Salvajes
Sinopsis de la película
Adaptación de una novela de Don Winslow. Dos amigos de Laguna Beach, que comparten novia, se dedican al tráfico de drogas. Un cártel mexicano secuestra a la chica y les exige como rescate todo el dinero que han ganado durante los últimos cinco años. Aunque los jóvenes se muestran dispuestos a pagar, al mismo tiempo, idean un plan para rescatar a la chica y vengarse de sus secuestradores.
Detalles de la película
- Titulo Original: Savages
- Año: 2012
- Duración: 126
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Opinión de la crítica
Película
5.8
74 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Aaron Kunitz
- Aaron Taylor-Johnson
- Alexander Wraith
- Antonio Jaramillo
- Benicio del Toro
- Blake Lively
- Demian Bichir
- Diego Cataño
- Emile Hirsch
- Gonzalo Menéndez
- Jake McLaughlin
- Joaquín Cosío
- Joel David Moore
- John Travolta
- Jonathan Patrick Moore
- Matt Riedy
- Mía Maestro
- Salma Hayek
- Sandra Echeverría
- Taylor Kitsch
- Trevor Donovan
Salvajemente floja. Dirigida con mano de piedra y pulso incierto. Con Salma y sin calado. Esteticista y plana como tabla de windsurf. Esto es Savages, lo último de Stone.
El señor Piedra hace lo que quiere y como quiere. Y le sale un cruce inane entre Los mercenarios de Stallone y un imaginario Malick sin talento ni poesía, ahí es nada. Videoclipera, efectista, violenta, con polvos fashion de spot publicitario y personajes de una pieza… o dos –todos, ya se sabe, albergamos extremos que son signo de lo humano: ternura y sangre fría, fragilidad y fortaleza, dureza y punto débil.
El uno folla, el otro hace el amor. El uno es dulce y cariñoso, el otro es frío como el hielo. Así son, Pin y Pon, los hombres de mi vida. La reina del cártel mexicano tiene mazo power pero a mí me da mucha penita: su hija casi no le habla y la desprecia… De ese tenor son las reflexiones en off de la protagonista, O. Sí, O. Como la chica de la peli pseudo guarra –tan guarra como ella, peli y chica, pero sin atreverse a enseñar cacho.
No deja de asombrarme el mundo puritano EEUU: qué bonito recrearse en las cabezas cercenadas, en ojos reventados por un latigazo, torturas y violencia gratuita… pero nada de miembros o felpudos. Violencia cruda en busca del efecto y sexo edulcorado, barnizado, un sexo que ni moja ni salpica ni traspasa ni se siente en modo alguno como un intercambio de fluidos verdadero. Un sexo aeróbico y sin sal, a lo Jane Fonda. Atlético, irreal, al ralentí. Con música y sonrisas profident.
Aunque os cuente esta historia, no significa que esté viva cuando acabe. Es de esas historias que terminan sin control. Así reza, creo, la primera frase de la cinta. Qué drama. Si permites que piensen que eres débil, tarde o temprano tendrás que matar a uno. Qué profundidad. Todo empezó aquí, en el paraíso de Laguna Beach, donde dicen que Dios aparcó el séptimo día, y la grúa se lo llevó el octavo. Qué ingenio. Eso era en México, aquí estamos en Laguna. Los polis llevan pantalones cortos y van en bicicleta. En fin…
Personajes y actores resultan armónicamente desastrosos. Estereotipos huecos y simplones. Benicio del Toro firma, tal vez, la peor actuación de su carrera (el nombre de su hombre es Lado, Ale Lado), Taylor Kitsch, ex-SEAL de Afganistán y primo hermano de Chuck Norris, se llama Chon –no digo más, Aaron Taylor-Johnson es el joven Ben, un fumeta de Harvard, Yale o Berkeley que trafica con maría para construir escuelas en Somalia… Y la conejita, Blake Lively, tan vivaracha, descerebrada y mona como era de prever. Travolta, Hayek y Bichir (por no hablar de un freaky-genio tipo Facebook Zuckerberg), también pululan por la cinta. Oliver Stone modela personajes y actuaciones –se ve que los actores le obedecen con ceguera. Del señor Piedra es, por tanto, el mérito o demérito.
