Partir
Sinopsis de la película
Suzanne (Kristin Scott Thomas), que ya ha cumplido los cuarenta, está casada con un médico, tiene dos hijos adolescentes y vive cómodamente en el sur de Francia. Cansada de vivir sin trabajar, decide volver a ejercer como fisioterapeuta y abre una consulta. Durante las obras, conoce a Iván (Sergi López), el encargado, un obrero español que hasta entonces había vivido de apaños e incluso había estado en la cárcel. Inmediatamente, se sienten violentamente atraídos el uno por el otro, tanto que Suzanne decide abandonarlo todo e irse con él. Ella descubre el deseo y el placer sexual que creía haber olvidado gracias a este hombre que la mira, la escucha y la desea.
Detalles de la película
- Titulo Original: Partir
- Año: 2009
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
5.7
89 valoraciones en total
El cornudo maridito francés ofrece estabilidad económica, un techo, muchas joyas, y emocionantes cenas con los suegros. En cambio el obrero gordinflón catalán es el peligro personificado (claro, estuvo en el talego), pero es atento, cariñoso, y ofrece pasión… y mucha carne que agarrar. La directora Catherine Corsini plantea en ‘Partir’ la enésima historia sobre amores imposibles, alimentados por la eterna atracción a lo prohibido. Está claro que Iván encarna una amalgama de factores cuyo simple acercamiento implica romper con numerosas convenciones sociales (a día de hoy, algunas bastante más superadas que otras).
Así, el personaje interpretado por el políglota e incombustible Sergi López -la friolera de cinco películas lleva estrenadas este año- implica relacionarse con lo desconocido, por representar la parejita a dos clases y naciones diferentes, coquetear con el riesgo por el pasado truculento de uno de ellos, romper con los cánones más arraigados de las estructuras familiares convencionales, irritar al imbécil del marido no sólo por ponerle los cuernos, sino por hacerlo con un energúmeno sustancialmente inferior a él (siempre según el punto del cabeza de familia, claro está). Añádanle alguna escena de amor carnal desenfrenado y el morbo está servido. Este es el principal motor que hace avanzar la historia.
Esto y el supuestamente atractivo punto de partida, que, después de un trágico evento, plantea toda la historia a modo de flashback. Así pues, la gracia está en ver cómo se ha llegado a esa situación. Pero lo cierto es que poco a poco estos presuntos incentivos van quedando aparcados. La razón es muy simple. Una película de estas características, que sigue íntegramente los andares de la susodicha adúltera, necesita por definición un personaje carismático, o que por lo menos consiga que el público conecte con él. No es el caso de Suzanne (y aún gracias que está Kristin Scott Thomas para darle vida), una mujer extremadamente irritante cuyas motivaciones son comprensibles y compartibles, pero no lo es tanto su manera de expresarlas.
Tras el sonido de un disparo en una casa (¿Suicidio o asesinato?), Partir se desarrolla a lo largo de un gran flashback que narra cómo una mujer, madura y de extracción burguesa, abandona a su familia para irse con el albañil catalán del que se ha enamorado (y descubrir de paso lo que es trabajar de sol a sol a cambio de 4 duros).
Sin transiciones y en apenas 85 minutos, Catherine Corsini pasa de un romance apasionado y sin química, al retrato social de un divorcio, para acabar con una inconclusa crónica negra. Es, pues, la indefinición y la insipidez lo que marca esta historia de amor.
Además, Partir, junto a Mapa de los sonidos de Tokio, es la ratificación de que Sergi López se halla mucho más cómodo en la encantadora ambigüedad moral de los personajes de Harry, un amigo que os quiere y Pintar o hacer el amor, que en su nuevo rol de seductor enamoradizo.
Partir es una película que se ve bien, pero a la que por temática, procedencia y autores cabría exijarla más.
Es de agradecer que no ahonde(demasiado) en los tópicos del genero de amour-fou , pero le falta, le falta… carne, enjundia, pocas cosas permanecen en esta película una vez terminada.
Hay que comentar a Kristin Scott Thomas, la película es suya, mejor aún, es para ella, y da todo lo que tiene dentro, no esconde la edad y decir que está guapa es quedarse corto.
