Pena de muerte
Sinopsis de la película
Matthew Poncelet (Sean Penn), un hombre condenado a la pena capital por el asesinato de dos adolescentes, reclama desde la prisión la ayuda de la hermana Helen Prejean (Susan Sarandon). Durante la semana anterior a la ejecución, Helen intentará que Matthew consiga la absolución y la paz espiritual. Sin embargo, a la hermana Helen no sólo le angustia la espantosa agonía del condenado, sino también el dolor de las familias de las víctimas. Pena de muerte es un alegato contra la pena de muerte, que se basa en una historia real.
Detalles de la película
- Titulo Original: Dead Man Walking
- Año: 1995
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
7.4
100 valoraciones en total
Pena de muerte no dejará indiferente a nadie y posiblemente, sea la película que mejor ha tratado este controvertido tema, sobre todo, por el magnífico trabajo de su pareja protagonista, Susan Sarandon y Sean Penn, cuyas interpretaciones son magistrales desde todos los puntos de vista.
La historia es bastante dramática, cruda y contundente y en muchas de sus partes, logra tocar la fibra sensible del espectador. También hay que destacar su realismo, pues intenta plasmar con una gran veracidad, todo el proceso que rodea la pena capital.
Por si fuera poco, el trabajo de Tim Robbins también nos ofrece una importante enseñanza, la cual no es otra que el valor que tiene para el ser humano el perdón y es que cuando se agota el camino y uno se dispone a dar sus últimos pasos, el arrepentimiento sincero y el sentirse disculpado, es lo que más consuela a nuestras almas.
En definitiva, Pena de muerte es una de esas películas que merece la pena ver, porque cala en la persona que la ve y porque remueve un poco las conciencias. Mi recomendación por tanto, es que no duden en pasarla por el ojo de su crítica, aunque sólo sea por comprobar, si están ustedes de acuerdo conmigo. Yo apostaría a que sí.
Con gran talento, esta vez desde detrás de la cámara, el actor y director Tim Robbins, nos muestra la vida de un condenado a muerte, interpretado por uno de los grandes como es Sean Penn, que hace un papel memorable, sabiendo transmitir todo el odio que siente este personaje, que esta condenado a morir por el asesinato de dos adolescentes.
Susan Sarandon hace una interpretación que va más allá del elogio, interpretando a la hermana Helen, que intentará que el condenado a muerte consiga su absolución.
Una película que Tim Robbins nos muestra todos los lados del problema sin juzgarlo, haciendo que el espectador tome partida, y sea él quien se involucre en la historia y lo juzgue.
Tim Robbins nos enseña que todos sufren en esta historia, que nadie puede juzgar a la gente sin conocer su historia, y de los motivos del porque un ser humano pueda llegar a este extremo, eso si, sin justificarlo. También nos muestra la ira que sienten los padres de las víctimas hacia el condenado, y de lo destrozados que se sienten por no tener a sus hijos a su lado, postura que el director logra reflejar muy acertadamente, aunque no es la única postura que nos muestra, además Tim Robbins nos recuerda que el condenado a muerte también es hijo de alguien, y ese alguien, su madre, también sufre desesperadamente por ver a su hijo tan cerca de la muerte, sin poder hacer nada para evitarlo.
El personaje de Susan Sarandon esta justo en el medio, aun entendiendo el dolor de los padres de las víctimas, intenta que consigan perdonar al condenado a muerte, y al mismo tiempo puedan librarse de esta ira que sienten, haciendoles entender de que no les ayudará a seguir viviendo.
El personaje de Susan Sarandon también se dedica en cuerpo y alma en que el condenado logre, lo que ella lo llama como paz espiritual, que conseguirá pidiendo perdón, por todo el daño que ha causado a las familias de las víctimas, y ayudándole en algo tremendamente horrible y difícil, a enfrentarse a la muerte sin tenerle miedo.
Una película muy inteligente, hecha por gente sensible y abierta, que sabe escuchar, que no juzga a la gente, que sabe meterse en el lugar del otro, tarea en ese caso nada fácil, y que logra emocionar a cualquiera con un mínimo de sensibilidad.
La película también cuenta con una banda sonora digna de mencionar, encabezada por la canción Dead Man Walking escrita y interpretada por uno de los grandes en el mundo de la música, como es Bruce Springsteen, que ya había ganado el oscar dos años antes por su participación en la película Philadelphia, aunque aquí se tuvo que conformar con la nominación.
En definitiva gran película, aunque para mi es una auténtica obra maestra en todos los sentidos, que nos hace reflexionar sobre un tema tan delicado y debatido como es la pena de muerte.
