Solo Dios perdona
Sinopsis de la película
En Bangkok, el joven Julian, un fugitivo de la justicia estadounidense, dirige un club de boxeo tailandés que actúa como tapadera para tráfico de drogas. Su madre, jefa de una poderosa organización criminal, desembarca procedente de Estados Unidos para repatriar el cuerpo de su hijo favorito, Billy: el hermano de Julian ha sido asesinado tras haber violado y matado salvajemente a una joven prostituta. Llena de odio y deseo de venganza, su madre exige a Julian la cabeza de los asesinos, por lo que éste deberá enfrentarse a Chang, un extraño policía jubilado, muy respetado y querido por sus ex-compañeros.
Detalles de la película
- Titulo Original: Only God Forgives
- Año: 2013
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
5.2
41 valoraciones en total
Con un guion que ocupará, a lo sumo, dos páginas escritas, Refn pretende contextualizar infinitas dosis de violencia. Pero la violencia gratuita solo tiene una explicación (que no justificación), el sádico placer de disfrutarla, y, puesto que yo no comparto dicho placer, este salvajismo me parece inexcusable.
De todas formas, atendiendo a la dirección de la película, concluyo que Nicolas no pretende basar la violencia en una trama, sino más bien crear una especie de poema visual a través de la brutalidad. Pero para mí, por mucha estética que le imprimas a la sangre, los puñetazos y los asesinatos estos no cambian su repugnante naturaleza y siguen siendo despreciables, no admirables como se pretenden presentar aquí.
La estética visual de esta cinta es impresionante, eso hay que admitirlo. La fotografía es inmejorable por su fantástica utilización de la iluminación y el color, hay ciertas escenas que enamoran. Pero el resto de atributos no tienen nada que YO pueda defender.
La dirección me parece técnicamente buena pero extremadamente pedante, con unas tomas eternas e insulsas que pretenden mostrarse profundas y solo consiguen ser pretenciosas hasta el agotamiento.
El montaje es tan lento que da tiempo a echarse una siesta en cada toma y despertarse sin que esta haya terminado. Algo que reafirma el hecho de que este director es un magnífico vendedor de humo.
La dirección de actores está tan milimétricamente calculada que los personajes se presentan totalmente antinaturales, parecen robots en vez de personas.
La única actriz mínimamente salvable es Kristin Scott Thomas, los demás protagonistas son todos sustituibles por figuras de cera con ruedines. Estos actores deberían aprender que introversión no es sinónimo de apatía. Sobre todo Gosling, que repite y, aunque parecía imposible, intensifica la inexpresividad de su papel en Drive.
La banda sonora es musicalmente anodina pero sobrecargada de violentos efectos sonoros. Y en cuanto al resto de características de la cinta no hay nada destacable, ni malo, ni bueno.
En conclusión, aunque rocíes una mierda con pepitas de oro, la bañes en Chanel Nº5 y la hagas llamar excremento melifluamente ornamentado y sutilmente perfumado, sigue siendo lo que era antes, una mierda.
Película deudora de los mimados planos y de los ritmos a los que acostumbra Wong Kar-Wai (sus luces de neón en In the mood for love -las secuencias del pasillo con luz roja de burdel- y la afición por los espejos), el halo onírico siempre subyacente en el Lynch más enfermizo y que nos transporta directamente a la psycho del personaje principal, en este caso Julian, y a su inestabilidad emocional interior (el pasadizo-laberinto por el que vaga el protagonista abriendo y cerrando puertas, entrando y saliendo de habitaciones donde irá haciendo frente a las turbaciones presentes en su vida) incrementado por una base instrumental lóbrega además del gesticular lento y de coreografía del personaje redentor de la cinta, el Policía –una de las figuras, recordemos, encargadas de hacer acatar la ley en la Tierra-). Todos estos elementos convergen, también, con un gore directo y sin tapujos que puede recordar al Tarantino más subversivo (la escena del karaoke o la posterior al Do you wanna fight? , que bien podría estar sacada de Kill Bill, asemejándose a una escena de un videojuego).
