Satán nunca duerme (Satanás nunca duerme)
Sinopsis de la película
El padre OBanion (William Holden) viaja a China, acompañado por una joven nativa, para sustituir al padre Bovard (Clifton Webb), un sacerdote que se ha hecho demasiado mayor para encargarse de la misión. Pero la presión de los comunistas complicará la situación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Satan Never Sleepsaka
- Año: 1962
- Duración: 125
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Opinión de la crítica
Película
5.9
63 valoraciones en total
He pasado un buen rato devanándome los sesos sobre si convenía redactar esta crítica en uno de mis descubrimientos recientes más celebrados (EL CíRCULO DEL PODER), o en esta otra cinta que acabo de desenterrar y que de pequeño consiguió causar un gran impacto en mí cuando le vi por la tele. Aquélla ha sido valorada por unos quinientos usuarios (poquísimos, para la obra maestra que es) y comentada por una docena. Las puntuaciones de SATANáS NUNCA DUERME no llegan ni a cien, y tan sólo dos filmafiniteros la han criticado… y no muy bien. Por eso me he acabado decidiendo por este semi-desconocido largometraje de los años 60, enmarcado claramente en los muchos films hollywoodienses de la época de propaganda anti-comunista. Propaganda, y este es el punto que más voy a desarrollar en mi comentario, a mis ojos absolutamente simpática, bienvenida y justificada.
Veamos, desde que el camarada Yákov Yurovski diera orden de coser a balazos y bayonetazos a una niña de 17 (una tal Anastasia Romanova) y a toda su familia, hasta nuestros mismos días, la bandera roja del comunismo totalitario ha sembrado bien los campos del mundo entero de muerte, miseria, tiranía y terror. Cierto es que en la cuna de este siniestro fenómeno, Rusia, se libraron al fin de su maldad hace aproximadamente un cuarto de siglo. Pero en diversos lugares, aún prevalecen los enloquecidos métodos que tanto han distinguido a los regímenes revolucionarios de la historia, y en la era de las telecomunicaciones y de la información, ya resulta difícil no verlo como lo que es.
Y digo esto, porque países occidentales en donde no se ha sufrido la barbarie comunista (o sólo tangencialmente, como en España) sí que se han padecido movimientos y modas de simpatías marxistas, o maoístas, o incluso estalinistas. Sí, en diversas partes del mundo, y esto incluye al propio Hollywood, como muy bien han parodiado los Coen en su último estreno ¡AVE, CéSAR!, ponerse de parte de los libertadores rojos y brindar con champán francés a su salud, se ve que era seña de gran humanidad, conciencia social, y sentimientos elevados. O lo que era lo mismo: no hacerlo era síntoma de ser un retrógrado, un dictador, un defensor de los privilegios y un facha.
Esto no ha cambiado mucho. El Facebook y demás redes siguen bien nutridas de reseñas y comentarios buenistas que todavía (¡todavía!) continúan utilizando terminologías como lucha de clases, proletariado y mandangas diversas. Y yo conozco en persona a los niñatos y niñatas uuuuuuuuuuuuultra-burgueses que las profieren, y me hago preguntas.
Me planteo sobre todo las dos cualidades que más me inquietan de esta historia: su demencial afán expansionista, y su inmortalidad. No se conforman con arreglar (a tiros, a palos y a pobreza) los problemas de su país, sino que tienen la necesidad de imponer -no influir, imponer- en todos los sitios del mundo su brutal forma de vida.
Y lo de la inmortalidad lo digo porque es una ideología que jamás muere, y jamás morirá (si Satanás nunca duerme será por algo, ¿no?). Da igual que sigan desenterrando sus incontables fechorías, o retratando las que actualmente cometen. Y duran, y duran… Je, acabo de imaginarme un conejito colorado con cara de cabreo, que en vez de tambor lleva un AK, y una bandera con la hoz y el martillo XD
Y veo películas maravillosas como EL CíRCULO DEL PODER, ADIóS A MI CONCUBINA, KATYN y, en efecto, SATáN NUNCA DUERME. A este último ejemplo yo le atribuyo más mérito si cabe que a los demás, pues no ha sido realizada después de comprobar las consecuencias de los inenarrables crímenes revolucionarios, sino DURANTE. En 1962, el más rancio Maoísmo hacía de las suyas en la República del Pueblo (entre las más terribles, matar de hambre al susodicho pueblo), y al contrario que ahora, por aquella época grandes artistas sí que se atrevían a alzar su voz contra la atrocidad, a pesar de la presión y desprecio de los mencionados maófilos o marxófilos o lo que fueran. Leo McCarey (TÚ Y YO, SOPA DE GANSO) firma el guión y la dirección de esta su última película, una visión ingenua, entrañable y hasta en cierta manera roussoniana del pueblo chino y de la labor misionera. Básicamente, la película viene a contar que las personas, débiles y manipulables por naturaleza, pueden dejarse embaucar fácilmente por ideas y tácticas agresivas y demagógicas, pero que la creencia en los valores clásicos, y más concretamente en el poder de Cristo (y en el amor, por supuesto), nos pueden ayudar a ver la auténtica luz y a perdonar los errores ajenos y propios.
