Río Escondido
Sinopsis de la película
Por encargo del propio presidente de la República y a pesar de que está enferma del corazón, la maestra rural Rosaura Salazar sale rumbo al pueblo de Río Escondido para encargarse de la escuela que lleva meses cerrada. Tras su llegada, Rosaura debe enfrentar al cacique Regino Sandoval, quien explota y niega el agua a los campesinos y ha clausurado la escuela.
Detalles de la película
- Titulo Original: Río Escondido
- Año: 1948
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
6.8
90 valoraciones en total
Río Escondido (por qué se llama así, nos lo explicarán sus habitantes), es un pueblo olvidado de México donde, el presidente municipal, es un cacique déspota dispuesto a imponer la justicia del garrote, y los privilegios de toda índole, son solo para él y para nadie más. Un día cualquiera, y enviada por el mismísimo presidente de la república, a Río Escondido llega una profesora que, padeciendo una afección cardíaca (luego se entenderá la metáfora), no escatimará esfuerzos para sacar a aquel pueblo del atraso. Se llama, Rosaura Salazar… y pueden estar seguros de que estaremos ante una mujer que se respeta.
El director, Emilio Fernández, vuelve a las constantes que hicieran de él uno de los más calificados directores de Latinoamérica: La mujer protagonista, dispuesta a defender lo que considera justo, el patriotismo, en defensa de los más excelsos valores de su nación, México, y la lucha de clases, eterno mal de los pueblos latinoamericanos, forzada por la inequidad y el despotismo.
El guion, escrito una vez más por, el indio Fernández, junto a Mauricio Magdaleno, rinde homenaje a esas mujeres que, con un alto nivel de conciencia y compromiso social, contribuyeron al progreso de muchas comunidades que se hundían en la ignorancia y la miseria.
Contando nada menos que con, María Félix, como protagonista, el director nos asegura un fuerte temperamento femenino, ¡y, la Doña, sí que sabía cómo llenar la pantalla con su imponente belleza y su indócil carácter. Con ella, la profesora Rosaura Salazar, se convierte decididamente en una mujer de antología.
Junto a ella, Carlos López Moctezuma –otro de los grandes actores de carácter que brillara en tantísimos filmes mexicanos-, le dará fuerza a la trama jugando a tiranizar a un pueblo humilde, mientras procura enamorar a una mujer cuyo temple no es fácil de doblegar… y por ahí andará, Columba Domínguez (por entonces, compañera del director tras separarse éste de la cubana Gladys Fernández), en el conmovedor rol de Merceditas.
De nuevo, la efectiva fotografía del memorable, Gabriel Figueroa, sería muy aplaudida, siendo galardonada en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, en la República Checa.
La trama se desarrolla en un crescendo gradual y bien calculado y, quizás, quede de nuevo demostrado que, solo la unión de los pueblos hace posible liberarse de sus verdugos.
Emilio Fernández en 1947 dirigió La Perla y Río Escondido, en ambas usaba la disyuntiva de civilización y barbarie, pero mientras en la primera los indígenas representaba a los buenos y nobles salvajes, mientras que el civilizado la codicia, corrupción y el atropello. Acá al revés, la maestra urbana trae la educación, la sanidad, y viene a acabar con los atropellos de un perverso señor feudal.
La película a pesar de que por momentos (muchos más de los que debería) su didactismo torna pueril y estúpido hasta lo risible, tiene un mensaje magnifico y conmovedor, que no ha perdido vigencia.
Martía Félix es la primera vez que la veo intentar actuar, de hecho hace todo lo posible por no usar su característico tono de voz, y en algunas escenas está muy bien, cuando no se interpreta a sí misma, por desgracia en otras es más fuerte que ella.
Carlos López Moctezuma está excelente, su villano es muy complejo, tiene muchas facetas, y a pesar de ser capaz de las peores vilezas el director no hace que sea una caricatura, igual sus cómplices.
También la forma de construir una nueva masculinidad, e todas sus películas hace que los hombres sean machos y sientan su hombría siendo nobles, empaticos, y no violetos y abusivos.
Luego la plástica y la fotografía es excelente, nadie retrato con mayor amor belleza e idealismo el México profundo que Emilio Fernández, hasta lo trágico y execrable en sus películas se muestra de una forma elegante.
Inspirada por un vehemente fervor de regeneración patria, la propuesta de E. Fernández cuenta con una ambientación primorosa, con un ritmo cadencioso y con una estupenda banda sonora que alcanza una cota sobresaliente cuando intervienen los coros madrigalistas de L. Sandi.
Pero llama la atención, sobre todo, su excelente fotografía -casi excepcional- que proporciona máximo dramatismo a una intensa historia rural.
La expresividad del blanco y negro, la elocuencia de los contrastes y la fuerza plástica del desgarro social se ponen al servicio de un argumento cargado de buenas intenciones y de voluntad ejemplar.
El trabajo de interpretación de los actores está a la altura de las circunstancias y entre todos consiguen que la belleza de las imágenes trasmita al espectador la magia de lo intangible y el mensaje social.