Sangre y arena
Sinopsis de la película
Después de muchas dificultades, Juan Gallardo (Tyrone Power) se convierte en la primera figura del toreo. A continuación se casa con Carmen (Darnell), su novia de toda la vida. Pero, cuando todo parecía ir bien, Juan conoce a Sol (Hayworth), una joven, bella y frivola aristócrata con la que mantiene una apasionada relación. A partir de entonces comenzará su declive.
Detalles de la película
- Titulo Original: Blood and Sand
- Año: 1941
- Duración: 124
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes conseguir una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te añadimos un listado de fuentes de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.2
30 valoraciones en total
A principios de los cuarenta se comentaba tanto lo mucho que se parecía Tyrone Power a Rodolfo Valentino que el patrón de la Twenty Century Fox, Darryl F. Zanuck, decidió lanzar un órdago a lo grande y hacer una nueva versión de Sangre y arena. La novela de Vicente Blasco Ibáñez había alimentado el mito de Rodolfo Valentino a principios de los años 20, de la mano de Fred Niblo, en 1941 el cine silente había dado paso al cine sonoro y el blanco y negro se había enriquecido con una gama completa de colores, eran elementos tentadores como para probar de nuevo, como para dar una nueva versión hollywoodiense de la España de pandereta, esta vez de la mano de Rouben Mamoulian que acababa de poner a Tyrone Power el antifaz de El Zorro, para hacerlo competir con otro mito, no Banderas, no, con el gran Douglas Fairbanks, Power, que a sus 26 años había salido bien parado de esta experiencia, no se lo pensó dos veces a la hora de encarnar a Juan Gallardo, el valiente torero andaluz, tan enamorado de su joven esposa, como incapaz de resistirse a la tentación en forma de mujer exuberante.
Buena parte de Sangre y arena se rodó en Ciudad de México, donde un joven ex futbolista americano de Indiana llamado Budd Boetticher estudiaba el mundo taurino, el futuro director de El torero y la dama y especialista sobre todo en westerns de bajo presupuesto, enseñó el arte de la capa y la muleta a Tyrone Power, aunque luego no le dejaron ni acercarse a un toro. Boetticher asesoró también al equipo de la Fox en La Monumental, donde filmarían una corrida dominical con los tendidos abarrotados por 35.000 personas.
Sangre y arena fue una de las películas más populares de 1941 y sirvió sobre todo para catapultar a una jovencita de 21 añitos, llamada Rita Hayworth, Zanuck había pensado en Carole Landis, pero como la rubia no quiso ponerse pelirroja hicieron pruebas a otras 16 actrices, otros dicen que fueron 37 las candidatas, entre ellas María Montez , Mamoulian recordaba luego como se le sentó encima de la mesa, como le enseñó bien las piernas y le dio todo un recital de guiños, pero nada, fue Rita Hayworth una Doña Sol andaluza memorable y amoral, de hombros al descubierto, indiferencia sensual, largas piernas expuestas profusamente en los carteles y en la prensa, y eso que la censura era más dura en los años 40 que en los 20. Linda Darnell secunda por cuarta vez a Tyrone Power, Nazimova, Anthony Quinn, John Carradine… Oscar de fotografía para Palmer y Rennahan, y es que Mamoulian se inspiró en los colores de Goya, El Greco, Velázquez o Murillo para pintar, más que filmar la historia, tal como él decía, en una Andalucía de Sangre y arena que no conoció de hecho hasta años más tarde.
Sangre y arena, mujer morena, pasión gitana, guitarra española, toreros y mantillas, el Cristo del Gran Poder y la Macarena, la España de Frascuelo y de María, la de Blasco Ibáñez, la que pintaron Murillo y Velázquez, y El Greco, y Joaquín Sorolla, la que retrata Rouben Mamoulian con el pincel de los clásicos, con el oro y grana de los trajes de luces, con la tauromaquia en los ojos negros de Goya.
