O futebol
Sinopsis de la película
O futebol lleva a cabo un complicado equilibrismo entre la realidad y la ficción a partir del verdadero encuentro entre el director y su padre. El guión de Sergio Oksman y Carlos Muguiro está escrito como pura ficción: el viaje (muchas escenas se ruedan desde un coche) interior y futbolístico de un padre y un hijo, pautado por el calendario de los partidos. Pero, al igual que el fútbol, la realidad es imprevisible.
Detalles de la película
- Titulo Original: O futebol
- Año: 2015
- Duración: 68
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Opinión de la crítica
Película
6.2
56 valoraciones en total
Muchas de las relaciones padre-hijo se establecen en torno al fútbol. Buena parte de ellas crean un vínculo poderoso. En algunas, este deporte es lo único. O futebol (2015) retrata la unión entre el director, Sergio Oksman, y su padre, Simão, una de esas que pertenecen al último de esos tres grupos. Con un estilo parco, a base de planos fijos y largos, el autor explora las interacciones humanas y la personalidad de su padre, imponiéndose retos constantes. A la improvisación en el guion se le suma la negación de las facilidades narrativas, lo que a la postre no puede evitar que se convierta en un documental excesivamente opaco, en el que la intención es más evidente que la sensación que causa, pero en el que las casualidades de la realidad tejen un guion con estructura clásica, con el aliciente narrativo que implica que todo sea real.
Esta, y otras críticas, en http://blogquenuncaestuvoalli.blogspot.com.es/
Pocas cosas son capaces de generar un sentimiento de camaradería tan grande como el fútbol. A veces criticado con razón, sobre todo al observar malos comportamientos por parte tanto de dirigentes como de futbolistas (demasiado amor al poder y al dinero) pasando por los propios aficionados (exceso de pasión mal entendida), otras veces con mucha menos entidad (estúpida suena aquella frase reduccionista de once tíos corriendo detrás de un balón), lo que no se puede negar es que el balompié tiene un poder de seducción entre la gente como casi ningún otro en la actualidad. El ejemplo extremo aquí sería el fervor popular que se desató en España tras el Mundial de Sudáfrica, pero basta con ver un partido con aficionados de un determinado equipo para comenzar a entender de lo que estamos hablando.
No en vano, ser futbolista es incluso una de las principales esperanzas que los niños de los países menos desarrollados tienen durante su infancia para poder escapar a la pobreza. El ejemplo paradigmático es Brasil, donde este deporte se vive con una pasión especial, como vemos en O futebol, donde un padre y un hijo se reencuentran en Sao Paulo en el año 2013 y quedan al año siguiente para ver juntos el Mundial, que se celebraría en el país sudamericano. Y es que todo lo que comentábamos anteriormente sobre la camaradería se puede aplicar a la perfección en un contexto paternofilial: lo que no es capaz de unir a un padre y un hijo, consigue unirlo el fútbol.
Lo sorprendente aquí es que el papel del hijo está representado por Sergio Oksman, director de este documental que protagoniza junto a su padre en una especie de juego donde es complicado adivinar a veces si lo que estamos viendo corresponde a la pura realidad o tiene un sentido más ficticio. La verdad queda planteada al principio: padre e hijo llevan años sin verse, sin dirigirse la palabra, pero tienen la intención de seguir juntos el Mundial. Así, surge una especie de film que pretende rendir tributo a esta pasión que va más allá de ser un mero deporte.
El documental se estructura según los partidos del Mundial, reflejando uno al día, desde el inaugural Brasil-Croacia hasta la final Alemania-Argentina, aunque pocos gozan de una verdadera importancia en el transcurrir de la cinta. De hecho, padre e hijo apenas logran el objetivo de ver un partido juntos. Ni siquiera el espectador ve fútbol tal cual, sino que Oksman prefiere ofrecer lo que representa el fútbol: el jolgorio en las calles tras la victoria, el silencio que sigue a una derrota, contemplar cómo todo el mundo se detiene ante la disputa del Mundial. Esta predilección del cineasta queda reflejada en que la única toma de una retransmisión televisiva que ofrece es la de los jugadores de Brasil escuchando el himno nacional antes de jugar la semifinal ante Alemania, cuyo posterior 1-7 desencadenaría un torbellino tan bestial que el famoso Maracanazo de 1950 ya parece sepultado entre los libros de historia.
