Santa Juana
Sinopsis de la película
Guerra de los Cien Años. Francia. La doncella de Orleáns , después Santa Juana, fue la gran heroína francesa en la guerra contra los ingleses, finalizada la contienda hubo de afrontar el juicio de la Inquisición.
Detalles de la película
- Titulo Original: Saint Joan aka
- Año: 1957
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
6.3
81 valoraciones en total
Atención: si lo que estás buscando es una película histórica y más o menos espectacular, que te cuente las venturas y desventuras de la campesina francesa del siglo XV que luchó contra los ingleses y murió como bruja en la hoguera, esta no es tu película. Prueba si te atreves con la de Luc Besson que protagonizaba la Jovovich, aunque es más bien malucha.
Aquí no hay batallas ni apenas movimiento de cámara, ni posturas heroícas.
Esto es una adaptación para el cine de una obra de teatro de Bernard Shaw realizada por Graham Green y dentro de las limitaciones de su origen, es una buena obra, de las menos conocidas de Preminger.
Buenos diálogos y reflexiones irónicas pero profundas sobre la naturaleza del hombre, la libertad de elegir las voces o la razón y una visión desencantada pero muy divertida sobre la política de los poderosos.
Además Jean Seberg está preciosa incluso con el pelo cortado y transmite una interpretación sincera y poderosa. El resto del reparto también está muy bien especialmente Widmark que borda el papel de rey mitad imbecil, mitad iluminado y Gielgud que encarna al cínico jefe militar de los ocupantes británicos.
Os la recomiendo.
Esta no es una película de aventuras, ni tan siquiera épica, no es una gran producción en color y Cinemascope, no hay batallas, ni asombrosos decorados. Lo que si hay en esta conmovedora historia es emoción y humanidad, una buena buena puesta en escena y lo más importante si está basada en una obra teatral: LA PALABRA. Es una película austera y sombría que reflexiona sobre la fe y la condición humana, arremetiendo duramente contra la iglesia como institución y al mismo tiempo despotricando contra el poder representado por la monarquía y la nobleza.
La película Santa Juana de Preminger apoyándose en la célebre obra de teatro de George Bernard Shaw es uno de los descalabros más famosos de la historia de Hollywood. Fue una decisión valiente por parte de Preminger llevar a la pantalla la pieza teatral de G. B. Shaw, eligiendo además a una total desconocida para encarnar a la gran heroína de la historia de Francia, Jean Seberg, una actriz de 17 años que obtuvo el papel a través de una campaña de selección nacional. Jean tenía frescura natural y era fotogénica, pero la Joan de Shaw es algo más que una doncellita pastoril. Seberg hace un esfuerzo sincero, y su atractivo físico le sirve de gran ayuda, aunque el resultado final no sea el deseado, pues es algo pequeña y no muy desarrollada en el físico como para luchar contra el enemigo inglés, liderando un ejército.
En cambio el elenco de secundarios que rodea a la protagonista se desenvuelve con brillantez. Ahí están Richard Widmark como el tonto Dauphin – un despreciable botarate que aspira al trono de Francia -, Richard Tood en la piel de Dunois y Anton Walbrook como Cauchon, el obispo de Beaubais. Mención especial merece John Gielgud, que ofrece un brillante trabajo en el papel del conde de Warwick, un hombre con ambiciones políticas que trata de condenar a Juana: La tortura es un arte, sentencia el noble. Estupendo guión de Graham Greene, y aunque el anticlericlarismo de la obra está algo dulcificado, la historia conserva los ingredientes fundamentales. La película fue incomprendida en su momento y vituperada por la crítica, pero creo que el tiempo la ha beneficiado, pues la encuentro fresca y atemporal porque de lo que trata es algo que permanece actual y es la INTOLERANCIA.
Esta peli sobre Juana de Arco es la menos rigurosa de toda las que he visto, esto no quiere decir que el film esté exento de virtudes, lo que pasa es que, puestos en una balanza, los defectos pesan más que las bondades, en este caso.
Lo que más me irrita del film es la familiaridad con el que está tratado el personaje de Juana -como si la conociéramos de toda la vida y fuese sólo una niñita a quien tutelar-, aparte de esto, el tono de los diálogos roza a veces lo ridículo. Aún salvando la vergüenza ajena que esto me hacía sentir, fui capaz de ver el film de principio a fin, lo cual hubiera sido imposible si el mismo no presentase una serie de virtudes, entre las cuales destaca su acabado estético y su ritmo narrativo. Tanto es así que en algunas cosas me ha recordado al cine de Orson Welles.
Bien es cierto que el doblaje de la época de Franco no ayuda nada, y aún con esta salvedad, no he censurado del todo la película puesto que la he calificado con un cinco. Esto quiere decir que, a pesar de sus defectos, es salvable y no merece arder en la hoguera.
En fin, para mi gusto, una Juana de Arco muy poco rigurosa.
A modo de flash-backs como ya hiciera antes DeMille, Preminger nos introduce en los momentos claves de la vida de Juana de Arco. En este caso en concreto, el guión recurre a los sueños y recuerdos de Carlos el Delfín. Un recurso que le va ni que pintado a la película para poder enfocar la historia desde las distintas miras de cada personaje que interviene en la historia. Los fantasmas de políticos, eclesiásticos y guerreros intentarán aclarar la implicación de cada una de las instituciones que condenaron y quemaron a Juana la Doncella.
