Sang Woo y su abuela
Sinopsis de la película
Sang Woo y su abuela es la historia de un niño a quien la familia deja junto a su abuela durante una temporada al no poderse hacer cargo de él. La septuagenaria es muda, vive en un lugar apartado en medio del campo y su forma de vida es radicalmente opuesta a la propia de la ciudad. El niño tendrá que amoldarse a nuevas costumbres y situaciones, lo que no resultará nada fácil.
Detalles de la película
- Titulo Original: Jibeuro (The Way Home)
- Año: 2002
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
7.4
36 valoraciones en total
Se nos presenta en esta película al nieto más hijo de la gran puta que ha pisado este mundo, capaz de llamar subnormal y retrasada a su bendita abuela, que le aguanta estoicamente sin decir ni pío, más que nada porque la pobrecilla es muda.
Este chavalín, que más que de Seúl parece salido del mismísimo averno, es capaz de dejar que su abuela se rompa la crisma yendo donde Cristo perdió el mechero a por agua antes que mostrar un poco de educación.
Nunca había visto un personaje en el cine al que deseara con más ganas darle dos hostias bien dadas, más que nada porque me da por pensar que en todas partes del mundo hay criajos con la misma desvergüenza que él que aquí se nos ofrece.
Como contraposición tenemos a la abuela, personaje carismático como pocos, que se desvive para hacer feliz a su nieto, a pesar de los continuos insultos y vejaciones a las que es sometida. Para enmarcar el intento de hacer pollo a lo Kentucky Fried Chicken. Tanto carisma desprende que hasta el hijo de Satanás parece cogerle cariño.
Un final emotivo como pocos remata una película sencilla y preciosa, que como dicen por ahí, debería ser visionada por todos los nietos del planeta Tierra.
Como todos somos o fuimos nietos de alguien no se me ha ocurrido mejor forma de titular esta crítica. Todos deberíamos ver esta esplenderosa cinta llamada Sang Woo y su abuela , porque todos hemos tenido abuela, y porque en muchas ocasiones se descubre en la vejez la mayor de las hermosuras. Porque la abuela de Sang Woo se merece que veamos esta película, porque hay abuelas que son así, y también hay niños tan malcriados como Sang Woo.
Este film es un precioso relato sobre el aprendizaje, el sacrificio y el amor incondicional. El film de Jeong-hyang Lee es una lección para vivir y el mayor de los reconocimientos a todas las abuelas del mundo, sean o no como la abuela de Sang Woo. Ellas han soportado más que nadie. Han soportada la época que les tocó vivir, han soportado a nuestros padres y nos han soportado a nosotros.
Película imprescindible.
De como una película sencilla y a la vez profunda puede llegar a ser un manual de como educar a un niño (o a los padres) por parte de una abuela muda en un entorno totalmente rural y desconocido para ese chico. Una lección que deberiamos aprender todos. Muy buen trabajo de niño protagonista y magistral la abuela, su tierna mirada ante los desplantes del repelente niño se me quedó grabada para los siglos.
Este es cine de Corea del Sur, pero de rango magistral , universal. Una película a TENER MUY EN CUENTA, no ya por su dirección, guión, fotografía, actuación, puesta en escena, etc., sino por su ejemplaridad, por la serena lección humanista que da a través de esa anciana arrugada, frágil, doblada, medio vencida por el paso del tiempo y la vida, la imagen viva del concepto AMOR frente a su nieto, un abusadorcito que representa la NECEDAD y el EGOISMO.
Película repleta de detalles maravillosos como el niño horrorizado ante la cucaracha y pidiendo rápido el insecticida (reflejo de lo que somos la mayoría de los ciudadanos desnaturalizados civilizados) y la abuela cogiéndola con suavidad y echándola por la ventana para que siga viviendo conforme a su razón de ser en el universo (reflejo de la sabiduría flexible, tolerante y que comprende el papel de todo en el cosmos, incluso el de su pequeño nieto necio, insolente y desconsiderado hasta límites intolerables).
El muchachito de la película es el típico malcriado necesitado de esa medicina curativa que suele resultar salvadora en ocasiones en que hay que vérselas con niños tan empachados de antivalores propios de la civilización-degeneración, es decir, un jovencito necesitado urgentemente de que le den su saludable medicina consistente en una buena zurra a todas luces «la pida» para que aprenda por las malas, ya que por las buenas le cuesta muchísimo: que a los ancianos hay que respetarlos y más un imberbe que aún no sabe de la vida casi nada.
Filme inolvidable sobre la paciencia y temple de una vieja mujer ante las majaderías de un mentecato niño de ciudad. Valiosa película que educacionalmente habría que hacerles ver a los padres y madres ésos que se pasan horas y horas contemplando enajenaciones televisivas tipo Aquí hay tomate , Gran Hermano u otros programas sobre inframediocridades de máxima audiencia, ganancias y mala educación, los cuales engordar a pajarracos de altos vuelos como los que anidan en el canal español TELE 5.
Más les valiera a muchas madres regalarle a sus hijos por Reyes la contemplación de esta ejemplar película en lugar de tanto juguete atontador que no les aporta ningún sentido ejemplar de sencillez, ni humanismo ni trascendencia esencial, al menos con esta película, que después de vista conllevaría una lección o explicación, se ahorrarían dinero y encima harían que sus hijos nuncan olvidaran una cosa tan edificante para el cuerpo y el alma.
Fej Delvahe
Hermosa y sencilla película que nos cuenta una tierna historia sin grandes excesos (la relación abuela-nieto se consolida a través de pequeños detalles) y eludiendo momentos lacrimógenos y el sentimentalismo barato. Cuando se plantean nuestras propias cuitas (siempre mucho menos enrevesadas que otros grandes dramones) de forma natural es suficiente con un tono amable como éste.
Sincera, espontánea y con la humildad necesaria para tocar la fibra más sensible sin necesidad de grandes tragedias, ataques de llanto ni infartos de miocardio. La película simplemente deja que la nostalgia que cada uno de nosotros llevamos de serie se deje atrapar por esa desvencijada casa, ese bosque y los dedos montados de la anciana. Una dulce tristeza que es, paradójicamente, la más amarga de todas.