Aunque es difícil no denotar una excesiva recreación formal por momentos, circunstancia que lastra el ritmo de la cinta, O futebol logra salvar el envite gracias a un momento clave su desarrollo argumental que Oksman lleva de buena manera, alejándose de teatralidades para ofrecer un cambio de panorama tan duro como emotivo, un digno broche a un documental que, entendiendo que es difícil explicar lo inexplicable, decide dedicarse únicamente a mostrar, a reflejar en la medida de lo posible todo lo que rodea a esta bella creación humana que denominamos fútbol. Con seguridad no estamos ante la pieza cinematográfica definitiva sobre este deporte, pero sí ante un documental más que interesante para entender una parte de lo es capaz de arrastrar fuera del terreno de juego.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para http://www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
En una entrevista a Manuel Jabois le preguntaban que de dónde viene esa pasión por el fútbol en sus columnas. En ella, el escritor explicaba que el Madrid es lo que me queda de la infancia. Muertos los abuelos, sólo me queda el Madrid. Nosotros no somos los mismos de cuando teníamos seis años. Pero el Madrid sí. Por eso, cuando empieza un partido, siento la misma emoción que sentía a esa edad.
Lo poco que nos une con los países latinoamericanos es la pasión con la que vivimos las cosas que nos acontecen, esa manera menos racional y analítica que tenemos de enfrentarnos a la vida en comparación con nuestros vecinos nórdicos. El fútbol es una pasión, una pasión hereditaria, igual que el club de tus amores, potencialmente influenciado por la figura paterna, para qué engañarnos.
Sergio Oksman, acompañado del guionista Carlos Muguiro, realiza un complicado ejercicio de retrospección y autodescubrimiento donde el eje es la relación con su padre al que hace años si no décadas que no se ven. Como un funambulista avanza por la fina línea de quien descubre un camino narrativo nuevo con la posibilidad de caer en el ridículo o, en el peor de los casos, en la nada. Todo lo contrario aquí. Se nos oculta deliberadamente información sobre el pasado y a su vez nos regala pequeños detalles de un personaje que va creciendo delante de la pantalla: unos crucigramas, un coche sin radio, unas vacaciones sin pareja… Oskman atraviesa una São Paulo casi fantasmal secuestrada por el fútbol dando lugar a esos breves momentos de intimidad que surgen entre padre e hijo en el interior del coche o en la barra del bar desembocando en un silencioso final que no solo hará reflexionar al autor-protagonista sino al espectador. Una biografía que se debate entre el documental y la ficción. Un relato desapasionado sobre la pasión del fútbol.
El fútbol son fechas, nombres y números. Igual que la memoria. La mía comienza con el gol de Mijatovic en el Mayo del 98, 1-0, en la plaza del pueblo celebrándolo con mi padre. Aunque no todo es alegría también tengo un doloroso recuerdo de ese mismo año, el 2-3 del España – Nigeria del Mundial de Francia.
Documental de fútbol sin fútbol, mera excusa para hablar de cosas mayores, de eso se trata, de con muy poco, casi nada, dos o tres viajes en coche sin apenas palabras, alguna imagen del padre en el trabajo o en el hospital, el mundial de fondo, como marco o ruido de decorado, ir muy lejos y muy profundo, nada menos que al sentido de la vida, si lo hubiera, al amor paterno filial, al retrato de unas vidas rotas (todas lo son en mayor o menor medida, depende de la mirada y las circunstancias), y, especialmente, del movimiento implacable y disolvente de la rueda del tiempo, pautada a través de ese acontecimiento deportivo tan invasivo y cotidiano que nos dice, mucho más que cualquier reloj, dónde estamos y qué hora es, cuánto nos queda y qué dejamos atrás.
El material es escaso, demasiado, nos racanean la información, tanto la familiar como la futbolística, y un poco desequilibrado, al final como que hay prisa y los días se aceleran, pero se logra el objetivo, hay un recorrido y un impacto, un(a) final, una ausencia y un gol.