Solo una vez
Sinopsis de la película
Laura, una psicóloga del servicio de atención a las mujeres que sufren violencia de género, hace unas semanas que es acosada por el marido de una de sus pacientes. En esta situación, debe tratar una pareja que nunca ha puesto los pies en un centro de este tipo: Eva y Pablo. Por una serie de malentendidos él ha recibido una denuncia, pero afirma con contundencia no ser ningún maltratador.
Detalles de la película
- Titulo Original: Solo una vez
- Año: 2021
- Duración: 80
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Opinión de la crítica
Película
5.6
75 valoraciones en total
Soy homosexual, y pertenezco a uno de esos grupos protegidos por la administración pública. Ahora nos podemos casar y existe una ley que defiende al colectivo de la homofobia.
Mi más profundo agradecimiento por ello, aunque debo ser sincero y afirmar que tal vez estamos rizando el rizo con un nuevo rizador que lo riza hasta rizarlo dejándolo muy rizado. Veréis: Me molesta no poder reírme ahora con los chistes que los humoristas hacían sobre mariquitas, ni que los hombres heteros puedan piropear limpiamente a una mujer hermosa, sin la amenaza de una denuncia.
Me inquieta la ola de ofendiditos que asola este universal periodo… Me perturba la autocensura que debo hacer antes de escribir una crítica, o cualquier conversación donde se me pueda tachar de algo con lo que no me identifico.
Mi amiga María, mujer sensata, inteligente y entregada (cuidó de su madre dependiente durante 13 años) Hace unas semanas me decía, que añoraba aquellos tiempos donde la piropeaban por la calle:
-Llegaba a casa feliz..
SOLO UNA VEZ, me parece una película casi institucional, amparada por los nuevos tiempos, y criterios que asolan el planeta. No he podido apreciar nada más que un mensaje repetitivo y programático. Por supuesto que la violencia nunca está justificada … Esa frase entrecomillada, forma parte de un diálogo manifestado por su protagonista Ariadna GIl, yo añadiría que tampoco se justifica, la alienación, la injusticia, la preponderancia de un género sobre otro.
Llegarán los tiempos donde no podamos ver películas de crímenes, asesinatos… Sinceramente, no están lejos. LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ ya ha tenido problemas, al parecer fue retirada por la HBO de su catálogo en la plataforma streaming, hace un par de años, por algo relacionado con el racismo…
Puedo asegurar que escribo esta crítica con la mayor humildad, dando simplemente mi opinión. No pretendo ofender a nadie, muestro mi sentir sobre una película que no entiendo… o tal vez sí…
No olvides votar mi comentario, hacia abajo o hacia arriba. Necesito asimilar en que momento nos encontramos posicionados.
Gracias.
…
Guillermo Rios Bordón, debuta en el largo con una película interesante sobre la violencia de género y con un excelente juego de miradas y de momentos que merecen un segundo visionado por si nos hemos saltado algo. Un escritor va a terapia por una supuesta agresión a su pareja. Lo que parece un accidente puede no ser tanto y ese juego de miradas entre Ariadna GIl, Alex García y Silvia Alonso dicen mucho. No es un film de diversión, sino para pensar y no perderse nada en este thriller
Guillermo Ríos, auspiciado por el magnífico guion de Marta Buchaca, logra una película cruda desde lo íntimo y desde lo implícito. Muestra, de manera totalmente necesaria, una visión tremendamente amarga y pesimista (pero realista) de la violencia machista, que se ejemplifica en muchas de sus vertientes: celos, posesión, control, masculinidad frágil y, por último, la fisicidad de la misma.
Promueve todo esto bajo la premisa de cualquiera puede ser un maltratador , un lema que, durante muchos años, fue uno de los estandartes de la campaña contra la violencia de género impulsada por el Gobierno de España.
Estamos, en cierta forma, ante un montaje que se compone como un thriller. El personaje de Alex García está construido desde la incertidumbre, mostrándose simpático y respetuoso, aunque con un carácter chulesco que lo hace desconfiable, y el de Silvia Alonso, pese a sus titubeos e incoherencias, se muestra firme. Por otro lado, Ariadna Gil encarna a una psicóloga en la labor de un detective que ya sabe la verdad, pero que quiere desvelarla ante nosotros.