A pesar de ser un director con mucha sangre fría y que tiende a sortear los excesos emocionales, la meditada construcción de los tres personajes principales (esto es: Julian, la madre -una impresionante Kristin Scott Thomas- y el Policía) hace que sea ésta, quizás, la mayor diferencia con respecto a su anterior producción, Drive (2011), pues en esta ocasión el director nos ofrece una historia sólida, de personajes definidos y cuyos escabrosos detalles se contarán, en su mayoría, por omisión e inferencia del espectador.
Pero, desde luego, el personaje más logrado es el de Julian, maravillosamente bien construido. No teniendo apenas diálogos en toda la película, su personalidad se va construyendo y caracterizando por lo que calla -y oculta-.
(El meollo del asunto en el spoiler)
Pues lo que te iba diciendo, iba Nicolas Winding Refn conduciendo su deportivo por una calle que él conocía muy bien, Camino Cool. Apenas prestaba atención a la carretera, pues se la sabía al dedillo. Pero se aburría de ir otra vez por el mismo sitio, así que se desvió por la Calle Kim Ki Duk, cogió la Rotonda David Lynch y la abandonó por la salida que le llevaba a la Vía Onírica.
Decidió sacar de la guantera un CD en el que estaba escrito en rotulador rojo: Del Cliff Martínez pal NWR. Brothers Forever . Tres pistas de sintetizadores inundaron el subwoofer y una lluvia de neones cayó sobre la ciudad. Él iba a 200 km/h pero los transeuntes le veían pasar a cámara lenta, para que pudieran apreciar como las sombras que se proyectaban en su rostro perfilaba sus rasgos. Todos querían ser tan guays como él.
Por fin llegó a la Vía Onírica y apenas avanzó 10 metros (2 kilómetros en la escala NWR) cuando tuvo un pinchazo que le hizo empotrarse contra una tienda de relojes de diseño taiwanés. Tuvo la decencia de no cargarse ninguno para no fastidiar la simetría de la escena. Se quedó mirando al infinito tres cuartos de hora y decidió que había que cambiar la rueda. Se giró hacia su copiloto, Ryan Gosling.
Ayúdame .
Ryan Gosling dijo que por supuesto e instantáneamente hizo el gesto de quitarse el cinturón para bajarse del coche, pero NWR clavó en él su mirada y Ryan Gosling la interpretó acertadamente: Las reglas .
A saber:
– No pronunciar más de 20 palabras por escena.
– Tragar saliva cada 5 palabras como quien se traga un litro de mayonesa.
– No pestañear.
– Mirar al infinito tres cuartos de hora antes de hacer cualquier cosa.
– Poner siempre la misma expresión. Ya sea ante tu madre apretando su mejilla contra tu entrepierna, ya sea observando a una pilingui hacer cosas de pilingui, ya sea cayendo de un rascacielos vestido de gitano con un tiburón mordiendote los dedos de los pies.
Mientras Ryan y NWR abrían el maletero, Kristin Scott Thomas bajó de un asiento trasero, encendió un pitillo, se lo fumó y encendió otro porque el bueno de Ryan aún estaba levantando el capó en tiempo-bala. Había pasado por el taller de chapa y pintura de Brazzers, sección MILFs.
– No habéis traído rueda de repuesto . Dijo Kristin.
NWR esperó a que un semáforo cercano se pusiera en rojo para que proyectara su haz de luz sobre el rostro de Ryan. Solo entonces le hizo una señal para que hablara.
– Es verdad . dijo Ryan.
Entonces NWR lo entendió todo. Había conducido por la Vía Onírica como si fuera por el Camino Cool que tan fácil le resultó en Drive. Pero no solo eso. Con Drive sí llevaba una rueda de repuesto, una historia simple pero potente. Con Only God Forgives solo llevaba un deportivo, muy bonito por fuera, pero no aguantaba una revisión.
Del otro asiento trasero salió Vithaya Pannosequé. Se llevó la mano a la espalda y sacó por encima de su cabeza un micrófono.
– ¿Canto ya?
NWR le dijo un No rotundo el cual se arrepintió de pronunciar al instante. Había sido demasiado conciso. Tres cuartos de hora mirando al infinito hubiera resultado una respuesta más apropiada.
