Perfect Sense
Sinopsis de la película
El chef Michael (Ewan McGregor) y la investigadora Susan (Eva Green) se conocen y se enamoran mientras se extiende por toda Europa una grave epidemia que priva a la gente de sus percepciones sensoriales.
Detalles de la película
- Titulo Original: Perfect Sense
- Año: 2011
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
6.5
70 valoraciones en total
Navegando Filmmaffinity, encontré una película protagonizada por Eva Green y Ewan McGregor, dos actores cuyos trabajos siempre, como mínimo, me han llamado la atención. Pues bien, no dudé demasiado en verla.
PERFECT SENSE no es una película más sobre un virus, ni una película más de amor, ni una película más sobre la explosión de la masa social o como llega el hombre al extremo final. Perfect Sense es una película que va más allá, disgregando las emociones de los protagonistas a través de una situación en la que la gente comienza a perder sus sentidos, ¿cómo viviríamos sin olfato?. La vida en este mundo da un cambio radical, muchos recuerdos quedan asociados a esas sensaciones vividas y dejan de apreciarse, pero a la vez eso hace renacer un espíritu de superación, que aprende de los errores, que empieza a conocer como apreciar las pequeñas cosas, incluso las insignificantes, que pueden crear una felicidad inimaginable, hacer disfrutar un momento y convertirse en un nuevo recuerdo irreemplazable en el baúl de la mente.
Algo admirable de este film es cómo logra hacerte sentir lo que los protagonistas viven, de tal manera que cuando acabé de verla tardé un par de minutos en reaccionar, vi los créditos finales enteros, y gran parte de culpa lo tienen un reparto cargado de actores impecables en sus papeles, una banda sonora arrolladora hasta el último aliento de las imágenes de la película y algunos momentos al estilo documental que logran extender el virus que se ha originado tu mente con la película más allá de la acción principal entre los protagonistas, dando una visión general de los hechos, al fin y al cabo, somos todos humanos.
Todo esto no es algo que quede impreso desde el principio de la película, es algo que comienza a llenarte poco a poco y termina inundándote, sea lo que sea, ama y disfruta lo que hagas, eso te dará fuerzas para seguir en pie ante las adversidades, aprecia aquellas cosas que hoy puedan parecer minucias y recuerda que los sentimientos por esos pequeños detalles siempre quedarán contigo como huellas que marcan un camino.
Sin palabras e inundada en lágrimas (que casi se podían oler, que casi se podían oír) me hallaba en los créditos finales, envuelta todavía en el efecto de Luminous (de Max Richter) para más tarde sumergirme en A lovers complaint mientras era consciente, o no, de lo que acababa de ver, escuchar y saborear.
No me hace falta ser una amante del cine para admirar esta obra de arte, solo necesito ser una amante de la vida para admirar cada mensaje que intenta transmitir. Es única. Te roba el aliento. Te ciega por un momento, para más tarde devolverte la vista y poder valorar cada pequeño detalle. Traspasa tu piel hasta llegar a lo más recóndito de tu alma.
No es una película más de apocalipsis. No vamos a encontrar en ella a ningún héroe tratando de encontrar la causa o la solución a la extraña enfermedad que se va extendiendo por fases alrededor de todo el planeta. De hecho, en mi opinión el apocalipsis es únicamente el modo elegido para mostrar el verdadero tema de esta enorme película: el valor de las cosas pequeñas y sencillas, esas cosas que nuestro modo de vida ha llegado a hacer casi invisibles, y cuya visibilidad se recupera precisamente conforme se pierden los sentidos. Magnífica y original forma de presentar un tema que, lejos de parecer ñoño y melodramático, resulta en Perfect Sense estremecedor y tan veraz, que el espectador se vuelve capaz de experimentar lo que los personajes están viviendo como si se hallara dentro de la película.
