Nunca aceptes dulces de un extraño
Sinopsis de la película
Jean Carter, la hija de 11 años de una familia que recién se ha mudado a un pequeño pueblo de Canadá, dice haber sido corrompida por un hombre que le ofreció caramelos. El viejo del que hablaba la niña resulta ser el Sr. Olderberry, abuelo de la familia más antigua, arraigada y poderosa de la ciudad. Aunque los padres están convencidos en denunciar el caso a la policía, el proceso judicial no será tan sencillo como esperaban.
Detalles de la película
- Titulo Original: Never Take Sweets from a Stranger aka
- Año: 1960
- Duración: 82
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Opinión de la crítica
Película
7.2
59 valoraciones en total
Desconocida película de la Hammer que, apartándose un tanto de sus géneros más habituales, aborda con singular eficacia y no poca valentía un tema tan escabroso como es el de los abusos sexuales a menores, el cual resulta enriquecido y amplificado al mostrarse la reacción de la comunidad, en mi opinión lo más interesante de la cinta.
Y es que el argumento aparentemente central, que podría ser la pedofilia o la pederastia (aunque suelen emplearse como sinónimos no lo son, pues sólo el segundo término implica violencia física) y que muy fácilmente nos conduciría al terreno del thriller, como ocurre en la espléndida película a la que hago alusión en el título, cede aquí protagonismo ante la pormenorizada descripción de las distintas reacciones de los miembros de la comunidad, consiguiéndose así un retrato social particularmente agudo.
Entre tales reacciones podemos encontrar un amplio muestrario de las debilidades humanas, la mayoría de los personajes, oriundos de la localidad en la que transcurre la acción -no así la familia de la niña agredida, recientemente llegada a la ciudad-, temen la influencia social y económica de la familia del sospechoso, al tiempo que dudan de los forasteros, siempre sospechosos de no conocer cómo son las cosas o de comportamientos inapropiados. Muchos de ellos, reconociendo íntimamente lo horrendo del suceso, son sin embargo partidarios de lavar los trapos sucios en casa, y por tanto tratan de enterrar el asunto lo más rápida y discretamente posible, incluso la abuela de Jean ejemplifica esta tendencia, al dudar acerca de implicar a la policía, revelándose entonces, por medio de un recuerdo suyo, lo común que hasta entonces era mirar para otro lado en estos casos.
Todo el primer tramo de la película, cuando la familia Carter reconstruye lo ocurrido y empieza a moverse para encausar al viejo Olderberry, sirve para mostrar la reacción de la comunidad, y el segundo tramo, que emparenta brevemente al filme con el drama judicial, viene a ser la constatación de lo ya apuntado anteriormente, constituyendo un buen ejemplo de hasta dónde puede llegar la presión social, aquí terriblemente ejercida por el hijo del sospechoso, personaje aún más terrible que el padre, como bien se apunta en un diálogo de la película. El tramo final responde más a las claves del thriller e incluso del terror, así, en la persecución por el bosque y el lago se aprecian similitudes con La noche del cazador e incluso con Frankenstein , en la medida en que ambas muestran la inocencia amenazada, como ocurre en este caso.
Correctamente interpretada, llama la atención la concepción del culpable, al que vemos ya muy al principio del filme, pero al que nunca escucharemos pronunciar ni una palabra, la interpretación de Aylmer es así muda, y aunque resulta algo teatral y forzada -quizás es lo menos realista de la película- debo decir que funciona bastante bien, sobre todo en el tercio final. Correctamente filmada por Frankel, un desconocido para quien esto escribe, pero que sabe mantener el ritmo del filme, debe destacarse también la fotografía en blanco y negro de Francis, la secuencia rodada en el lago, con las dos niñas y el mal acechando, vienen a ser un anticipo de lo que al año siguiente haría en la soberbia The Innocents ( Suspense ), de Clayton. Añadamos a esto un eficaz guión (sobre todo en el retrato crítico de los personajes, todos ellos necesarios para reforzar el argumento), y sólo nos queda disfrutar de una de esas desconocidas pero magníficas películas de serie B, verdadero cebo de calidad para los aficionados al cine.
Es ésta una película curiosa, muy bien realizada y adelantada a su tiempo. Ignoro si ya se había tocado el tema de la pederastia antes de Nunca aceptes…, pero es la primera vez que lo veo plasmado de frente, sin ambivalencias, en una película de hace 53 años (ahí es nada). Además, es una producción Hammer, y cuenta con un guión sólido y bien tramado (los guiones nunca fueron el punto fuerte de la productora), y cierta crítica social sobre la prevalencia de las fuerzas vivas sobre cualquier cosa que pueda perjudicarlas, aunque imagino que debieron trasladar la acción a Canadá por imperativos superiores . Narra la historia de una familia que se enfrenta a todo un pueblo, al que acaban de llegar (él ha sido nombrado director del colegio), cuando su hija les confiesa que ella y otra amiga han bailado desnudas ante un anciano para que les diera caramelos. Nadie quiere ni oír hablar del tema, que afecta al cacique local, pero los Carter van a juicio y la niña es sometida a inicuas presiones por el abogado de los jerifaltes, hasta que sucede lo inevitable… Con una preciosa fotografía del gran Freddie Francis y una dirección precisa y férrea del poco distinguido Cyril Frankel (aunque el cine inglés le deba el gran éxito de Es grande ser joven), Nunca aceptes… es una película sumamente interesante que ahora podemos disfrutar gracias al DVD porque, como no podía ser menos, jamás se estrenó en este país. Un descubrimiento.
