Personal Shopper
Sinopsis de la película
Maureen, una joven estadounidense en París, se hace cargo del guardarropa de una celebridad. Aunque no le gusta su trabajo, es lo único que encontró para su pagar su estancia mientras espera una manifestación del espíritu de Lewis, su hermano gemelo desaparecido hace poco. Maureen comienza entonces a recibir en su móvil extraños mensajes anónimos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Personal Shopper
- Año: 2016
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
5.6
76 valoraciones en total
Ver Personal shopper supone tal enganche que es casi imposible despegarse de la pantalla. Es la misma sensación que nos invade al no poder apartar la vista de un accidente de carretera: la atracción por el desastre, la adrenalina por el horror, el morbo por lo siniestro: en definitiva, la dirección de Olivier Assayas.
El argumento y el comienzo son maravillosos. La asistenta personal de una superestrella de la moda tiene el poder de contactar con los fantasmas atrapados entre los dos mundos. Stewart viene como anillo al dedo al relato gracias a su aura cool, a su ya icónica apatía y también a la credibilidad con la que equilibra su languidez con la inquietud en las escenas de tensión. En las primeras escenas la vemos recorrer a oscuras una mansión vacía buscando señales del más allá. El sosiego con el que se desarrolla este pasaje recuerda ligeramente a la obra maestra de Guerín, Tren de sombras e incluso a la póstuma Visita, memorias o confesiones de Oliveira. Pero el globo se desinfla enseguida.
Assayas de repente nos planta ante tres historias sin llegar ninguna de ellas a profundizar lo suficiente como para ofrecernos una trama sólida. Al principio, la historia de fantasmas logra atrapar nuestra curiosidad con sus modestos efectos especiales en pos de una mayor carga dramática, en la línea de La fille de nulle part de Brisseau. Desgraciadamente, su desenlace resulta ridículo e innecesario. Tras ello, el peso del thriller se limita a dos escenas tensas y a unas interminables conversaciones por Whatsapp mediante las que el director intenta que el mundo espectral confluya con el terrenal, pero fallando estrepitosamente. Utiliza para ello un coqueteo con el riesgo y el peligro que en ningún momento pone al espectador en aprietos.
Por último, la historia de la vida laboral de la protagonista. Utilizar como excusa a una asistente personal para lanzar dardos contra la industria de la moda resulta demasiado fácil, pero ya que se empeña uno en llevarlo a cabo, al menos esos dardos deberían lanzarse con más ganas. Una jefa déspota y rácana y un viaje express a Londres no son suficientes para sostener la que se supone que es la trama principal, la que da título a la película. Pero además, Assayas tiene la osadía de criticar la falta de libertad de los fotógrafos de moda respecto a las marcas cuando él mismo, en un ejercicio de esquizofrenia o de petición subliminal de auxilio, vayamos a saber, publicita descaradamente a Chanel y Cartier. Incluso va más lejos situando el confuso epílogo en el sultanato de Omán, coproductor de la película, notándose a la legua la imposición de los mecenas.
Personal shopper podría engrosar la lista de clásicos del cine tan malos que se vuelven de culto. Probablemente lo consiga, siendo el principal responsable el propio director debido al abuso de sus recursos habituales. El cine dentro del cine, en un pasaje con el cantante de moda encarnando a Victor Hugo – episodio que recuerda al estilo de Albert Serra y, desde luego, mucho más interesante que la propia película. Pero el espectador también ha de sufrir sus ya característicos fundidos a negro que dificultan la cohesión de las ya de por sí deshilachadas tramas. Por no hablar de la distancia que el director toma de los códigos del cine de terror o del thriller, probablemente para huír de cualquier atisbo de cine comercial, pero brindándonos en cambio una película vacía, hueca, mal construída y mal rematada.
Un horror. Disfrutable, claro que sí. Pero un horror.
No debo pertenecer a esta generación moderna, actual y que lo entiende todo aunque no tenga explicación.
