Promised Land (La tierra prometida)
Sinopsis de la película
Una noche en el desiero de Sinai. Un grupo de hombres y mujeres se calientan alrededor de un fuego de campamento bajo la luna. Las mujeres vienen de Europa del este. Los hombres son beduinos. Al día siguiente, cruzarán la frontera en secreto, y las mujeres serán golpeadas, violadas y subastadas como mercancía.
Detalles de la película
- Titulo Original: Promised Land
- Año: 2004
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.9
30 valoraciones en total
Como lo indica su título, en esta película vamos, como espectadores, tras los rastros de la tierra prometida. Se mezclan, así, muchas cosas: la idea mesiánica, el paisaje, los guías, el machismo, la civilización y la antigüedad, la mujer y la prostitución. Bueno, pero decir que esta Promised land sea una película sobre la prostitución sería un cumplido, porque en verdad lo que aquí se revela no es el ejercicio de mujeres conscientes que, por necesidad o por gusto, se dedican a vender placer, sino el drama de las mujeres que, violentadas, son obligadas a recrear la líbido de millonarios -hasta en lo miserables- hombres.
Promised land es un filme que comienza con una sobriedad desesperanzadora, como si no fuera a pasar nada, pero a medida que avanza se va haciendo más determinante el seguimiento hacia la historia de una mujer y su vida en las difíciles condiciones morales de la trata de blancas. Aquí las mujeres son ganado que se arrea en las estepas camino a los pastizales.
Bien que podríamos cometer un gran error al definir esta película como una buena película, sería mejor decír que esta película es un buen documental. Un documental que, pleno de denuncia, nos hiere, nos duele y nos languidece el ánimo.
Está claro que el cine aparte de ser un vehículo para los sueños de las personas, también debe ser utilizado para denunciar los males del mundo… que son muchos. Uno de ellos, de tantísimos que hay por desgracia, es el tratado en dicha peli: la trata de blancas. Aquí de chicas del Este prostituídas contra su voluntad (el que crea que alguien se puede prostituir por placer es un imbécil) en Israel.
El tema es comprometido y necesario tocarlo. Y Amos Gitai no se corta un pelo al mostrarnos la crudeza del tema. Contínuamente hay chicas que se prostituyen. Y es en todos lados y de todas las razas. Es todo un atentado contra la esencia del ser humano y Gitai en esto acierta de lleno al mostrar las vejaciones a las que son sometidas constantemente dichas chicas.
Esto es la parte positiva (altamente positiva) de esta peli y que aplaudo. Sin embargo, Gitai se olvida de hacer cine por momentos. La historia toma un formato que roza entre lo documental y el cine amateur-digital. Está claro que la intención es hacerlo más real y endulcorar lo menos posible una realidad dura. Sin embargo, este formato es altamente negativo para hacer una peli en condiciones. Demasiado grano, mala fotografía, peor sonido y un montaje que deja bastante que desear. Esto hace que la peli coja un feísmo innecesario. La historia narrada ya es horrible de por sí como para que se ruede también de forma horrible. Este grave error de formato de Gitai para mostrarnos el horror de la trata de blancas, hace que el resultado sea irregular y al final hasta algo decepcionante pese a las buenas intenciones del film
Después de haber visto cuatro de sus obras, lo que más sorprende de Amos Gitai, antes que sus propias películas, es que un director tan inválido y pretencioso haya conseguido construir una carrera tan larga y fecunda. En una industria dónde cada producto, incluso en el caso de ser relativamente barato, requiere mucho dinero para poder llevarse a cabo, resulta milagroso que todavía exista gente capaz de financiar a Gitai para que, vez tras vez, rubrique otro monumento más a la insustancialidad y la torpeza.
Es de suponer que aparte de ser un buen relaciones públicas también es oportuno dar la impresión de ser moderno y trascendente. Aunque al final quede lejos de serlo. Por ello Gitai hace lo que se conoce como película de festival. El aspecto formal es lo que más relieve ha de tener y obligatoriamente ha de tocar temas trascendentes o dramáticamente truculentos para al final aportar la falsa impresión de impacto y que la opinión que no se ha llegado a ningún lado no sea tan generalizada. En Free Zone quiere tratar el conflicto árabe-israelí. En Plus Tard la memoria del holocausto judío. En Promised Land el tráfico de blancas. En ningún caso sale airoso. No sabe cómo alcanzar sus objetivos. Nunca parece conseguir aportar ninguna reflexión con un mínimo de enjundia y formalmente sus películas son una mezcolanza de técnicas más comprendidas.
Supuestamente, al no dar ciertas informaciones (quiénes son esas chicas, a dónde van, quienes son sus captores, etc…), ha de conseguir eliminar lo personal para elevarse al nivel de lo alegórico, pero como no se aporta ni un detalle mínimamente preciso sobre ese submundo y en la película no se adivina nada más allá de algo muy genérico (están obligando a prostituirse a las muchachas) el intento se queda en una vacuidad. Al emplear técnicas de filmación de documental en teoría su película debería ganar en realismo, el problema es que su desarrollo es tan refractario, como que se filma la primera ocurrencia, que es imposible que parezca convincente o sugestivo. Al estar con la cámara siempre encima de los (torpemente dirigidos) actores debería ser muy físico y tenso, pero como se abusa tanto del primero plano, el cambio de plano es tan aleatorio, lo que más abundan son los planos inútiles y no consigue definir ni la mitad de las escenas, visualmente roza lo amateur. Esa arbitrariedad y esa improvisación cutrona al final afianzan el juicio que ni el propio director sabe a dónde va. Siendo así… ¿cómo se puede esperar emocionar o remover la conciencia del espectador?
Así que Gitai se las ha apañado, una vez más, para hacer otra nadería acerca de un tema relevante. ¿Dónde está el conocimiento de la causa? ¿Y la exploración sobre los efectos psicológicos en sus personajes? ¿La inventiva artística? A Gitai desde luego que nadie se lo pregunte. No sabrá qué responder. Está muy ocupado mirándose el ombligo.