Sissi emperatriz
Sinopsis de la película
Tras su boda en Viena, Sissi empieza su nueva vida como Emperatriz de Austria, pero pronto la rigidez del protocolo se convierte para ella en un verdadero problema. Entre ella y Sofia, su suegra, nace un profundo resentimiento que estalla en el cumpleaños de la hija de Sissi: Sofia, apelando a una antigua tradición de la Corte, se opone a que la niña sea criada por su madre. Al final llegan a un acuerdo, por el que Sissi podrá educar a su hija si se compromete a cumplir sus obligaciones cortesanas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sissi, die junge Kaiserin
- Año: 1956
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
Película
5.4
61 valoraciones en total
Si yo hubiese sido alguien tan atormentado, obsesivo, frágil, inquieto, atractivo, apasionado, intelectual y complejo como lo fue la emperatriz Elizabeth de Austria y tuviera la ocasión de ver mi vida reflejada en esta película, una película que me convierte por arte y magia en una especie de Heidi hortera y saltarina cuyas inquietudes vitales no parecen ir mucho más allá que irse a trepar por las montañas austriacas en los momentos de crisis o pelearse con su suegra por ver si la princesa fulanita de tal estaría más propia en la salita amarilla con ribetes dorados o en la azul con lirios perifoliados…si, repito, hubiese sido o conocido a Elizabeth de Austria y me topara de repente con la imbécil de Sissi, lo hubiese considerado un ultraje, histórico, biográfico, íntimo y personal. Ella fue algo muy distinto.
La película en sí es un imperial culebrón, un desfile de amoríos y trapos y palacios que retrata tan sólo en superficie el mundo de la realeza vienesa de la época de Elizabeth, cuya versión fílmica es como una mala mezcla entre Diana de Gales, la dama de rosa y Anton aus Tyrol. Romy Schneider pasea por aquí dos únicos registros -enfurruñada y cursi- y trata de sobrellevar como puede vestidos de más de treinta kilos y peinados complicadísimos que a la auténtica Elizabeth le quedaban regiamente, pero que a ella sólo producen el desafortunado efecto de resaltarle el cabezón. A modo de castigo bíblico, no será nunca recordada por sus trabajos con Zulawski, Sautet o Dassin, sino por este personaje en el que ni siquiera consiguió extraer una mínima fracción de su (demostrado) talento.
Doble vejación, pues, a la memoria de dos mujeres fuera de lo común que curiosamente forjaron al mismo tiempo y en la misma película, el lado más rosa y menos interesante de sus famas.
La película falla, esto es así, falla porque no consigue los efectos deseados de absoluto romanticismo ni, mucho menos, que la figura de Sissí resulte honesta e inocente y sobre todo en los asuntos de Estado.
Nos la presentan como una mujer buena, dulce y tierna, pero pronto se nota que tiene un trasfondo, que tiene una personalidad ambigua, un pelín cínica, siniestra incluso.
Lo gracioso es que ésta no es, desde luego, la intención del guión de la película, pero subliminalmente nos lleva a pensar en ello.
Por ejemplo:
Cuando la condesa, que no traga al reino de Hungría, intenta echar a los húngaros de una fiesta, Sissí interviene para que no se marchen invitando a bailar al delegado de la comisión. Lo hace por bondad y por amor a su marido que buscaba la alianza con los húngaros.
El caso es que uno no puede dejar de sospechar que la tía quería fastidiar a su suegra a toda costa. Da la impresión absoluta que se enfrenta a la condesa Sofía, su suegra, tantas veces como la apetece. Siempre con inteligencia y haciéndose la pobrecita. El hecho que la condesa pueda ser una jodida bruja y una arpía, no influye en el comentario, al revés, la inocentona Sissí era una tía de cuidado, eso es lo que parece. Aunque la peli no lo quiera decir.
Además, no es muy correcto que Sissí esté dispuesta a abandonar el hogar y dejar a su hija en manos de la suegra, aunque diga que lo haga por su marido. Nadie se desentiende de una hija así por así, tan fácilmente. ¿No sería en realidad una medida de presión para obligar al marido a intervenir en contra de su madre? Acto deleznable poniendo a una niña como arma.
También da qué pensar la expedición vacacional a la montaña de la pareja protagonista con su séquito. Tiene cierto aire de reportaje vendido para la revista Hola, con esas estampas tirolesas y la flor de Edelweiss por medio y esa alegría tan de escaparate. En la realidad, a esta mujer le gustó viajar y vivir con excentricidades. Con que menos finura y hablemos claro: se trata de sexo excitante a escondidas en ese refugio de la montaña.
Por lo visto, la figura de Sissí no fue tan atractiva como aquí nos quieren hacer creer, aunque es verdad que con Romy Schneider tampoco lo parece mucho, es una mujer sin mucho nervio y prácticamente sin curvas, con un rostro un poco soso, me atrevo a decir.
El Emperador Francisco diría que es un ser de carácter endeble según aparece en la película.