Derrotado, NWR miró a cámara, cerró los ojos e inspiró profundamente. Para entonces ya había amanecido y su sombra se proyectaba sobre un reloj de diseño, que ya que están ahí, habrá que sacarlos. Sin previo aviso, soltó un gapo de categoría superior. Se dirige a nosotros, los espectadores.
Vemos en slow-motion como la masa viscosa iba cambiando de forma armónicamente mientras describía una parábola perfecta entre luces de neón, sombras y el sintetizador de Cliff. Una amplia gama de colores eclécticos se reflejaba en el exputo que seguía cambiando lentamente de forma como buena sustancia multiforme. Ryan aprovechó que NWR no le miraba para pestañear. El escupitajo nos dio de lleno en la cara.
– ¡Me has tirado un gapo! . Dijimos.
– Pero, ¿a qué ha sido bonito? . Contestó NWR tres cuartos de hora después.
Bajamos la cabeza y asentimos. Sus babas aún colgaban de nuestras mejillas.
Y entonces NWR hizo una señal y Vithaya Pannosequé comenzó a cantar.
Antes de entrar en materia me gustaría traer a colación una cuestión que me surge, y es que no entiendo como este film ha sido tan defenestrado por la crítica tachándola de vacía, violenta, pretenciosa… ¿Qué esperaban? Es decir, después de ver los trailers, yo he encontrado lo que esperaba en Only God Forgives, al menos en esencia.
Only God Forgives es ante todo cine de autor, lo cual se traduce en un ejercicio del particular estilo de Winding Refn, que, para bien o para mal, es único. Y es que, a nivel audiovisual, Refn demuestra un innegable talento a la hora de crear atmósferas oníricas e hipnóticas, recordando inevitablemente a David Lynch en muchos momentos.
Only… es violenta, sí, pero no tanto como se dice por ahí. Tiene momentos crudos y desagradables, pero aún así, creo que sugiere bastante más de lo que muestra. En cualquier caso, esos momentos sangrientos nunca son gratuitos (como también he leído por ahí) sino que están plenamente justificados por el tono de la película en general y de los personajes en particular. Además, hay que saber ver un poco más allá, porque detrás de toda esos momentos hay imágenes de gran belleza, con mucha fuerza visual.
Sin embargo, lo que más me ha sorprendido (para bien) de esta película, es su extraordinaria capacidad para transmitir al espectador todo lo que quiere contar a base de silencios, gestos, miradas y música. Y es que los diálogos prácticamente carecen de importancia.
Y esto me lleva a comentar el siguiente punto, la historia. Familia, mafias, crímenes, asesinatos, sangre y venganza son los elementos clásicos que forman esta historia, una historia simple pero también efectiva, que funciona por como Winding Refn nos lleva de la mano por todos esos callejones y tugurios tailandeses, al ritmo de la acertada banda sonora de Cliff Martinez. Los personajes, aún sin ser nada del otro jueves, son más profundos de lo que aparentan, lo cual puede apreciarse si se presta un poco de atención (el complejo de edipo subyacente madre-hijo, por ejemplo). Sin embargo, a mi me cuesta conectar totalmente con los personajes, pues no acaban de quedar claras sus motivaciones y sus miedos, lo cual pasa factura una vez aparecen los títulos de crédito, dejando los ojos como platos por lo majestuoso de sus imágenes, pero también una cierta sensación vacía respecto a lo que te quiere contar.
Del elenco de actores destaco a la siempre brillante Kristin Scott Thomas, que borda su papel en las pocas escenas en que aparece. Y bueno, qué decir del curioso caso de Ryan Gosling, ese actor que, en la cima de su carrera (nominación al Oscar incluida), decide dedicarse casi exclusivamente a papeles-carapalo . Lo cierto es que le vienen como anillo al dedo, sí, aunque me cuesta comprender como un actor con tanta capacidad decide encasillarse de esta forma.
Resumiendo: Only God Forgives es, tal y como decía más arriba, cine de autor y que puede resultar un poco espesito para según qué público, que estará más o menos dispuesto a aguantar los caprichos de Refn. Por cierto, poco o nada que ver con Drive y, en mi opinión, bastante menos asequible. En cualquier caso, cine diferente, lo cual resulta admirable en los días que corren.