La interpretación está a la altura. Los sentimientos exacerbados a propósito y con un claro sentido en el guión debieron dejar agotados a los protagonistas durante el rodaje. Si ellos hubieran fallado en esto, la película habría perdido casi todo. Una banda sonora bellísima redondea una película que recomiendo sin dudar.
Todo lo que la humanidad pierde durante la enfermedad, se recupera de un modo distinto y mucho más intenso. Incluso quedan atrás definitivamente el dolor o la culpa por las cosas perdidas antes de la epidemia. El mensaje de la película es extraordinariamente alentador. Pero no hay ningún discurso, ningún alegato bienintencionado que nos transmita dicho mensaje. El espectador no entiende tal mensaje, no lo descifra, sino que lo va sintiendo de forma paulatina hasta que, finalmente, ya fuera de la sala, surge claro y mayúsculo desde la huella que inevitablemente nos deja este metraje.
Un amante de las buenas ideas lee la sinopsis de Perfect Sense y se corre (si es una amante, se emociona). Después, vale, empieza a ver la película y se caga en la puta madre del que escribió la susodicha sinopsis por vomitar spoilers…
Pero tampoco pasa mucho. Las cartas del posible desarrollo general de Perfect Sense están más o menos puestas boca arriba sobre la mesa a las pocas decenas de minutos, y solo quedan las siguientes cosas:
-Deleitarse con la impecable factura de la película.
-Observar, si se es espectador ávido, la historia desde un punto de vista alegórico en el que se trata de exprimirle la mayor cantidad de jugo (en forma de paralelismos, simbolismos y pajas mentales) posible a lo que nos sirve el guión.
-Esperar, con ansia, a que Ewan McGregor sonría para poder contemplar en todo su esplendor el prototipo de sonrisa ideal (ya explotada hasta la saciedad en Big Fish) de ese tipo humano que parece en peligro de extinción (al menos bajo la etiqueta que ahora diré): el bobalicón, hoy también llamado tolay.
Lo más interesante es lo segundo, sin duda. Y en este afán de perseguir la verdad tras la imagen y el sonido, en esa latente intención de comprenderlo todo, creo que yo me pierdo. Quiero comprender de más, cual intelectual inconforme -además de inconformista- con su propio intelectualismo, y acaba la peli y lo mismo podría estar pensando sobre el final o sobre el conjunto diez minutos que tres horas. El resultado será, aprox., en términos generales, el mismo: el hombre es la medida de todas las cosas, y se me antoja obvio.
Pero el caso es que aquí… Que sí, que fotografía y música molan mucho y son dignas de gozo pero es que a veces se emplean en el montaje recursos más propios de una especie de vídeo moñas (a veces lírico también) de autoayuda sacado de youtube y enviado en infinitas cadenas de correos que de una película que sale de una premisa como la del calibre de la que nos ocupa, y otras veces flojea la pareja protagonista, de química discutible. Así que hay un pequeño vacío ahí que a veces no cubre el guión. ¿Por qué? Porque a pesar de tener ideas cojonudas, incluso más allá del bendito premisón, parece en muchas ocasiones dejar las tintas a medio cargar, cuando todo se presta a una sana grandilocuencia reflexiva igual de altiva a la ya presente en todo momento, pero un poquito más profunda. Un poquito más perfilada. Como viniendo a decir algo realmente osado más allá de la osadía de la idea inicial.
Y en estos pensamientos de insatisfacción estaba yo inmerso mientras me iba a la cama después de ver Perfect Sense. Pensaba en interpretaciones para poder hacerme el cinéfilo guay si me preguntaban por la peli: que si All you need is love, que si perfectamente a cuento viene en estos tiempos de depresión, ira y caos esta crónica-ensayo de ficción, que si refleja ese deseo yaciente en el subconsciente humano de comer flores,
(Sigue sin spoilers)
La crítica menciona hechos importantes de la película, por lo que me veo obligado a escribirla entera bajo la señal de spoiler .