¿Qué le pasa a Helen?
Sinopsis de la película
Las fotografías del asesinato de Ellie Banner están en todos los periódicos. Helen y Adele, madres de los sospechosos, tras recibir la notificación de que sus hijos han sido condenados a muerte, abandonan la ciudad para empezar una nueva vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Whats the Matter with Helen?
- Año: 1971
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
Película
6
98 valoraciones en total
Historias de terror sofisticado, típicas de los setenta, antes de derivar hacia el gore de los ochenta y el terror sanguíneo y la casquería de tripas y vísceras. Más que de terror es de tensión psicológica, emocional. Algo va a suceder, e incluso sabes qué, pero no sabes cuándo ni cuándo. Y esa es la gracia de la cinta.
Segundas oportunidades, relaciones más que amistosas entre mujeres adultas. Debbie Reynolds, y Shelley Winters como principales protagonistas bajo la dirección de un director que no rodó mucho en pantalla grande y derivó hacia la televisión y las series. Los número musicales alargan en exceso la cinta, que pierde tensión y potencia con tantas interrupciones. Que, además, no aportan nada especialmente interesante a la trama principal.
La carrera de Winters es para hacer un tratado. Muchas películas, de calidad, pero sin que haya brillado como protagonista en realidad en ninguna de ellas, o en muy pocas. Siempre de fanática religiosa, o de novia abnegada de un chico guapo que no la quiere en realidad, de mujer amargada, retraída, condenada a vivir una existencia gris y recluida en casa. Entre acomplejada y reprimida sexual. Una mezcla más común de lo que parece en la realidad de la vida cotidiana. Ese es su papel en esta película. Celos, envidia, y deseo sexual reprimido. El pasado, la culpa y su incapacidad para salir de sí misma hacen el resto. Algo sucedió en el pasado y ella se siente culpable, o lo es… no se sabe y de eso trata la película. Algo le pasa a Helen, y no sabes ni qué es, ni cuándo se va a manifestará.
Me ha gustado mucho Debbie Reynolds. Lozana, brillante, sabe moverse y bailar con garbo y clase. Y mucho más guapa de lo podría imaginar. Una verdadera mujer de bandera.
Me pregunto la calidad visual que habría ganado en tenebrismo, horror, inquietud, terror, suspense, angustia, de haberla rodado en blanco y negro.
Sería una obra verdaderamente siniestra.
Y eso que la fotografía de Lucien Ballard.
Uno de los grandes, con títulos como Grupo salvaje . La huida . La balada de Cable Hogue .
Fue el director de fotografía favorito de Peckinpah. Es sobresaliente.
FUE UN ERROR . Utilizar el color, para esta película.
Lástima porque creo, estaríamos hablando de una película de culto.
Así es algo entretenido, con cierto suspense.
Unos números de baile alargados aunque correctos y un ritmo general que no logra meterte en el clímax de terror y angustia.
Dirigida por Hithcock, o Aldrich. ¿Qué hubiera salido? Es divertido imaginarlo.
Algo así como ¿Qué fue de baby Jane? o La noche del cazador .
Pensémoslo, en color perderían la mitad de su sórdido, inquietante encanto.
Lo mismo le ocurre a ésta, pero al revés.
Con ese color De Luxe, entre el Technicolor y la siguiente evolución cromática- Spherical- En este caso.
Tampoco ahonda en la personalidad de los hijos asesinos ni del crimen.
Esto hubiera acrecentado la psicología dramática de la historia y el interés por estás dos madres.
Eso sí, magistralmente encarnadas por Shelley Winters y Debbie Reynolds.
Con unos pespuntes en el guión, Fotografía en blanco y negro y ya puestos a pedir, Robert Aldrich tras la cámara. ¿Qué hubiera salido?
Por soñar que no quede. ¡Qué es el cine si no!
Hace muchos anos la vi en cine-club y no la he vuelto a ver, pero recuerdo que Winters es una mujer paranoica, celosa, fanática religiosa, escucha a un predicador radial y se psi-cotiza, su hermana una madura pero atractiva Reynolds vive con ella.
La película se desliza de a poco en una serie de sucesos crueles con una notable versatilidad de Winters para ser efectiva en su personaje que recuerda al de Ma Barker del ano anterior con un final desmadrado, gore.Buena composición de Reynolds enfrentada al horror. Película interesante, que muestra la libertad del cine americano y sus directores para tomar temas extraños y locales que chocan a otros tipos de sensibilidades. Esporádicamente se muestra la critica social sin ser esta panfletaria ni el objeto del filme. Su director Curtis Harrington realizo con Simone Signoret otro filme Games cuatro anos antes sobre un personaje inquietante.