Pero bueno, esto son pareceres, lo sustancial de esta peli, a quien interese, es el perfil histórico, los uniformes, los vestidos de novia, los bailes en los salones inmensos llenos de exquisitez y toda la parafernalia que compone un mundo de lujo superior, el del Imperio Austro-Húngaro que estaba por llegar y que terminaría con el fin de la IGM.
Aunque con otros nombres, siempre lo tendremos perfectamente ilustrado en el álbum de El cetro de Ottokar, pero esto es otra historia.
Sigue el cuento de hadas que nunca vivió la verdadera Isabel de Baviera.
Destacables puesta en escena y vestuario, así como la complicada labor de peluquería, en un romance en el que el Y vivieron felices y comieron perdices es esquivo incluso para una emperatriz, aunque sea tan bella como Romy.
Ideal para la sección alcanforada que debe tener cualquier videoteca que se precie.
Sissi de 1955 era un cuento rosa y romanticón clasico de princesitas tipo Disney en versión carne y hueso muy bien ejecutado y efectivo, era un film con reconocido encanto y tirón. Su éxito no era de extrañar y, al igual que cintas como Blancanieves , La Cenicienta , etc Sissi , nos ofrecía un relato apto para el disfrute de todos los públicos, ligero y corto, con puntos de humor divertidos, una tensión romántica evidente entre sus dos protagonistas, unas actuaciones cautivadoras y una ambientación ensoñadora. Pues bien, ya saben lo que sucede cuando Disney nos ofrece continuaciones como La Cenicienta 2 , etc ¿verdad?: que esas cintas son un fracaso con nula calidad y una audiencia casi inexistente (exceptuando un reducto de niñas de 4 años). Y es que esos relatos de princesitas tan fantasiosos, perfectos e irreales, deben acabar cuando deben acabar porque detrás de ellos y en su fondo hay la nada más absoluta.
En Sissi Emperatriz sucede lo mismo que en esas continuaciones de princesitas: que su interés se va diluyendo. La ilusión por el descubrimiento de un amor nuevo ya no existe, la tensión romántica entre los protagonistas desaparece (a pesar de tener mucha química entre ellos) y se convierte en un matrimonio de una cursileria pastelosa al máximo, insoportable y a veces de vergüenza ajena. La cinta ahora nos habla de los primeros años de Sissi como emperatriz de Austria y las dos tramas en las que se agarra el film (la influencia que tuvo para que ella y el emperador fueran coronados reyes de Hungría, y la tirantez de Sissi con su suegra respecto a quien de las dos debe educar al primer retoño de Sissi) son tratadas con la mayor simplicidad y nulo realismo, ambas tramas quedan en la anécdota que de vez en cuando se mencionan durante el metraje. En su lugar Sissi Emperatriz se centra en la ya empalagosa relacción entre Sissi y su marido el emperador. Ante el panorama de su predecesora, sabes que te espera una historia rosa de este calibre, pero lo de Sissi Emperatriz es ya excesivo y empieza a no entenderse como prentenden hacer una cinta romántica bucólica sin material digno para ello en su guión. Al final ninguna trama logra el interés y se hace aburrida por momentos (cosa que no sucedía en la primera entrega), y bien se podría haber cambiado su tono simplón con acontecimientos infantiloides por algo más serio y trabajado. Además la cinta apenas tiene humor eficaz (cosa que sí tuvo su predecesora).
Aun así la cinta tiene cualidades interesantes que la harán bastante soportable y por las que seguirá encandilando: Su magnífico vestuario, su ambientación palaciega, su música y, sobre todo, las excelentes presencias actorales volviendo a destacar con luz propia R. Schnieder, Böhm, M. Schneider y Degischer (estas dos últimas desaprovechadas y con menos minutos de los esperados).
Lo peor: Momentos demasiado emparagosos entre Sissi y el emperador. Que ya no tiene apenas humor.
Lo mejor: El vestuarios. Los actores…
Cursi película incluso para su género con la que hasta la propia Romy Schneider fliparía al pasar los años. Película ideal para todos los amantes de esta historia, a mi de pequeña me encantaban, pero cuando fue pasando el tiempo y comprendí que la auténtica Sissi estaba como una cabra, que odiaba a su marido y que aunque ella se empeñase en ser una top-model era una tía normalucha alta y delgada con una cara como la de cualquiera y no tan espectacular Gisele Bundchen, se me cayó el mito abajo. Ni Francisco era Karlheinz Bóhm ni ella una adorable princesita amante de los animalitos y las albóndigas, sino un personaje infeliz y amargado y con una gran cultura no como esta Heidi cateta. Con lo que el presupuesto general valió en esta trilogía en la que tan sólo destaca el vestuario y el maravilloso colorín, podían haber hecho la auténtica historia, no una ñoñez que para su desgracia roza lo grotesco, no se sabe si aquí aparece una emperatriz o una Heidi. Los emperadores son unos pin y pon que no son creíbles ni para un cuento de hadas. Por favor.