Payback
Sinopsis de la película
Porter (Mel Gibson) y Val (Gregg Henry) cometieron un atraco, pero Val había planeado eliminar a su colega para quedarse con todo el botín. Como no consiguió matarlo, Porter decide vengarse de quien le ha robado su dinero y a su mujer (Deborah Kara Unger). Para ello cuenta con la ayuda de Rosie (Maria Bello).
Detalles de la película
- Titulo Original: Payback
- Año: 1999
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.1
50 valoraciones en total
No me quedan dudas de que Brian Helgeland logra revitalizar el más auténtico cine negro gracias a una cinta llena de intensidad narrativa, de extrema dureza en sus variantes, de una atmósfera absolutamente densa, de una azulada fotografía que contrasta perfectamente con el carmesí de la sangre que fluye a borbotones.
Tampoco me quedan dudas de que Mel Gibson logra un personaje auténtico y contundente en su carácter de duro dispuesto a morir por lograr justicia mediante la venganza por mano propia y el reclamo de lo que es suyo.
Una cinta sin muchas pretensiones claro está, que no nos presenta un guión muy elaborado tampoco, pero que no defrauda a quienes quieren acción y una pizca de humor para poder digerir la vehemencia de sus alternativas.
La traición tiene un precio caro para quien se mete con Porter, interesante película que sin muchas elaboraciones nos deja bien en claro que el cine de acción puede hacerse dignamente sin caer en absurdos descomunales, sólo en las fanfarrias justas y necesarias para que la película sea un frenético pasatiempo si concesiones.
No hay muchos hombres que sepan lo que vale su vida. Yo sí. Setenta de los grandes. Esa era la cantidad que me quitaron. Y era la que iba a recuperar
La venganza es un plato que se sirve frío. En este caso, muy frío. Frío y negro. Porque así es Porter, un tipo helado, incapaz de sentir compasión salvo por sus mujeres (lo que le diferencia del original de Lee Marvin y del inicial Parker de la novela) y así es Payback, negra desde el principio hasta los créditos finales, plagada de individuos sin escrúpulos, amoralidad, frases caústicas y venganza.
Todo en el conjunto rezuma un intenso olor a los clásicos del género, incluyendo el profesional duro y cínico, el traidor, los polis corruptos, la venganza, la mujer fatal, la voz en off y hasta los teléfonos de ruleta. Incluso la fotografía de la película despide un tono a antiguo, y es que en un principio Helgeland quisó rodarla en blanco y negro, lástima de productores. Por supuesto, la cinta queda muy alejada de su versión original, A quemarropa , protagonizada por un grandioso Lee Marvin, y claro está, de la novela de Donald Westlake que es el origen de ambos filmes (por cierto, que es la primera de una larga saga protagonizada por el antihéroe Parker).
Colabora a sumar varios puntos al resultado final una espléndida banda sonora integrada por éxitos de James Brown, B.B.King o incluso, Jimmy Hendrix.
En resumen, un más que apreciable divertimento que, durante hora y media, nos trae el recuerdo, a través del humo de tabaco y whisky, del mejor cine negro.
Pese a ser un remake de A quemarropa , a mi me recuerda más al Lebowski que se mete en berenjenales por una simple alfombra (en este caso, por una cantidad exacta de dinero, ni un dólar más ni menos). Entretiene y se disfruta, lo cual ya es de agradecer, y el Gibson no lo hace nada mal, bien arropado por unos secundarios muy eficaces, aunque se trata de un papel de tipo duro medio tarado, que es el único registro que tiene. Las diferencias con la obra firmada por Boorman son notorias, no solo en el desarrollo (muchísima más violencia) sino muy especialmente en su final, más complaciente que en la versión original.
A destacar Lucy Liu y sus escenas de dominación (morbazo que llega a tener vestida así…)
Contrariamente a la amplia mayoría de las pelis del género, en ésta cinta de Brian Helgeland no vamos a ver una historia monótona y a unos rusos, chinos o norteamericanos demostrándonos sus habilidades karatekas, kungfunianas o de tei-chi-chuan mientras los enemigos se quedan parados estupefactos esperándo las triples patadas voladoras que los fulminen. Ni tampoco al último modelo de los Mercedes escapándose de la pantalla del Need For Speed para chocar a máxima potencia con la Ferrari reformada de Schumi pero conducida por algún actor hollywoodense que no sabe hacer otra cosa. No en ésta ocasión.
Principalmente estamos en una situación de venganza personal. Porter es un tipo duro que casi ni habla, apenas susurra su nombre para presentarse a quien sea que va a matar. Ya no rie, no grita, no llora: la herida del pasado aún no se le ha cicatrizado, y no podrá vivir hasta que coma del sabor de la venganza.
No quiere cualquier dinero de cualquier persona, quiere su dinero y que el tipo que lo estafó pague por ello. Y así nos sumerge en una historia que más bien es el recorrido de un hombre hasta llegar a su objetivo, contra todos los obstáculos que entorpecen todo camino.
Hay acción, pero de la buena. Y lo que es mejor, que las escenas de acción no son el centro de la película, sino solo un condimento, un agregado inevitable de la historia que nos cuenta, y que además de acción tiene ingenio, y un papel a la medida del viejo Gibson.
Valiente remake a cargo de Brian Helgeland -un director novel por aquel entonces-, de la anterior y estupenda A Quemarropa de John Boorman, donde un Lee Marvin cabreado buscaba venganza por un dinero robado y una traición de un antiguo compañero suyo compinchado con la que fue su mujer.
Ambas se basan en la novela The Hunter, de Donald E. Westlake, y en este caso es Mel Gibson el cabreado. Y mucho, pues la dureza con la que dota a su personaje, no sólo no es envidiable a la de aquel Lee Marvin, sino que aguanta la comparación con el mismísimo Janfri de aquellos filmes tan negros perpetrados en los 40, si no caemos, por supuesto, en intentar tomar en serio los excesos e hiperbólica dureza del personaje que encarna, como se debe hacer en el cine de este calibre, o sea: el negro.
Porque negra es Payback hasta la médula, y eso es lo que nos gusta de ella: ese juego de traiciónes, de violencia, de corrupción, de gangsterismo, de tríos amorosos y mujeres fatales. Con una fotografía decolorada -según se dice, por la impotencia del director al ver que no le dejaban rodarla en blanco y negro- muy conveniente para el resultado final. Y un guión retocado a petición de Gibson, ya que, contrariamente a lo que muchos piensan, inicialmente era más violento y dejaba al protagonista en una posición más perversa aún.
En cualquier caso reconozcamos que la película es una suma estudiada de los tópicos del cine negro, sólo que, como es un género agradecido y está narrada con bastante corrección, pues yo le pongo el 8. No obstante, ese regodeo en los clichés y excentricidad en el personaje ha provocado el rechazo de muchos, que la han encontrado más autoparódica que fiel a las características del género. Eso, y Mel Gibson, por supuesto, que ya sabemos no cae bien a más de uno.
A los fans del film noir diría que les gustará, o al menos parecerá simpática, y los que sólo busquen un thriller sin pretensiones y entretenido tendrán en Payback un buen candidato.
Eso sí, absténganse enemigos irracionales del amigo Mad Max: en esta cinta está, desde luego, en toda su salsa.