Pandora y el holandés errante
Sinopsis de la película
Pandora Reynolds (Ava Gardner) es una mujer de una belleza arrebatadora que destruye la vida de todos los hombres que se enamoran de ella. Parece incapaz de amar o de corresponder a sus sentimientos. Todo cambia cuando aparece en su vida Hendrick van der Zee (James Mason), un misterioso marinero, cuyo espíritu está condenado a vagar sin rumbo alrededor del mundo hasta que encuentre una mujer que muera de amor por él.
Detalles de la película
- Titulo Original: Pandora and the Flying Dutchman
- Año: 1951
- Duración: 122
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Opinión de la crítica
Película
6.6
25 valoraciones en total
La película es encantadora. Quedé hipnotizado enseguida. Primero por los encuadres, la fotografía, la atmósfera ancestral y mitológica, la colorida y pasional España de fondo, por un lado, y ceremoniosa, con un toque aristocrático, de inglés flemático y de olor a museo, a British Library, por otro.
Y luego, aparece ella, Ava Pandora, su mirada!, no he visto nada igual en todo el cine! su modo de hablar, que voz! Por una mujer como ella cualquiera se suicidaría feliz después de haberla deseado. Ahora me doy cuenta de quién es la mujer más fascinante de Hollywood y a la que no me cansaría de observar.
Luego, mientras trataba de entender el carácter de Pandora una idea me saltó a la cabeza que la seguiré analizando por mucho tiempo. Se dice que los dioses crearon a los hombres para su divertimiento, ya que estaban muy aburridos en el Olimpo, donde comandaban, con algunos que otras diferencias de pareceres, los Dioses más que las Diosas. Y a su vez me vino de pensar que las mujeres (las hembras, dejando de lado discusiones ontológicas), serían juguetes de los caprichos y como un producto natural del aburrimiento de los hombres. Ellas, siempre hermosamente vestidas, con millones de modas, cuando los hombres siempre formales, siempre de Frac! Se quedan anclados en el tiempo. Y que en definitiva, el amor es la más grande aventura jamás inventada. Si quitamos el amor del mundo qué aburrida sería la vida, no es cierto.
La historia es fascinante porque la historia es universal y uno podría escucharla contar eternamente, que al fin y al cabo porque es profundamente humana termina siendo un mito.
El amor se mide por lo que uno está dispuesto a sacrificar en su nombre . Tal es una de las más obvias declaraciones de intencionalidad en un film complejísimo, repleto de claves ocultas que manipula, con fortuna casi siempre atinada, su visionario autor, Albert Lewin.
La actitud ante el cine de este personaje, rodeado por un halo de misterio y malditismo que nunca le abandonó, tiene mucho que ver con el extremismo furiosamente romántico, formalmente surrealista, del argumento de Pandora… Verdadero delirio que hace ejercicios de funambulismo, sin red, al borde del ridículo, esta hermosa película carece por completo de solidez convencional. Sus numerosos detractores nunca han tenido que hacer demasiados esfuerzos mentales para encontrar elementos en los que apoyar descalificaciones y sarcasmos.
Es cierto que en Pandora… se da una acumulación excepcional de influencias y homenajes que, en manos de otro director preocupado únicamente por rodear la película de un aura de respetabilidad cultural, habría dado por resultado una obra pedante, superficial, irrisoria. Pandora… es literaria, y mucho, en el mejor de los sentidos. Los pocos testimonios escritos que existen sobre la vida y obra de Lewin coinciden en retratarle como un hombre de conocimientos muy vastos. Refinado judío neoyorquino que paseaba por Hollywood títulos universitarios y dandismo. En verdad, nada más lejano al prototipo de disciplinado director artesanal de la época que este independiente radical.
En quince años, entre 1942 y 1957, realizaría únicamente seis películas. Todas ellas proyectos desarrollados con una libertad creativa prácticamente absoluta. De ahí la rareza de un estilo que nunca se apoyó en la cinefilia, en la necesidad de someterse a normas dictadas o en el recio vitalismo de otros colegas más o menos apreciables. Una película de Albert Lewin no se parece a ninguna otra que no sea también dirigida por Albert Lewin. Tal vez sólo se pudieran buscar coincidencias con uno de sus grandes amigos y admiradores: Luis Buñuel. Profundamente influido por el surrealismo europeo de entreguerras, Lewin bien pudo contarse entre quienes contemplaron El perro andaluz y La edad de oro como una revelación. La espléndida secuencia de la fiesta nocturna en la playa le acreditaría como uno de los maestros indiscutibles, pese al desfase cronológico, de una corriente, el surrealismo, en la que medraron tramposos y artistas geniales.
Continúo en spoiler para que quepa todo…
Pandora y el holandés errante es una obra demasiado elaborada como para plasmar aquí todas sus profundidades semánticas y descifrar sus múltiples referencias a la cultura griega.No es, por lo tanto, mi intención.
