Sangre en las manos
Sinopsis de la película
Un marinero atormentado por sus recuerdos en un campo de concentración alemán (Burt Lancaster), mata involuntariamente a un individuo. En su desesperada huida, entra en la casa de una enfermera (Joan Fontaine), que le ayudará a demostrar su inocencia haciendo frente a un chantajista (Robert Newton), que presenció la pelea.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kiss the Blood Off My Hands
- Año: 1948
- Duración: 79
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Opinión de la crítica
Película
6.2
46 valoraciones en total
85/05(06/05/16) Interesante film menor de Norman Foster, una apreciable muestra de cine negro, con una afamada pareja protagonista, Burt Lancaster y Joan Fontaine, posee un arranque sugestivo que hace te mantenga atento, una cinta con tensión, acción, romance, y mucho fatalismo, lo malo es que en su último tercio se pierde lo bueno para un rush final que se siente a demás de aturulladlo falto de valentía, cayendo en clichés demasiado buenistas, asimismo no exprime el potencial de algunos elementos. Distribuida por Universal, fue la primera película producida por Norma , compañía independiente creada por Burt Lancaster junto a Harold Hecht, el film se basa en una novela de Gerald Butler, el guión es de Leonardo Bercovici (La mujer del obispo, Jennie o Ironside) de una adaptación de Ben Maddow (La jungla de asfalto, Los que no perdonan o El secreto de santa Vittoria) y Walter Bernstein (Undía volveré, Fail-safe o La tapadera), todos ellos víctimas Lista Negra de Hollywood, con lo que hay que entender subliminalmente algunos recursos del film, como el hecho del acoso a alguien que se ha equivocado.
Estamos en la post-WWII en una ciudad indeterminada de Inglaterra, Bill Sauders (Burt Lancaster) es un veterano de guerra que sufrió los rigores de la misma en un campo de prisioneros. Tras un altercado en un bar da un puñetazo al dueño del local y se golpea la cabeza, pudiendo seguramente haber muerto Bill huye por las nocturnas calles con la policía en sus talones se mete a escondidas en un apartamento, allí estaba durmiendo Jane Wharton (Joan Fontaine), una enfermera que ha perdido a su marido en la guerra. Los dos pasan la noche esperando la cosa se calme en el exterior, a Bill le cae en gracia la enfermera.
Foster dirige con gran sentido estético noir para imprimir los sombríos sentimientos del protagonista, envolviendo en oscuridad y penumbra a un tipo paranoico, violento, desgastado por un mundo que le oprime, ello para hacer un estudio de personaje que llega a sentirse como un animal enjaulado, acuciado por los fantasmas de su sufrimiento en la guerra, explotando en su personalidad en sus sentido de supervivencia, de egoísmo, soltando puñetazos a diestro y siniestro, robando carteras a incautos, intentando timar a pobres hombres, y pensándose si saquear medicinas fundamentales para evitar una epidemia. Un melodrama con dosis de thriller en el que se tocan temas como el síndrome post-traumático, la frustración vital, el buscarle un sentido a la vida, como lidiar con los fantasmas del pasado, las ansias de redención, la crítica al sistema penitenciario, y sobre todo los sentimientos de culpa que uno acarre y que atosigan la conciencia, ello lo hace un tanto desequilibradamente, orgánicamente con algunas lagunas, como el modo tan flemático con Jane acepta a un intruso huido de la policía en su apartamento, su romance me parece un tanto forzado, metido con calzador, había que meter un motor para que se pudiera redimir Bill, y este es el romance, pero este no está bien construido, con lo que el andamiaje tiembla. Un desarrollo ágil, con giros sugerentes, como la aparición zozobrantre de un Robert Newton en un rol sibilino formidable, que hacen su escaso metraje se pase sin hacer presencia el tedio, proponiendo dilemas morales hacia Bill, que no sabremos por su carácter voluble por donde irá.