El guión es risible a su pesar. Un ejemplo: el trío calavera (Ben-O-Chon) ha de escaparse de los narcotraficantes. Todo está dispuesto y calculado. Entonces, a O le entra un picor y se le ocurre irse de compras, a ver si así la raptan e intensificamos la tensión de la película.
Los dos se follan a la misma, son salvajes –dice Lado. Son salvajes –dice Chon. Los animales deben de estar en sus jaulas –dice Dennis (John Travolta). Es irónico, pero los dos bandos tratan al otro de salvaje–dice el señor Piedra. Sí, es irónico y sutil. Y está traído por los pelos. Como buena parte de los giros de la trama.
El duelo en clímax del final es una mala imitación de Tarantino. O, mejor: es una mala imitación de Tarantino cuando Tarantino imita el cine de Leone. Un spaghetti western, según el señor Piedra. Más bien una action churro movie en plan Kill Bill.
La historia tiene dos finales. Cuando llega el primero, pensamos que no se puede terminar de peor forma. Pero, tras una pirueta Funny Games, el señor Piedra lo consigue: el segundo final es aún más infumable que el primero.
Lo triste de esta cinta no es la decepción con que he salido de la sala. Lo verdaderamente triste es que no ha superado mis expectativas, casi nulas. Y es que ni siquiera me he sentido defraudado.
[Texto publicado en cinemaadhoc.info]
Qué poquito queda de aquel Oliver Stone que engatusara al público de los ochenta y noventa con películas sobre Vietnam, la bolsa, conspiraciones presidenciales y asesinos sin escrúpulos. Stone, que ya tiene edad de jubilarse, ha envejecido peor que aquellas películas.
Las que vinieron después son harina de otro costal. El ‘efecto 2000’ se cebó con él y se puso a hablar sobre Castro, Chávez, el 11-S, Bush y Alejandro Magno. Hasta hizo una secuela. Tremendo bache.
El neoyorquino intenta regresar a sus orígenes más alocados y espontáneos con Savages (Salvajes) , un filme donde se entremezclan tráfico de marihuana, secuestros, sexo y venganza contando con un amplio reparto de diferentes edades pero similares despropósitos.
Los actores jóvenes son tan bellos como intrascendentes ante la cámara: Taylor Kitsch, Aaron Johnson y Blake Lively no nos hacen sentir un carajo lo que le pasa a sus personajes. Por otro lado los actores veteranos son una caricatura de sí mismos: Benicio del Toro y John Travolta se autoparodian y dan más lástima que risa. Juntos consiguen lo imposible: hacer buena a Salma Hayek.
La voz en off se convierte aquí en un recurso insoportable gracias a la desgana con que la protagonista narra un relato insípido y nada original. Aunque a ratos la cinta transpira crueldad se muestra incapaz de disimular el vacío sobre el que está construida. Sus breves referencias a la actualidad suenan ridículas y forzadas. Humor bajo cero en pleno desierto.
Savages es un estallido de superficialidad porno y santurrona. Su escaso magnetismo resulta inapreciable entre tanta frivolidad. Stone trata por todos los medios de vendernos como excitante y cautivadora una cinta que no pasa de ser simpática en algunos tramos y cansina en su conjunto.
El nombre de Oliver Stone lleva grandes virtudes de fábrica: su realización, montaje y fotografía continúan a la altura de su evidente peso histórico. Juega al límite con su guiño a ‘Butch Cassidy and The Sundance Kid’ y queda como un mentiroso después de un último redoble de campanas que ni fu ni fa. Lo prescindible vuelve a tomar forma.