Siguiendo la estela de, por ejemplo, ¿Qué fue de Tía Alice? (What Ever Happened to Aunt Alice?, 1969), largometraje dirigido por Lee H. Katzin y producido, cómo no, por Robert Aldrich, Curtis Harrington dirige esta película que nos ocupa aquí y ahora. Mejor aún que la obra ya citada, ¿Qué le pasa a Helen? es un film prácticamente perfecto, en el que dos grandes actrices como Debbie Reynolds y Shelley Winters están perfectas en sus respectivos papeles. Harrington entra a fondo en una cierta visión patética de Hollywood, de su culto a las estrellas -Shirley Temple y Jean Harlow en este caso concreto-, mostrando su cinefilia (al fin y al cabo, Harrington es uno de los cineastas cinéfilos que irrumpen en el cine estadounidense post-clásico) y un relativo sentido del delirio, en el que lo irreal y lo real se mezclan, hasta un desenlace final grotesco, oscuro, pero también lógico y válido.Si el personaje de Reynolds oscila hacia el futuro, y el de Winters oscila hacia el pasado, de igual modo se oponen la razón y la irracionalidad. ¿Qué le pasa a Helen? es un gran guiñol pasado por el realismo mágico. Harrington, ferviente admirador del cine de Von Sternberg, ajusta cuentas con una década a la vez hermosa y horrible, llena de luces y sombras.
Como Sydney Pollack en Danzad, danzad, malditos (They Shoot Horses, Don´t They?, 1969), la película de Harrington, poco después, muestra el lado oscuro y sombrío de los Estados Unidos de la década de los años 30. También contiene una aguda y certera reflexión sobre la naturaleza humana. Sin duda, es una grandísima obra, y posiblemente -no las he visto todas- es una de las mejores obras de la filmografía de su director.
La primera vez que escuché esa catalogación despectiva de gran guiñol fue referida a la obra maestra de Robert Aldrich ¿Qué fue de Baby Jane? (1962). Y no es de extrañar que esta película, rodada diez años después, con ciertos puntos en común con aquella, recibiera adjetivos similares. Me pregunto que es eso del gran guiñol, referido a una película. Simplemente el invento de alguien a quien no le gustó Baby Jane y cuyos gustos no comparto.
Esta película es muy inferior a la citada, aunque tiene su interés. Los puntos en común antes mencionados, además del título, son el protagonismo de dos actrices maduras (estupendas Debbie Reynolds y Shelley Winters), cuyos personajes mantienen una estrecha relación, la sombra de la locura, omnipresente en todo el relato, y el tema de los niños prodigio.
En los años 30, especialmente tras el éxito de Shirley Temple, el tema de los niños diseñados para reventar las taquillas como estrellas de cine, estaba en pleno auge, hasta que alguien se dio cuenta de que aquello era una lamentable explotación infantil.
Progenitores ambiciosos veían en sus hijos una mina de oro en el mundo del espectáculo y los preparaban en academias para llamar la atención de algún cazatalentos. Adelle, el personaje que interpreta Debby Reynolds (20 años después de Cantando bajo la lluvia), es una antigua bailarina que se gana la vida como profesora en una de estas academias, rodeada de niñas repipis y engreidas que se creen algo especial porque sus padres así las han aleccionado. La actuación de cierta niña en modo vampiresa da grima, y es que la película no escatima la crítica a esta manipulación de los niños con fines comerciales.
Me encanta el baile de Debby Reynolds en la academia, que sirve como ejemplo a sus alumnas. Todo un homenaje al musical clásico y a la propia Debbie. Curiosamente, Adelle no quiere parecerse a una bailarina, sino a Jean Harlow, y le copia hasta las cejas.
El otro personaje, mucho más gris y solitario, es Helen (Shelley Winters), quien se refugia de manera enfermiza en la religión. Pero ambas comparten la desdicha de que sus hijos fueron condenados por un asesinato atroz y han decidido huir juntas de la ciudad, cambiando sus nombres. En el horizonte queda el anhelo de seguir adelante, de alejarse de un pasado trágico, de intentar vivir. Pero no siempre es posible.