Samurai Assassin
Sinopsis de la película
Un grupo de asesinos espera en la Puerta de Sakurada para matar al Lord de la casa Li. El rumor de que hay un traidor entre sus filas se extiende, y las principales sospechan recaen en Niiro y Kurihara.
Detalles de la película
- Titulo Original: Samurai
- Año: 1965
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
Película
6.9
60 valoraciones en total
Muy al margen de los nombres propios más célebres del cine japonés, Kihachi Okamoto es un director que por lo que he visto hasta ahora, merece mucho la pena. Samurai Assassin es mi tercer encuentro con él y sólo puedo decir que espero que hayan más ocasiones. Aquellos que busquen algo tan concreto como es el género de samuráis, no hollywoodiense por supuesto, hablo del cine hecho en Japón, deberían asomarse a la filmografía de Okamoto como estoy haciendo yo. Samurai Assassin es imprescindible.
No hay que tener miedo a enfrentarse a una buena cantidad de nombres propios japoneses porque la historia, pese a la riqueza de sus detalles, nos colocará en nuestro sitio. Así que si uno está habituado a la ética japonesa y a su peculiar manera de entender y hacer las cosas, sólo hay lugar para disfrutar. Estamos en el S.XIX, en el final del período Tokugawa, y aunque el invierno acabe y esté llegando la primavera, no va a parar de nevar. Toshiro Mifune, nuestro pobre protagonista, no podía tener mejor contexto para exhibirse.
Lo cierto es que si uno disfruta con el desarrollo de la película, con su fotografía y la profundidad de la trama, llegar a esos minutos finales de absoluto desmadre es muy gratificante. Dan ganas de volver a ver La espada del mal . No sabría decir si Niiro es un perdedor nato o no, para mí es sublime. Las últimas escenas, con un B/N que derrama tanta melancolía, son para no olvidar.
Interesante película, aunque no muy conocida por aquí. Nos narra la historia de Niiro (Toshiro Mifune, que empezaba a ejercer también como productor) que busca la redención intentando convertirse en samurai para así honrar a su defraudado padre.
Okamoto, si bien no es Kobayashi o Kurosawa, dirige con soltura una digna historia con un nada complaciente desarrollo, dejando muy claro que la justicia en la época que describe es del todo inalcanzable. Se muestra la crueldad con la que son tratados los siervos (samurais o no) del clan del señor de turno, dejando una sensación nada esperanzadora.
Destacar, sobre todo, la relación entre los dos amigos protagonistas y la más que notables escenas de lucha, aunque el resto del filme no sea redondo del todo.
Lo dicho, una producción Toho de lo más recomendable, aunque lejos de La espada del mal , del mismo director.
Ocurrió un 3 de Marzo, en el primer año de Manen. El Día de la Contemplación del Melocotón fue un día extraño. La nieve caía sin parar sobre Edo y tuvo lugar aquel incidente a las puertas de Sakurada.
Un hombre, sujetando bien alto su katana, clamó a viva voz: ¡Contemplad!, ¡esta es la hazaña del día! ¡La cabeza del tairo Ii en manos de un ronin de Bishu! .
Ese hombre se llamaba Niiro Tsuruchiyo, y de ninguna manera pudo representar mejor el principio del fin de la era del samurái. El sr. Kihachi Okamoto se encuentra en esa nómina de cineastas japoneses que, por A o por B, no alcanzaron el éxito ni llegaron a oídos de tantos como Akira Kurosawa, Masaki Kobayashi o Kenji Mizoguchi, y la verdad es que podría llevar todo un día el recitar esa lista. Sin embargo, hablamos de todo un artesano que supo acomodarse a los géneros más variados durante su longeva trayectoria cinematográfica.
Tales como el bélico, la comedia o el thriller de acción, destacando clásicos imperecederos como La Era de los Asesinos , El Emperador y el General y La Bala Humana , por citar unos pocos ejemplos. Admirador del western , también otorgó a sus films un toque occidental, pues según se cuenta decidió hacerse director de cine tras ver La Diligencia . Sus obras de samuráis, y se puede afirmar sin problemas, no tenían nada que envidiar a las de sus compatriotas Hideo Gosha, Hiroshi Inagaki o los antes mencionados Kurosawa y Kobayashi.
