Pura vida. The Ridge
Sinopsis de la película
En la cara sur del Annapurna, a 7.400 metros, Iñaki Ochoa de Olza está muriendo. Su compañero de cuerda hace sonar la alarma. Y, desde el otro lado del mundo, el intento de rescate más grande en la historia del Himalaya se pone en marcha. Durante cuatro días, una docena de hombres, incluyendo algunos de los mejores alpinistas del mundo, procedentes de diez países, se dispuso a tratar de rescatar a su compañero herido. Incluso más allá de sus picos, Iñaki es un hombre excepcional. Tan excepcional como el intento de rescate en sí y los hombres que arriesgaron sus vidas para salvarlo. Excepcional, ya que su conducción es una regla de vida. Vivir en la única manera posible: con una intensidad pura y honestidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Pura vida. The Ridge
- Año: 2012
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
7.6
77 valoraciones en total
¿Quién necesita una guerra para crear héroes?
Lo que se ve aquí es una historia mucho más noble que la de salvar a cualquier soldado Ryan. Es un fiel retrato de los lazos de hermandad que surgen entre los alpinistas cuando se adentran juntos en esa difusa línea que separa la vida y la muerte.
El documental no trata sobre Iñaki, no es una biografía, no es un relato de su muerte, De hecho, tratar de evitar su muerte (con mi más profundo respeto) es el McGuffin, el detonante, la motivación que hace aflorar en estos hombres su sentido del sacrificio y solidaridad con alguien que, como ellos mismos admiten, acaba siendo su hermano.
Trata sobre la serenidad con la que caminan junto a la muerte, por ese pantano difuso que comentan, y que a la vez les hace sentir más vivos que nunca. Esas ansias por vivir nos empujan hacia ese límite dónde realmente nos conocemos a nosotros mismos y nos liberamos.
No puedo explicar a alguien que no sea montañero las razones por las que decidimos ir cada vez un poco más allá, y a alguien que lo sea no hace falta explicárselas. Quien tiene ese veneno en el cuerpo lo entiende. Pero son razones claramente más humanas y a la vez divinas que las que nos quieren vender Hollywood con su propaganda sobre historias de héroes de guerra que abandonan a su familia y dan su vida matando a otras personas en la colina de la hamburguesa por algo tan artificial como La Patria.
Los montañeros no tenemos una patria, La Montaña es nuestra Patria. Y, además, esta historia si que es real, ocurrió así y no necesita propaganda ni manipulación porque sus protagonistas no lo hacen por intereses tan banales como el dinero, el éxito o la fama.
Lo hacen por PURA VIDA.
Acostumbrados como estamos los montañeros al poco rigor en las películas de montaña -me refiero sobretodo al rigor técnico de la actividad- que hace que sean desde poco creíbles hasta ridículas, este documental ya empieza bien. Salvo algunas excepciones: Tocando el vacío o, incluso 24 horas la mayoría de ellas rozan el esperpento desde el punto de vista técnico.
Pura Vida es un documental de un valor incalculable si pensamos que, prácticamente todas las imágenes de montaña o relacionadas con el intento de rescate de Iñaki Otxoa son reales, del momento del rescate. Al no haber apenas recreación de escenas, todo es creíble? NO… real.
Si a esto añadimos un estilo y fotografía impecables, y además una gran sensibilidad en el tratamiento de los verdaderos protagonistas, los alpinistas, y el supuesto protagonista en ese segundo plano de su postración pero sobrevolando toda la historia, acabará siendo un clásico.
Impresionante documental que nos habla del intento de respate de Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna (2008). La cinta nos muestra con fidelidad los acontecimientos que se sucedieron después de que el montañero navarro quedase prácticamente inmovilizado a más de siete mil metros de altura. En este sentido es una excelente crónica, pero no es sólo eso. Las imágenes y los testimonios se dirigen también a retratar a los alpinistas que formaron parte del intento de rescate del navarro, y en este sentido es una auténtica lección de amistad, de ética y de vida. De pura vida.
Digo de ética y de vida (la amistad es incuestionable), porque lo que nos hacen comprender estos hombres extraordinarios como el propio Iñaki, es que sus vidas no valían ni valen más que la de él, y que para ellos hubiera sido muy difícil seguir adelante sin hacer todo lo humanamente posible por intentar salvar a su compañero. El documento rebosa autenticidad, y emociona profundamente. Nos muestra que la vida y la muerte están íntimamente vinculadas, y que es en ese filo entre una y otra donde suceden las cosas realmente importantes, donde surge y se expresa todo lo que somos o de lo que somos capaces.
Se la recomendaría hasta a mi peor enemigo.
Paradojas de los géneros: una de las películas más emocionantes rodadas este año en España, digna de interesar a un público más amplio, sólo será vista por unos cuantos montañeros, relegada por su condición de documental.
La recomendaría a todo el mundo, y en particular a los que piensan que los alpinistas son unos zumbados que buscan la muerte, especialmente cuando ocurre un accidente.
Por lo demás, la película narra perfectamente su historia, contada por sus propios protagonistas, ahorrándonos la mitología barata y la épica hipertrofiada de las retransmisiones deportivas: con honestidad y rigor. Ello nos permite seguir la historia con la emoción de quien no conociera su final.
De paso, nos habla de unas cuantas cosas que deberían ser de interés general, al margen de cuál sea nuestra relación con la experiencia particular de la montaña: el desafío de enfrentarse a los propios límites sin saber hasta el momento decisivo cuál será nuestra reacción, la vida digna de ser vivida como aquella dirigida por la pasión, y la muerte como parte de la vida.
También nos recuerda que, cuando las circunstancias exteriores se vuelven especialmente graves, aparece la fraternidad, y lo hace visualmente, como debe ser en el cine (mientras Sergei Bogomolov habla de la hermandad de los alpinistas, vemos, en una carretera nevada en Rusia, cómo los conductores se ayudan unos a otros).
La película se resume para mí en la pureza de la mirada de Horia Colibasanu: aunque esta vez no alcanzara la cima, ha visto cosas que la mayor parte de nosotros ni siquiera imaginamos.
Cuando el primer plano nos lo ocupa Iñaki comentando que se le está encogiéndo el corazón por la visión impactante del Annapurna se cruza un pensamiento ni que lo supiera… Y es que este documental es comenzar un libro habiéndo leído previamente el final.
Emotivo rescate de un himalayista que sabía lo que podía enontrar en una de sus ascensiones, en el que por fin se escucha la voz de los montañeros que van a disfrutar de la montaña y no a jugarse la vida por vivir nuevas experiencias ó en busca de fama y reconocimiento, ellos lo tienen claro en una de sus muchas reflexiones nosotros no hacemos dinero con esto . Buenísimo el corte de la conversación de Alexei con su mujer en la cocina en el que ella da su visión sobre la supuesta prudencia de su marido en la montaña y durísimo ese collage del final.
Todos recuerdan a Iñaki, hablan sobre lo que sintieron y las decisiones que tomaron en ese momento tan difícil y sorprendidos y emocionados aceptan la fotografía de todos ellos tras el rescate.
Un gran ejercicio de humanidad poco habitual.