Ostende
Sinopsis de la película
Gracias a un concurso radial, una chica obtiene cuatro días de vacaciones en Ostende, provincia de Buenos Aires, en un enorme hotel. No es temporada y ella llega sola al lugar. Su novio se le sumará unos días más tarde. En la playa hay sol pero demasiado viento, y un bar no muy sofisticado atendido por un mozo charlatán. En este ambiente sin obligaciones y sin grandes atractivos más allá de la cercanía de una playa ventosa y un mar no demasiado tentador, la chica empieza a prestar –tal vez excesiva, tal vez insuficiente– atención a ciertas extrañas actitudes de un hombre viejo acompañado por dos mujeres jóvenes.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ostende
- Año: 2011
- Duración: 85
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes obtener una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te mostramos un listado de opciones de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
5.9
41 valoraciones en total
Desde su título (el nombre propio Ostende), la ópera prima de Laura Citarella se identifica con el particular ámbito de los hoteles, espacios sugerentes donde el tiempo rutinario se interrumpe para dejar fluir lo que de otra forma probablemente pasaría inadvertido.
La trama presenta a una joven que ha ganado un concurso radial (en realidad lo ha conseguido su novio, quien se incorporará después). El premio consiste en pasar cuatro días en un viejo hotel junto al mar. La película se inicia con el breve recorrido de la muchacha, desde la estación hasta el añoso edificio que, fuera de temporada, acentúa su aspecto solitario.
Todo parece conspirar contra la supuesta diversion de los días ofrecidos como recompensa: la joven está sola y explicitamente se aburre en una playa inhóspita, fría y ventosa. Su único interlocutor será el encargado del bar, Paco, un joven locuaz, que le cuenta una historia de ficción que tiene pensada para una hipotética película. En ese ambiente especial, también la chica empieza a prestar atención al extraño comportamiento de un trío que se hospeda en el hotel: un hombre maduro, acompañado por dos mujeres jóvenes. Y los seguirá y escuchará desde cierta distancia, deduciendo situaciones posiblemente tenebrosas.
Ostende oscila entre dos universos cinematográficos: uno más cercano a la observación, afín a la trama detectivesca, y otro, que irrumpe sin razón aparente y que la aproxima más a una comedia (sin serlo), sobre todo, lo que concierne al mundo en torno de Paquito, el atolondrado muchacho a cargo del bar del hotel, poseedor de una kafkiana historia imaginada, voluntariamente incompleta.
La mínima anécdota del film fluye entre pocas palabras y mucho relato audiovisual, con buen ritmo por momentos, como el suspenso de una carta estrujada pero no leída sobre la mesa del bar, los seguimientos por caminos apartados desnaturalizados por un fuera de foco que borra las fronteras entre lo real y lo imaginado.
En la línea policial, la película coquetea con Hitchcock, a partir de las ventanas de enfrente que convergen al patio interno del hotel y la piscina en la que por primera vez aparecen los personajes
misteriosos. Ella trata de escuchar a través de las paredes pero solamente percibe retazos de palabras o gemidos.
Cuando finalmente llega su novio, ese particular mundo que ha ido construyendo entre observaciones objetivas y mucha imaginación parece desvanecerse, aunque paradójicamente se confirme para el espectador lo que antes era pura incerteza en la línea de la intriga policial, con el clímax al que lleva el sorprendente final.
Es el típico film que empieza a gustar tiempo después de haberlo visto.
Quizá frustre a quien desee verla aplicando criterios lógicos corrientes, no es una construcción basada en silogismos ni sostenida en imágenes precedentes.
Hay que dejarse llevar por el ritmo que imponen ciertos protagonistas omniscientes, tales como el mar, el hotel semidesierto, la playa hostil con su soledad y su viento y porque no, su bravura.
Ese universo propone un despojamiento de las sensaciones corrientes.Los personajes están bien marcados en sus actitudes pero sus mensajes lucen como indescifrables. Ése es el leimotiv.
Misterio (módico quizá) tensión en aumento con un final ¿desconcertante?. Sólo en lo formal (otra vez), no así en las reglas que impone la película desde la charla de la protagonista con el mozo del bar del hotel. Quizá sea esa la clave. Misterios con resolución en suspenso.