Las taras son evidentes en varios elementos: No se sabe exprimir la tortuosa personalidad de Bill, quedando todo muy superficial, tampoco se sabe el porqué del comportamiento errático de Jean, La química entre Joan Fontaine y Lancaster es bastante pobre, perjudicada por un guión que no sabe construir de modo coherente su relación, Nada satisfactorio es su rush final, muy precipitado, nos quieren empujar para no darnos tiempo a pensar lo caótico que es todo, siendo la guinda su edulcorado y demasiado políticamente correcto final, un tiro en el pie, Esto no tiene importancia pero si estamos en Inglaterra, porque los coches tienen el volante en la izquierda?
Burt Lancaster está bien en su rol de tipo hosco, iracundo, paranoico, pero dejando entrever fragilidad, su lenguaje físico denota poderío, lástima que el guión este tan tenuemente perfilado para darle profundidad, perjudicando la empatía con el espectador. Joan Fontaine es un error de casting, su perfil blandito y dulzón van mal con este personaje que requería algo de acidez para epatar con Lancaster, derivando que entre los dos la química es nula, y lo dicho, tampoco les ayuda lo tenuemente que están perfilados. Sin duda la mejor actuación es un volcánico Robert Newton en el rol del chantajista sibilino, con tics estupendo, autosuficiencia, ingenioso, pícaro, manipulador, demuestra un fuerte carácter y saber estar, excelente actuación.
Destaca lo bien edificada que está el estilo Noir, seguro que influenciada por la amistad del director con Orson Welles, su notable puesta en escena, gracias a la fenomenal dirección artística de Bernard Herzbrun (El invisible Harvey o Winchester 73) y Nathan Juran (Simbad el marino o El ataque de la mujer de 50 pies), rodada en estudio, con una feista ciudad, de callejones y callejuelas mugrientas, tugurios deprimentes, realzados de modo expresionista por la espléndida fotografía de Russell Metty (La fiera de mi niña, Sed de mal o Spartacus), manejada de modo hábil para configurar el estado emocional de los personajes, componiendo una atmósfera enrarecida, lóbrega, gris, potenciada en las escenas de noche, con emocionantes primeros planos, con tomas y encuadres que denotan mimo por emitir sensaciones,… (sigue en spoiler)
Tras asesinar al propietario de un bar durante una pelea, Bill Saunders, un hombre de carácter inestable y violento, se refugia en la casa de una enfermera. Enamorada de él, la joven intentará ayudarle para rehacer su vida buscándole un trabajo digno. Pero un chantajista que conoce su pasado no le dejará olvidar lo que sucedió.
Distribuida por Universal, se trata de la primera de las películas producidas a través de Norma , la compañía independiente creada por Burt Lancaster junto a Harold Hecht. Aceptable filme basado en la novela de Gerald Butler y dirigido por Norman Foster. Ni la fotografía en blanco y negro de Russell Metty es la más apropiada, ni la música de Miklós Rózsa es destacable, ni la trama tiene el suficiente suspense e intriga como para mantener atento al espectador. Solo se salva la pareja protagonista formada por unos correctísimos Joan Fontaine y Burt Lancaster.
Es cierto que no es de lo mejor del cine negro y que el juego a doble cara de historia romántica y fatum autodestructivo no le favorece ya que no explota ninguna de las dos. El final es demasiado convencional. No estoy de acuerdo con que la fotografía de Russell Metty no sea excelente y la planificación y sintaxis de Foster, de calidad, como casi siempre. E igualmente la escenografía, de las calles y los muelles entre la niebla es mas que sugestiva. Burt Lancaster y Joan Fontaine dan bien los personajes en su presente sin poder jugar con caracteres mas complejos en cuanto a un pasado, que sólo se insinúa , debido a la flojedad del guión. Pero que quieren que les diga…al lado de los bodrios que actualmente se ruedan, parece un clásico menor.
Más interesante sobre el papel que en plasmación en imágenes, donde queda algo apagada y sumamente irregular, amén de algo extraña, no en vano nunca se consigue comprender bien las actuaciones y verdadera personalidad de su protagonista masculino.
El mejor personaje de los tres principales, sin duda es el del chantajista, excelentemente interpretado, una vez más, por ese genial actor que fue Robert Newton, inolvidable Pirata Barbanegra .