Sergi Lopez tiene buen físico, pero parece que no termina de entrar en el personaje.
La película tiene un bonito contraste entre los problemas interiores de sus personajes y el cálido sol del sur de Francia.
Ese culillo del Sergi, esa Kristin acalorada, ese Yvan despechado, y todo ello para explicar un problema humano: el desamor, la separación.
Hay, tal vez, una pretensión (y digo pretensión ) de discurso feminista acerca de la dificultad de Kristin para salir adelante económicamente con su nueva pareja (un super-sexy Sergi que lo que inspira es ternura y ganas de pellizcarle los michelines).
En fin, que el relato me ha dejado fría. La película se auto-spoilea a sí misma, con lo que al principio sabes lo que va a pasar al final. Una descripción maniquea de personajes y situaciones, de nuevo lugares comunes.
Si todo es más fácil, ¡ganas de complicarse la vida que tiene la peña! Pongamos al hipotálamo a funcionar a tope, venga, venga, a producir encefalinas y endorfinas que nos sature de opiáceos las meninges y hasta las entrañas ¿no es bastante? ¡venga! un poquito de feniletilamina. Todo revuelto y ¡voilà! estamos enamorados y en las nubes, así que cuidadito que en esa cocina infernal que es nuestro cerebro en estado de enamoramiento podemos hacer verdaderas barbaridades.
Es lo que tiene…, que la neurociencia es tan fría que te deja las historias de amor en nada. Me cachis.
De entre las distintas acepciones que encontramos en el diccionario para la traducción del verbo francés que da título al último film de Catherine Corsini, estallar sería la más acertada. Porque aparte de la primera y más evidente marcharse, su protagonista, Suzanne (Kristin Scott Thomas), mujer inglesa emigrada a Nimes (sur de Francia) parece una bomba de relojería apunto de explotar.
Ella, de unos 40 años de edad, casada con un médico adinerado (Yvan Attal) y con dos hijos adolescentes, vive sin preocupaciones asentada en la clase burguesa. Cansada de tanta comodidad decide volver a ejercer de kinesioterapeuta, por lo que convence a su marido para instalar una consulta en su propia casa. A raíz de esta obra se originan los problemas, pues es entonces cuando Suzanne conoce a Iván (Sergi López), un obrero catalán, del cual se enamora irremediablemente.
Aunque el tema mujer-marido-amante es típico, la forma de presentarlo y llevarlo a cabo no lo es, así como tampoco lo es su final. Hay que destacar su aspecto radical representado por la actriz principal, quien sufre una clara evolución a lo largo del film, en la que acaba volviéndose prácticamente loca.
Con Partir, la directora denuncia la situación actual que aun hoy en día sufren muchas mujeres. Así vemos como a Suzanne le es imposible empezar su vida de cero, pese a tener una profesión. Su marido no acepta que ella ya no le quiera y se marche con un hombre inferior a él, por lo que al considerarla más que como su mujer, de su propiedad, demuestra que económicamente es superior y le impide llevar su propia vida.
Hay que destacar la interpretación de Kristin Scott Thomas, que llena de realismo y emoción a esta casi hora y media de filmación, quien se interesó por el guión desde el primer momento, ya que Catherine Corsini se lo mostró cuando apenas llevaba 8 hojas escritas, pues pensó en ella de antemano para encarnar al personaje de Suzanne.
Esta historia inspirada, según dijo la propia directora, en Ana Karenina y Madame Bovary, heroínas que siempre le han hecho soñar, aunque predeciblemente trágica desde su comienzo, rodada en Francia y en España (de hecho se trató que fuera una coproducción entre ambos países), puede colgarse la medalla en considerarse original dentro de un clásico. Pero no todo pueden ser alabanzas, y pese a que los personajes principales están increíblemente bien logrados, el tratamiento de personajes secundarios (como los hijos) cojea más de lo que debiera y, pese a ser bastante creíble, a veces, el comportamiento de la protagonista, cegada y loca de amor, llega a ser un tanto irreal al despreocuparse absolutamente de todo. Pero incluso así, representa perfectamente la crisis que se puede sufrir al desenamorarse de una persona y perder la cabeza por otra, hasta tal punto de perder la tuya propia.