Raquel, Raquel
Sinopsis de la película
A punto de cuplir los treinta y cinco, la solitaria Raquel Cameron siente que ha llegado a la mitad exacta de su vida. Han pasado catorce años desde que la muerte de su padre la obligó a interrumpir sus estudios universitarios y volver a su aburrido pueblo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Rachel, Rachel
- Año: 1968
- Duración: 101
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes conseguir una copia la película en formato HD y 4K. Seguidamente te añadimos un listado de fuentes de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
Película
6.7
37 valoraciones en total
La había visto hace muchísimos años por televisión y recordaba algunas escenas que me impresionaron… (En aquella época, yo era fácilmente impresionable) Ahora con la perspectiva que da el tiempo he vuelto a revisarla y me ha producido una sensación de agridulce nostalgia.
La película es muy interesante, tal vez porque está dirigida e interpretada con gran sensibilidad. Los personajes resultan cercanos y reales, al igual que sus vidas. Joanne Woodwar, la esposa del director se ofrece deliciosa en su papel de mujer que oculta tras su mirada sentimientos y necesidades, hasta que un cálido verano, las circunstancias la arrastran para que su vida se desate.
Un merecido ocho.
Quiero ser libre es el título de otra película, sin embargo, también es una buena frase para empezar a escribir sobre Raquel, Raquel , una película muy personal que Paul Newman dirigió mientras todavía era un actor extremadamente popular. La libertad aparece en dos sentidos muy claros: primero la libertad creativa de Paul Newman y Joanne Woodward, su mujer, para crear un proyecto pequeño pero significativo, y segundo, la libertad expresada en el argumento de la película como la necesidad de todo ser humano de escoger el rumbo de su vida.
Las virtudes de Raquel, Raquel son realmente admirables. En primer lugar, se aprecia con agrado la naturalidad con la que la película describe a un pueblo pequeño y genera una atmósfera sofocante. Luego, a la característica anterior le acompaña el ritmo, pues lenta y pacientemente se desarrolla una historia diminuta que es muy buena, pero cuyo propósito casi exclusivo consiste en viabilizar el desarrollo del personaje central. Además, aunque específicas en su marco temporal, las incertidumbres y la crítica que el guión plantea poseen una validez universal que trasciende límites de todo tipo y permite apreciar a esta película de más de 40 años de edad con el mismo -o quizás con mayor- entusiasmo que con el generado por una cinta de corte contemporáneo. No obstante, más allá de estas valiosas cualidades, Raquel, Raquel es lo que es gracias a su protagonista: Joanne Woodward.
Al igual que Una mujer bajo la influencia , de John Cassavettes, Raquel, Raquel es una película provocadora e indiscutiblemente conmovedora en su manera de observar con un impresionante nivel de intimidad la lucha interna de su protagonista. Mientras en la primera Gena Rowlands manifestaba el conflicto de su personaje a través de expresiones faciales sui generis y explosiones volcánicas que terminaban en trágicos desencuentros, en Raquel, Raquel , Joanne Woodward aparece la mayor parte del tiempo calmada, pero su conflicto está siempre presente, brillantemente interpretado por la actriz a través de un conjunto que encierra la mirada triste, el paso inseguro, la voz quebrada y todos los elementos propios de la metáfora del pájaro herido que ya no puede más, que debe volar o morir.
Raquel, Raquel no existiría sin Joanne Woodward, en su interpretación la actriz se convierte en la mujer reprimida que la cámara tan insistentemente estudia cuadro a cuadro. Woodward consigue el milagro de la transfiguración y la genialidad de su trabajo se aprecia en los pequeños detalles, en los momentos de introspección, en sus súbitas reacciones a las fantasías de liberación sexual y física que la persiguen a cada momento, en las escenas más fuertes (impresionante en un momento de histeria colectiva en el siniestro servicio de una iglesia evangélica) y en la impresionante naturalidad con la que lee sus líneas y se transforma en una mujer más resuelta y capaz de decidir por sí misma. Dedicada a un amigo muy sabio.