La debutante Jean Seberg, retrata a la Juana más conmovedora y humana de cuantas han sido representadas. No tiene el poder de Falconetti, pero su papel es mucho más cercano, alejado del icono que Dreyer creó en su potentísima versión, y convence mucho más que una Bergman demasiada mojigata para creérsela como guerrera. Seberg recrea con plenitud, a una muchacha campesina que cree escuchar la llamada de Dios.
Primero llegan las voces y luego busco las razones. Razones que puedas comprender. -dice la propia Juana al capitán Dunois (Richard Todd).
El guión, adaptado de la obra de teatro Saint Joan (1923) de George Bernard Shaw, contempla por primera vez la posibilidad de que las voces que Juana escuchaba no tuvieran procedencia divina. Y son aceptadas por la Iglesia, el ejército y el rey como una posibilidad para inspirar valentía a las tropas en su guerra contra los ingleses. Si el espectador de hoy en día busca una pizca de verosimilitud, quizá la encuentre más aquí que en otras versiones. Incluso los pequeños milagros son mirados como meras casualidades aliadas para animar a los franceses.
Un milagro es un hecho que provoca fe. Ese es el propósito de los milagros -llega a decir el obispo.
El escritor y guionista G. Green, fue acusado de querer exonerar a la Iglesia de la muerte de Juana, manipulando el texto inicial del agnóstico Bernard Shaw (primera persona en ganar el Nobel y el Óscar). Green acaba buscando la culpabilidad en las instituciones políticas, y a través de cada flash-back vamos conociendo las ambiciones y miedos de cada personaje, que como los fantasmas del pasado, siempre retornan al presente.
Dos son las elipsis importantes que usa Preminger (la batalla de Orleans y la captura de Juana de Arco). Ambas usadas con la conciencia que da tener otras versiones anteriores donde ya se profundizó en lo acontecido. Aunque ambas evitan la rigidez de la obra, la ausencia de la batalla de Orleans es además, un claro ejemplo del buen uso de la elipsis cinematográfica.
Abróchense los cinturones porque esto continúa.
Film realizado por Preminger. Escrito por Graham Greene, se inspira en la obra de teatro Saint Joan (1923), de George Bernard Shaw. Se rueda integramente en los Shepperton Studios (Surrey, RU). Producido por Preminger, se estrena en première el 8-V-1957 (EEUU) y el 12-V-1957 (Paris).
La acción principal tiene lugar en Rouen (Normandía, Francia). Carlos VII (Richard Widmark), rey de Francia (1422-61) sueña en el lecho que recibe (1456) la visita de Juana, muerta 25 años antes (1431) y la de los principales protagonistas del proceso que la Inquisición siguió contra ella: el obispo Pierre Cauchon (Anton Walbrook), el Conde de Warwick (John Gielgud), el capellán fanático John Stogumber (Harry Andrews), el capitán Dunois (Richard Todd) y otros.
El film desarrolla un drama biográfico que suma elementos religiosos, judiciales, políticos, históricos y legendarios. Se inspira en una obra teatral clásica, que Greene, católico converso, altera en algunos de sus planteamientos. En este sentido cabe señalar que la crítica de Shaw a la Iglesia se sustituye por la inculpación individual de los promotores del proceso inquisitorial. Se inspira también en las películas La pasión de Juana de Arco (C.T. Dreyer, 1928) y Juana de Arco (V. Fleming, 1948). Narra la historia mediante un largo flashback destinado a reforzar el valor cinematográfico del film. Éste se rueda con afanes de realizar un producto de elevada calidad, al objeto de compensar sus destellos teatrales. Para elegir a la protagonista se convoca un casting, al que concurren más de 18 mil personas. La elegida es Jean Seberg, una joven americana sin experiencia como actriz, de edad (18 años) similar a la de Juana durante el proceso (19 años). La ambientación es oscura y lúgubre, casi expresionista. Se cuida con especial atención el aspecto andrógino de Juana. A través de la palabra y la observación de los gestos se invita a explorar el mundo interior de los personajes, en especial sus ambiciones, temores y angustias. También plantea una exploración de la complejidad del poder, sus servidumbres y frágiles compromisos. Glosa la importancia del papel de Juana, apoyada por el capitán Dunois, en el levantamiento del asedio de Orleans y la coronación del Delfín (1429). No se estrenó en España.
La música, de Mischa Spoliansky ( Adán y ella , 1941), aporta un tema principal inolvidable. Los cortes más destacados son la Tocatina para órgano que acompaña la escena de la coronación, March que se funde con las imágenes de la batalla de Orleans y The Voice Of Conscience que subraya los miedos de los verdugos. La fotografía, de Georges Périnal ( Buenos días, tristeza , 1958), ofrece un recital de complejos y ajustados moviemientos de cámara, planos largos y desplazamientos lentos y solemnes. Las interpretaciones, incluida la de la debutante Seberg, son intensas y convincentes.