Perder la razón
Sinopsis de la película
Un generoso médico lleva a Bélgica a un joven marroquí, a quien educa como si fuera su hijo. Cuando el joven se enamora y decide fundar una familia, su esposa se encuentra encerrada en un clima afectivo irrespirable que tendrá un desarrollo insidioso. Con la llegada de los hijos, la pareja se hace cada vez más dependiente del médico. El altruismo sin límites del doctor se convierte en poder.
Detalles de la película
- Titulo Original: À perdre la raison (Our Children)
- Año: 2012
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
6.2
43 valoraciones en total
Cuarto largometraje de Joachim Lafosse, director belga de películas como Propiedad Privada y Éléve Libre, en donde aborda algunos de los temas que trata en su último filme. Relaciones parentales, escrutinio del núcleo familiar, mujeres atrapadas, entre otros detalles recurrentes.
En esta oportunidad, dirigiré y coescribe el guión del filme, que cuenta la historia de una pareja, conformada por un joven marroquí que es apadrinado y criado por un médico belga y una joven que se enamora del joven, hasta que ambos deciden casarse. El médico se queda viviendo con la pareja y los apoya económicamente, sobre todo cuando empiezan a llegar los hijos. Pronto se darán cuenta que el médico empieza a entrometerse de forma exagerada en sus vidas, exigiendo agradecimiento.
El filme me ha parecido interesante. Es un melodrama que retrata y va relatando la vida de esta pareja, y como van surgiendo poco a poco los problemas, con la llegada de los hijos, con la monotonía, con la presencia de un tercero que reclama su autoridad.
Es un filme bastante correcto, que va subiendo de intensidad y dramatismo, a medida que avanza el metraje. Y tiene una culminación bastante dramática y anunciada.
La mayoría del metraje es muy lineal, pero se ve reforzada por sus excelentes actuaciones, encabezados por Émilie Dequenne (la inolvidable Rosetta), Tahar Rahim (protagonista de la excelente Un Profeta) y el veterano actor francés Niels Arestrup. Entre ellos mantienen y realzan la trama lineal.
En síntesis, un drama interesante, sobre aquellas personas que piensan que por alguna ayuda se sienten con el poder de controlar la vida de las otras personas, con excelentes actuaciones y una sorpresa final. Recomendada.
http://asbvirtualinfo.blogspot.com/2013/03/our-children-joachim-lafosse.html
Interesante película. El planteamiento es extraño y enrevesado: una pareja en la que el chico tiene un padre adoptivo que se convierte en la tercera pata de la pareja, hasta el punto de que les acompaña en su viaje de bodas y se los lleva a vivir a su casa. Casi nada. Ningún personaje merece nuestras simpatías: el viejo doctor es un hombre que bajo su generosidad parece esconder graves carencias, o incluso ambigüedades que quedan sólo apuntadas, el joven novio es un mindundi aprovechado y ambicioso, que prefiere sacrificar su desarrollo personal y su vida de pareja por la comodidad y el estatus que le confiere una estructura familiar eminentemente machista, la chica acepta este triángulo deslumbrada por el lujo, cree estar aprovechándose de una oportunidad única, sin darse cuenta de que se mete en la boca del lobo de una vida alienante.
A partir de esta premisa, la película avanza y evoluciona con una rara coherencia. La historia abarca varios años, con grandes elipsis y escenas cortas sobre episodios muy puntuales, y a pesar de ello podemos seguir sin dificultad el hilo argumental de una manera continua. Y poco a poco descubrimos a Émilie Dequenne como una actriz memorable, dando vida a un personaje que se muestra incapaz de rebelarse, y que va cayendo progresivamente en el trastorno.
La pega es la manera en que Perder la razón está rodada, con planos desenfocados, objetos que ocupan el plano y un estilo de cámara al hombro , con el que el director también quiere volver loco al espectador, y que no aporta absolutamente nada. Pretenciosidad estilística, a mi entender. Creo que un lenguaje visual más espartano le habría ido mejor a la película, y de hecho los mejores momentos corresponden precisamente con los planos de mayor concisión formal: la canción mientras la protagonista conduce, los luminosos encuadres en Marruecos, etc.
A pesar de ello, la película va a más progresivamente, hasta derivar en un final que no sorprende (sabemos el desenlace desde el principio) pero que sobrecoge por la inteligente y brillante manera en que está rodado. Lo mejor de la película.
