R100
Sinopsis de la película
Un oficinista gris vive una existencia ordinaria y triste, con su esposa en coma y teniendo que cuidar de su hijo, pero en su interior esconde una oculta adicción al sadomasoquismo, obteniendo placer a través del dolor. Un día el hombre entra en un exclusivo y misterioso club de S&M, entrando en un mundo desconocido, donde encuentra a mujeres seductoras y dominantes. Ser miembro del club es por un año, y la única regla es que no hay derecho a cancelación, bajo ninguna circustancia. Al comienzo el hombre está encantado con la experiencia.
Detalles de la película
- Titulo Original: R100
- Año: 2013
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
5.9
68 valoraciones en total
Matsumoto ha vuelto a hacer otra locura de las suyas, es muy difícil definir la película.
Empieza con un primer tramo algo comedido, dentro del universo Matsumoto, presentando al protagonista e introduciendo sus locuras poco a poco. Un poco como en su obra inicial Dainipponjin.
Y de repente,corta la narración y empieza a jugar con el cine dentro de cine, y explicándonos que el y nosotros sabemos que hemos visto una locura y que se ha permitido múltiples licencias,pero en vez de usarlo como excusa y volver el tono mas cuerdo lo hace para abrir la puerta a su loca inventiva llevando algunas escenas al limite.
En esa segunda parte el surrealismo y esa comedia-absurda-locurajaponesa llega a limites insospechados. Algunas escenas funcionan mejor que otros. Un poco como en Symbol. Distanciándose de su anterior película Scabbard Samurai.
Es un tipo de cine muy personal en el que Matsumoto cumple su intención, provocar, intentar llevar sus ideas al limite y con ellas al espectador.
No es apta para todo el mundo, más que nada porque es difícil aceptar según que ideas/locuras sin saber el tipo de película al que te vas a enfrentar.
Hay directores cuya obra es tan anodina y mediocre que descubrir quiénes son y de dónde vienen es una soberana pérdida de tiempo. Sin embargo, con otros se hace simplemente necesario si se quiere llegar a entender lo que plasman en pantalla. Matsumoto pertenece a este grupo.
Creo que casi todos los que han visto sus filmes saben que es cómico. Lo que quizá se les escape es su enorme popularidad en Japón. No hay nadie en este país que no haya oído hablar de él, del mismo modo que en España todos conocemos a, por ejemplo, Andrés Buenafuente. Pero, ay, mientras que los cómicos de aquí que se han pasado al celuloide han hecho desde verdaderas atrocidades como El ekipo Ja , El E.T.E. y el OTO o Aquí llega Condemor: el pecador de la pradera a películas pueriles que se olvidan un día después de su visionado como Tapas u Ocho apellidos vascos , en otras latitudes han realizado cosas muy interesantes. Todos conocemos a los Monty Python, ¿no?
Matsumoto además es un famoso polemista: ha criticado de todas las maneras posibles el modelo de vida japonés, ha predicado la destrucción familiar, ha asegurado que más vale ser un vago que un workaholic y que con la de jovencitas de 19 años cachondas que hay por el mundo no vale la pena casarse para ver como tu mujer se vuelve cada vez más fea e insoportable, etc. Por no decir que también se ha reído en la cara de algunos prestigiosos artistas japoneses.
Todo un punk si se quiere ver de este modo.
Sabiendo que el ya citado modelo de vida japonés le parece absurdo, una de las claves de su humor consiste en insertar el absurdo en dicho absurdo. En realidad, es una de las técnicas clásicas de la comedia: lo anormal en lo normal . Lo que tal vez diferencie a Matsumoto de otros es que lo lleva al extremo. Hasta tal punto que muchos occidentales, poco acostumbrados a tal grado de vesania, pueden sentirse perdidos e incluso ofendidos con el visionado de sus filmes o incluso sus gags.
En realidad, aunque la forma de R100 pueda resultar esquizofrénica, su contenido es bastante claro: el japonés medio es un masoca tan acostumbrado a obedecer, a una vida casi de esclavo, que siendo constantemente pisoteado, humillado y ofendido acaba encontrando placer en el dolor. Resumiendo: Japón es un país de masocas. El único modo de superar el masoquismo es mediante su opuesto, el sadismo. Algo así como Antes de que te puteen, putéalos tú a ellos . Sin embargo, para alcanzar este supremo estado mental y espiritual primero tenemos que pasar por infinitas penurias. Una vez instaurado podremos descubrir la auténtica felicidad, la libertad, escucharemos el himno de la alegría de un modo completamente distinto. Matsumoto comentó en su día que esta película va sobre la cobardía humana, que aunque lo más inmediato sea pensar en Japón, ni los occidentales nos salvamos de ella.
Continúa en Spoilers.
Entender una película como R100 requiere quizá de demasiado para un espectador común. Ese espectador que se encuentra hipotéticamente con esta película -y digo hipotéticamente porque me cuesta imaginar un escenario donde alguien vea R100 involuntariamente- probablemente no entenderá demasiado de lo que está sucediendo. No es que R100 sea una película complicada de entender, es más que si no tienes cierto contexto te pierdes un gran cacho del pastel.
Hitoshi Matsumoto es un cómico muy conocido en Japón que ha destinado su carisma y su éxito al séptimo arte. Sus películas son difíciles, muchas veces incomprensibles para el gaijin de turno, y tienen en sí siempre una ácida sátira de la sociedad nipona que fuera de sus fronteras vemos tan idílica. Matsumoto evidenció todo esto con aquella Big Man Japan tan retorcida que a día de hoy es la que probablemente mejor represente la psicología de Matsumoto. Llegarían después películas diferentes como Symbol, aportando mucho existencialismo, o Scabbard Samurai, una tragicomedia que se acerca más a lo que el cómico acostumbra a hacer. R100 es la última de sus estridencias, y a la misma vez la más asequible para el espectador de turno.
