Sin retorno
Sinopsis de la película
Mau y Chespi, dos amigos de toda la vida, se encuentran frente al mar en un momento crítico de sus vidas. Un evento inesperado les regala la oportunidad que tanto esperaban, tenerlo todo de la noche a la mañana. En menos de 24 horas, Mau y Chespi inician un viaje sin ruta, pero también sin retorno, al encontrarse ochocientos mil dólares y tener el poder de acceder a lo imposible. Sin embargo, no todo es tan maravilloso, ya que el jugoso botín no es sino el pago por un cargamento que nunca llega a su destino.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sin retorno
- Año: 2009
- Duración: 96
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Cuando, por vagancia o por premeditación, elegimos un policial…pues esperamos ciertas constantes, ciertas leyes, digamos, inquebrantables. Sin retorno las respeta a la vez que innova (las historias cruzadas) una estructura no tan común para el género. Pero lo que desconcierta no pasa por esas formalidades, sino por una decisión inusual del director para ambientar la trama.
Policial negro o no, uno ya se ha acostumbrado a los contextos ríspidos, a las relaciones ásperas/típicas y de baja calaña que más o menos redondean el género. Y Sin retorno posee algo de eso, algo de necesaria suciedad y de bajos instintos. Hay balas, putas, agresiones varias y amenazas para tirar al techo. Pero hay algo más del todo inesperado: los modismos, los modales, las reflexiones filosóficas hasta en la sopa fría. No son sucios y perrunos personajes, parecen catedráticos, licenciados salidos de Harvard que curiosamente se entregaron a la mala vida. En medio de la muerte y el caos se toman su tiempo para barajar de nuevo y contradecir a Niestzche, para repensar sus vidas en plena vorágine cual elevados espiritistas (lo llamativo es que reflexionan para luego abofetear a una mujer atada, o para matar a alguien, o para seguir distribuyendo la merca).
Ahí sí, Sin retorno se las trae. Y resulta curiosa, y no del todo verosímil. Cuando te dejaste llevar por los pensamientos de salón hasta puedes tomarle el gusto. Pero todo conduce a Roma: el colectivo de la filosofía barrial siempre tiene su terminal en la balacera, en el caso cerrado.
Es verdad, como dijo uno de los protas: ¡que viaje! Todavía estoy viajando.