La película Raquel Raquel tiene 51 años, y todas las veces que la he visto me ha gustado. Ahonda en aquello que cada uno arrastra, esa intimidad que evitamos compartir. Cuestiones de las que pocas veces se habla, porque resulta complejo y difícilmente entendible por otros… Pequeños sueños, anhelos, esperanzas rotas, el transcurrir del tiempo que va descomponiendo nuestras ilusiones, para sumirlas en un torbellino cercano a la nada.
Considerado uno de los trabajos más brillantes y lúcidos de Paul Newman, dirigiendo a su esposa, Joanne Woodward, en una interpretación donde tal vez la mano de la actriz esté muy presente.
Resulta difícil conseguirla, yo la grabé de la televisión, hice un pequeño montaje para eliminar anuncios y digitalizarla y la guardo en tres discos duros para que no se pierda. Si alguien la localiza en plataforma Streeming, agradecería que me lo hiciese saber.
Debú en la dirección de Paul Newman (1925-2008). El guión, de Stewart Stern (Rebelde sin causa, Ray, 1955), adapta la novela A Jest of God (1966), de la novelista canadiense Margaret Lawrence. Se rueda en escenarios reales de localidades de Connecticut (Bethel, Danburg, Georgetown y Redding) y en los Warner Studios. El film es nominado a 4 Oscar (película, actriz, actriz de reparto y guión) y gana dos Globos de oro (película y actriz). Producida por Arthur Newman y Paul Newman para la Warner, se estrena el 26-VIII-1968 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en una pequeña población de Nueva Inglaterra. Raquel Cameron (Woodward), de 35 años, soltera, maestra de párvulos de la escuela local, dominada por la madre (Harrington), lleva una vida rutinaria, insatisfactoria, sin perspectivas y sin alicientes. Algo nuevo sucede en su interior cuando se encuentra inesperadamente con Nick Kazlik (Olson), antiguo compañero de estudios, soltero, que vive en Chicago y se ha acercado al pueblo para saludar al padre, inmigrante checo, propietario de una vaquería, con el que no se lleva bien.
El film suma drama y romance. Enmarca la vida de Raquel en los parámetros del pueblo y de la familia, explica sus recuerdos de infancia y sus fantasías y sueños presentes, a través de los que busca distracción y evasión. Más que a los hechos, presta atención a los sentimientos, pensamientos, ambiciones y deseos de la protagonista y de otros personajes (madre, amiga y compañera de trabajo y Nick). El film se sumerge en el mundo interior de Raquel y explora sus vacilaciones, dudas, insatisfacciones, frustraciones sexuales, timidez, deseos, ambiciones de niña no realizadas por la muerte prematura del padre (cuando ella tenía 11 años) y las limitaciones debidas a las atenciones que presta a una madre posesiva, dominante e intrusiva. A lo largo del film conoce nuevas experiencias, descubre cosas nuevas, rompe con algunos tabúes y siente lo que es el amor. Se plantea preguntas y concibe nuevos seños y ambiciones. De una situación conformista y resignada evoluciona hacia un posicionamiento crítico que le descubre que su felicidad y su futuro dependen sobre todo de ella misma y de las decisiones que tome.
El carácter introspectivo, solitario, cerrado, poco comunicativo y dubitativo de Raquel no le facilitan las cosas. La cámara, de la mano de su proceso interior, muestra la firmeza de sus ansias de cambio, sexo, maternidad e independencia. El relato deviene tierno, sensible, intimista y delicado. La interpretación de Woodward, entregada y sincera, trasmite a la narración lirismo y delicadeza.
(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)
Una pequeña joya del cine intimista. Sin grandes aspavientos, con una gran sencillez, Paul Newman, nos envuelve en el ritmo lento de la vida de Raquel, de sus idas y venidas de la escuela a su casa-funeraria, de su mundo onírico, de sus recuerdos, sus deseos secretos y sus represiones.
Magnífica la interpretación de Joanne Woodward de la sumisa Raquel. Y qué primeros planos más maravillosos! Ay, Joanne, qué suerte, que un tipo perfecto como Paul Newman esté enamorado de ti y te regale ese papel y esos planos!
Nada, un poco de envidia.