La película comienza bien, con fuerza y tensión dramática, pero luego se pierde un tanto en recovecos románticos no bien definidos, que se aceptan más bien por la buena fe del espectador/a, no por estar bien dibujado en un algo oscuro guión. Sin haber leído la novela de Gerald Butler, en la que se basa, los tres guionistas que han firmado el libreto creo que no se pusieron muy de acuerdo con hacer algo bien liado, más bien parece (dicho con todo respeto) que han plasmado cada uno su particular versión de la historia que se traen entre manos, sin existir una verdadera coordinación.
Lo mejor (aparte de Newton) es la fotografía en blanco y negro de Russell Metty, que sí sabe crear un ambiente y clímax opresor, que subyuga a la pareja protagonista.
Pero, bueno, al menos es amena, no aburre, eso es verdad, pero una vez vista te das cuenta de que podría y debería haber sido mejor. Eso es lo malo.
http://filmsencajatonta.blogspot.com.es
La guerra sólo termina para aquellos que nunca pusieron un pie en el campo de batalla, porque, para los que fueron soldados y estuvieron en los campos, la guerra se sigue repitiendo a diario en sus pensamientos… en sus sueños y pesadillas… y en cada cosa que les recuerde algo de lo sentido, hecho o visto en aquellos lugares donde padecieron el fragor de la batalla.
Los traumas de guerra suelen ser terribles, porque son una mezcla de miedo, impotencia, odio y, muchas veces, un incontenible afán de destruir. El ser humano se vuelve altamente susceptible y al no lograr, ahora, un control seguro de sus emociones, explota fácilmente cuando cualquier hecho del presente, lo asocia, y lo remite, a un momento difícil del pasado. Por esta razón, algunos de los hombres enviados a la guerra son, a su regreso, grandes resentidos contra la sociedad.
Con muchas carencias desde niño, William E. Saunders, también padeció los horrores de la guerra. Estuvo dos años en un campo de concentración alemán… y ahora es un hombre impulsivo y violento, incapaz a veces de controlarse. Pero, cuando conoce a la atractiva y muy comprensiva enfermera, Jane Wharton, de su ser aflora esa parte sensible y humana que parecía olvidada y Bill pareciera renacer a lo más grato de la realidad.
Desde entonces, una compleja experiencia amorosa va a tener lugar, sobre todo porque, en su camino, de nuevo se interpone la terrible tentación que va a probar si Bill es capaz de trascenderla y regenerarse.
Estamos ante un drama a la Shakespeare, donde la esperanza se avista muy lejos y el hombre parece signado por un destino decididamente fatal. Pero, ¿Se redimirá o se perderá definitivamente Bill Saunders? ¿Liberará o afectará para siempre la vida de la muy íntegra enfermera? ¿Será el amor o el odio, el que domine sus existencias? ¿Hay esperanza para un hombre cuyas manos están manchadas de sangre?
Indudablemente, SANGRE EN LAS MANOS es una historia muy digna de verse. Primero, porque nos ilustra muy efectivamente sobre las secuelas de la guerra tanto en la víctima (Jane), quien es capaz de superarse y sublimar sus pérdidas y frustraciones, como en el soldado que lucha para ser un hombre digno mientras la sociedad se interpone de una manera u otra. Después nos habla de la tolerancia y el perdón, sobre todo cuando se es capaz de ponerse en la piel de aquel cuyas debilidades son claramente explicables. Y lo mejor, es que demuestra el poder del amor para domeñar las más impulsivas voluntades… y cuando así se actúa, es muy probable que mañana salga el sol.
El guion de Leonardo Bercovici, Ben Maddow y Walter Bernstein, tomó como base la exitosa novela homónima del inglés Gerald Butler (1907-1988) y el resultado ha sido un film noir que, Norman Foster, ha dirigido con notable tino. Burt Lancaster y Joan Fontaine hacen una pareja perfecta y bastante emotiva, Robert Newton (Harry) es impecable… y si no se busca entretenimiento sino la ocasión de reflexionar sobre la dura realidad, esta historia asegura elementos bastante significativos.