Rusty Knife
Sinopsis de la película
Tachibana y Terada son dos jóvenes exyakuzas que intentan llevar una nueva vida. Sin embargo, su pasado criminal les perseguirá cuando el jefe de policía de la ciudad de Ukada les insista para que testifiquen contra Katsutara, un peligroso jefe mafioso. Debut en la dirección de Toshio Masuda.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sabita naifu (Rusty Knife)
- Año: 1958
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.3
23 valoraciones en total
Hace años, lo que se creyó era un desafortunado suicidio ha resultado revelarse como un horripilante asesinato a sangre fría.
Esta es la historia de los tres hombres que lo presenciaron y a los múltiples peligros que hubieron de enfrentarse para proteger su silencio y sus vidas…
Entre la larga nómina de realizadores que rápidamente cogieron los mandos en el seno de Nikkatsu a finales de los 50, entre esas grandes promesas donde se incluían nombres como Imamura, Suzuki, Kurahara o Noguchi, destacaría más que nadie el sr. Toshio Masuda, entrenado en tiempos de guerra como piloto kamikaze (cuyo deber no cumplió finalmente por sus ideas antimilitaristas) y aventajado aprendiz de Ichikawa, Naruse y Umetsugu Inoue que de asistente y guionista pasaría a la dirección con un pequeño encargo, A Journey of Body and Soul , aunque debido a su éxito se trasladó a los cines comerciales.
Pero ésa sólo sería la primera piedra que cimentaría su camino al estrellato, realmente Masuda fue el más importante y lucrativo director que pisó Nikkatsu en la época de los últimos 50 y los siguientes 60, si bien ha quedado olvidado para la gran mayoría. Su fama se debe primordialmente al gran éxito que supuso su tercera producción, cuyo guión adaptó él mismo a partir de un libro de Shintaro Ishihara (polifacético individuo que no sólo se labró una respetada carrera como guionista, dramaturgo y cineasta ocasional, sino además ejerciendo de político, líder del partido conservador de Japón y futuro gobernador de Tokyo).
Al director le concedieron un presupuesto holgado y lo juntaron con la estrella de la compañía en aquel momento, Yujiro Ishihara (hermano pequeño de Shintaro), en la que sería la primera de sus muchas colaboraciones. Rusty Knife empieza con la detención de Katsumata, un gángster que oculta sus actividades ilegales tras su empresa de transporte de camiones, Masuda sale entonces al exterior y radiografía la sociedad como hicieron Dassin, Kazan o Wise. Toda la amargura y desencanto social tan propio del cine negro se transcribe a su relato, del mismo modo que la estética y la forma.
Su Japón es un país que ha olvidado las heridas de la guerra y ahora se encuentra devorado por el hambre del capitalismo, el mismo que ha llevado a los delincuentes a alzarse como reyes del crimen, la justicia no existe, sólo la ley de los fuertes. Masuda es uno de los primeros cineastas en convertir a los otrora honorables y rectos yakuzas del jidai-geki en seres repulsivos y violentos, en parásitos sociales a imagen y semejanza de los mafiosos del noir estadounidense. La tormenta viene a desatarse a través de dos cartas: una en concepto de chantaje y la otra de confesión.
El chantaje es relativo al clan de Katsumata y al asesinato disfrazado de suicidio del concejal Nishida años atrás, la confesión la firma el mismo hombre. Un conveniente flashback nos pone en situación: los tres guardaespaldas del concejal presenciaron el asesinato pero nunca delataron a los culpables, ahora ese pasado manchado con sangre emerge de forma brutal. La investigación de la policía y el fiscal Karita nos lleva a conocer a este trío: Shimabara, recientemente asesinado por su obstinada codicia (en una impactante secuencia a bordo de un tren que podría haber sido filmada por John Huston), Yukihiko y Makoto.
Y entonces, pese a las pesquisas policiales y las viles acciones de los yakuza, el guión se centra de repente en estos dos últimos individuos, a través de ellos Masuda demuestra su cuidadoso y tan personal trato de personajes, su oscura introspección psicológica y emocional que va más allá de las caricaturas realizadas por sus colegas de profesión. Parecería un giro abrupto de guión en manos de otro, pero de forma natural él introduce en la historia el carácter de este dúo y sus vicisitudes, abriendo con ello dos importantes subtramas que subyacen a la propia trama principal.
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
En el epicentro de este vendaval de odios, un maestro de ceremonias que tarda en exponerse (y no obstante resulta fácil adivinar quien es…), el clásico jefe que siempre opera a través de otros y desaparece sin dejar rastro (teniendo en cuenta que el nuevo imperio se había edificado mediante las acciones de criminales, la visión de Ishihara es demoledora al equiparar a este anónimo emperador de las sombras con el mismo emperador de Japón), y alrededor de él, un trío de mujeres que complementa al trío masculino: la rebelde Yuri, la tenaz Keiko y la dulce Yoko (de quien no averiguaremos mucho).
A éstas les dan vida unas buenas Mari Shiraki, Keiko Amaji y Mie Kitahara, y al otro lado unos jovencísimos Jo Shishido (antes de su famosa operación de pómulos), Akira Kobayashi y un Ishihara magnífico, muy creíble en su papel al estilo de los duros del cine criminal americano. Otros grandes actores de la época también nos brindan unas interpretaciones más que decentes, yo sobre todo destacaría a Naoki Sugiura, Toshio Takahara, Shoji Yasui y un Masao Shimizu más repelente de lo normal. Para rematar uno no puede sino sentirse cautivado por la banda sonora de Masaru Sato (que refuerza las influencias del noir clásico), donde de paso hallamos el tema principal del film cantado por Ishihara.
Elementos cuya conjunción iba a resultar en bombazo comercial, las tan increíbles cifras en taquilla aseguraron a Masuda convertirse en el director estrella de Nikkatsu, y a partir de entonces no se separaría del lucrativo dúo Ishihara y Kitahara (matrimonio en la vida real). Como otras de su estirpe, Rusty Knife sólo es hoy conocida por los fans del cine japonés clásico, y desde luego su legado debería permanecer vigente para un sector más amplio.
Fue una de las obras que, recogiendo el testigo americano y europeo, inauguró un nuevo tipo de cine negro y de acción en Japón en un contexto social importante y subvirtiendo los códigos y personajes más conocidos del género, es sin duda una pequeña y muy influyente joya a rescatar.