Retorno a Hansala
Sinopsis de la película
A comienzos de esta década, en las playas de Rota, aparecieron los cadáveres de once jóvenes inmigrantes marroquíes que buscaban cruzar el estrecho en una patera. Se descubrió por sus ropas que los once muchachos pertenecían a la misma aldea, Hansala. Retorno a Hansala pretende recrear aquel suceso visto desde los ojos de dos personajes: Martín, un empresario funerario que pretende hacer negocios con lo ocurrido, y Leila, hermana de uno de los fallecidos. Los dos se embarcarán en la aventura de intentar repatriar el cadáver del muchacho en una furgoneta, donde ambos vivirán una intensa experiencia moral que les llevará a replantearse todas sus creencias.
Detalles de la película
- Titulo Original: Retorno a Hansala
- Año: 2008
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
6.3
92 valoraciones en total
El que haya leído alguna de mis críticas al cine español verá que no suelo ser excesivamente duro con él, sólo si la película es insultantemente mala, como cada vez más a menudo sucede. Dentro del panorama general del cine español, yo suelo defender el que se realiza en el sur, desde las magníficas Solas y Fugitivas, hasta las pequeñas joyas desconocidas como 15 días contigo o Cuando todo esté en orden. Estamos aquí ante otra buena muestra de este cine. Un cine visceral, hecho con intención y con afán de que el espectador no seas un mero observador de la historia.
Cine social que está lleno de riqueza si quieres observar la realidad que te muestra. Durante el visionado me acordaba de la película Un novio para Jasmina, de la cual hice hace poco la crítica, que era flojita pero que tenía muy buenos sentimientos. Aquí el cambio es que la directora está más madura y trabaja mejor temas como la fotografía y la música, piezas importantes en este tipo de películas. Sólo pongo un pero a esta película, y es esa historia de amor esbozada a lo largo del film, para mí lo más flojo y poco creíble, pero eso no hace que la película sea de lo mejor que llegará en los próximos meses.
Recomendable a los que en ocasiones buscamos algo más que divertimento en el cine
No es necesario que Retorno a Hansala sea un peliculón, ni que deslumbre con muchas cosas que evidentemente le faltan, para que pueda percibir y definir a esta película como grande. A mi juicio, Chus Gutiérrez ha conseguido que esta sencilla película destile humanidad.
Los títulos de crédito iniciales se mecen entre las olas mediterráneas cercanas a la costa española. La respiración se escucha entrecortada. Siento la agonía y la cámara, que hace de ojos del desafortunado, se convierte también en mis propios ojos. Luego, la marea nos arrastra. La calma llega, pero sabemos que ya no existe un futuro. Unos metros. Sólo unos metros más…
Realmente esta película empieza mucho después: cuando Martín (José L. García Pérez) se mete en el coche acompañado de Leila (Farah Hamed) rumbo a Marruecos. Es entonces cuando la película toma consistencia y cuando hablo de humanidad. Es un antes y un después.
Antes, hemos tenido que presenciar demasiados movimientos de cámaras, muchas excusas poco fortuitas para que la trama avance (el motivo por el que Martín decide acompañar a Leila a Marruecos con el cadáver de su hermano está sacado con calzador), y mucha información completamente innecesaria (los temas de restructuración familiar sólo hubieran sido necesarios si la trama hubiera tomado un segundo camino que agradecidamente, no tomó).
Cuando la gente se quiere ir de un sitio no hay frontera que les detenga dice la directora. Igual de sencilla que esta frase, es la película. Igual de aterradora que estas palabras, son las imágenes que nos muestra Chus Gutiérrez.
Es complicado ser imparcial cuando ves en imágenes cosas que has experimentado, cuando reconoces en sus personajes a amigos olvidados. Sencillamente aquí la cámara del equipo de Retorno a Hansala no existe. Es una ventana al recuerdo, es un trabajo excelente de acercamiento, de sensibilidad y de saber contar las cosas sin querer imponer la opinión. En estos momentos se habla de mucho, pero la que habla sólo es la cámara sosegada y paciente de Chus Gutiérrez que sin más pretensiones que mostrar, hace una cosa mucho más importante: educar.
Se cierra el trabajo con números. Con datos impresos mientras a su lado pasan desapercibidos (como siempre) todas aquellas personas que consiguen sacar adelante una película. ¡Qué brillante! ¿No? ¿Números? Estamos tan hastiados de las tragedias que los números nos curan en salud: muertos en desastres naturales, en guerras, en accidentes de tráfico, enfermedades, hambre,… ¿números?
Para mi esta es hasta el momento la mejor película española del año, muy por encima de grandes producciones nacionales como LOS GIRASOLES CIEGOS o CAMINO.
