Selma
Sinopsis de la película
Esta crónica sobre la lucha del político y activista Dr. Martin Luther King Jr. (David Oyelowo) en defensa de los derechos civiles se centra en la marcha desde Selma a Montgomery, Alabama, en 1965, que llevó al presidente Lyndon B. Johnson (Tom Wilkinson) a aprobar la ley sobre el derecho al voto de los ciudadanos negros.
Detalles de la película
- Titulo Original: Selma
- Año: 2014
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
Película
6.6
65 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Alessandro Nivola
- André Holland
- Carmen Ejogo
- Colman Domingo
- Common
- Cuba Gooding Jr.
- David Oyelowo
- Dylan Baker
- Giovanni Ribisi
- Henry G. Sanders
- Jeremy Strong
- Lakeith Stanfield
- Lorraine Toussaint
- Martin Sheen
- Omar Dorsey
- Oprah Winfrey
- Ruben Santiago-Hudson
- Stephan James
- Stephen Root
- Tessa Thompson
- Tim Roth
- Tom Wilkinson
- Wendell Pierce
La conexión histórica entre los sucesos que narra la película y las recientes protestas en Estados Unidos es el principal atractivo de una película que gira en torno a la figura de Martin Luther King. Sin necesidad de abarcar toda su vida, la directora Ava DuVernay consigue hacer un certero retrato de su figura a través de un único pasaje de su vida, no tanto en lo personal como en lo profesional, representándolo como un gran estratega político, y reforzado además por la intachable interpretación de David Oyelowo. Sin embargo, a Selma le resultará difícil encontrar a su público fuera de Estados Unidos o enganchar a quien no esté especialmente interesado por el tema en cuestión, porque más allá de recrear unos sucesos históricos de forma impoluta, es incapaz de transmitir la urgencia, el nervio o la emoción de los momentos críticos, abordados desde el mismo enfoque que se ha utilizado para todas las películas sobre problemas raciales. Sí, 12 años de esclavitud era más efectista, pero también mucho más efectiva.
Uno de los grandes motivos por los que Selma no llega adonde tiene que llegar es su obsesión por los discursos. Pierdo la cuenta de los discursos que da Luther King durante las dos horas de la película y resoplo cada vez que sus compañeros se suman al carro y recitan exaltados monólogos, unos compañeros a los que, por cierto, no se les define tan bien en la película como para que nos interesemos por ellos cuando en el desenlace aparecen las explicaciones sobre qué fue de ellos después. El presidente Johnson (Tom Wilkinson) y el gobernador de Alabama (Tim Roth) son retratados como los opresores blancos malvados, sin apenas matices, y para ser una película dirigida por una mujer, el sector femenino está reducido casi al mínimo: Coretta Scott King (Carmen Ejogo) queda representada como una esposa celosa y apocada, la luchadora por los derechos civiles Diane Nash se limita a ser una figurante con dos o tres líneas (desaprovechando así a Tessa Thompson, una joven actriz en alza) y Oprah Winfrey se reserva un anecdótico papel de mujer apaleada para involucrarse más en su labor como productora. En definitiva, Martin Luther King es el único que sale bien parado en esta película de muy buenas intenciones pero resultados infructuosos.
Inevitablemente Selma parte con el handicap de que el respetable la va a comparar con 12 años de esclavitud , tanto por la candidatura a la estatuilla como por tratar, cada una en su contexto, un tema tan nauseabundo como el racismo. Y ya que el año pasado la de Steve McQueen se llevó el gato al agua, el film sobre Mr. King y las marchas en pro de los derechos civiles deberá conformarse con su meritoria nominación y la propaganda que ello conlleva, que tampoco es moco de pavo ni mucho menos. Al fin y al cabo, y esto es cosecha propia del huerto de mis preferencias, la película que nos ocupa se encuentra a un escalón de El Gran Hotel Budapest , Birdman o Whiplash , no por adolecer de taras notables, que apenas las hay, sino porque aquéllas son -muchísimas gracias a la madre que parió a los que las rodaron- sencillamente enormes.
