Singularidades de una chica rubia
Sinopsis de la película
De camino al Algarve, un hombre decide contarle a una compañera de viaje el amor más grande y más trágico de su vida. Trabaja como contable para su tío en Lisboa. Desde el balconcito de su oficina puede ver la ventana de la casa enfrente, donde vive una chica joven a la que le gusta pararse frente a la ventana refrescándose con un abanico chino. Él se enamora de ella a primera vista, pero su tío no aprueba sus sentimientos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Singularidades de uma rapariga loira aka
- Año: 2009
- Duración: 61
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Opinión de la crítica
Película
5.9
60 valoraciones en total
Para los que hemos veraneado en Portugal cerca de Nazaret, nos hemos emocionado viendo el cuartel de Caldas da Rainha desde donde surgió la canción Grândola, villa morena, tierra de fraternidad, o hemos leído O primo Basilio de Eça de Queiros, la película de Oliveira nos traslada a Portugal de forma irremediable. En los salones del notario mientras Macario no pierde el ojo a la mujer rubia, un poeta recita el canto 32 de Alberto Caeiro. Pessoa en estado puro:
Ontem à tarde um homem das cidades
Falava à porta da estalagen.
Falava comigo tambén.
Falava da justiça e da luta para haver justiça
E dos operários que sofrem,
E do trabalho constante, e dos que têm fome
E dos ricos, que só têm costas para isso.
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Manoel de Oliveira estuvo en el mundo durante más de 100 años. Su camino abarcó la práctica totalidad de la historia cinematográfica. Esa antinatural longevidad es un dato del que no sólo cuesta abstraerse al acercarse a sus obras, sino que ayuda a explicar, y explica, su libertad formal. Un hombre centenario, y que sigue creando, ha de ser forzosamente audaz.
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La piedra angular de su Cine: la palabra.
Para Oliveira, tan importante como la imagen. El pálpito de la música, de la imagen, a menudo son inefables. La palabra, en cambio, es la expresión principal del raciocinio. La emoción, mediante el filtro de la palabra, es intelectualizada. De su propia boca: Cuando una persona está muy emocionada, se cierra a la razón. Yo creo que en las antiguas tragedias griegas, que todavía están en lo más alto de la expresión artística, se limitaba la emoción para que siempre prevaleciera la razón . Oliveira extrae el subtexto que alberga toda imagen. Su pretensión es que, así, sus películas sean, ante todo, pensadas.
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Singularidades de una chica rubia, tiene mucho del cuento, en su proverbial esquema. Formalmente, Oliveira se apoya en el plano fijo, el montaje ordenado (enfatizando la cualidad estructural, teatral y literaria de sus relatos), en la economía estética: escenarios espartanos y personajes no sé si hieráticos pero sí de semblante casi siempre adusto (no pretende la depuración extrema de Robert Bresson, pero habla en esos términos).
Y la historia en sí, plagada de los ingredientes del relato romántico. El propio protagonista narrando su desdicha, en forma de lamento melancólico, al desconocido que, por su condición de extraño, pensamos que emitirá el más justo de los juicios sobre lo que nos ocurre. La idea de prendarse de la mujer asomada al balcón es de un feliz y desnudo exaltamiento de lo platónico. La arquetipo del enamorado que no puede ofrecerle a su amada más de 3 monedas en el bolsillo. La figura del familiar benefactor.
[Hallazgo visual] Oliveira muestra el paso del día a la noche, abrupto, en varios escenarios. Ante el arrebatado anhelo de poder amar con plenitud, los días se vuelven inquietamente lentos, creemos que sólo una brevedad nos separa de ello.
Gracias.
Como un divertimento hay que tomar las últimas historias llevadas a la gran pantalla por el ya centenario director portugués Manoel de Oliveira. Singularidades de una chica rubia es una historia de amor imposible tiznada de drama y de tormento y de estilo hierático (mucho plano secuencia o planos alargados). Por qué decir, entonces, divertimento. Oliveira, a sus años, pasa de formalidades, pero no de hacer películas que requieran del espectador un esfuerzo extra. Aunque Singularidades tenga una extensión apenas superior a la hora para contarnos un sujeto-verbo-predicado con alguna que otra licencia narrativa con cierto sabor cascarrabias.
Un joven le cuenta a su acompañante anónima y femenina de autocar el cómo fue la historia de su amor imposible por una chica rubia a la que conoció desde la ventana contraria de su oficina. Impedimentos familiares y profesionales interrumpirán su anhelo por dar futuro a su relación con la chica. La chica rubia.
La película está basada en un cuento del escritor portugués Eça de Queirós, una de las cumbres literarias del país luso. Oliveira ha trasladado y adaptado el relato a la época actual y el resultado es una película pequeña por longitud y por planteamientos. Estilo sobrio, austero, simple, estático. Singularidades de una chica rubia avanza sin prisas, poniendo el acento en las actitudes a menudo impasibles de los personajes, que parecen sacados por su actitud interpretativa de algún teatro experimental de vanguardia (más de una vez ni se miran a la cara cuando entre dos mantienen un diálogo. ¿Dreyer?).
Cine contemplativo, el de Oliveira en general y el de esta película, que carga a muchos pero que también tiene seguidores. El final puede pillar desprevenido a más de uno si no ha seguido con interés la historia, un final en el que sí tienes que pensar para saber lo que ha pensado el chico respecto a la chica. Planteamientos que chocan si pensamos en cine convencional, por lo que es mejor ir prevenido a una película Oliveira.
Es posible rodar historias de una hora, no es obligatorio tener que estar tres horas delante de la pantalla. Singularidades de un hombre que rebasa ya de los 100 años y que con películas cortas prosigue muy a su bola una carrera que sigue dando muestras de que tiene ganas de seguir dando guerra.
Es curioso como Oliveira, película tras película, sigue echando mano de los mismos recursos (a veces chocantes) que le sirven a la vez como rúbrica y como elemento de continuidad. Conversaciones en las que los interlocutores apenas se miran, planos fijos o descentrados, personajes reales interviniendo en la ficción… Pero ese es su lenguaje, y parece enfatizarlo con el tiempo.
Singularidades de una chica rubia es una película de continuidad en su filmografía, un nuevo punto de referencia para quienes no lo conocían. En ella presenta el retrato de un conflicto social y amoroso en un contexto muy bien acotado.
Es muy probable que quien vea este largometraje sienta un interés súbito por conocer la extensa obra del célebre director portugués. Recomendable hasta decir basta.
Resulta entrañable y casi conmovedor contemplar que un cineasta supere el siglo de existencia y siga, año tras año, haciendo películas por amor al séptimo arte. Es el caso del portugués Manoel de OLiveira cuya fuerza interior y un entusiasmo juvenil, le permite seguir dejáandonos en la retina pequeñas joyas de un estilo de cine lógicamente anticuado. Pero ahí reside su virtud: en ese pulso narrativo tranquilo y pausado, en su incuestionable sentido estético y en la recreación de unas atmósferas poéticas y decadentes como las de Proust o Azorín.
En estas singularidades de una chica rubia no busquen ritmos vertiginosos, ni travellings modernísimos ni estructuras complejas. Sólo hay una historia basada en un cuento de Eca de Queiroz protagonizada por unos personajes chapados a la antigua, y el tiempo condensado entre las calles eternas de Lisboa.Sólo cine a la antigua usanza.