Parque Vía
Sinopsis de la película
Beto es cuidador de una casa en la Ciudad de México, vacía desde hace muchos años y en la que antes trabajaba de mozo. La soledad de los últimos diez años, así como la rutina y la monotonía de su trabajo, han hecho que esté cada día mas encerrado en una vida que la mayoría considera asfixiante. Sin embargo, a él le da la seguridad y la estabilidad que no encuentra en el amenazante mundo exterior. Tanto así que ha desarrollado un miedo patológico por este mundo en el que únicamente se relaciona con dos personas: la señora de la casa, por la que siente un profundo agradecimiento y un respeto tal que se traduce en incondicional obediencia, y Lupe, amiga, confidente y amante. La noticia de la próxima venta de la casa enfrenta a Beto a un dilema entre atreverse a salir y vivir o buscar la manera de permanecer en su confinamiento.
Detalles de la película
- Titulo Original: Parque Vía
- Año: 2008
- Duración: 86
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Opinión de la crítica
5.8
76 valoraciones en total
Parque vía es la vida de Nolberto Coria, su auténtico día a día, su presente y su futuro, que en poco difieren. Un hombre nacido para servir y para sobrevivir con lo mínimo. Una persona que tiene como madre, novia e hija a la soledad, que disfruta con lo que angustia a otros y raciona sus sentimientos como se reserva el aire cuando has de estar un tiempo en una cámara herméticamente cerrada o sumergido bajo el agua.
Beto, es todo un personaje porque tiene bien claro lo que quiere y lo que no. Sus aspiraciones son tan escasas que le permiten centrarse en su objetivo, y su única lucha es por defender su parcelita de privacidad y su cálida monotonía. Pero… ¿qué pasará cuando nuestro amigo haya de tomar una decisión, tal vez la única que haya de tomar?.
Enrique Rivero apuesta en su ópera prima por las posibilidades éticas y estéticas del aburrimiento y aprovecha al propio protagonista de la historia real para que nos cuente cómo se barren las hojas del césped, cómo se limpia todos los días un jacuzzi sin uso y cómo se prepara un hombrecillo mexicano un apetitoso taco.
Esta buena reflexión cinematográfica nos trae de la mano personas y situaciones más próximas al documental que a la ficción, y nos hace recordar el cine de Reygadas y aquella maravillosa película uruguaya de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll que se tituló Whisky.
Prohibida para quienes consideran parte imprescindible de una peli el cucurucho grasiento de patatas, el refresco de marca, las bolsas de gusanos multicolores y los eructos. Lo de prohibir es por salvaguardar la vida de las butacas y de la taquillera. A mí me gustó.
Avatares de la vida me han llevado a poder ver antes de su estreno una película que no es sino una joya. Y una joya que no parte de una gema, sino de una piedra.
La película se llama Parque Vía y se estrena en quince días en el Festival de México D.F.. Pero tengan por seguro que pasará por muchos más festivales. Pasará y arrasará. Porque es una peli especial, porque es una peli de las que no se olvidan.
Hace ya mes y medio que la vi. Y no se va de mi conciencia. Te penetra y se queda. Su protagonista tiene tanta fuerza que entra como un taladro en tu cerebro y se queda para siempre. Hacía muchos años que no sentía tanta emoción por un personaje, tanta empatía por una persona fílmica. La creación de Enrique Rivero está tan llena de vida que, minuto a minuto, sientes la vida pasar y ésta te apasiona. Retrata la rutina de una forma tan veraz como cinematográfica, y siendo fiel a la vida misma, logra convertir el tedio en pasión, y la pasión en acción.
Sus recursos no parecen los de un novato. No busca epatar en ningún momento. No busca contar todo lo que es él y todo lo que piensa. Todo lo contrario. Se resiste a contar más que lo que la historia da. Y la historia no da para mucho. La historia sólo da para contar la vida. Y la vida lo es todo.
Por eso Parque Vía entra dentro de las conciencias y dentro de los corazones. Lo hace a ritmo lento, al ritmo de la vida. Lo hace a ritmo constante, al ritmo de la vida. A fuerza de ritmo vital, al final no queda dentro de uno sino la vida.