No amigos, no estamos ante una película más sobre el repugnante problema del racismo: es un canto a la esperanza, una motivación para luchar sin flaquear, una muestra de que en nuestra mano está combatir las injusticias, y entre otras muchas cosas más, una clara lección de solidaridad -que buena falta nos hace-. Como suele ser reseñable en este tipo de producciones las interpretaciones rozan lo memorable, meritoria mención especial a Oyelowo, y a buen seguro el carismático líder negro estaría muy orgulloso del gran trabajo de la señora Ava DuVernay, quien relata con garra y precisión un extracto de su corta existencia, dedicada prácticamente por entero a intentar que la vida de su pueblo fuera lo más justa y digna posible.
Bienvenidas sean todas las obras que no exentas de calidad nos hablen de personas imprescindibles como en este caso lo fue el maestro Luther King, héroes cuyo legado es imperecedero e impagable. Por favor, señores cineastas estadounidenses, sé que están leyendo atentamente mis palabras, faltaría más, así que les insto a rescatar más a menudo del baúl de los recuerdos a los grandiosos y verdaderos héroes que nos ha brindado la historia, les apremio a que dediquen más empeño y pasta en proyectos relacionados con ellos y dejen algo más de lado esos artificiales héroes de calzones, capa y antifaz. Como de todos es sabido, lo poco agrada y lo mucho cansa, y ustedes se están volviendo tanto o más cansinos que millonarios, que ya es decir.
Muchas gracias.
NO SOY NEGRO, SOY HOMBRE
-Martin Luther King-
Selma, dirigida por Ava DuVernay, retrata de forma concreta uno de los episodios más conocidos de la lucha del activista afroamericano Martin Luther King , la marcha de Selma a Montgomery, en el Estado de Alabama, para asegurar el derecho al voto de los negros en los estados del sur.
La película empieza con un doctor King (muy bien encarnado por David Oyelowo), ya archiconocido y ganador del Nobel de la Paz, que intenta seguir luchando, cada vez más agotado, por una cruzada que parece no acabar nunca.
Aunque la película se centra, sobre todo, en retratar fielmente los hechos ocurridos (registrados por el FBI) también se adentra en las dudas del líder y su debilitado, por años de lucha, estado personal y familiar.
Selma es, ante todo, una película que sigue la estela del siempre necesario mensaje de reivindicación afroamericana. Producida, entre otros, por Brad Pitt al igual que la muy superior 12 años de esclavitud, Selma nunca consigue ser más de lo cuenta, encontrando sus únicos puntos de interés dramático en las brutales represiones policiales contra las marchas pacíficas de sus cuidadanos.
El retrato de su líder y de las relaciones de alto nivel político, pese al intento de profundidad parecen extenderse en superficie y nunca conseguir adentrarse en los verdaderos recovecos de los personajes dejando a un lado lo ya conocido o esperado.
Así mismo, salvo en las indignantes por reales (que no por filmadas), escenas de represión racial, la película transcurre con poco interés salvo el de los hechos reales en los que se basa, los cuales no consigue acentuar.
Sin duda, una película, que a pesar de estar correctamente interpretada y estar realizada con buenas intenciones se diluye dentro del montón de películas, con similar mensaje, como una de las propuestas más indiferentes para el público europeo de los últimos años.
