Salaam Bombay!
Sinopsis de la película
Krishna es un niño de las calles de Bombay. A pesar de su temprana edad ya tiene que sobrevivir de cualquier modo, en medio de una galería de personajes de la calle, entre los que encuentra lealtad, traición, amor y todas las experiencias que conforman la vida misma.
Detalles de la película
- Titulo Original: Salaam Bombay!
- Año: 1988
- Duración: 114
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Opinión de la crítica
Película
7
57 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Ajju Kasam
- Alfred Anthony
- Amrit Patel
- Aneeta Kanwar
- Anjan Srivastav
- B.D. Sharma
- Biswadeep Chatterjee
- Chanda Sharma
- Chandrashekhar Naidu
- Dilip Das
- Dinshaw Daji
- Double Battery Stafford
- Eric Paymaster
- Habib Azmi
- Haneef Zahoor
- Hansa Vithal
- Hassan Kutty
- Irrfan Khan
- Irshad Hashmi
- Jamila
- Jayant Joshi
- Joyce Barneto
- Krishna Thapa
- Mohan Tantaru
- Mohanraj Babu
- Murari Sharma
- Nana Patekar
- Neal Gettinger
- Nitesh Anjaan
- Prashant Jaiswal
- Preshit Shringarpure
- Raghuvir Yadav
- Raju Barnad
- Ram Murthy
- Ramesh Deshavani
- Ramesh Goyal
- Ramesh Rai
- Rana Singh
- Sanjana Kapoor
- Sarfuddin Qureshi
- Shafiq Syed
- Shaukat H. Inamdar
- Shaukat Kaifi
- Sheikh Haroon
- Sulabha Deshpande
- Yunus Parvez
Salaam Bombay, otro ejemplo de filme realizado para llamar la atención en Occidente, pulsando la cuerda de la sensiblería izquierdista, buenista y lamentablemente compasiva de la conciencia media del europeo pijo y el yanqui-clase-media.
Por eso, para preparar su salto a Estados Unidos, Mira Nair no hace otra cosa que presentar un drama social convenientemente dulcificado mediante una forma melodramática cansina y, sobre todo, falsa, y convenientemente falsificado mediante la introdución de una serie de clichés (los que cualquier occidental ya conoce) sobre lo terrible de la vida en la calle en el tercer mundo , sin más análisis de por qué ese tercer mundo ni ninguna otra cosa.
El problema: este reduccionismo comercial olvida presentar, precisamente, la capacidad para revertir esta situación por parte de sus propios actores, que también son personas (aunque Mira Nair quiera hacernos creer que son accidentes) y, que de no poseer las herramientas para este proceso, es obligación analizar el por qué de la ausencia de esas herramientas.
Pero eso a Mira Neir le repele, ella debe hacer de su cámara un puro escaparate y un trampolín para el cine americano. Da igual que sepultar una situación social bajo tal losa de banalización. Y así resulta perfectamente banal (ergo, consumible masivamente en Cannes, en Los Ángeles, donde haga falta) todo el filme, construido sobre una narratividad que potencia la identificación compasiva con un personaje super bueno, sobre una narratividad que evidencia la incapacidad de actuar autonomamente de todos los personajes, sobre una narratividad que avanza en espiral activando distintos pequeños shocks que van haciendo más insufrible la situación del protagonista. Puro melodrama. Y puro cine artificioso, manipulador y académico, con su musiquilla, sus encuadres enfáticos, su aparente naturalismo.
Cine irreal para pijos que viven fuera de la realidad.
Y la señora esta todavía tiene la jeta de dedicar su solicitud de ingreso en Hollywood a todos los niños de las calles de Bombay , o algo así.
Occidente llevaba esperando muchos años a un nuevo Satyajit Ray, pero pasaba el tiempo y no aparecía.
La ansiedad comenzó hacerse visible en los amantes del cine independiente y se estaba dispuesto a aceptar casi cualquier cosa. Así que cuando en 1988 una mujer india como Mira Nair presentó al mundo su Salaam Bombay el milagro se obró.
