cualquier esperanza. La presentación de los alemanes es pues, por primera vez, radical, ya no se presentan como unos seres despreciables (pensemos en películas maniqueas como Salvar al Soldado Ryan dirigida muchos años después de la obra de Wisbar). Los soldados alemanes se recrean en su mayoría como un sector manipulado por la ideología nazi (Wisbar retrata los irónicos discursos de Goëring y Goebbels mientras los soldados se pudren en un hospital) y que se ve traicionado por los altos estamentos del partido, que utilizan a sus hombres como simples peones en un tablero de ajedrez gigante. Los alemanes son estoicos y aceptan con resignación el duro papel que se les ha asignado.
También hay tiempo para la crítica. Aparecen personajes cobardes y que evitan en cualquier momento enfrentarse a la guerra, para enviar a sus subordinados a morir por ellos, como es el personaje que interpreta Wolfang Preiss, un egoísta que minusvalora la vida de cualquier ser humano. Pero más allá de retratar la vida cotidiana, la película también incluye diferentes fragmentos intercalados en los que podemos ver figuras históricas de verdad, como el general Paulus, Von Seyditz e incluso Adolf Hitler, que por cierto Wisbar inteligentemente no nos enseña su cara nunca, como sugiriendo que el mal no tiene rostro.
El problema es que da la sensación de que a la película le han recortado metraje. Con sólo una hora y media de duración no se puede abarcar una campaña que duró todo un invierno y en el que durante ciertas fases de la lucha la balanza aún no estaba inclinada. Aún así Wisbar lo intenta hacer, y el único resultado que consigue la obra es simplificar mucho su contenido, y recurriendo muchas veces al formato documental para dejar de convertirse en un relato de ficción (aunque verídico) en un retrato que se queda entre dos bandos.
Efectivamente, la película añade partes documentales a la película, especialmente con la inclusión de escenas de batallas, las cuales muchas son sacadas de imágenes reales de la guerra. La voz en off es otro recurso que utiliza el director para depurar los errores de la película, intentando equlibrar los desajustes de un guión que no tiene tiempo para detenerse en construir algunas cosas básicas, y que necesita rápidez para contar toda la película.
Aún así Wisbar realiza algunas secuencias de gran interés. Especialmente cuando se vuelve universal y nos cuenta las miserias de la guerra. La visión de los enfermos apelotonándose por conseguir un puesto en el avión que les permita volver a Alemania es una visión dura (y muy real, William Craig nos lo contaría en su libro sobre la batalla), así como el hospital de infestados. Wisbar nos enseña como un moribundo que acaba de fallecer no tiene ni un minuto de respiro, porque inmediatamente se le roba la manta con la que se cubría.
Las recreaciones del ambiente de Stalingrado son generalmente eficientes. La pelea por la ciudad queda fielmente retratada como una lucha callejera y absurda donde las ruinas se convertían en el refugio de francotiradores y donde se imponía una lucha salvaje que no tenía piedad por nadie. Wisbar recrea bien el ambiente posturbano y las escenas de acción no tienen nada que envidiar a películas como enemigo a las puertas (2001), que se centra en el mismo conflicto.
Quizá hoy en día nos pueda parecer una película menor, pero en el año de su estreno, en 1959, fue una película importante para revisionar y enseñarle al pueblo alemán que los muertos son igual de funestos sean del bando que sean.
http://neokunst.wordpress.com/2014/01/30/stalingrado-batalla-en-el-infierno/