Además de actualizar con unas gotas de sangre y de erotismo los mitos del terror de la Universal, la Hammer produjo unas cuantas películas de misterio nada desdeñables que el paso del tiempo se ha encargado de ocultar tras colmillos rojizos, vendas faraónicas y noches de luna llena. Una de esas rarezas es esta fantástica película producida en 1960, una pequeña joyita del cine incomprensiblemente desconocida. A los mandos del proyecto, que inicialmente iba a ser dirigido por el americano Joseph Losey, se sitúo un artesano de la Hammer, el siempre eficaz Cyril Frankel, un cineasta curtido en el mundo del documental que años después dirigió otra de las piezas emblemáticas de la compañía british: Las brujas. El resultado alcanzado por Frankel es realmente estimable, ya que la cinta se beneficia del carácter discreto, realista y humilde de Frankel, el cual hace gala de su enorme talento al tejer una trama enrevesada que toca varios frentes con la precisión y olfato propios de los grandes maestros. Así la cinta recorre con una espléndida desenvoltura los complejos caminos de la crítica social, pasando por el drama judicial y el thriller rural para culminar en el cosmos del cine de terror y fantasía con uno de esos finales que rememoran los tiempos pretéritos del cine de monstruos de la Universal Pictures.
El film sorprende por su belleza escénica, fuerza y dinamismo y por el hecho de abordar un tema tan escabroso y tabú para la época como los abusos sexuales y la pedofilia sin medias tintas ni hipocresía, huyendo del puritanismo para afrontar desde una radical honestidad la cuestión, no dejando cabos sueltos ni margen para la censura, a través del empleo de un lenguaje directo, claro y explícito. La moraleja que encierra esta extraordinaria cinta se magnifica gracias a una precisa puesta en escena, muy cercana al estilo teatral (hay que reseñar que la historia es una adaptación de una obra teatral de Roger Garis titulada The Pony Cart ) que se apoya en un ritmo trepidante que hace que la escasa hora y cuarto de duración pase en un suspiro. Al director le sale una obra realmente admirable, basada en un guion conciso pero poderoso, donde todo está pensado hasta la saciedad, hasta el más mínimo detalle.
Sin duda Nunca aceptes dulces de un extraño es una película que claramente podemos comparar con la gran obra maestra del suspense europeo El cebo de Ladislao Vajda, tanto por temática como por estilo tremendista y moderno. Podríamos considerar a Nunca aceptes dulces de un extraño algo así como El cebo de la Hammer, quizás los productores británicos trataron de emular el enorme éxito de la cinta dirigida por Vajda pero de un modo distinto, es decir, otorgando el sello puramente Hammer a su película. Mientras que Vajda opta por realizar una película de pura intriga, en la que la venganza y el terror recorren la trama con total normalidad para reforzar el carácter depravado tanto del asesino como del inspector de policía que inicia una imprudente investigación para cazar al asesino motivado por el deseo de vengar el suicidio de un inocente, Frankel apuesta por la crítica social como principal engranaje de la cinta, incrustando en la trama un juicio al supuesto criminal que en realidad se trata de un pleito que juzga a la hipocresía de la sociedad, sin embargo, una vez terminado el litigio, Frankel se venga de la sociedad cobarde e impostora que retrata, girando la trama hacia el universo del cine de terror más grotesco y espeluznante.
Cine británico condensado y estupendo, comercial y entretenido, pero al mismo tiempo reflexivo y profundo, como debe ser. Si sois fans del cine clásico intensamente moderno e inquietante, esta película será un descubrimiento que os hará disfrutar una hora y cuarto de emocionante escalofrío. En fin, una obra de hermosa y turbadora intensidad.
Sorprendente descubrimiento de la Hammer. Dos años después del Cebo . Con la que guarda similitudes, al igual que con la noche del cazador . Mezcla de Thriller, cine social, judicial. Me parece que el ritmo es muy conseguido. Con algunas elipsis de lo más acertadas que agilizan la narración. Va mucho al grano y eso siempre es elogiable. La fotografía luminosa, acertada decisión rodarla en blanco y negro. Es la primera obra que veo de este director y no será la última. La niña protagonista esta sencillamente portentosa. Su madre y abuela también en sus muy creíbles papeles. Esta película no se estreno en España.
La acerada y acertada crítica de una pequeña comunidad Canadiense, otro logro. Así como mostrar el hábito pernicioso de mirar a otro lado en un tema tan escabroso. Falsa costumbre que tristemente se sigue perpetuando hasta nuestros días. La secuencia de la bicicleta en el bosque inmensa.
Muy recomendable para amantes del cine social, valiente, reivindicativo con grandes dosis de humanidad y sabia sensibilidad. Y como el miedo al poderoso corrompe y se convierte en el más abyecto servilismo.
Intenso argumento que desde las primeras imágenes deja prendido en la pantalla el rastro de una sospecha que aletea en el ámbito de las emociones y que se instala en el ánimo como una dentellada.
Por concreta y por inesperada.
La narración es realista, pulcra, de vívido sentido y de estética muy cuidada. Se desliza entre planteamientos de corte psicológico y social y lo hace con seriedad, con profesionalidad y aborda los temas desde una óptica humana utilizando una perspectiva cinematográfica muy efectiva.
Minuciosa, activa y convincente.
Rotunda.