Muy recomendable.
Esta película me ha recordado la frase del escritor Bergamín, dada la frialdad con la que Tim Robbins aborda el asunto de la pena capital.
Decía el escritor Soy subjetivo, ya que soy sujeto. Si fuese objetivo, entonces sería un objeto
Está claro que la loable intención de Robbins era denunciar la irracionalidad y crueldad de la pena capital con un enfoque objetivo y neutral. Su tesis es: demostraré que, incluso en casos extremos en que el reo sea culpable de un delito especialmente abyecto, la pena de muerte la supera en crueldad y para ello evitaré deliberadamente cualquier apelación a la emoción del espectador o cualquier elemento que delate de forma manifiesta mi posición sobre la misma
Pero el problema es que en ese bienientencionado propósito de presentar su tesis de manera objetiva, aséptica y neutral Robbins calibra mal su objetividad y se pasa en la frenada, llegando a ser tan celosamente objetivo que el resultado de lo que se denuncia no sea a los ojos de (este) espectador tan terrible como a priori se podría suponer.
En su afán de exquisita objetividad Robbins:
(a) presenta a un personaje especialmente deleznable y rastrero (ver spoiler*)
(b) le añade la condición de nazi (artificio que no tiene mayor recorrido narrativo) aditamento que si bien es un tanto forzado tiene como misión añadirle más ruindad al personaje que acaba por caer rematadamente mal. (Dejo aparte como manía estrictamente personal que a mí este actor siempre me ha desagradado bastante)
(c) Muestra en el desenlace en secuencias paralelas –para su comparación- la ejecución ilegal (presentada en un siniestro blanco y negro (ver spoiler **) y la ejecución legal (en color, de una asepsia, rapidez, e inocuidad verdaderamente notables) resultando un balance claramente favorable a la menor crueldad de la ejecución legal (***)
Al final, uno termina de ver la película pudiendo obtener conclusiones sobre la pena de muerte opuestas a las pretendidas por Robbins por su empeño en ser objetivo antes que subjetivo.
Yo pienso que en la defensa de determinadas causas hay que tomar partidohasta mancharse
Algo que me parece muy loable de la película es que expone ambos puntos de vista, el de los familiares de las víctimas y el de el asesino, con absoluta objetividad. Es conocida la ideología que tiene el matrimonio Sarandon-Robbins con respecto a éste tema, tan urticante, como el de la pena de muerte, sabemos de antemano que son férreos opositores. Y lo que la hace aún más inmensa a la película es la exposición que hacen desde ambos lados del dolor, con una neutralidad ejemplar. Creo que quien vea el film no va a cambiar su postura al respecto, al contrario, reforzará su idea por que verdaderamente los argumentos que se presentan provocan una emoción escalofriante, más aún, por que sabemos que está basada en un caso real. La actuación de Susan Sarandon es la mejor de toda su carrera, tiene a la hermana Helen metida bajo su piel y logra un nivel que no volvió a repetir jamás en su carrera. Y Sean Penn como el homicida que la monja trata de redimír es absolutamente creíble. Siempre fué un gran actor pero a partir de ésta película se lo empezó a tomar realmente en serio. Algunos detalles me gustaría comentarlos en el spoiler.
Trece años después me sigue pareciendo una película excelente, tal vez la mejor que se ha hecho como alegato contra la pena de muerte. Tim Robbins elige un ritmo pausado pero brioso que permite al espectador desmenuzar los interiores de los dos principales personajes, encarnados admirablemente por Susan Sarandon y por Sean Penn. Sus diálogos son antológicos, y la relación que van creando entre sus personajes, toda una lección de interpretación actoral. Ese ritmo lento es demoledor en su progresión hasta precipitarnos en la última escena, que, no por esperada, deja de ser un momento cinematográfico de una hermosura extraordinaria y de una gran densidad emocional.
Pero no es una película simplemente emocional: plantea una reflexión, un debate social y una toma de postura ya fuera del cine. Retrata personajes que están a favor y en contra de la pena de muerte, y a otros que luchan entre la razón y el corazón, como ese personaje secundario del padre de una de las víctimas, que es muy interesante por su propia complejidad y que está muy bien resuelto por el actor Raymond J. Berry.
Poco más puede decirse, creo. Tal vez que la elección de todo lo demás también es acertada: la banda sonora, con unos temas extraordinarios, el guión y el magistral manejo de las cámaras.
Han pasado los años desde su estreno, y esta película no envejece. Desgraciadamente sigue siendo útil para concienciar a muchos de lo ignominioso que es matar en nombre del Estado, en nuestro nombre.