A Oliver Stone le importa poco reflexionar sobre el narcotráfico como ya realizó Steven Soderbergh en la premiada y estupenda Traffic. Ni mucho menos realizar comparaciones entre Irak y México, el intervencionismo americano o el nivel de violencia que envuelve a las mismas y los cientos de miles de víctimas de diferentes guerras (y negocios). ‘Roba’, eso sí, a Benicio Del Toro y muestra una violencia visceral y repulsiva pero cae en la vertiente de estilizar el sexo. Definamos Salvajes como una película superficial en toda su amplitud: personajes simples y planos, argumentos y tramas prestadas sin demasiada personalidad y ráfagas de acción con las que desea atraer a un público perdido con sus últimas propuestas de ficción: Wall Street: El dinero nunca duerme, W. y World Trade Center no serán recordadas ni por propios ni extraños.
Como siempre, lo interesante de Oliver Stone no son sus películas sino sus entrevistas. El juego de Stone es obvio: el atractivo y sensualidad del pueblo y estética norteamericana en ese trío de jóvenes (Taylor Kitsch, Aaron Taylor-Johnson y Blake Lively) perfectamente bronceados y con un negocio ilegal pero sin muertos en sus espaldas y conciencias frente a ese otro tridente (Benicio Del Toro, Demián Bichir y Salma Hayek) de decapitaciones, brutalidad, amenazas y suciedad implícita. No falta juez y balanza en la figura de John Travolta con los elementos de corrupción que tanto gustan al cineasta y esa conjuración de romance, violencia y drogas. Máscaras de Santa Muerte, precipicio filosóficos con fondo de cartón piedra y arquetipos del género entre humor y violencia macarras. Irregular, contradictoria, extremistas, pueril y, finalmente, salvajemente decepcionante.
El último filme de Stone nos habla sobre la transformación en sus personajes y los efectos de la marihuana. E incluso podríamos decir que el propio director se fumó varios canutos mientras la dirigía. Da lo mismo que este señor coja un guión brillante de Tarantino que una novela de Don Winslow: la cuestión es liarse un porro con el papel. La película se rompe en su recta final como digresión de la retórica oliver-stoniana para diferenciarnos que existen dos clases de salvajes: los fanboys de la violencia y los porreros que fuman con violencia en sus caladas. Esos que van semi-desnudos en plan indígenas con ropa de atrezo robada de The Walking Dead, que se alimentan de aire y marihuana y que se lavan el potorro y el pitorro en el agua salada de la playa. ¿Salvajes? No guapa, se les llama hippies.
Segunda gran decepción del año después de Prometeus de Ridley Scott. ¿Qué pasa, que están seniles y por eso ruedan estas mierdas?
Empezando con que ya no me creo a esos tres pijos enrrollándose entre ellos y menos enfrentándose a un cártel de la droga mexicana contra los cuales no durarían ni cinco minutos.
Lo mejor de todo es la actuación de Benicio del Toro y Salma Hayek.
Algunas escenas de violencia están muy bien pero la continua voz en off de la chica y el hecho de que más que secuestrada parezca que está de vacaciones con unos amigos ricos mexicanos hace que la película me decepcione mucho mucho.
John Travolta no aporta nada y el final es de las mayores basuras vistas en muchos años.
No iba con la convicción de ver un filme que me mantuviera atento a la pantalla durante toda la duración del mismo. Para nada. Esperaba una decepción – y tal vez fue esa sugestión la que me hizo ver de tal forma a Salvajes- ya que las críticas que había leído con anterioridad en diversos sitios la dibujaban más bien como una caprichosa realización fílmica que pretendía deslumbrar con la modernidad con la que se tocaba el tema. Pero uno no debe juzgar sin antes presenciar. Sin embargo, lamento decirles que todas esas críticas negativas, todo ese vapuleó en Rotten Tomatoes y en IMDB estaba justificado.
Pensé que por lo menos me toparía con una descripción más dinámica y entretenida del universo de la droga que ahora ocupa nuestro pequeño territorio. Pero no… no lo fue.