Solo ante el Streaking
Sinopsis de la película
Ángel es un profesor universitario que un día recibe una sorpresa: parte de sus alumnos aparecen en clase completamente desnudos y con una careta puesta. Decidido a averiguar quiénes han sido los responsables de tal desacato, se verá envuelto en una vorágine de divertidos acontecimientos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Solo ante el Streaking
- Año: 1975
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
2.8
97 valoraciones en total
El gran Alfredo Landa, antes de hacer cosas verdaderamente importantes, tuvo su época del landismo . Comedias de enredo más bien chusco, señoras imponentes, algún muslo por aquí, la transición de fondo, el españolito acomplejado y bonachón, y cosas así.
Con algunas -realmente la mayoría- pasas un rato distendido, te echas unas risas y comentas hay que ver qué cosas le pasan a este hombre.
Con esta película no. Es demasiado mala.
Algún comentarista dice que se puede morir en cualquier minuto de su visionado.
Tiene razón.
Brutal.
Aunque estemos ante la 31ª peor película de de la Historia del Cine Español para el público, se atreve citando a… ¡Séneca!: «Incierto es el lugar en donde la muerte te espera, espérela, pues, en todo lugar». Parafraseando aquello que ya está parafraseado Solo ante el Streaking quiere ser, efectivamente, la muerte (cerebral) que nos espera: entre ponerse el felpudo… o lucir felpudo hay una sutil diferencia. Los chistes son del tipo «Uno no dice ni mu… porque si dices mu, te ponen cuernos…» para que esperemos a la muerte en todo lugar y es realmente lo bonito de la película de José Luis Sáenz de Heredia: puedes morir de un derrame cerebral tanto en el minuto 1, como en el 48… o como en el 89…
La contradicción capilar y streakinista es pura filosofía, porque aquí hay mucho ‘Golden Gate’ para tanto ‘Váter-Gate’. Un ejemplo es este extenso diálogo, con Landa en bolas ante su alumna, que resume la propuesta:
— ¡NO! ¿Qué hace usted aquí? ¿Por dónde ha entrado? ¡SALGA! Salga por su madre…
— Serénese profesor… No vengo a matarle.
— ¿Por qué ha entrado por ahí?
— Por donde salí. Dejé la puerta abierta y… como le oí hablar…
— Claro, está aquí al lado… Pero ya no podré hacerlo y era lo más importante de mi vida.
— Lo siento profesor. Pero es que me sucede algo horrible…
— ¡QUIETA! Pero, ¿no se ha dado cuenta de cómo estoy?
— Sí, profesor… no está usted mal.
— ¡SALGA!
— No puedo
— ¿Qué no?
— Me va en ello la vida.
— ¿La vida? Pues por lo menos… vuélvase de espaldas y déjeme alcanzar esa toalla.
— Yo se la alcanzo profesor.
— Mira que…
— ¿Puedo apagar la luz?
— Será mucho mejor.
— ¿Dónde está?
— Ahí, junto a la puerta. Bueno, vamos a ver. ¿Qué es lo que la sucede?
— Estoy segura de que me vienen siguiendo.
— ¿Siguiendo? ¿Quién? ¿Su novio?
— Mucho peor.
— ¿Peor? ¿Un terrorista palestino?
— ¡Horrible!
— Hable…
— Ante todo tenga la declaración firmada que le prometido. Me pase lo que me pase… yo cumplo.
— ¿Pero qué le puede pasar? Diga…
— ¿Puede darme algo de beber?
— Sí, mujer… tenga…
— Siento traerle tantas complicaciones.
— Qué le vamos a hacer… La Biblia dice paridad con dolor y, por lo visto, hoy estoy de parto.
El espectador también se pondrá de parto con muchos dolores durante el metraje de Solo ante el Streaking en la que, parafraseando de nuevo a la propia película, se necesita tanta moral como para comerse a kung-fu… Es el testamento cinematográfico de José Luis Sáenz de Heredia y su emparejamiento con el franquismo/falange pudiera ser una de las causas de la laceración y descuartizamiento de la película, pero… no, la película es TODO UN BODRIO. Entre que tenemos alumnos conspiradores, que ya hubiera querido la GESTAPO, y un argumento que parece tan alargado como el parto de una elefanta sobre una premisa inverosímil, ni resulta cómica y el absurdo que plantea su guión es tan ineficaz como reiterativo. Al personaje le da por ser introspectivo y poético para terminar de rematar el pudor del propio espectador: ni drama moralista ni comedia nudista, esto es un BODRIO perpetrado por un oportunista. El propio Sáenz de Heredia escribió el guión, que unificaba el destape con la moda del ‘streaking’ durante mediados de los 70, para generar un producto tan infantil como patético, tan bobalicón como aburrido. El argumento se aplica al propio espectador: el pecado lo sufrirás en tus propias carnes… y ese pecado se llama BODRIO.