Se trata de una tragedia romántica, protagonizada por Gardner y Mason, en la que confluyen A) la mitología griega (Pandora,el equivalente a la cristiana Eva, madre de todos los hombres pero desencadenante de todos sus males,El Holandés, una especie de Prometeo eternamente castigado por su desafío a los dioses,El torero Montalvo,una especie de Rey Teseo luchando contra el minotauro (los Toros, y en un sentido alegórico, el destino)), B) la leyenda del Holandés errante (que se remonta al siglo XVII) y, C) contínuas referencias visuales a la cultura helénica y mediterranea en general.
Sin duda es un filme que no puede ser observado por mentes simples acostumbradas a lo literal ya que su contenido metafórico y surrealista es abrumador.
En el plano técnico, Jack Cardiff confecciona una excelente labor fotografica (aunque la copia desponible en DVD que poseo no permite observar con toda claridad algunas de las escenas nocturnas) resaltando el componente telúrico de los parajes retorcidamente románticos e incluso místicos de Tossa de Mar (llamada Esperanza en el filme que nos ocupa) y Albert Lewin realiza una magnífica y compleja realización y guión (con unos diálogos interesantísimos y llenos de significado oculto), el cual, en mi opinión y como gran fallo alegable contra él, insiste demasiado en la utilización de la voz narradora como herramienta progresión argumental.
También se observan alunos problemas de ritmo que son inevitables al querer sobrecargar al filme con tanto contenido metafísico.
Filme de orígen literario pero brillantemente visual a la vez, deberá ser descubierto poco a poco por los espectadores hasta poder encontrar su significado último, hasta poder encontrar la salida del laberinto en el que nos recluye.
Hay un hombre, al que se conoce como El holandés errante, sobre el que pesa una terrible maldición por haber renegado de la fe y del amor, y sobre todo, por haber asesinado a la mujer a la que amaba. Por tales motivos, está condenado a vagar por los mares en un barco fantasma y cada siete años tiene una corta oportunidad de volver a vivir como hombre entre los hombres y buscar a una mujer que le ame y que esté dispuesta a morir por él. Sólo así terminará su sufrimiento y podrá redimirse reconociendo el amor.
Hay una mujer llamada Pandora, precursora de Eva, a la que los dioses dieron una caja a guardar, la cual jamás debía abrir porque, de hacerlo, daría a los hombres un terrible regalo. Pero, como Eva, Pandora desobedeció y desde entonces trajo grandes desgracias a la humanidad.
En un barco del que él es el único tripulante, Hendrick van der Zee llega a un pueblo, acertadamente llamado Puerto de Esperanza, y allí conocerá a una maravillosa muchacha llamada Pandora Reynolds, quien parece cansada de burlarse de los hombres que la pretenden y ahora siente que es algo más significativo lo que busca.
Albert Lewin, el director que nos diera El retrato de Dorian Gray y Los asuntos privados de Bel Ami, continúa en alza con esta esotérica, romántica y apasionante historia en la que expone con todo rigor que el amor se mide según lo que uno esté dispuesto a abandonar. Y entonces veremos a un hombre que aprenderá lo que es el amor del alma y a una mujer que sirve a su destino porque también comprende que, cuando se ama, dar es igual a recibir.
Dos estupendas leyendas colmadas de significado, logran confluir para dar fuerza a ese sentimiento que todo lo puede y que da sentido a la experiencia humana. Lewin logra una ambientación sobria y efectiva, detalles con un contenido latente (la pieza que Geoffrey arma, el reloj de arena, el retrato de Pandora…), unos diálogos relevantes y con suficiente esencia filosófica y espiritual, y unas actuaciones de James Mason y Ava Gardner que dan la medida exacta a sus magníficos personajes.
Cine para los que buscan la trascendencia, PANDORA Y EL HOLANDÉS ERRANTE motiva la reflexión, anima a ir más allá de lo hasta ahora conocido, y quizás nos permita comprender -o reafirmar- que la vida es mucho más que lo que vemos, y aún mucho más de lo que hasta ahora comprendemos.
Acompañada de una increible banda sonora, Pandora y el holandés errante es una sorprendente película sobre los celos, la fatalidad y la segunda oportunidad. El mito del holandés errante, trágico donde los haya, tiene una fuerza romántica que envuelve toda la película en una tela de araña en la que cae Pandora. Ya se sabe que a las chicas les gustan los malos y rebeldes para conducirlos por el buen camino gracias al amor, pero en este caso, el amor pasa por el sacrificio total, ¿tan fuerte será su amor?
Ava Gardner deslumbra, pero quién se lleva la película es James Mason, que dota a su personaje de ese hálito de tristeza y conformismo ante su negro destino, con un hieratismo que sin embargo, transmite un sentimiento de esperanza en Pandora. ¡y que decir de Mario Cabré!. La película fue rodada en Tossa de Mar, un pueblo de la Costa Brava, que aún mantiene algo de aquel encanto…