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18(20/01/15) Necesario, inteligente y buen film de la realizadora afroamericana Ava DuVernay, relato combativo que relata los hechos acaecidos en Alabama a mediados de los 60, a pesar de que las leyes federales garantizaban todos pudieran votar, este estado ponía infinitos obstáculos para que la gente de color pudiera ejercer el sufragio. Esta justa causa es defendida por la mítica figura del Dr. Martin Luther King, que tras recibir el Nobel de la Paz encontraba aún le quedaba mucho trabajo por hacer en cuestión de Derechos Civiles. La cinta se apoya en meritorio guión que al igual que hiciera Spielberg dos años atrás, Lincoln, no intenta realizar un biopic recogiendo toda la trayectoria vital del protagonista, esto podría haber dispersado y banalizado algunos hechos, aquí el foco se pone sobre una de sus grandes victorias como la de Lincoln, haciendo un fresco sobre la época, en la que se procura humanizar a esta cuasi-deidad, con sus dudas, frustraciones, maquinaciones políticas, estrategias, negociaciones y su complicada relación conyugal, pero para construir el collage la directora da alma a muchos secundarios, haciendo de este modo más solida la narración, al ser estos pilares que robustizan al protagonista al ver todos por la gente normal que combate King. Esto apoyado en un elenco actoral formidable, siendo un coloso Daniel Oyelowo en su estremeced ora encarnación de este Icono del SXX.
La directora Ava DuVernay de 42 años es una ex-publicista que ha trabajado con Spielberg y Clint Eastwood, primera mujer afroamericana en obtener el Premio Sundance a la dirección. Traslada con notable pericia el guión de Paul Webb a la pantalla, con recursos bien manejados como imágenes de archivo, slows, o una ambientación espléndida, encuadrado todo en un estimable ejercicio de valor educativo, ello en un prisma coral, con desengrasantes dosis de humor, aunque en el centro está el Dr. King, el relato intenta no caer en la hagiografía, como hizo Spielberg en su ya mencionado Lincoln, nos presenta a un protagonista poliédrico, con sus debilidades, miedos, frustraciones, discusiones maritales, discusiones de estrategias, tipo con sus muchas virtudes y algunos defectos, para decirnos como era el Dr. King la directora no recurre a cubrir toda su vida, lo macro lo deja en lo micro, y de este modo no queda disperso el contenido entre un océano de set-pieces, a través de un hecho histórico que transcurre en unos 3 meses su personalidad nos llega nítida. Además el perspicaz guión da tiempo a exponer el caracter de las gentes que trabajaron con él, así como de personas comunes que con su pequeños actos consiguieron grandes reacciones.
Tremendo film humanista, se desgranan los entresijos que hay tras una lucha justa, el maquiavélico teatro de la política, los enfrentamientos donde todos buscan lo mismo pero por vías distintas, para ello queda muy bien la pequeña aparición de Malcolm X (buen Nigel Thatch) donde viene a decir que en este contexto él es el poli malo y el Dr. King el poli bueno. Se tocan temas tan universales como la integridad personal, el racismo, la intolerancia a las ideas de otros, la valentía, los nebulosos intereses políticos y sobre todo la Justicia Social. Apasionante radiografía sobre un tiempo y lugar donde los sentimientos encontrados ardían, de hecho se menciona la guerra de Vietnam como argumento de las injusticias en USA, dice el gobierno estar defendiendo la libertad a miles de kilómetros, pero no es capaz de salvaguardarlos en sus fronteras. Mucho de lo que vemos evoluciona como un tablero de ajedrez, en que cada cual juega sus bazas, donde muchas cosas se cocían tras puertas cerradas, con desaforadas negociaciones entre el Dr. King y el presidente, con presiones desde todos los bandos. La cinta está surtida de diálogos inteligentes, creando situaciones que fluyen con naturalidad, todo en un crescendo dramático punzante, en que empatizas claramente con la causa justa, transmitiendo en su metraje la desazón y angustia de los negros. Se hace todo desde una vertiente laica, aunque veamos en la Iglesia bastante al Dr. King bañado por la luz de brillantes vidrieras como si el elegido fuera, pero nunca se hace mención a ideales teológicos, no se acude a la religión para apoyar su causa, ni en la intimidad ni en sus poderosos discursos, esto se agradece pues podría caer en el panfleto.