Se llevó mil y un premios, la encumbraron y quisieron ver en esta directora de Orissa a la continuación del genio de Calcuta. Nada más lejos de la realidad. El tiempo a veces sí pone a cada uno en su sitio, y afortunadamente ha demostrado que el cine de Nair no era para tanto. Ni siquiera esta película.
Si como documento Salaam Bombay es muy aceptable, como cine deja mucho que desear. Tan sólo unos veinte últimos minutos son interesantes, el resto es costumbrismo indio de corte social. Ya sabemos los que conocemos la India que es el país del mundo peor para ser pobre. Pero ese país es mucho más que eso. Ofrecer una mirada-denuncia es puramente occidental, por eso Nair no es una verdadera india. Debería introducir otros elementos religiosos, místicos, políticos… como hacía Ray. Lo social puede valer para el neorrelaismo italiano o el cine latinoamericano, pero para la India la complejidad aumenta, por eso su visión es simple, excesivamente simple.
No se engañen, Mira Nair nunca será Satyajit Ray, ni Salaam Bombay se acercará a Pather Panchali, ni el niño podrá parecerse a Apu. Pero ya se sabe, cuando se espera un Mesías, todo puede pasar.
Nota: 4,5
Un niño decide ir para buscar dinero a la gran urbe india, esa inmensa ciudad de mil caras que es Bombay, actual Mumbay, en la que puede verse lo mejor y lo peor de la cultura del subcontinente, la riqueza y el esplendor,por un lado, y la miseria y la pobreza por otro. Por desgracia él pertenece a la segunda, la ciudad de las barriadas en la que las condiciones de vida son tercermundistas, e intentando conseguir lo que busca va vendiendo té por las calles atestadas, sucias y paupérrimas, unas calles en las que lo que uno se puede encontrar es de los más desalentador: prostitución, drogas, analfabetismo.. y a las que debe enfrentarse solo, sin una familia ni un techo que lo proteja. En ese ambiente no puede reinar la esperanza´ aunque siempre es lo último que se pierde.
Tiene mérito reflejar la realidad de las calles de Bombay con tanto verismo como lo hace la directora en su cinta debut, dedicada a los mismos niños que aparecen en ella, con un marcado carácter social y de documental. Además teniendo en cuenta que consiguió una nominación para el oscar a mejor película en lengua extranjera, algo que sólo había conseguido previamente Mother india (1957) y luego volvería a lograr la fantástica Lagaan en 2001, pero he de reconocer que no sé en lo qué piensan los miembros de la academia a la hora de elegir y nominar las cintas, porque el país con mayor producción cinematográfica del planeta sólo ha conseguido tres nominaciones y, a excepción de la última, ninguna de las otras dos, incluida ésta, me ha parecido nada impresionante (como sí me lo parecen otras grandes películas que ni siquiera han tenido en cuenta, por ejemplo Devdas o DDLJ), por lo menos me queda el consuelo de que, en los Filmfare awards de ese año, el premio a mejor cinta no se lo llevó ésta, sino la inolvidable y preciosa Qayamat se qayamat tak .
Una película oscura y surrealista como sólo puede serlo el universo dickesiano de la pobreza extrema con rostro de niño. Es lo más auténtico que he visto de Mira Nair y es uno de esos documentos visuales que no se olvidan, pese a su artesanía de, presumo, opera prima.
He visto muchas películas indias, pero esta es una de esas que no me abandonarán por su narración y caracterización de algo que no podemos más que imaginar: cómo sienten y viven los niños dejados de la mano de los dioses y los hombres.
Hay que suponer que los premios otorgados a esta película provienen de mérito de romper con el protótipo de musical acaramelado de Bollywood. Que una directora india se atreva a enseñarnos un poco de la triste realidad de su país parece ser que basta para logar la aclamación de los críticos de cine.
Digo esto porque más allá del atrevimiento de la directora en cuanto al motivo, no hay ninguna otra cosa de valor. Imágenes crudas que se van sucediendo sin armadura que las sustente en un guión cogido por los pelos. Sentimentalismo forzado, escenas tediosas y desarrollos mal explicados. Ni la impactante fotografía ni el drama que se cuenta impiden que nos aburramos. Por algo será.