Todo esto conforma un punto de vista que proporciona al filme una visión única, que se aleja del relato más expresivo y visible y que, por lo tanto, coloca al espectador en un papel de juez, siendo este quien se vaya posicionando hasta su resolutivo final, donde lo sutil e implícito se transforma en una visibilidad cuya tensión hace que las escenas sean tangibles.
Las apariencias engañan y, en definitiva, eso es de lo que va la película: de mostrar que no hay un canon para el maltratador y que cualquiera puede serlo.
Entramos en Solo una vez en moto, la que conduce y aparcará Pau (Álex García) en la puerta de un edificio -de Servicios Sociales- al tiempo que no dejamos llevar por la banda sonora: suena la aterciopelada voz de Alice Wonder que canta en inglés. La canción es hipnótica, preciosa, pero… ¡Me chirría el idioma! y me pregunto ¿Por qué en una película española meten un tema inicial en otra lengua? No puedo responderme. Y me vuelvo a sumergir en la pantalla pero no olvido la cuestión. Cuando acaba la peli, y con la intención de justificarme este detalle y perdonarle la vida al director por distraerme con ese algo tan irrelevante, me digo: Ah, la última canción, la que acompaña los créditos, también la canta Wonder, pero está en español. Será una metáfora sobre lo que no entendíamos al principio y lo que ya comprendemos al final , me digo.
Seguramente no tengo razón, pero a mi modo de ver el primer largometraje de Guillermo Ríos despierta dudas, varias, y es un patchwork de moléculas emocionales que refuerzan y dan otras voces a la trama. Tratándose como se trata de la adaptación de una obra teatral, en la gran pantalla los diálogos llevan la voz cantante de la historia, quizá en exceso, así que esos matices camuflados -en la fotografía, en los silencios o en los ruidos- son imprescindibles.
Guillermo Ríos, director, productor, guionista y editor, leal a su interés por la temática social (recomiendo encarecidamente ver Nasija, 2007, su cortometraje, que ha sido el más premiado en España y premiadísimo fuera de nuestras fronteras), se estrena en la dirección de un largo con esta historia basada en la obra homónima de Marta Buchaca. Ambos han trabajado mano a mano en el guión, han añadido personajes que no están en el original y le han dado aires de thriller psicológico. Más allá de mis delirios subjetivos en cuanto a la música, Solo una vez nos ofrece una panorámica ¿inédita? sobre la violencia de género desde múltiples (y útiles) puntos de vista, huyendo de cualquier estereotipo y sin juzgar. Uno de los alicientes del filme es el regreso de una magistral Ariadna Gil ( Tierra hostil y Parking ) a la que no veíamos en cine desde 2014, acompañada, como mencionamos, por Álex García ( Litus , serie Antidisturbios ) y Silvia Alonso (Hasta que la boda nos separe «La lista de los deseos»).
Laura (Ariadna Gil), una psicóloga en un centro del servicio de atención a las mujeres que sufren violencia de género, hace unas semanas que es acosada por el marido de una de sus pacientes. Siente miedo, pero aparentemente lo interioriza y controla. En esta situación, debe tratar una pareja que nunca ha puesto los pies en un centro de este tipo: Eva (Silvia Alonso) y Pablo (Álex García). Por una serie de malentendidos a él le han denunciado por malos tratos, pero Pau, un novelista de éxito, afirma con contundencia no ser ningún maltratador, y Eva, editora de libros, le respalda negando ser una mujer maltratada.
Y, por supuesto, las apariencias engañan.