Una España idealizada por un Mamoulian que no conocía este país. ¿Excesiva? Tal vez. Pero en cualquier caso, reconocible. Las cruces, los rosarios, las capeas, las lágrimas, el absolutismo de la miseria, las sanguijuelas familiares, lo dijo Curro… Y el pincel de Romero de Torres dibujando a Linda Darnell en su papel de esposa fiel de torero, lo cual es sinónimo de sufrimiento por partida doble, por las cornadas y por los cuernos… Y el retrato de Carmen Espinosa queda perfecto, con los alegres colores de la juvenil inocencia y con los rastros grises que deja la vida. Y no desmerece el cuadro de doña Sol Mihura que, haciendo honor a su apellido es una auténtica furia natural, devorando los hombres a su paso. Si el sol es la muerte por la tarde, ella es la muerte por la noche…Lo dice Curro. Y ella es Rita Hayworth, actriz talismán que prácticamente aseguraba el éxito de las películas en las que intervenía y que en ésta, resulta convincente como española de rompe y rasga, capaz de hacer perder el oremus al más sensato de los hombres.
En resumen, Mamoulian nos regala un retrato de la España de finales del XIX bastante ajustado a la realidad si bien, por los planteamientos USA respecto a nuestra fiesta nacional, elimina aquellos pasajes de la novela que podrían herir la sensibilidad de los espectadores anglosajones, tales como las cogidas de los caballos sin peto, la suerte de matar ó la crudeza de las cornadas. Sin embargo, el director armenio sale airoso de esta aparente dificultad a base de buenos capotazos y con la ayuda de un Tyrone Power al que no había citado hasta ahora y que lo hace bien, dubitativo al principio pero convincente al final.
Obra, a todas luces, mas que interesante.
Realizado por Rouben Mamoulian, el film es un remake de la película del mismo título (1922) de Fred Niblo, protagonizada por Rodolfo Valentino. Se basa en la novela homónima de Vicente Blasco Ibáñez. Se rodó en exteriores de Méjico y en los Fox Studios (CA). Nominado a 2 Oscar, ganó 1 (fotografía color). Producido por Darryl F. Zanuck, se estrenó el 30-V-1941 (EEUU).
La acción tiene lugar en Sevilla en torno a 1940, con un prólogo de 10 años antes. Narra la historia de Juan Juanillo Gallardo (Tyrone Power), hijo de un torero fallecido, de familia humilde, sin estudios y analfabeto, aficionado al toreo desde corta edad, que se traslada a Madrid para progresar en el oficio. Es valiente, ambicioso y débil con las mujeres. Su novia de siempre, y luego esposa, es Carmen Espinosa (Linda Darnell), generosa, sacrificada y fuerte. Juan se siente atraído por Sol Mihura (Rita Hayworth), viuda, acaudalada, caprichosa y voluble. Su mejor amigo es Nacional (John Carradine), para quien la amistad está por encima de todo. Su rival es Manolo de Palma (Anthony Quinn).
La película se apoya en una estética pictórica, inspirada en grandes pintores, estudiada para captar sus cromatismos, composiciones y formas. La capilla se inspira en El Cristo de El Greco, el joven Juanillo en El joven mendigo de Murillo, Carmen vestida de negro en el retrato La reina María Luisa con mantilla de Goya, Garabato arruinado en las figuras negras de Goya, los salones del palacio de doña Sol en los cuadros de Corte de Valázquez, el plano del vestidor del torero en el cromatismo de Veronese, el cuadro de Juanillo y su hermana en el mercado en el luminismo de Sorolla, etc. El centro de gravedad del drama original se basa en el triángulo amoroso de Juan, Carmen y Sol, que en el film por razones de censura queda algo desdibujado, por lo que el realizador introduce el episodio en el que Sol trata al torero como si de un toro se tratara. La obra homenajea a Rodolfo Valentino, al que Tyron Power imita. Budd Boeticher, de 21 años, fue el asesor taurino. La ostentación del torso desnudo de T. Power es un antecedente del no más osado de William Holden en Picnic (1955).