Esta Samurai Assassin es un buen ejemplo de ello. Shinobu Hashimoto, colaborador habitual de Kurosawa, se basó en la novela de Jiromasa Gunji, a su vez inspirada en hechos reales, para concebir el argumento, que nos sitúa en un momento clave de la historia, justo antes de que la restauración Meiji alterara al país nipón, y nos narra la gran hazaña de Niiro, un ronin que sobrevive como bien puede, haciendo de guardaespaldas, de chantajista o de asesino. Un ronin de tortuoso pasado, hijo bastardo de un noble del cual su madre, concubina de aquél, nunca le quiso revelar la identidad, pero aún conserva la esperanza de llegar a convertirse en un gran samurái, de poseer tierra, riquezas, y lo más importante, una reputación.
Este anhelo coincide con el plan de las facciones de distintas provincias, Mito, Satsuma y Chosuu, de acabar con el daimyo Ii Naosuke, mano derecha del shogunato Tokugawa, pues su decisión de incorporar a un joven, influenciable y fácil de manipular, para gobernar en Edo como shogun es, como poco, indeseable. El futuro de Japón está en juego, aunque Niiro, que se ha aliado con el clan de Mito, contempla el asesinato de Naosuke no como una ocasión para salvar al país, sino para convertirse en un samurái de prestigio.
Es obvio que las comparaciones entre Samurai Assassin y su hermana Yojimbo son odiosas (y más por contar con Toshiro Mifune de protagonista), no obstante Okamoto, cual Mizoguchi, se centra en desnudar el alma del protagonista, mostrándolo ante nosotros no como un luchador legendario como tantas veces, sino como un ser humano. Y es que el personaje que aquí interpreta Mifune no tiene nada que ver con su Sanjuro, aquél era un mercenario resignado a su situación, moribundo pero despreocupado, no sabíamos de donde venía y poco importaba adonde iba, pero Niiro Tsuruchiyo desea ser alguien, prosperar, y además ahondamos en su pasado, en su gran tragedia familiar.
Es decir, conocemos al hombre tras la espada, aunque más o menos sus ideas son semejantes a las del héroe de Yojimbo : le importa tres pimientos la situación del país o qué gobernador viva o muera. El único porvenir que le preocupa es el suyo propio, y punto. De este modo, el propósito de Okamoto coincide con las consecuencias del asesinato de Naosuke que nos son narradas en la propia historia: la completa desmitificación de esa icónica figura que fue el samurái, cuyo momento de gloria estaba próximo a acabarse.
Además de eso, el director desata una demoledora crítica social, haciendo hincapié en la conciencia clasista y adornando de pesimismo y amargura la historia, donde somos testigos de grandes dilemas en los que se enfrentan el honor y la dignidad con la hipocresía y el cinismo, dilemas que constantemente asaltan al protagonista. Okamoto sabe imprimirle el ritmo justo al film, en el que momentos de gran carga dramática son atravesados por estallidos de violencia donde tienen lugar unos impactantes combates, algunos de ellos bajo grandilocuentes efectos atmosféricos, como también le gustaba a Kurosawa.
Los acontecimientos de esos hombres dispuestos a todo por figurar en la Historia nos son narrados del mismo modo que en las Batallas sin Honor ni Humanidad de Fukasaku: paso a paso y sin descuidar fechas ni detalles. A todo esto hay que añadir el trabajo del director de fotografía Hiroshi Murai y las grandes actuaciones de Yunosuke Ito, Eijiro Tono, Michiyo Aratama, Matsumoto Koshiro y, por supuesto, ese Toshiro Mifune dejando patente, una vez más, el por qué es uno de los más míticos actores japoneses que han existido.
Por desgracia, Samurai Assassin no es tan conocida como otras obras del género, pero debería constar entre las mejores películas de samuráis de la Historia del cine.
Su influencia ha llegado a directores como Yoji Yamada, Takeshi Kitano, Takashi Miike y, como no, Tarantino, además de ser una de las inspiraciones para el sr. George Lucas y su Star Wars (atención a la trama de Niiro y su padre), junto a La Fortaleza Escondida , de Kurosawa.