Puede que me esté perdiendo mucho de R100, porque incluso con un contexto básico es difícil seguirle la pista a este hopmbre, pero es de momento la peor película que he visto del director nipón. R100 tiene también profundidad, y es un monumento a la cobardía y al miedo en general a mostrar los verdaderos deseos del ser humano. La opresión social y el vive tu vida como te dicen y no como quieres puesta en pantalla desde el sadomasoquismo, el cual sólo se cura con el sadismo. R100 tiene todo eso, pero lo presenta de manera un tanto obvia para lo que el director nos tiene acostumbrados. Si nos quedamos en la capa más superficial, encontraremos una película con momentos divertidos, aunque siempre desde un punto mucho más oscuro y opresivo.
Por una parte R100 es recomendable para introducirse en el mundo de Matsumoto como director, pero por otra parte es de las peores de sus películas. Verla o no es ya cosa vuestra, porque no seré yo quien os diga lo que tenéis que hacer.
Había oido hablar de Hitoshi Matsumoto, pero nada específico sobre su obra. Mirando la wikipedia descubrí en su biografía que, al igual que otro grande como Kitano, Matsumoto viene de la comedia televisiva, y su cine está plagado de homenajes y críticas a la sociedad japonesa. Y es que algo tiene que estar pasando allá en Japón para que directores como Sion Sono o Matsumoto tengan películas ya no sólo críticas, sino que son totalmente novedosas en cuanto a planteamientos, rozando el surrealismo y la parodia fácil, pero que alberguen tanto cine.
Takafumi Katayama no puede llevar una vida más triste: su mujer lleva años en coma, su trabajo como dependiente en un centro comercial es de lo más aburrido, y por culpa del horario, no puede atender las necesidades de su hijo. Pero él es sumiso, y le gusta. Es por ello que contrata un servicio privado de bondage (sadomasoquismo) algo peculiar: recibirá las visitas de las amas sin previo aviso para humillarle como se merece…
Vista la sinopsis, os podreis imaginar que R100 es una película que no deja indeferencia a su paso. Leo en alguna entrevista al directo de que se trata de una crítica feroz a una sociedad japonesa cada vez más sumisa. Lo que es increiblemente sorprendente es su planteamiento. Tiene un inicio pausado, donde nos detalla la rutina del sr. Katayama, que como la fotografía de la película, es en escala de grises y a veces marrón. El color o está muy apagado o brilla por su ausencia, y sólo nos deja a ratos disfrutar de los rojos de los labios de algunas de sus amas. Todo aparentemente correcto, acompañado de música de Beethoven, sino fuera por el efecto que nos muestra el director cuando el sumiso consigue el placer, una especie de hinchazón por dentro de la cara y los ojos negros, y unas ondas circulares que salen de su craneo, pero que no desentonan con el entorno de la película.Pero llegamos al minuto 40 de metraje y vemos el título de crédito de la película. Saltamos a 5 personas en una sala de espera, que tras sonar el timbre se adentran en una habitación, movimiento de película y otra vez el título de crédito. Todo ese efecto hace como si nos proyectaran una película nueva. Y aunque los personajes inicialmente son los mismos, la historia va ganando en agitación, y con esta agitación aparecen personajes nuevos, como si de la nada, en actitudes de lo más variopinto y hasta cómico. Desde policias protagonizados por el mismo Matsumoto hasta Diosas del Dolor con virtudes bien extrañas.
Y Hitoshi Matsumoto se desata. Nada queda de la sobriedad mostrada hasta la hora de metraje. Los nuevos personajes llevan la película a otro extremo, y el director lo aprovecha para crear algunas de las secuencias que todavía no me quito de la cabeza, empezando por el baile disco de La Diosa de la Saliva, y terminando por un clímax final, donde consigue mezclar magistralmente el Himno de la Alegría de Beethoveen con la destrucción de un sádico, o la aparición de la Ama en la piscina. Parece todo bastante surrealista y puede que nos perdamos en el camino, pero gracias a otro golpe de genio, las cinco personas que estaban en la sala de espera son espectadores como nosotros, y se irán haciendo las mismas preguntas que nos hacemos ante tal derroche de imaginación, por lo que consigue un efecto de que no nos sintamos tan extraños.
Viendo el resultado final, puedo llegar a afirmar que Matsumoto y Sion Sono son de lo mejorcito del cine japonés contemporaneo, tanto por lo arriesgado de sus propuestas como el sello personal que le imprimen a sus películas. R100 parecia distinta, pero su media parte final es de órdago, y para mi gusto, seguramente una de las destacadas del festival.
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Comedia absurda al grado sumo, pero con originalidad y mucha chispa despreocupada. Una auténtica rareza y tontería muy bien hecha que podrá despertar odios o amores. A mí me ha encandilado y me he descojonado durante gran parte de su metraje. El humor es tan bestia y despreocupado que me quito el sombrero, aunque quizás le falte un poco más de agilidad en algunos tramos y podría haber sido incluso más extrema.
Película para pasar un gran rato si se busca una mezcla desternillante de lo absurdo, creatividad, thriller, fetiche, crítica social, esperpento y especialmente locura… vamos… que me ha matao.