PERSONAL SHOPPER es un… a ver, como puedo definirla si ni yo mismo la he entendido…
Se dirige hacia la nada, es un extraño producto donde cualquier adjetivo negativo, podría encajar: Absurda, innecesaria, incalificable, boba en algunas de sus escenas, y fundamentalmente complicada de seguir porque su interés resulta nulo, evitando que desarrollemos la trama en nuestra cabeza, sin ayuda de un buen psiquiatra.
El inicio es bastante bueno. El resto de la película es infame. Es un insulto que Mungiu tuviera que compartir su premio en Cannes con Assayas y su engendro. A Cannes se le ve cada vez más el plumero, siempre tiene que haber algún francés entre los premiados aunque la calidad de la obra no esté a la altura. Sigo en spoiler…
Personal Shopper es una película de Olivier Assayas protagonizada por la famosa Kristen Stewart. La hemos podido disfrutar en el Festival de Cine Europeo de Sevilla con la presencia en la sala del director Assayas, que tras el visionado aclaró el final que le dio a su película para los que pudieran tener alguna duda sobre qué había ocurrido en los últimos minutos. Lo cuento en spoiler para el que quiera saberlo.
En Sevilla ha gustado mucho la película. Es un film bien dirigido, que te atrapa y que te mantiene a la expectativa hasta la última escena.
Para rematar, Kristen Stewart está espectacular. Yo creo que es, hasta el momento, la mejor interpretación de su vida. Muy bien. Si le estoy dando un notable a la película, a ella le doy un sobresaliente.
Notable película de terror psicológico. De esas, que pasadas unas horas, aún estás pensando en ella y dándole vueltas.
A los que os guste este tipo de películas de este género, Personal Shopper os va a gustar.
El vacío de la pérdida o las llagas del duelo… hay múltiples enfoques posibles al abordar esta sugerente, imperfecta y singular película. En apariencia es una historia de fantasmas, pero también es el retrato de una impostura o el relato de un crimen o la disección de un desconsuelo o el juego perverso de un cínico descreído. O quizás estemos ante un caso de lacerante enajenación o ante una ocurrencia sin sentido… Y mientras la trama va revelándose ante nuestros ojos nos debatimos entre la incredulidad y la fascinación. El dolor de su protagonista lo impregna todo y nos hace poner en cuarentena nuestras propias convicciones, sensaciones y sentimientos. La gélida dirección penetra como un afilado bisturí en la carne atormentada y con aparente frialdad e indiferencia acomete la autopsia de un caso clínico que parece despreciar cualquier racionalidad.
Lo mejor de esta propuesta es todo lo que sugiere, todo lo que no dice, todo lo que no explica, todo aquello que no muestra y que deja al albur y percepción del espectador. Porque nos recuerda que vemos lo que queremos ver, nos fijamos en aquello que necesitamos descubrir y creemos en lo que nos urge idealizar. Todos nosotros creamos un mundo a nuestra imagen y semejanza, somos tanto los ojos que miran como los ojos que nos miran – o que nos imaginamos que nos observan – y siempre permanecemos en este calamitoso bucle, tanto si somos conscientes de ello como si no. Describir la trama de esta cinta es desvelar demasiado, porque pese al aparente enfoque realista con que se aborda el relato, establece una constante lucha dialéctica irresoluble entre el inefable mundo exterior y nuestra caótica y desbordada imaginación personal.
Quizás su protagonista sea una médium, quizás le hable un espíritu (o más de uno), quizás vea espectros… O tal vez es que no sabe ni quiere separarse de una pérdida irreparable – su hermano gemelo – que la hace sentirse culpable por haber sobrevivido. La soledad no es fácil de asumir ni soportar y nos encadena y tortura con fabulaciones grandiosas y prodigios admirables, preferimos la mentira a la verdad, preferimos negarnos a ver y comprender por miedo a palparnos y sabernos desamparados. Todo podría tener una explicación prosaica y nada mitológica, pero ¡qué pobre y esaborío sería un mundo tan rústico y ordinario donde sólo se pudiera ser esclavo de lo material!
Sin lugar a dudas es una obra irregular y algo críptica, pero también muy estimulante y con una gran interpretación de Kristen Stewart. Puede irritar tanto como fascinar, pero en todo caso no dejará a nadie indiferente.