La música, de Alfred Newman, recrea temas populares como la saeta acompañada de tambores, el cuadro flamenco de guitarras y melodías de aire español. Hace uso intensivo de la guitarra, a cargo de Vicente Gómez. La fotografía ofrece una narración fantasiosa y estilizada, de cuidada elaboración y de brillante estética. Se beneficia de un vesturario espléndido de Sol y Carmen. El guión impone un admirable tono trágico y perverso. La interpretación es notable, pese a la falta de vigor español de los personajes. Muy meritoria es la intervención de Fortunio Bonanova, español afincado en Hollywood.
La idea de la película fue del productor, que quiso aprovechar el tirón de la creciente comparación popular entre T. Power y R. Valentino.
Rouben Mamoulian adaptó la novela homónima de Vicente Blasco Ibañez, ambientado en el mundo del toreo, algo que en los años 50 empezaba a ser bastante popular para los norteamericanos (que le pregunten a Hemingway o a Welles).
La historia se adecuaba bien a las temáticas típicas: un joven de condición humilde consigue gracias a su persistencia y a su ambición llegar a lo más alto, para allí olvidarse de los suyos e iniciar la posterior caída. En este sentido, lo único original es que estamos hablando de un torero (interpretado por Tyronne Power).
Sin embargo, el realizador, más que incidir en los momentos excesivamente dramáticos, típicos de este tipo de películas, buscó realizar un film más visual, más pictorico, con un uso del color cercano incluso a ideas pictóricas. De hecho hay escenas que recuerdan a conocidas obras de pintores españoles.
A pesar de ello, el film no desaprovecha buenos momentos de la relación del torero con las mujeres (en un triangulo que completan Linda Darnell y Rita Hayworth), ni las escenas de toreo (naturalmente rodadas por un especialista), que intercalan planos de la acción con planos de la mujer del torero y su madre rezando ante un crucifijo, escuchando a través de las paredes los vítores de los espectadores y mostrando su sufrimiento en primer plano.
El texto de Blasco Ibañez es lo sufientemente sólido para mostrar una historia muy del gusto de Hollywood de la época al que Mamulian supo imprimir vida, y sobretodo color, sin necesidad de derivar el film hacia el melodrama.
Una noche, un niño se levanta de la cama para acudir a una tasca. En ella conocerá a la nueva figura del toreo ( El garabato) y al prestigioso crítico Curro. Fruto de las mofas que Curro lanza contra su padre muerto en la plaza de toros, ese niño toreará a un mihura en la soledad de la noche. A partir de ese momento sólo tendrá una determinación: torear. Pero el destino le brindará el amor de una mujer y la perdición a la que le conducirá otra…
Película que supone la tercera versión de la novela de Blasco Ibañez (la segunda americana) y que, en mi opinión, supone la cumbre absoluta del cine americano. Es difícil enumerar las virtudes de esta inusitada demostración de talento.
Ritmo narrativo perfectamente planificado, la encadenación de escenas con maravillosa suavidad, elegantes elipsis y nexos entre escenas, fotografía excelente, la composición minuciosa de cada escena, las actuaciones, la banda sonora… Todo ello para transmitir de una forma matizada, plástica, brillante, toda la perversidad erótica, el sentido trágico y el ambiente romántico de la historia.
Filme de infinitos matices, Sangre y arena nos muestra la trágica historia de un torero, pero también nos muestra una historia de pobreza, de hombres y mujeres lastrados por su falta de conocimiento y abocados a las creencias religiosas ( supersticiones , como comenta Nacional, un personaje de la película). Se trata de una historia en la que el toro ( siempre presente en las sombras ) se constituye como una alegoría de la muerte, del destino trágico.
El adulterio y la codicia de sus allegados provoca la perdición de un joven valiente, vital, al que el toro esperará en la plaza como un siniestro enviado de la muerte. Sólo el amor puro de una mujer podrá devolverle el calor, el bienestar, sólo ella podrá desviarle de su cruel destino. He aquí una muestra de heroe romántico.
Aconsejo a todos aquellos que deseen observar cine bello, artístico, elaborado tanto plásticamente como intelectualmente, que vean Sangre y arena, una de las mejores películas de la historia en la que cada escena revela miles de matices y constituye un fresco romántico.