La puesta en escena es uno de su grandes cimientos, con una formidable dirección artística de Kim Jennings (Viaje Darjeeling), rodando en los bellos parajes naturales donde sucedieron los hechos, con una sugestiva fotografía de Bradford Young (El año más violento), cubriendo de tonos ocres y sepias Alabama, evocando a imágenes antiguas que tenemos en mente del Sur de USA, enfatizar y removernos las tripas está el estupendo montaje de Spencer Averick. Asimismo es apreciable la música del debutante en cine Jason Moran de resonancias góspel, a lo que se añaden varias canciones-protestas, o el tema Glory que se oye en los créditos finales, nominado al Oscar y ganadora del Globo de Oro, compuesto por John Legend y Common (interpreta James Bevel), un trémulo himno protesta.
Daniel Oyelowo realiza una actuación sobresaliente, si mimetiza con el Dr. King, le aporta matices, tonos grises, remordimientos, y sobre todo carisma, Impresionante en su discurso final enfrente del Capitolio de Montgomery, enardece, solivianta y estremece, así como en sus interacciones con otros personajes, sabe emitir introspección, humanidad, grietas, inteligencia, pragmatismo, tormento, angustia, Majestuosidad, con unos penetrantes ojos marrones, con un lenguaje corporal muy expresivo que transpira el peso de la responsabilidad, sin caer en la sobreactuación, con una voz que suave pero osada, demostrando gran personalidad ante Tom Wilkinson, o radiante en la discusión marital… (continua en spoiler)
La hagiografía es un género peligroso y difícil y produce incomodidad cuando la falta de matices y puntos de vista divergentes convierten en indigesto lo que se propone encumbrar – y quizás el máximo elogio que se puede hacer de esta cinta es que sortea los abismos y riesgos de este género tan empalagoso como temible, tan indigesto como lleno escollos. Estamos ante un retazo de la historia norteamericana reciente, una de sus páginas más turbias, enfangadas e incomprensibles: la lucha por la mayoría de edad – por la veraz y plena emancipación – del sojuzgado pueblo afroamericano, que llevaba siglos padeciendo la sistemática marginación y al que se le negaba el indispensable ejercicio de la mayoría de sus derechos civiles, tanto por la apatía, maldad, y sinrazón de unos políticos prejuiciosos y zoquetes, como por la connivencia culposa y pacata de sus compatriotas caucásicos.
Nos parece que fue hace una eternidad, pero apenas ha pasado medio siglo desde entonces. Y, sin embargo, mucho se ha avanzado desde entonces por lo que ciertas actitudes abierta y notoriamente racistas casi nos parecen una reliquia de la maldad, vileza, obcecación e iniquidad de ciertos seres humanos que creen tener más valor que sus semejantes, sólo por la arbitraria rifa del color de la piel que les ha tocado. Por eso viene bien mirar atrás con una mirada cálida, envolvente e integradora para no olvidar de dónde venimos y las dificultades que se han tenido que sortear para llegar más libres y esperanzados hasta nuestros días.
Porque muchos han caído por el camino – algunos recordados, otros anónimos – pero todos indispensables para llevar a cabo la travesía del desierto y poner en marcha un mundo distinto, más justo, más consciente de que somos todos iguales en derechos, obligaciones, deberes y responsabilidades por pertenecer al género humano. Sin limitación alguna por etnia, credo, ideas, creencias, opiniones, orientación sexual, raza, color de la piel, educación, poder adquisitivo ni zarandajas varias y fijaciones mudables.
Estamos ante una película llena de buenas intenciones, con muy buenas interpretaciones de todo el elenco, con una recreación de época primorosa y envolvente que nos acerca a una época fascinante y agitada, con un encomiable chute de esperanza y fe en la capacidad de la sociedad en reformarse para mejorar, donde la solidaridad y el altruismo pueden costarnos la vida pero también crear un mundo más justo y habitable. No ofrece nada nuevo, pero nos recuerda con acierto que todos somos responsables de las injusticias que nos rodean, aunque sólo sea por omisión. Amén.