Aviso a los navegantes: Only God Forgives no es una película convencional sino cine de arte y ensayo, artificio conceptual y puro avant-garde audio-visual. Olvídense de pedir algo más a un guión de 20 páginas (y tirando por lo alto) de diálogos, de impávidas interpretaciones gestuales y de una anti-revolución narrativa. Olvídense de una nueva Drive por mucho plano que tenga Ryan Gosling y olvídense de criticar si son conscientes de aquello que van a ver porque la nueva y controvertida cinta de Nicolas Winding Refn debería simplificar la opinión del público (y crítica), como correspondiera a toda obra de arte contemporánea y a lo vídeo de youtube, con un ‘Me Gusta’ o ‘No Me Gusta’. Cualquier otra derivación me parece reiterativa y simple y fútil cliché: que si los personajes no están definidos, que si no hay guión, que si es un corto inflado, que si todo el conjunto es una sobredosis de slow-motion, que si es ridícula y ya con los ‘karaokes’ ni te cuento, que si es una mala copia de Wong Kar-Wai… y así una y otra vez… entre las mismas quejas y lloros.
Que una película sea experimental no la exonera de una crítica, pero utilizar argumentos peyorativos y simplistas sería como etiquetar de «precuela del gotelé» la obra de Vincent van Gogh o calificar de «mierda» una cinta conceptual tras haber visto tres minutos de sus más de cinco horas de metraje. Y que nadie diga que Nicolas Winding Refn es el nuevo niño mimado de la crítica porque en EEUU ha tenido peores reseñas que G.I.Joe: La venganza y al mismo rasero que The Host y After Earth, claras referentes para los Razzies que se entregarán el próximo año. El propio cineasta da la impresión de ser auto-consciente del ajusticiamiento ultra-violento de gran parte del público y crítica y parece reencarnarse bajo la piel de Ryan Gosling, esperando el castigo letal y rápido que le incapacite de por vida para volver a tocar con sus manos una cámara.
Planteémonos aquello que ha querido contar Refn antes de propinarle el primer puñetazo entre ceja y ceja… Revisemos la hemeroteca virtual y pongamos en un buscador ‘nicolas winding refn interview only god forgives’… para que sorprendámonos al escuchar / leer que el director de Drive y Bronson odia la violencia y todo aquello que pueda ‘herir’. La utilización del terror físico es sinónimo de ‘pasión emocional’ para sus personajes y el tema ya es incluso recurrente en su filmografía. De hecho, se podrían enlazar los paralelismos de los instantes más surreales y arrebatados en la cinta que protagonizó Tom Hardy, como colocar ‘Its A Sin’ de los Pet Shop Boys en la fiesta de un psiquiátrico con esas actuaciones de ese policía que haría feliz a Friedrich Nietzsche.
Only God Forgives exorciza al guión y es poseído completamente por la imagen entre la pose, la vanidad y el ego del cine contemporáneo. Se trata de un juego artístico y conceptual para regenerar la típica historia de venganza y lucha como espejismo de una realidad sórdida y violenta, donde niñas pre-adolescentes son violadas e incluso asesinadas en un paraíso turístico internacional. La violencia es gráfica y ultra-estilizada en ese arrebato espiritual en mundo amoral, como columna vertebral de la justicia, donde el pasado y la búsqueda de la redención se ofrece como moneda de cambio a un altísimo precio. La película de Refn me parece focalizada sobre la aceptación del precio del perdón para poner fin a la espiral de crímenes y sinsentidos como herencia de esa familia llamada raza humana, la violencia innata y los instintos primitivos de venganza únicamente pueden ser frenados por ese componente sobrenatural y espiritual que el propio título de la cinta se encarga de recordarnos: Dios o un enviado divino, un ángel exterminador. Es decir, una moraleja en la que no habita la moraleja: el ser humano está condenado a excederse de sus límites morales y ahogarse eternamente sobre su sed de venganza.
El propio autor nos da pistas sobre el personaje que interpreta Kristin Scott Thomas diseñado como un cruce de Lady Macbeth y Donatella Versace y esa propia ambivalencia desata el espíritu de la obra conceptual como film de extremos, de odios y amores, de cielos e infiernos.