Solo una vez deja en evidencia que la violencia de género -física o psicológica- no entiende de cultura, dinero, raza, educación… Es una lacra ante la que ninguno de nosotros estamos inmunizados. Todos podemos ser agresores o agredidos y quedar atrapados en una relación tóxica sin ser conscientes de ello o sin reconocerlo. Todos escondemos una bestia violenta dentro que, más controlada, conocida, adormecida u amordazada, puede liberarse cuando menos lo esperas. En la película también se describe a la perfección cómo se ven a sí mismos el maltratador y víctima: esos reflejos no son un autoengaño, son ceguera, impotencia y convicción. El tema del filme está tratado excepcionalmente. El modo de contarlo es otro cantar.
Ríos se deleita enfocando y retratando a los personajes en planos medios cortos, como si quisiera que el espectador fuera absorbido por cada uno de ellos. Parece pedirnos que nos centremos y nos pongamos en su piel, que los aceptemos y comprendamos, tal como son. Y, como el largometraje se articula por los diálogos y no por las acciones, se diría que con esa cercanía visual lo consigue. Además, la escasez de dinámismo sumada a las pocas localizaciones contribuyen a que las historia sea asfixiante, densa y claustrofóbica…Tanto como la ansiedad interna de Pau y Eva a los que les cuesta asumir la realidad. En contrapartida, abundan las dichosas moléculas emocionales: exteriores luminosos, el mar, espacios abiertos, espacios vacios, silenciosos, testigos mudos y detalles, muchos detalles que dan una vuelta más a lo que se está contando, como por ejemplo la brocha cargada que tapa una pintada insultante. Puertas que se abren y se cierran, imágenes que sugieren evasión. La película, como la moto del protagonista, transcurre sin demasiada velocidad y así se mantiene, sin sobresaltos. En lugar de sentirse como en el cine, el espectador es partícipe en las sesiones de terapia. Hay momentos en los que a la trama le falta un sólo de batería , la historia está demasiado contenida, los personajes están contenidos y los espectadores están a la expectativa de que pase algo, de que todo lo que tiene que explotar, explote… Guillermo Ríos se desliza demasiado tiempo sobre el hielo, por lo que en el momento de la explosión, por tardía, le quita rotundidad. Respecto a las interpretaciones, los tres protagonistas bordan a sus personajes, absolutamente creíbles en su progresiva transformación. Lo dicho, Solo una vez vale mucho la pena por su temática y la manera de tratarla. Es una disección minuciosa sobre la violencia de género. Eso sí, nos vayáis al cine si no habéis dormido bien porque la monotonía del desarrollo puede convertirse en una estupenda canción de cuna.
Guillermo Ríos debuta con una historia proveniente del teatro sobre un tema complejo y actual. Como en toda adaptación del escenario a la pantalla, algunos elementos se desvirtúan en beneficio de otros como es, en este caso, la agilidad. A pesar que la mayoría de los hechos suceden en una consulta, la cinta mantiene un ritmo dinámico, también con la ayuda de la duración comedida.
Los protagonistas sumergen a la audiencia de lleno en la temática de la violencia machista. No obstante, es interesante la perspectiva que adopta el guion. Para empezar, el marido (Álex García) no se presenta como un maltratador sino como un tipo atractivo, con un sentido del humor que hace reír. Por otro lado, su mujer (Silvia Alonso) se cree opuesta a cualquier víctima. Y no se aborda el asunto de manera escabrosa, sino a través de los ojos de quien no detecta que tiene un problema.
En lugar de poner el foco en agresiones, se pone en pequeños gestos rutinarios o silencios que acaban dañando lo suficiente. En esta conversación a tres bandas entre el matrimonio y su terapeuta, se exponen algunas opiniones acerca de un tipo de masculinidad o de la sociedad patriarcal, haciendo una crítica al sistema en relación a los conflictos de género. Asimismo, se introducen ciertas justificaciones tópicas como que el maltratador sea a su vez hijo de un maltratador o la ignorancia achacada a la poca edad de quien pierde los papeles.
El dúo de actores, que ya trabajaron como pareja en Hasta que la boda nos separe, funciona bien. Sin embargo, la interpretación de Ariadna Gil a veces resulta forzada. Los tres introducen al espectador en su debate, pero los argumentos no llegan a recogerse de manera concluyente y el final queda demasiado abierto a la interpretación del público.
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