Evidentemente no sé si eso dice mucho de la película o dice poco del cine español manufacturado durante el 2008…
La película empieza con implacable dureza desde los títulos de crédito. Chus Gutiérrez, aborda con una sensibilidad desbordante un historia cruel, e injusta y la rueda de manera sobrecogedora. La delicadeza y sensibilidad con la que aborda problemas tan actuales como las pateras, la muerte, la crisis, el desamor y la quiebra es lo que nos hace soportable la película.
Esa misma sensibilidad impregna la actuación de los protagonistas, que a pesar de la dificultad y la dureza que entrañan sus personajes, nos los acercan y nos cautivan con ellos.
Una apuesta valiente, un rodaje difícil fuera de España, con una climatología hostil, un terreno desconocido, otras creencias, otros hábitos, otra manera de entender el mundo y la vida, una directora que a la vez es productora… muchos obstáculos que vencer y que Chus Gutierrez sortea con mano firme y con creatividad.
Una película que se merece que la gente acuda en masa al cine para verla.
Si el año pasado en 14 kilómetros acompañábamos a unos africanos en su penoso viaje a la tierra prometida, en Retorno a Hansala hacemos el viaje de vuelta en coche fúnebre con uno de tantos que cayó en el camino. Desde los títulos de crédito nos ahogamos con los protagonistas de esta historia y ya presentimos que esta película no va a ser simpática. Esta antipatía aumenta en el tanatorio donde nos llevan después, tan gris y vacío como su dueño, ahogado por las deudas y por su crisis sentimental, que ve negocio en los traslados de estos números a sus países de origen. Empieza así una Road Movie en coche fúnebre por Marruecos. Chus Gutierrez deja a la cámara que muestre a las partes sin juzgar a nadie, con una estética fría entre el documental y la ficción. Es fácil predecir que en el viaje habrá transformación del dueño del tanatorio a medida que los muertos dejen de ser números y se conviertan en gente con una historia personal y familiar, pero como no es un thriller, lo interesante es ver como se produce esa transformación y José Luis García Pérez sale airoso con una interpretación tan contenida como genial.
En un lado de los créditos finales aparecen recortes de noticias a las que estamos demasiado acostumbrados 80 indocumentados han sido interceptados… y creo que esta película nos tiene que servir para saber que detrás de esas noticias con muchos números hay muchas historias personales y familiares.
Película notable, de lo mejor que se ha hecho en España en el último lustro. Me ha conmovido la narración hasta saltárseme las lágrimas en varios momentos importantes.
Chus Gutiérrez sabe dirigir, su experiencia trabajando al lado de otros directores en EE.UU. no ha sido en vano, se nota el talento y la madurez adquirida.
Preciosa película sobre pueblos primos hermanos a los que separa tan sólo un gran estrecho marítimo (el de Gibraltar) de unos 14 km en su distancia más corta. Los que quedan del lado africano están obsesionados en un gran número por viajar hacia el lado europeo donde creen que todo es jauja y libertad, esto conlleva muchas muertes trágicas en tal trayecto.
La historia nos cuenta el retorno en un ataúd de uno de esos emigrantes procedentes de Marruecos, un muchacho de tan solo 19 años que se ahoga en su intento de cruzar el citado Estrecho de Gibraltar rumbo a España. La repatriación del cadáver lo hace un empresario de funeraria del pueblo gaditano de Los Barrios. En este viaje junto a la hermana del fallecido, descubrirá burocracias, grandes inconvenientes, pero también paisajes maravillosos, un estilo de vida pobre y hospitalario, una mujer imantadora y toda una cultura que pronto sentirá como suya propia por natural y simplemente humana.
Retorno a Hansala habría sido cien veces más digna de representar a España en los pasados Oscar de febrero 2009, en lugar de Los girasoles ciegos de José Luis Cuerda, que trataba del repetitivo y manido tema (ya hastiante) de la guerra civil española y de lo malos que eran los curas franquistas y lo buenos que eran los laicos republicanos. Más les habría valido a todos que eligieran Retorno a Hansala, al menos por ser esta una historia singular, poco corriente, novedosa, embrujadora, enternecedora, humanista y fraterna a más no poder.
La cabecera del filme, mientras van apareciendo los nombres de los los intervinientes, es excelente, una auténtica muestra de originalidad sorprendentemente magistral, cuando estos créditos (credits) constituyen por sí mismo una secuencia, a modo de cortometraje o ‘set piece’ (que, incluso testimoniando el espíritu del filme resulta una prodigiosa síntesis del mismo) se conoce como ‘cabecera’. En este caso la cabecera de Retorno a Hansala puede considerarse en cierto sentido de secuencia pregenérica o antecréditos, pues nos cuenta de forma tremendamente trágica, las consecuencias de gran parte del filme, como un anzuelo o gancho para atraer al espectador. Lo dicho, esta notabilísima cabecera pregenérica de Chus Gutiérrez constituye ya por sí misma una introducción de gran película, de gran obra que anuncia un magnífico contenido.
Fej Delvahe