Su película no imita a la vida ni imita a la ficción, la ficción es vida, y la vida es ficción. Por eso te lo crees todo, por eso amas a su personaje como amas a tu novia o a tus amigos. Lo quieres por sus defectos, lo quieres porque es como es. Por eso quieres que salga de ésta, por eso quieres que siga encerrado en Parque Vía .
La casa que habita Beto se encuentra deshabitada y lista para su venta. Él no acepta la decisión de los dueños y nos mostrará sus días dentro del lugar y como se aferra a la soledad que le confiere su empleo. No soy muy afín a este tipo de historias pausadas en las que los actos pesan más que los parlamentos y donde pareciera suceder nada, pero hoy reconozco el gran trabajo de Enrique Rivero, quien a través de su personaje principal te lleva a sentir soledad absoluta, impotencia por decisiones ajenas e incluso miedo ante posibles salidas.
A un año de pertenecer a un grupo selecto de gente (ACLM), coincido por vez primera con su percepción acerca de este tipo de proyectos, y no cerraré otras posibilidades.
Buena
Una película sencilla pero grandiosa. Prácticamente toda la película se desarrolla dentro de una lujosa casa, ya que se narra la vida de su cuidador Beto. Beto lleva viviendo solo en la casa cerca de tres décadas. Al oír solo del exterior por la tele y la radio noticias de muertes, accidentes y asesinatos, le entra pánico a salir a la calle, por lo que evita tener el más mínimo contacto con ella. Beto hará todo lo posible por no abandonar la casa (su hogar) o encontrar otro sitio donde pueda vivir tranquilo lejos de la calle.
La grandeza de esta película reside no solo en la sencillez del argumento y de cómo se cuenta. Sino también en que todos los planos de la película son increíbles, los planos de la casa son magníficos, nada mas empezar la película, el director nos hace una presentación de la casa recorriéndola, trata a la casa como si de otro personaje se tratase. Es capaz de transmitirnos lo que siente Beto: una sensación de soledad y tranquilidad, a través de las imágenes de la casa, y una sensación de agobio en la calle. Transmitirnos lo que siente el personaje es lo que buscan muchos directores, pero pocos son capaces de lograrlo.
Es una película de las que te impregnan, y cuando acaban te quedas un rato largo pensándola, porque es de las que te implicas tanto que te cuesta regresar al sofá de casa. Aquí me pasó. Casi enseguida, estaba con Beto, el cuidador de una casa enorme y lujosa, que está para alquilar desde hace diez años y un día, más o menos. Lo cuento así porque parecería una condena de soledad y de aburrimiento, si no fuera porque está allí feliz, mimetizado con la casa, protegido por sus enormes muros de fortaleza urbana en medio de una ciudad que parece la más peligrosa del mundo.
Cuando el exterior es oscuro, grande y siniestro, Beto echa las cortinas, cierra la puerta y hace, incansable, sus rutinas de cada día. Siempre las mismas. Las que le dan la seguridad de que la vida es un espacio controlable a ritmo de reloj. No se siente prisionero ni esclavizado por esas costumbres, día a día repetidas. Todo lo contrario. La casa es un lugar abierto y amplio por donde se mueve libre. Lo que le aterra de verdad es la calle, el mundo de ahí afuera, el de detrás de las cortinas. Las noticias de los periódicos y el telediario de cada día, le confirman que el mundo es un sitio cerrado, peligroso y asfixiante donde no se puede vivir seguro. Mantiene su agorafobia a salvo en su casa castillo y vive tranquilo en su soledad, esperando las visitas de su dueña, a la que mira con ojitos de lacayo enamorado, o bajando las almenas, cada viernes exacto, a la hora precisa, para que Lupe le dé calor y cariñito. Todo perfecto, controlado, limpio, sin sorpresas ni aventuras.
Hasta a mi me lo parecía. Me asomaba con Beto a la ventana para ver a los posibles inquilinos, o echaba las cortinas por la noche para descansar, sabía lo que iba a desayunar y lo que cenaba por las noches, sonreía cuando saludaba a Lupe con su misma frase, o a la señora de la casa. Y temía que todo aquello se rompiera el día, inevitable, que aquella casa se alquilara y hubiera que salir a la calle afilada, al mundo peligroso y al futuro incierto…