Es una filmación agradable, hermosa, y también dura, donde el romance, los conflictos de fe, la amistad y el compañerismo, el crimen e incluso el martirio se dan cita auspiciados por unos actores excelentes, y un guión extraordinario. Si hace apología de la Iglesia y sus preceptos, pues sí, y con todo el derecho. Nunca olvidar, por favor, que aquella hoz y aquel martillo fueron particularmente sañudos con la religión, una religión y unos religiosos que no habían hecho otra cosa que entregar sus vidas a la caridad y a la ayuda de los necesitados, muy bien reflejado en la película, por cierto.
¿Veremos alguna vez una producción cubana ACTUAL sobre los amigos Castro y compañía? ¿O una coreana sobre el gordito de negro que amenaza con masacrarnos a todos con un misil nuclear? Va a ser que no. No hay huevos. Aquí… nazis, nazis y más nazis (¡Dios, el otro día vi la española EL JUGADOR DE AJEDREZ, qué puta basura, de verdad!), y entre nazis y nazis, el colmo de la necedad: el capitalismo es muy malo. Arre Pepi.
Película sobre los esfuerzos de un sacerdote católico en una misión china de 1947 por respetar su voto de castidad y el celibato, con la revolución como telón de fondo.
Notable guión donde se entremezclan con gran oficio temas como la fe, el sentido de la evangelización, el cristiano amor por los más pobres, el celibato sacerdotal, la barbarie comunista contra los más elementales derechos humanos, las consecuencias de abrazar la apostasía y los beneficios de aceptar el martirio.
No fue muy afortunada la despedida del cine del director, Leo McCarey, pues, <>, resulta penosamente desentonada en su pretensión de empañar a la Revolución China, queriendo anteponer a un héroe que dio de comer a 600 millones de personas, una misión religiosa que, además de entrometida en una cultura muy ajena, tenía como principal objetivo ganar adeptos contra el comunismo y engordar los negocios non sanctos de su sede, Roma.
Por estos afanes misioneros, cuya misión es más política y económica que cualquier otra cosa, cuando se produjo la Revolución Cultural, la escritora Pearl S. Buck (de padres y esposo misioneros), fue denunciada por esta labor y se le prohibió ingresar a China cuando pretendió hacerlo en compañía de, Richard Nixon, porque ya había publicado la novela, Satan Never Sleeps (1962), en la que describe al gobierno chino en los peores términos. Basado en esta novela, McCarey nos cuenta la historia de un par de curas. El uno, conocido como el padre OBanion (cualquier intento de rememorar al padre OMalley de dos éxitos anteriores es intencional), huyendo sin resultado alguno de aquella tradición que dice que, quien salva la vida de una persona debe hacerse cargo de ella. Para su suerte, Siu Lin, la chica que le sigue contra todos sus intentos de zafársela, es encantadora, hacendosa y le ama profundamente… pero, como leal y ferviente católico, Buck (y McCarey), jugarán a demostrar la fidelidad de este miembro de la iglesia… y cómo los votos de castidad pesan hasta contra las más justas y apreciables tentaciones. El otro cura, el padre Bovard, servirá cándidamente, y con desconocimiento de causa, a los intereses de Siu Lin… y será quien añada más hiel a los cambios esenciales que se producen en la nación oriental.
Todo un filme para exaltar ese terrible atentado contra los derechos humanos conocido como celibato y para osar jugar al descrédito de una de las revoluciones más procedentes de la historia (con los errores que tuvo, porque también los tuvo).
Con razón se dice que, el director McCarey, aburrido con la tontería que estaba filmando, cuando todavía faltaban algunos días para concluir los rodajes, optó por marcharse y dejó en manos de su ayudante, David W. Orton, la conclusión de este desperdicio del que sólo, France Nuyen (Siu Lin), nos merece un grato recuerdo.
Sea la ocasión para preguntar: Si la Biblia -como afirma la iglesia- es la palabra de Dios y debe respetarse íntegramente, ¿por qué los curas se hacen llamar padres si, en Mateo 23,9, se lee: No llamen, padre, a nadie en la tierra, porque ustedes tienen solamente un Padre: el que está en el reino de los cielos ?
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