Recomendable
Extraordinaria película, emparentada con el cine de los hermanos Dardenne, en la que las elipsis narrativas se convierten en el auténtico protagonista. Lo que no vemos durante la proyección es lo más importante, nosotros sólo accedemos a la superficie cotidiana.Todos los temas apuntados y combinados (no era nada fácil) de manera asombrosa, convergen en la desintegración física y moral de la protagonista: una sensacional y prodigiosa ÉMILIE DEQUENNE.
Normas sociales ejemplificadas por la familia como núcleo de destrucción, de machismo (el marido), de poder de clase (el médico), que acaban aniquilando el sentido de la vida humana: la libertad, la inocencia, la identidad y la belleza. Soberbio el plano-secuencia en que la protagonista conduce, canta una canción y se derrumba emocionalmente, para pasar en todas las escuelas de cine.
La película se estructura en secuencias muy breves, perfectas en sí mismas, pero además cada una de ellas aporta algo a la anterior y sumerge gradualmente al espectador en la inquietud y el desasosiego. A ello se une la utilización de la banda sonora.
Cine de verdad, auténtico, con esa marca existencialista (no de pose) que nos recuerda a los mejores. Cine despojado de estupidez. GRAN CINE.
Esta cinta belga aborda muchas ideas interesantes: las diferencias culturales entre Marruecos y Bélgica, la generosidad altruista de un médico soltero, el amor y su vertiginoso impulso atávico, la sumisión de la mujer en una sociedad sin empatía, la dificultad de ser madre sin ayuda ni apoyos, la dependencia económica, etc. Pero se queda en eso, un boceto arbitrario y rutinario de temas trascendentes en los que ni se ahonda, ni se detiene para mostrar alguna luz o proponer una reflexión original o provocativa.
Le película es seca y sobria y eso juega en su favor, pero de forma deliberada hurta información al espectador, le deja ayuno de datos vitales sin los cuales resulta imposible reconstruir o imaginar o especular sobre los motivos, las causas o las razones de la progresiva y desasosegante depresión y locura de su agobiada protagonista.
Al final – y tras una escena atroz que muestra en un fuera de cámara turbador la fatal consecuencia del descenso a los infiernos de su enajenada protagonista – queda un regusto insatisfactorio. El estilo visual está logrado, pero la narración naufraga estrepitosamente, al abandonar al espectador por completo, creyendo que el terrible desenlace cierra por sí solo los muchos y arbitrarios cabos sueltos que quedan por doquier.
Aceptable, interesante, curiosa y fallida. Una decepción que ni convence, ni perdura. Prescindible.
¿Os imagináis un mundo en el que todos los directores fuesen Haneke? Habría suicidios en masa a la salida de las proyecciones. Ver cine sería un castigo y no un placer. Y no por la calidad de las obras, sino por el pesimismo que las rodearía. Á perdre la raison es una película que se ha escapado de este universo imaginario, un film que empieza de forma vitalista y que poco a poco va ennegreciéndose hasta alcanzar cotas de tragedia griega. O belga. Siguiendo los avatares de una extraña familia (formada por una mujer, un marido y el padrastro de éste), vamos viendo cómo el amor se rompe ( de tanto usarlo ) con elementos como la inmigración de fondo. La película progresa a medida que este matrimonio se muestra -a saltos- recorriendo momentos clave en su vida, incluyendo el nacimiento de sus hijos y la degradación de la figura de la mujer protagonista.
Forzadísima en su tercer acto, aunque rara vez deja de ser interesante, la película se sostiene en la notable interpretación de Émilie Dequenne en un papel caramelo de esos complejos en los que hay que sufrir mucho, llevar maquillaje de envejecimiento y para afear un poco a la chica y que pienses pobrecilla . Para que os hagáis una idea más clara: es un papel que parece escrito para que algún americano compre los derechos y le ofrezca protagonizarla a Kate Winslet, para darle su segundo Oscar. El resto de intérpretes principales (Tahar Rahim -Un profeta- y sobre todo el veterano Niels Arestrup) tambien cumplen con nota con papeles considerablemente menos dados a exhibirse. Una pena que Á perdre la raison termine por jugarse la carta arriesgada con un final tan terriblemente gratuito (bien filmado, eso sí, evitando el morbo) en lugar de conducir las cosas con un poco más de naturalidad. Para bien o para mal, en este mundo sólo hay un (buen) Haneke.